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Resumen “Cuba. Una nueva historia” de Richard Gott (II)

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El desembarco de Ganma y guerra revolucionaria 1956-1958

Castro se veía a si mismo como un continuador de la obra inconclusa de Martí. Los revolucionarios de las ciudades cubanas habían desempeñado un papel igualmente importante en la organización de la insurrección finalmente triunfante. Se había previsto que el desembarco de Fidel y sus guerrilleros coincidiera con un levantamiento en Santiago, un nuevo ataque al cuartel Moncada y al de la policía. Este plan no había tenido en cuenta los problemas meteorológicos. El Ganma (embarcación donde viajaba Fidel con sus hombres) llegó dos días después. Sin noticias del desembarco de Castro y frente al feroz contraataque de las tropas gubernamentales, se retiraron a los montes. Para empeorar las cosas, el desembarco del Ganma fue descubierto por las autoridades. Los supervivientes vagaron por los alrededores. El primer contacto lo hicieron con Cresencio Perez, un líder campesino fuera de la ley que controlaba la zona occidental de Sierra Maestra.

Castro no había planeado una estrategia de guerra de guerrillas prolongada en la Sierra. Castro estaba familiarizado con las leyendas asociadas al desembarco de Martí en 1895, también lo estaban las autoridades de Batista. Los hombres de Batista comenzaron a concentrar a los campesinos en las faldas de Sierra maestra, alejándolos de sus campos y hogares para evitar que hicieran causa común con la guerrilla. El antiguo presidente Prío Socarrás, exiliado en Miami y ansioso de volver al poder, proporcionó fondos tanto a Castro como a otros grupos, con la esperanza de que las acciones armadas aceleraran el derrocamiento del dictador.
Junto a los viejos partidos recelosos del movimiento 26 de julio estaba el Partido Socialista Popular (PSP), esto es, el partido comunista cubano. El PSP siempre se había mostrado hostil a las acciones armadas y en particular al tipo de sabotaje y subversión, por no hablar de las guerrillas. Se elaboró un plan para apoderarse del palacio presidencial en La Habana y asesinar a Bastita. Aquel plan concluyó en un desastre.

Del mismo modo que los rebeldes alzados a finales del siglo xix, los revolucionarios de los años cincuenta se mantuvieron en contacto con EEUU. Uno de los temas más debatidos fue la preocupación estadounidense sobre la futura estabilidad del país.

En marzo de 1958 Raúl Castro dejó el campamento principal con 65 hombres para abrir un segundo frente en Sierra Cristal, en la costa septentrional de oriente. Aquel mismo mes, Juan Almeida abrió un tercer frente al norte de Santiago. A principios de 1958 el Partido Comunista acordó finalmente ponerse de parte de Castro. La desconfianza del movimiento 26 de julio hacia los comunistas recientemente convertidos a su causa, era todavía muy fuerte y los organizadores de La Habana no habían incluido en sus preparativos al partido comunista ni a las organizaciones obreras que este controlaba.

El movimiento 26 de julio dio un golde de mano el 26 de febrero, secuestrando a Juan Manuel fangio, el campeón mundial argentino de carreras automovilísticas, soltándolo al dia siguiente. Se fijo como fecha para una huelga general el 9 de abril y se hicieron los correspondientes preparativos. Tras el fracaso de la huelga, Batista hizo un nuevo esfuerzo por desalojar a los guerrilleros de Sierra Mestra. La victoria sobre los soldado que trataban de tomar la Sierra fue un momento decisivo de la guerra, un triunfo para los guerrilleros que compensó el fracaso de la huelga. Castro aprovechó para planear la fase final de la guerra. Después de dos años en la Sierra, Castro había dominado a sus rivales en todas partes y estaba a punto de obtener la victoria. Castro también había sido afortunado al conseguir que la política de EEUU hacia sus guerrilleros permaneciera dividida. A medida que se hacía probable la victoria de Castro, EEUU procuraba evitar el enfrentamiento directo contra el eventual futuro gobernante. El general Batista huyó la víspera de Año nuevo, abandonando el país.

El amanecer de la revolución. Enero 1959

El 2 de enero de 1959, Castro pronunció su primer discurso en los albores de la Revolución. En 1959 Cuba no era un país pobre, con una población pisoteada que se rebelara contra su postergación. Era un sociedad relativamente acomodada, que disfrutaba de la segunda renta per capita en latinoamerica. Se suele considerar la introducción de la atención sanitaria universal como uno de los grandes triunfos de la revolución, pero la cuba prerrevolucionaria no era de los países más atrasados en cuanto a la dotación de servicios médicos.

Gran parte de la reevaluación de la historia prerrevolucionaria proviene del exilio cubano y ya se sabe que los exiliados tienden a menudo a añorar sentimentalmente el pasado. Se puede pensar incluso que un rasgo importante de la vida nacional cubana es un sentido desarrollado de la nostalgia, derivado de los antecedentes de su pueblo. La dictadura de Batista era percibida ampliamente como cruel y vengativa, algo que ciertamente era; pero muchas de las acciones representativas del régimen tenían como supuesta justificación la necesidad de combatir el terrorismo urbano y la guerra de guerrillas.

