Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros. XI Virrey del Perú (1607-1615)

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México había sido la escuela en donde hacían su aprendizaje los virreyes del Perú.  Don Juan de Mendoza y Luna, tercer Marqués de Montesclaros y de Castil de Vayuela, Señor de las villas de La Higuera, de las Dueñas, del Colmenar, del Cardoso y El Vado y Valconete, nació en Guadalajara, en el año de 1571. Al momento de arribar al Perú, contaba con 36 años de edad. Hijo de don Juan de Mendoza y doña Isabel Manrique de Padilla, de la mejor nobleza de Castilla la Nueva.

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Felipe III, que no obstante sus pocos años, lo hizo Asistente de Sevilla en 1600, le nombró para el Virreinato de México, en 1603 y gobernó hasta el 2 de julio de 1607. Se embarcó en Acapulco el 6 de Agosto de 1607, en compañía de su esposa que acababa de perder el segundo vástago de su unión. Al término de su gobierno, partió con su consorte que no debía hallarse bien de salud, debido a que dos días después de su salida de Cartagena, falleció en la travesía a La Habana. El Marqués, arribando a la Península, contrajo segundas nupcias.

Montesclaros desplegó en el tiempo que gozó el mando una actividad poco común. Debiólo, sin duda, a su juventud, pero también a su ánimo resulto y a su visión neta y pronta de las cosas, y, finalmente, a la conciencia que tuvo de su autoridad.

El Marqués inició su gobierno con una medida que, tal vez, no fue muy del agrado de los regidores de Lima. Con motivo de las fiestas de su recibimiento y más todavía por el deseo de informarse bien en la materia les pidió postergasen la elección de alcaldes ordinarios que solía hacerse el primero de año.

Durante su gobierno,  entre otras cosas, realizó: la fomentación de la flota, el Primer Censo de la Ciudad de  Lima. Asimismo,  construyó el Puente de Piedra sobre el río Rímac y la Alameda de los descalzos. Una de sus mediadas más importantes es su lucha por la protección de los indios. Por otro lado, realizó una denuncia al Rey de España por las excesivas riquezas que poseían las órdenes religiosas. Cabe mencionar también que, durante su gobierno, fue descubierta la mina de mercurio de Huancavelica.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey. X Virrey del Perú (1604-1606)

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Gaspar de Zúñiga y Acevedo nació en Monterrey, castillo de Verín, provincia de Orense, en 1560 y falleció en Lima el 10 de febrero de 1606. Gobernó el Virreinato de México desde el 5 de Noviembre de 1595 hasta el 27 de Octubre de 1603.

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A Luis de Velasco le sucedió el Conde de Monterrey que a la sazón se hallaba gobernando el Virreinato de México. El nuevo Monarca, Felipe III, había extendido su nombramiento el 19 de mayo de 1603, pero el Conde no llegó a entrar a Lima sino un año más tarde.  En la Ciudad de Lima se disponía todo para su recibimiento. El 6 de Diciembre se encontraba en la chacra de don Juan Dávalos y, finalmente, hizo su entrada en Lima el 8 del mismo mes a las dos de la tarde, habiéndole tomado el juramento acostumbrado el Alcalde don Fernando de Córdoba y Figueroa.

A pesar de su deteriorada salud, Gaspar de Zúñiga se entregó a las tareas propias de su oficio con el celo y la atención de quien tenía conciencia de sus deberes. En el breve periodo que gobernó el Conde de Monterrey no dejaron de ocurrir algunos hechos que son importantes de mencionar. Debido a la proximidad de la Cuaresma, el Cabildo resolvió atrasar las tradicionales celebraciones por el ingreso del Virrey a la Capital. El 15 de Abril, el Cabildo resolvió hacerlas y dispuso se corriesen toros y hubiesen juegos de cañas con libreas en honor al Conde.

En Noviembre de 1604, fuertes temblores de tierra causaron en la provincia de Arequipa graves daños. Durante este tiempo también se ha de colocar la fundación del Colegio de San Ildefonso, de la Orden de San Agustín, poco antes de terminar el gobierno del Conde de Monterrey.