Castro, con un gran sentido teatral y la intuición de que las pasiones suscitadas por la victoria tardarían algunos días en enfriarse, emprendió un pausado y majestuoso peregrinaje desde Santiago hasta La Habana. No llegó a La Habana hasta el 8 de enero. Castro nombró presidente a Manuel Urrutia. Varios cientos de antiguos policías y torturadores de Batista fueron fusilados tras juicios sumarios.

Raúl Castro se convirtió en uno de los comandantes más poderosos de la guerra de guerrillas. La amenaza que el comunista Raúl se hiciera con el mando en ausencia de Fidel alarmó a los muchos anticomunistas fervientes integrados en el Movimiento 26 de julio. El nuevo régimen revolucionario actuo rápidamente en los 6 primeros meses, utilizando la maquinaria del viejo gobierno para beneficiar a sus seguidores de los sectores más pobres de la sociedad.

La ley de Reforma Agraria pretendía ganarse la adhesión de los campesinos sin tierra. La reforma agraria era de por si moderada y solo retóricamente revolucionaria, pero los poderosos terratenientes cubanos y de toda latinoamerica la veían como el borde del abismo. Causo una preocupación particular en EEUU. Aunque la reforma fue firmada por el gobierno, muchos de sus miembros eran hostiles a sus disposiciones, ya que la consideraban comunista.

El presidente Urritia y otros moderados se definian a si mismos como anticomunistas, no porque les preocupara lo más minimo la influencia de la URSS, sino por la preponderancia que habían alcanzado algunos miembros del partido comunista.

La vieja elite se sentía bajo la amenaza de que pudieran menguar sus beneficios económicos, pero también le alarmó la forma en que la Revolución permitió a la población negra salir a escena.

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Resumen “Cuba. Una nueva historia” de Richard Gott (I)

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El ataque de Castro al cuartel Moncada. 26 de julio de 1953

El 26 de julio de 1953 se produjo un asalto armado al cuartel Moncada encabezado por Fidel Castro, la flamante figura de 26 años que iba a dominar la política y la historia cubana por más de medio siglo. Con el asalto al Moncada estaban destinados a obtener armas de sus arsenales, per su objetivo ultimo era derrocar el gobierno que Batista había impuesto mediante un golpe de Estado un año antes. La acción en si resultó un fracaso desastroso. El asalto al Moncada supuso un desafío al régimen que sentó las bases de una organización revolucionaria, el Movimiento 26 de Julio.

Castro acabó convirtiéndose en una de las figuras políticas más sobresalientes del siglo XX. El triunfo de su revolución acaparó titulares en todo el mundo en 1959 y dio lugar a la nación cubana, dando significado a las luchas del pasado y trasformando una isla del Caribe en protagonista de la escena mundial.

Los soviéticos quedaron seducidos por Castro desde el primer momento. Solo los dirigentes de EEUU lo tuvieron como enemigo irreconciliable. Latinoamérica, apareció inesperadamente en primer plano y sus gobiernos se vieron agresivamente desafiados por la retórica revolucionaria que se adueño de la Republica cubana. Cuba se convirtió con Fidel en un país comunista en el que el nacionalismo era tan significativo como el socialismo y la leyenda de martí se fundía con la filosofía de Marx.

Para muchos cubanos, el regreso de Batista al poder descartaba cualquier oportunidad de avance por vías democráticas. Castro decidió por la insurrección armada sin pensarlo dos veces y comenzó a conspirar inmediatamente después del golpe de Batista. El carisma de Castro, su visión estratégica y su talento organizador le dieron a su grupo una potente ventaja.

El día elegido para dar el golpe fue el 26 de julio, donde un centenar de guerrilleros salieron hacia Santiago en autobuses y automóviles. El hermano de Fidel, Raúl, se apoderó del Palacio de Justicia, muy cerca del cuartel, pero se vio obligado a reiterarse cuando el resto del plan se vino abajo. Capturaron a Fidel y el mismo se defendió en el juicio argumentando que “el autor intelectual de esta revolución es José Martí, el apóstol de nuestra independencia”.

En su discurso, dio detalles de lo que se convertiría en las “cinco leyes revolucionarias”.
1.- devolver al pueblo la soberanía y proclamar la constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del estado. 2.- Concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, que ocupasen parcelas de 5 o menos caballerías de tierra. 3.-otorgaba a los obreros y empleados el derecho a participar del 30% de las utilidades en todas las grandes empresas. 4.- Concedía a todos los colonos el derecho a participar del 55% del rendimiento de la caña. 5.- ordenaba la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos.

Esta florida retórica no impresionó al tribunal y Castro fue condenado a 15 años de presión. Castro cumplió menos de 2 años de condena, beneficiándose de una amnistía. En noviembre de 1954, mientras estaba en prisión, se celebraron unas elecciones presidenciales con Batista como único candidato. El antiguo presidente Grau San Martí dio a ese proceso cierta legitimización. Batista se declaró ganador y al anunciarse el regreso del orden constitucional, con garantías para la libertad de prensa, se sentía bastante seguro para prometer una amnistía para los prisioneros políticos. Castro se trasladó a México junto con su hermano Raúl en julio de 1955.

Al cabo de una semana de su arribo a México, Raúl le presentó a Fidel a un revolucionario argentino desconocido que vivía en la ciudad desde el mes de septiembre anterior. Ernesto “Che” Guevara. Guevara proporcionó a Castro horizontes más vastos, una lista de lecturas más amplias y una la perspectiva de otros experimentos revolucionarios. Castro le dio a Guevara la causa política por la que luchar de inmediato. Castro había viajado a México para organizar una fuerza guerrillera capaz de invadir Cuba, pero le faltaban cuadros y dinero. Poco a poco el dinero comenzó a llegar desde Venezuela, EEUU y la propia Cuba. Los seguidores de Castro, algunos de ellos veteranos de Moncada, comenzaron a llegar en pequeños grupos. A fines de noviembre, Castro reunió a sus guerrilleros y se hicieron a la mar, con el propósito de atravesar el Golfo de México rumbo a Cuba

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El hombre natural y la idea de la libertad en la sociedad civil (Hobbes-Locke)

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Para Hobbes, en la naturaleza del hombre, se encuentran tres causas principales de disensión: La competencia hace que los hombres invadan el terreno de otros para adquirir ganancia. Esta, hace uso de la violencia, para que así los hombres se han dueños de otros hombres La desconfianza es da para lograr seguridad. Esta usa la violencia con un fin defensivo. Por último, la gloria para adquirir reputación. Mientras los hombres viven sin ser controlados por un poder común que los mantenga atemorizados, están en esa condición llamada guerra. Así, la Guerra consiste también en “un periodo en el que la voluntad de confrontación violenta es suficientemente declarada”. De la guerra entre los hombres se deduce que nada puede ser injusto. Así, donde no hay un poder común, no hay ley; y donde no hay ley, no hay injusticia. La fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales de la guerra. La justicia e injusticia se refieren a los hombres cuando están en sociedad.

Locke propone el término “estado de naturaleza” para referirse a que los hombres son libres e iguales en sí mismos. Lo cual redunda en que todos deben tener las mismas ventajas para tomar decisiones. Ahora, una consecuencia de este planteamiento es que uno mismo es capaz de administrar justicia de tal forma que frente a cualquier agresión se puede castigar al agresor en proporción al daño realizado.

Para Hobbes, mediante la transferencia de un derecho, se intenta que el beneficio recaiga sobre alguna persona o personas en particular. Cuando un hombre ha abandonado o cedido su derecho, está obligado a no impedir que aquellos a quienes se ha concedido ese derecho, se beneficien de él. Si causa algún impedimento, incurre en injusticia e injuria. La transferencia mutua de un derecho es lo que se llama un contrato. Cuando uno de los contratantes puede entregar la cosa cumpliendo con su parte del contrato, y dejar que el otro cumpla con la suya en un momento posterior determinado, entonces el contrato por parte de éste es llamado Pacto o convenio. Cuando la transferencia no es mutua, entonces no hay contrato sino regalo, favor, gracia.

Locke establece que debe existir una sociedad civil que garantice la propiedad. Esta debe definirse por las leyes que le rigen y por desarrollar un sistema que garantice su cumplimiento. Así, los que se hallen unidos en un cuerpo, y tuvieran una ley común y judicatura establecida a quienes apelar, con autoridad para decidir en las contiendas entre ellos y castigar a los ofensores, estarán entre ellos en sociedad civil. Pero quienes no gozan de tal común apelación, es decir, se hallan todavía en el prístino estado natural. (Locke pag. 53 y ss.)
Dado que cada hombre ingresado en sociedad abandonara su poder de castigar las ofensas contra la ley de naturaleza en surgimiento de particular juicio, así se dan los orígenes del poder legislativo y ejecutivo, en la sociedad civil para Locke. Siempre que cualquier numero de hombres tal suerte en sociedad se junten y abandone cada cual su poder ejecutivo de la ley de naturaleza, y lo dimita en manos del poder público, entonces existirá una sociedad civil o política.

Locke considera que la monarquía absoluta es en realidad incompatible con la sociedad civil, y así no puede ser forma de gobierno civil alguno. (Locke pag. 55)

La teoría política más importante que viene después de la de Hobbes es la de John Locke, la cual se encuentra en Dos ensayos sobre el gobierno civil. Locke es un teórico de la monarquía constitucional, de un sistema basado en la doble distinción entre dos partes del Estado: el parlamento y el rey, y entre dos funciones del Estado, la legislativa y ejecutiva, en cuanto el poder legislativo emana del pueblo que tiene su representación en el parlamento y el ejecutivo es delegado por el parlamento al rey. En este caso, la soberanía del Estado pertenece al pueblo, y el gobierno, al rey.

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Hobbes- “Leviatán o la materia, forma y poder de un Estado eclesiástico y civil’ (III)

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Mediante la transferencia de un derecho, se intenta que el beneficio recaiga sobre alguna persona o personas en particular. Cuando un hombre ha abandonado o cedido su derecho, está obligado a no impedir que aquellos a quienes se ha concedido ese derecho, se beneficien de él. Si causa algún impedimento, incurre en injusticia e injuria. La transferencia mutua de un derecho es lo que se llama un contrato. Cuando uno de los contratantes puede entregar la cosa cumpliendo con su parte del contrato, y dejar que el otro cumpla con la suya en un momento posterior determinado, entonces el contrato por parte de éste es llamado Pacto o convenio. Cuando la transferencia no es mutua, entonces no hay contrato sino regalo, favor, gracia.