El año de 1606 no fue de felices augurios para el Conde. Su salud ya quebrantada se resintió con lo calores del verano y una calentura persistente lo clavó en el lecho sin que los médicos pudieran controlarla. A pesar de que se buscó su salida de la Capital para calmar los males, no se consiguió lo que todos deseaban. El viernes diez de Febrero a las cuatro de la tarde, falleció. Moría pobre y sin dejar lo necesario para su entierro, pero sus albaceas resolvieron hacerle las honras con toda la pompa que su dignidad correspondía y gastaron en ellas cerca de veinte mil pesos, suma que luego se pagó de la Real Hacienda con aprobación del Monarca. El día doce se trasladó su cuerpo a la Iglesia de la Compañía, en donde al siguiente se celebraron las exequias.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Luis de Velasco y Castilla , IX Virrey del Perú (1596-1604)

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Luis de Velasco y Castilla nació en Carrión de los Condes (Palencia) en 1539 y  gobernó como Virrey de Nueva España entre 1590-1595 y 1607-1611 y como Virrey del Perú durante los años 1596 y 1604. Fue hijo del Virrey del mismo apellido, a quien se le conoce como el Viejo, y de doña Ana de Castilla.

Pasó con su padre a la Nueva España y en este lugar permaneció hasta 1586, en que regresó a la Corte. Realizó un viaje a Italia como parte de la embajada que el rey Felipe II envió al Gran Duque de Florencia y no mucho después fue nombrado como Virrey de México. Su gobierno en México fue desde el 27 de Enero de 1590 hasta el 5 de Noviembre de 1595. En dicho Virreinato, contrajo matrimonio con doña María de Mendoza y de este matrimonio tuvo tres hijos: Francisco, Antonio y Mariana de Ircio y Velasco.

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El 6 de junio de 1595, el Monarca español extendía su nombramiento de Virrey del Perú y se escribía a todos los cabildos de las ciudades para que le prestaran obediencia como tal y le reconociesen en su doble calidad de Presidente de la Audiencia de los Reyes y Capitán General en tierra y mar. El nuevo Virrey decidió llegar a Lima por tierra, enviando en un navío su recámara al Callao y a mediados de Mayo se encontraba en Santa. Su entrada a la ciudad capital se produjo el 23 de Junio con la pompa y magnificencia acostumbradas.

Luis de Velasco llegó al Virreinato del Perú en todavía edad temprana para mostrar actividad en el gobierno. No obstante, debía permanecer a esa clase de hombres que se consideran viejos antes de tiempo, porque a los tres años de la toma de posesión, cuando tenía sesenta años, ya escribía al Rey suplicándole que en atención a su “mucha edad, poca salud y falta de fuerzas” se dignase relevarle del mando. Es importante mencionar que, durante este tiempo, el salario que percibía el Virrey no era tan crecido como para asegurar una holgada pensión en su vejez.

Como era frecuente en los hombres de gobierno que escogía Felipe II, Luis de Velasco era un hombre recto y de conciencia; poseía bastante práctica en asuntos administrativos y su experiencia en el Virreinato de la Nueva España le había dado ocasión de conocer la legislación vigente. Durante su periodo, pese a la incursión de los holandeses, se gozó un periodo de paz y quietud. No hubo que hacer mayor esfuerzo para gobernar el Virreinato.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Muerte de Felipe II y el gobierno de Luis de Velasco

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A los pocos años del inicio del gobierno de Luis de Velasco y Castilla (1596-1604), el 13 de septiembre de 1598, en San Lorenzo de Escorial fallecía Felipe II, a la edad de 71 años. Felipe II de Habsburgo, había sido rey de España desde enero de 1566 hasta el día de su muerte. Al año siguiente del fallecimiento del Monarca, en el mes de marzo, la noticia llegó a manos del Virrey y el luto por la pérdida fue general en todo el Virreinato. A pesar de que no se envió orden alguna para las celebraciones del duelo, el Virrey y la Audiencia acordaron la celebración de las honras fúnebres para los días 30 y 31 de marzo de 1599.