Quien transfiere cualquier derecho, transfiere también, en lo que esté de su mano, los medios para disfrutarlo. El derecho a un fin, contiene el derecho a los medios. Hacer convenios con bestias irracionales y con Dios no es posible. En el segundo caso, a pesar de ser por los medios por medio de aquellos a quien Dios habla, no sabríamos si nuestros pactos con Dios son aceptados o no. Por otro lado, prometer lo que se sabe que es imposible no constituye un convenio. Si resulta después imposible lo que en un principio se pensaba que era posible, el convenio es válido y obliga, no a realizar lo convenido, sino otra cosa con valor equivalente.

Para finalizar, trataremos sobre el capítulo 18 “De los derechos de los soberanos por institución”. Hobbes sostiene que “un Estado ha sido instituido, cuando una multitud de hombres establece un convenio entre todos y cada uno de sus miembros, según el cual se le da a un hombre o a una asamblea de hombres, el derecho de personificar a todos, de representarlos”. Así cada individuo autorizará todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, igual que si se tratara de los suyos propios, a fin de vivir pacíficamente en comunidad y de encontrar protección contra otros hombres. De esta institución del Estado, se derivan todos los derechos y facultades de aquél o aquellos a quienes les es conferido el poder soberano por consentimiento del pueblo. A continuación expondremos brevemente los derechos o facultades que posee el soberano.

Como primer derecho, Hobbes sostiene que “los súbditos no pueden cambiar la forma de gobierno”. Ellos no pueden, sin el permiso del soberano, establecer legalmente un pacto nuevo entre ellos mismos comprometiéndose a prestar obediencia a otro soberano. Como segundo punto, considera que “el poder soberano no puede enajenarse”. Explica que como el derecho de representar la persona de todos es dado a quien los hombres hacen su soberano, no puede haber quebrantamiento de convenio por parte del soberano, ninguno de sus súbditos puede librarse de estar sujeto a él.

El tercer punto corresponde a que “ningún hombre puede, sin incurrir en la injusticia, protestar contra la institución del soberano declarado por la mayoría”. Como la mayoría ha proclamado a un soberano mediante voto con el que va unida su aprobación, quien haya disentido deberá conformarse con al voluntad del resto, deberá aceptar todas las acciones que realice el soberano, sino quiere ser destruido por la mayoría. El cuarto punto sostiene que “las acciones del soberano no pueden ser, en justicia, acusadas por el súbdito”. Así, cada súbdito es autor de todas las acciones y juicios del soberano instituido, de ello se seguirá que nada de lo que éste haga podrá constituir injuria para ninguno de sus súbditos.

Como quinto punto menciona que “nada de lo que haga el soberano puede ser castigado por el súbdito”. Debido a esto, ningún hombre que tenga poder soberano puede con justicia ser matado por sus súbditos, o castigado por ellos en ningún modo. En sexto punto dice que “el soberano es juez de lo que es necesario para la paz y defensa de sus súbditos”, argumentando que la finalidad del Estado es la paz y defensa de todos, quienquiera que tenga derecho a procurar ese fin lo tendrá también de procurar los medios. El séptimo punto corresponde al derecho de establecer reglas mediante las cuales los súbditos puedan hacer saber a cada hombre lo que es suyo, de tal modo que ningún otro súbdito pueda quitárselo sin cometer injusticia.

Al soberano también pertenece el derecho de judicatura y la decisión de las controversias. Es decir, de oír y decidir las controversias que pueden surgir en lo referente al Derecho Civil. Como noveno punto, el soberano tiene el de hacer la guerra y la paz, según le parezca oportuno, y como décimo el de escoger a todos los consejeros y ministros, tanto para funciones de paz como de guerra. El undécimo punto corresponde a premiar y castigar según le parezca, siendo el duodécimo el de dar honores y jerarquías como títulos honoríficos.

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Hobbes- “Leviatán o la materia, forma y poder de un Estado eclesiástico y civil’ (II)

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Hobbes es uno de los más grandes filósofos políticos de la época moderna. El contexto histórico en el que se inserta la vida de Thomas Hobbes es muy complejo. Él vive en un periodo de individualismo- el individuo por encima de todo-; subjetivismo- mundo mental por encima del mundo objetivo; cuestionamiento de las normas tradicionales; disolución de formas comunitarias- feudo medieval-; competencia- capitalismo naciente; y un momento de guerras civiles, políticas y religiosas.

Su obra más conocida es Leviatán, la cual está divida en 4 partes -Del hombre; Del Estado; Del Estado Cristiano y Del reino de la oscuridad-, esta obra muestra íntegramente el pensamiento de su autor. Para esta ocasión, se hará una breve explicación de algunos capítulos de esta obra. Así se presentarán los capítulos 13 “De la condición natural de la humanidad en lo concerniente a su felicidad y su miseria”; 14 “De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos” y 18 “De los derechos de los soberanos por institución”.