Según el R.P. Vargas Ugarte, pocos hombres habrán suscitado en torno de sí una tempestad de polémicas tan fiera y enconada como Felipe II, el Rey Prudente. Durante su vida, Felipe II supo encarnar en sí el movimiento que habría de detener tanto el avance del Protestantismo como el de los turcos. Por otro lado, marcó el sendero que devolvió a la Iglesia su robustez espiritual.

Desde los primeros años de su reinado, Felipe II hubo de volver su atención a América, todavía agitadas por el ardor revolucionario. Con calma, fue adoptando las medidas necesarias para su pacificación y el buen gobierno. Así, la creación de las Audiencias de Charcas y Quito, y posteriormente la de Santiago, contribuyeron a delinear las grandes divisiones territoriales del Virreinato del Perú y a formar en torno a éstos núcleos de cultura. Por otro lado, los hombres que gobernaron América durante su tiempo fueron personajes de marca y cumplieron su oficio a satisfacción.

Con gran lucidez, tomó todas las disposiciones para su entierro y funeral. Al morir, se envolvería su cuerpo en una sábana, colgándole del cuello una cuerda de la cual pendía una cruz de palo y sin otra mortaja se le depositaría en un ataúd de plomo que se cerraría y sellaría.  Sereno y sonriente, aguardó la muerte y a las cinco de la madrugada del 13 se Septiembre, se extinguió sin la menor conmoción. En Lima, el 16 de marzo de 1599, el Cabildo mandó un pregón por toda la ciudad para que todos sus habitantes dentro del tercero día vistiesen de luto. Las honras se celebraron, unos días más tarde.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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SAN MARTÍN, COMO CAPITÁN GENERAL DEL EJÉRCITO LIBERTADOR DEL PERÚ, DA UNA PROCLAMA QUE SE REFIERE A LA SITUACIÓN DE LOS ESCLAVOS Y QUE CONSTA DE DOS ARTÍCULOS

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EL EXMO. SOR. D. JOSÉ DE SAN MARTÍN, CAPITAN GENERAL Y EN GEFE DEL EJÉRCITO LIBERTADOR DEL PERÚ

Por cuanto, al tiempo de proteger la libertad de los esclavos en el Perú, no ha sido nunca mi intención atentar a las propiedades, de sus amos, y sí, solo amparar a los que voluntariamente quieren tomar las armas en defenza de la Patria; Por tanto, he resuelto declarar los siguiente:

1. Todo propietario de esclavos, que hayan tomado servicio en el Ejército Libertador, o en su ausencia los mayordomos, pueden acudir al Gefe [sic] de mi Estado Mayor General, quien les dara un documento en virtud del cual tendran derecho dichos propietarios a ser reintegrados del valor equitativo de los esclavos, luego que se establezca en el Perú un Govierno [sic] Nacional

2. En el Estado Mayor General se llevara una razón exacta de los documentos que se expidieren, numerándolos y tomando otras precauciones para evitar cualquier fraude.

Publíquese por bando, fijese y circúlese. Dado en el Cuartel General del Ejército Libertador, en Pisco a 20 de Setiembre de 1820

San Martín

IMPRENTA DEL EJÉRCITO LIBERTADOR

En CDIP. Tomo VI. Volumen 2

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La Teoría de las forma de gobierno en la Historia del pensamiento político

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Autor: Norberto Bobbio

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Año: 2010 (1976)

Páginas: 191

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ÍNDICE

Prólogo
Introducción 

I. Una célebre discusión

II. Platón
   El hombre timocrático
   El hombre oligárquico
   El hombre democrático
   El hombre tiránico

III. Aristóteles

IV. Polibio
   Anexo

V. Intermedio

VI. Maquiavelo

VII. Bodino

VIII. Hobbes

IX. Vico

X. Montesquieu

XI. Intermedio sobre el despotismo

XII. Hegel
   La monarquía constitucional: Hegel y Montesquieu

XIII. Marx

XIV. Intermedio sobre la Dictadura

Nota 

 