Hobbes inicia el capítulo 13 sosteniendo que la naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facultades de cuerpo y de alma, la diferencia entre hombre y hombre no es tan apreciable como para justificar el que un individuo reclame para sí cualquier beneficio que otro individuo no pueda reclamar con igual derecho. En lo referente a las facultades de la mente, el autor considera que hay mayor igualdad entre los hombres que en lo referente a la fuerza corporal. La prudencia, no es otra cosa que experiencia, la cual es dada igualitariamente a los hombres si viven el mismo lapso de tiempo, en las cosas que se aplican igualmente.

De la igualdad de las facultades, surge una igualdad en la esperanza de conseguir los fines. De la igualdad, procede la desconfianza. Así, si se desea una misma cosa que no puede ser disfrutada por ambos que la desean, éstos se convierten en enemigos. Para lograr su fin, principalmente su propia conservación y, se empeñan en destruirse y someterse mutuamente.

En la naturaleza del hombre, se encuentran tres causas principales de disensión: La competencia hace que los hombres invadan el terreno de otros para adquirir ganancia. Esta, hace uso de la violencia, para que así los hombres se han dueños de otros hombres La desconfianza es da para lograr seguridad. Esta usa la violencia con un fin defensivo. Por último, la gloria para adquirir reputación. Mientras los hombres viven sin ser controlados por un poder común que los mantenga atemorizados, están en esa condición llamada guerra. Así, la Guerra consiste también en “un periodo en el que la voluntad de confrontación violenta es suficientemente declarada”. De la guerra entre los hombres se deduce que nada puede ser injusto. Así, donde no hay un poder común, no hay ley; y donde no hay ley, no hay injusticia. La fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales de la guerra. La justicia e injusticia se refieren a los hombres cuando están en sociedad.

Hobbes continúa en el capítulo 14 sosteniendo al Derecho Natural como “la libertad que tiene cada hombre de usar su propio poder según le plazca, para la preservación de su propia vida”. La Libertad –por su parte-, es “la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que, a menudo, pueden quitarle a un hombre parte de su poder para hacer lo que quisiera, pero no le impiden usar el poder que le quede”. Una Ley Natural, es un precepto o regla general, descubierto mediante la razón, por el cual a un hombre se le prohíbe hacer aquello que sea destructivo para su vida o elimine los medios de conservarla.

La diferencia existente entre derecho y ley es que el Derecho consiste en la libertad de hacer o de no hacer, mientras que la Ley determina y obliga a una de las dos cosas: La primera y fundamental ley de la natural: Buscar la paz y mantenerla. Mientras que la segunda ley consiste en que “un hombre debe estar deseoso, cuando los otros también lo están, y a fin de conseguir la paz y la defensa personal hasta donde le parezca necesario, de no hacer uso de su derecho a todo, y de contentarse con tanta libertad en su relación con los otros hombres”. Mientras cada hombre se aferre al derecho de hacer todo lo que le plazca, todos los hombres estarán en su situación de guerra. No obstante, no hacer uso de su derecho es privarse de la libertad de impedir que otro se beneficie de lo mismo a lo que él tiene su propio derecho. No hay nada a lo que todo hombre no tenga derecho por naturaleza. Así, renunciar a un derecho, no se tiene en consideración la persona en quien redundará el beneficio correspondiente.

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Comentario sobre los alcances y límites de la dualidad andina

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El mundo andino es visto en su totalidad como un mundo dual, tanto en sus estructuras sociales como en las políticas, cosmolpogicas, de distribución geográfica, etc. Las dos partes del mundo, bajo la visión andina, eran tanto opuestas como complementarias las unas con las otras. Así, se tiene el espacio Hanan (arriba) y Hurin (abajo) como el más claro ejemplo de la dualidad andina. También se ve esta dualidad entre opuestos y complementarios, entre lo masculino y lo femenino, la izquierda y la derecha. Sin embargo, esta oposición y complementariedad no se queda simplemente en dos “opuestos”, Platt, por ejemplo, en su texto ” sustenta que cada parte posee algo de la otra, como ocurre con lo masculino y lo femenino.

Masculino- Masculino I Femenino – Masculino
————————– I —————————-
Masculino- Femenino I Femenino- Femenino

Así, lo masculino no solo tiene como su opuesto a aquello que es femenino, sino que también a aquello que es tanto masculino como femenino, y lo mismo ocurre con el caso femenino. Un ejemplo relevante sobre este caso es el de Mama Huaco, quien representa a lo Femenino-Masculino, en contraste con Mama Ocllo, quien representa lo Femenino-Femenino.

Siguiendo aún con el texto de Platt, el autor hace mención a una vasta cantidad de ejemplos en los cuales la dualidad se encuentra presente. En el caso de los matrimonios, ambos esposos eran considerados “yanantin” para el otro, tomando la definición de Yanantin como complementarios entre sí y compañeros, usando también la definición de la Dra. Regalado de Yanantin como “aquel compañero, el que ayuda al otro”. En el caso de la cosmogonía andina la dualidad también se encuentra presente. Se tiene una oposición-complementariedad entre el Inti y la luna (en el caso del cielo) y del “padre tierra (Tata pacha) y la madre tierra (pacha mama). Platt toma como fuente y ejemplo principal al poblado Mocha en Bolivia, el cual, luego de la conquista, siguió realizando rituales con un claro carácter dual, como las peleas rituales en la plaza entre hombres por un lado y mujeres por otro. La plaza, en el ejemplo de Platt, representa lo femenino, mientras que la torre que se encuentra cercana a ella, representa lo masculino.

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Nicolás Maquiavelo- El Principe

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Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en el año 1469 y murió en la misma ciudad en el año 1527. Fue un diplomático, filósofo, escritor y funcionario público desde una edad muy joven. La vuelta de la familia Médici al poder de Florencia significó que nuestro autor pase un período en prisión, lo que le permitió conocer las arbitrariedades del poder.

Se ha considerado a Maquiavelo como el iniciador de muchos aspectos en la historia del pensamiento político. Tanto en El Príncipe (1513) como en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1512-1517), este autor desarrolla las formas de gobierno. Asimismo, se considera que la publicación de El Príncipe –obra que en esta ocasión analizaremos-, expone la relación entre pensamiento y acción política. No obstante el tema central en ambas obras es común, existe una clara diferencia entre ambas. El Príncipe, es un escrito de política militante, mientras los Discursos… es de teoría política. Existe una novedad en Maquiavelo con respecto a la antigua clasificación de las formas de gobierno. Así, para él “Todos los Estados, […] fueron y son repúblicas o principados”. A continuación, se procederá a analizar desde el capítulo V al capítulo X de El Príncipe.

El capítulo V corresponde a analizar De qué manera han de gobernarse las ciudades o principados que, antes de ser ocupados, vivían con leyes propias. Maquiavelo inicia este capítulo sosteniendo que existen “tres maneras de conservar los estados adquiridos cuando éstos están acostumbrados a vivir con sus propias leyes y en libertad”. Estas son: destruirlos, ir a vivir personalmente en ellos y dejarles vivir con sus antiguas leyes cobrándoles tributo y creando un gobierno minoritario. Considera que, habiendo este gobierno sido creado por el príncipe conquistador, los oligarcas tienen conocimiento que no pueden mantenerse sin su poder y apoyo, haciendo todo lo posible para poder conservar su autoridad, siendo más fácil conservar a una ciudad acostumbrada a vivir libre que queriendo evitar su destrucción.

Sobre el punto previamente mencionado, el autor propone el ejemplo de los espartanos y los romanos. Los primeros, tras conquistar Tebas y Atenas, crearon un gobierno oligárquico, el cual llegaron a perder. Los segundos, para mantener su dominio en Capua, Cartago y Numancia, las destruyeron y no las perdieron. Asimismo, los romanos quisieron conservar Grecia de la misma manera que lo hicieron antes lo espartanos, dejándola libre, mas fracasaron. Así, Maquiavelo considera que “no hay otro medio más seguro de posesión que la ruina”. Y, quien se apodara de una ciudad acostumbrada a vivir libre y no la destruye, será –en algún momento-, destruido por ella dado que en caso de una rebelión, se hará mención de la libertad y las antiguas instituciones.

El capítulo VI trata sobre De los principios nuevos que se adquieren con armas propias y con virtud. Maquiavelo considera que el hombre prudente debe intentar siempre seguir los caminos recorridos antes por los grandes hombres; e imitar a aquellos que han sobresalido de manera extraordinaria sobre los demás. Aquellos que por la vía virtuosa llegan a ser príncipes, adquieren el principado con dificultad, pero lo mantienen fácilmente; y las dificultades que encuentran al conquistar el principado, nacen en parte de las nuevas formas e instituciones que se ven obligados a introducir para sostener su estado y su seguridad.
Asimismo, considera que “todo innovador tiene como enemigos a cuantos el viejo orden beneficia y como tibios defensores a aquellos a los que las nuevas leyes beneficiarían. Esta tibieza se produce, en parte, por miedo a los adversarios –que poseen las leyes a su favor-, y a la incredulidad de los hombres –quienes no confían en las novedades hasta que no tengan experiencia. Cada vez que los que son enemigos tienen ocasión de atacar, lo hacen con pasión facciosa, mientras los otros se defienden tibiamente. Por otro lado, la naturaleza de los pueblos es voluble y es fácil convencerlos de algo pero difícilmente mantenerlos convencidos, por eso es conveniente estar preparado y, cuando dejen de creer, estar preparado para hacerles creer por la fuerza.

El capítulo VII corresponde al análisis De los principados nuevos adquiridos con las armas y la fortuna de otros. Sobre este punto, Maquiavelo sostiene que aquellos que llegan a ser príncipes con la ayuda de la fortuna, llegarán al poder con poco esfuerzo; no obstante, deberán luchar mucho para llegar a mantenerse en él. Existen hombres que no sepan mandar y carecen de fuerzas que les puedan apoyar y ser fieles.
El capítulo VIII analiza el tema De los que por medio de delitos llegaron al principado. Maquiavelo sostiene al iniciar este capítulo que existen otras formas para acceder al poder. Estas son: “cuando se llega al principado por medios criminales y nefastos, o cuando un ciudadano privado llega a príncipe de su patria con el favor de sus demás conciudadanos”. Muchos, mediante la crueldad, no han podido en tiempo de paz mantener su estado, igual que en tiempos de guerra. Sobre este punto, el autor considera que “esto sea debido al mal o bien uso de la crueldad”.