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Compendio de los sucesos ocurridos en el Ejército del Perú y sus provincias

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Primera Parte

14.       Salí de Desaguadero el 12 y llegué a la ciudad de La Paz el 14 enviando la tropa en derechura para Laja a esperarme en Calamarca. Me apeé en la casa del Intendente Marqués de Valde Hoyos, recibí en la ciudad el juramento Teniente Coronel Juan Saturnino Castro (que fue después pasado por las armas por traidor). Pedí un emprésito a los pudientes de la ciudad que me la dieron de 50 mil pesos y dejando en ella un destacamento de 150 hombres con 3 piezas de artillería ligera.

21.       En el ejército de mi mando organizado según se ve en el plan primitivo de batalla citado, había muchos oficiales espantadizos, desafectos a la causa del Rey, y contaminados por los sediciosos juramentos despedidos de quienes fue preciso irme deshaciendo políticamente porque de otro modo todo estaba para dar un estallido.

25.       Salí de Vilcapujio para Condocondo el 12 de setiembre, y las avanzadas que estaban colocadas en el camino real de Potosí, las pasé al camino del Despoblado amenazando dirigirme por la espalda de aquella villa, para tomarla y caer sobre el enemigo por la suya

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Compendio de los sucesos ocurridos en el Ejército del Perú y sus provincias

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Primera Parte

5.     El Señor Virrey de Lima por los partes de Goyeneche, y sus renuncias del mando, resolvió en junta de guerra que tuvo el 8 de abril de 813 que le relevase el Teniente General D. Juan [de] Henestrosa a la más posible brevedad. Este jefe ya sea porque instruido del estado del Ejército, o por otros motivos se desavino con el Virrey, y sucedió lo que dio lugar a que celebrándose otra junta de guerra en 14 de dicho mes de abril de 813 se me nombrase para mandar el Ejército.

6.    El 28 [de abril de 1813] salí del Callao embarcado en la corbeta corsaria Wultur con la instrucción que me dio el Virrey para sosegar las competencias de los Intendentes de Arequipa y Puno con los cabildos constitucionales y particulares de ambas ciudades, en donde el fuego de la independencia obrara con mucha actividad.

(En CDIP. Tomo XXVI)

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Compendio de los sucesos ocurridos en el Ejército del Perú y sus provincias

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Primera Parte

  1. El 24 de setiembre de 1812 sucedió la desgraciada acción del Tucumán, en que la vanguardia del Ejército del Rey en número de 3,000 hombres fue batida, y se retiró a Salta, con cerca de la mitad perdidos acompañados de su Jefe el Brigadier don Pío Tristán; sin embargo de que los revolucionarios de Buenos Aires, no tenían en aquella ciudad la mitad de fuerzas a la orden del caudillo Belgrano.
  2. Este atacó en Salta a Tristán el 20 de febrero de 813 con iguales fuerzas a corta diferencia, y habiéndole batido segunda vez se metió en la ciudad; capituló: entregó las armas; y fue juramentada la oficialidad y tropa, de no volver a tomar las armas contra los de Buenos Aires, retirándose todos a sus casas; excepto los que teniendo su honor conocieron la nulidad del juramento prestado a uno enemigos del Rey y de su Patria revolucionados para quitarle sus derechos, y hacerse independientes.

(En CDIP. Tomo XXVI)

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CORRIDA QUINTA DE TOROS,

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el 29 de Diciembre de 1806, que ofrece el Cabildo al recibimiento

y celebridad del Virrey Abascal

 

OCTAVA

¡Con que verdad nos dice este contento

Que ya, en Lima felice, tu ventura

Llegó por fin a ver su complemento

En el Héroe que tanto la procura!

Triunfa: respira ya con nuevo aliento:

Al honor que su mano te asegura

Corresponde tu fé; y en tu memoria

Vive tan inmortal como en su gloria.

 

Bernandino Ruiz

(De El Parsano Peruano, por José Toribio Polo, Lima 1862, pág. 6) En CDIP Tomo XXIV, pág. 129

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