Así, bien usadas pueden llamarse aquellas crueldades que “se hacen de golpe por la necesidad de afianzarse en el poder, y sobre las que luego no se insiste, sino que por el contrario se convierten, en lo posible, en una gran utilidad para los súbditos”. Mientras que por otro lado, “mal usadas son aquellas que, aun siendo pocas al principio, con el tiempo van aumentando en lugar de disminuir”. Del mismo modo, el autor considera importante no olvidar que, “al apoderarse de un estado, el príncipe deberá estudiar muy bien todas aquellas ofensas que considere ineludibles, y actuarlas de golpe, para no tener que renovarlas día a día, y así, no renovándolas, poder tranquilizar a sus nuevos súbditos y ganárselos con nuevos favores”. Es importante recalcar que, un príncipe sobre todo ha de comportarse con sus súbditos de tal manera que nada –sea bueno o malo-, les haga cambiar.

El capítulo IX trata sobre Del principado civil. Este punto se produce cuando un simple ciudadano, no por medio de crímenes o por medio de la violencia, sino con el favor de sus conciudadanos, llega a ser príncipe o con el favor del pueblo o con el de los grandes y poderosos; y de estos dos, se producen uno de los siguientes efectos: principado, libertad o anarquía. El principado, para Maquiavelo, “es creado o por el pueblo o por los grandes, según que una u otra de estas tres partes encuentre la ocasión”. Así, cuando los grandes ven que no pueden resistir al pueblo, comienzan a acrecentar la reputación de uno de ellos. Del mismo modo, el pueblo, viendo que no puede resistir a los grandes, acrecienta la reputación de alguien y lo convierte en príncipe para defenderse con su autoridad. No obstante, quien llega al principado con la ayuda de los grandes, permanecerá en él con mayor dificultad que el que llega con la ayuda del pueblo.
Considera también el autor que no se puede satisfacer a los grandes, pero sí se puede satisfacer al pueblo, dado que éste es “el fin más honesto que el de los grandes” dado que no quieren ser oprimidos. Así, lo peor que un príncipe puede esperar del pueblo enemigo es que lo abandone, pero si lo enemigos son los grandes, no solo ha de temer que lo abandonen, sino que se vuelvan contra él. Del mismo modo, el autor considera que quien llegue a príncipe con el favor del pueblo, mantenerlo como amigo.

Finalmente, el capítulo X corresponde a De qué manera han de medirse las fuerzas de todos los principados. Maquiavelo considera en este punto tener en cuenta otro problema, el cual es “si un príncipe tiene tanto estado que pueda […] valerse por sí mismo; o bien si tiene siempre que depender de la ayuda de los demás”. Para afirmar su punto, considera que pueden valerse por sí mismos lo que, o por abundancia de hombres o dinero, pueden poner en pie de guerra un ejército adecuado a las circunstancias, necesitando siempre la ayuda de los demás los que no pueden afrontar a su enemigo y necesitan refugiarse dentro de sus murallas para defenderlas. Así, quien haya fortificado su ciudad y depende de los demás, “será siempre atacado con gran temor y precaución”. Por otro lado, el autor hace mención que un príncipe, que tenga una cuidad fuerte y no se haga odiar, no podrá ser atacado.

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Jean Bodin (II)

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La monarquía es el gobierno perfecto para Bodin, pero ¿qué se entiende por monarquías? Bodin las considera “cuando la soberanía reside en una sola persona, sin que participe de ella el resto del pueblo”. Asimismo, hace mención que en “una república en que existan dos príncipes iguales en poder y señores, los dos, en un mismo país proindiviso, ninguno de los dos es soberano”. En el caso de las monarquías, el autor hace mención que no son tres diferentes regímenes, sino más bien una manera diferente de ejercer el gobierno en un Estado de carácter monárquico. Los tipos de monarquía, como se mencionó previamente, son tres: real, despótica y tiránica.

La monarquía real o legítima es aquella en la cual los súbditos obedecen a las leyes del monarca, y éste a las leyes de naturaleza, quedándoles a los súbditos la libertad natural y la propiedad de sus bienes. El monarca real, según Bodin, es aquel que se muestra tan obediente a las leyes de la naturaleza como él que quiere que lo sean sus súbditos hacia él, dejando así la libertad natural y la propiedad de los bienes a cada uno. El atributo de éste tipo de monarca consiste en mostrarte tan dúctil y flexible ante las leyes naturales como grande en su deseo de ser obedecido.

La monarquía despótica es aquella en la que el príncipe se ha hecho de los bienes y de las personas por derecho de armas y de guerra justa, gobernando a sus súbditos como un pater familias a sus esclavos. Esta forma de monarquía no puede ser confundida con la tiránica. Tras un enfrentamiento, el soberano se convierte en señor de los bienes de sus enemigos, en virtud del derecho de guerra. No obstante, aquel soberano que mediante guerra injusta, o cualquier otro medio, convierte a hombres libres en sus esclavos, no es un monarca despótico o señorial, sino un tirano.

La monarquía tiránica es aquella en la que el monarca, menospreciando las leyes naturales, abusa de las personas libres como si fuesen esclavos y de los bienes de los súbditos como si fuesen los propios. Existen tiranías de varias clases y en grados diversos. Para el autor, la diferencia más notable entre el monarca y el tirano es que el primero se conforma a las leyes de la naturaleza, mientras que el tirano pasa por encima de ellas. Considera también que al tirano “no debe medírsele por su severidad, muy necesaria a un príncipe, ni por el número de guardias y fortalezas […], con tal que no contravenga las leyes de Dios y la naturaleza”.

Como último punto, veremos las limitaciones de la soberanía. Como ya se mencionó anteriormente, el poder del soberano está limitado por la ley de Dios y por la ley de la naturaleza. En este caso, la ley natural es superior a la humana, la cual le impone ciertos impedimentos al soberano, como el cumplimiento de los pacto. Los pactos realizados por el soberano podían implicar obligaciones políticas con respectos a sus súbditos como a otros soberanos, en los cuales el soberano estaba en la obligación de su cumplimiento. Del mismo modo, el soberano no puede derogar aquellas leyes que se refieran a las bases o estructuras mismas del reino.

Otro límite que se puede apreciar en el poder del soberano está dado por las leyes que regulan las relaciones privadas entre los súbditos, como el caso de la propiedad. Así, el príncipe no tiene poder para sobrepasar los límites de las leyes naturales. Puede llegar a tomar los bienes pertenecientes a otros, solo si es por un motivo considerado justo o razonable.

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Jean Bobin (I)

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Pese a que ha habido confusiones con respecto a su pensamiento político, Bodin y su obra son de no poca importancia. Jean Bodin (1530-1596), fue un pensador francés a quien se le considera el creador los fundamentos teóricos del absolutismo, así como por ser el teórico de la soberanía, a pesar que este concepto no haya sido descubierto por él. Su obra más importante los seis libros de la República , apareció en 1576, motivada por una época en que se comenzaban a formar los grandes Estados así como por las guerras civiles. Estas guerras, a menudo terminaban cuestionando la autoridad del monarca.

Su obra, los seis libros de la República, está dividida en seis libros. Su principal propósito fue robustecer la posición del monarca francés en un periodo de crisis política. En esta ocasión, nos concentraremos en los dos primeros libros de esta obra. En el primer libro, el autor se concentró en los problemas fundamentales del Estado. Mientras que en el segundo, se lo dedicó a las formas de gobierno.

En el capítulo VIII del libro primero, Bodin define lo que es para él la soberanía, considerándola como “el poder absoluto y perpetuo de una república”, como sujeción a un soberano, sin que esta sea sometida a las leyes. Además, la soberanía no es limitada, ni en poder, ni en responsabilidad, ni en tiempo. Asimismo, plantea que puede haber entre los ciudadanos variadas relaciones además de la sujeción a un soberano en común, siendo un elemento esencial la presencia de un solo soberano.

Por otro lado, Bodin argumenta que la soberanía es un poder perpetuo. Para el autor, la palabra perpetua, “se ha de entender por la vida de quien tiene el poder”. Según él, “puede ocurrir que se conceda poder absoluto a uno a varios por tiempo determinado” y, una vez que éste concluya, no serán más que súbditos. El poder es perpetuo a diferencia de cualquier concesión de poder por un determinado período de tiempo, llegando a ser un poder no delegado, o delegado sin límites ni condiciones. Así, un poder no puede ser perpetuo cuando ha sido asignado por un periodo determinado.

El poder absoluto, por su parte, es entendido como la facultad del pueblo o de los señores de una república en “conferir pura y simplemente el poder soberano y perpetuo a alguien para disponer de sus bienes, de sus personas y de todo el estado a su placer”. Como sostiene el autor, la soberanía dada a un príncipe con cargas y condiciones no constituye propiamente soberanía, ni poder absoluto”, salvo si las condiciones que fueron impuestas al momento de nombrar al príncipe derivan de las ley divina o la natural. Así, el poder soberano para ser absoluto, debe ser legibus solutus, lo que quiere decir que debe estar desligado de la obligación de obedecer a las leyes.

Estas leyes a las que Bodin hace referencia son las dadas por los predecesores del soberano y las que se produjeron en tiempos anteriores. Cabe resaltar en este punto que el poder absoluto no quiere decir que exista un “poder ilimitado”. El soberano siendo quien detenta el poder de realizar las leyes, no está sometido a su cumplimiento, dado que “la ley depende de quién tiene la soberanía, quien puede obligar a todos los súbditos, pero no es posible mandarse a uno mismo”. No obstante, el poder del soberano no es el último de los poderes en una escala ascendente, dado que por encima de éste se encuentra el poder de Dios, de quien dependen las leyes tanto naturales como divinas. Un punto importante en el pensamiento político de Bodin es el tema religioso. En numerosas ocasiones se basa en ejemplo que se encuentran en las Sagradas Escrituras para justificar sus argumentos.

Ahora, procederemos a explicar los tipos de Estado que existen para Bodin, las cuales se encuentran en el segundo libro de su obra. Para él, solo existen tres tipos: monarquía, aristocracia y democracia. Cada una de estas, según el autor, puede adquirir tres diferentes formas: las monarquías pueden ser reales, despóticas o tiránicas; las aristocracias puede ser legítimas, despóticas y facciosas; mientras que las democracias pueden ser legítimas, despóticas o tiránicas.

A continuación, mencionaremos brevemente los gobiernos aristocráticos y democráticos, dado que no son explorados en los capítulos correspondientes para esta lectura y se pondrá más énfasis en el sistema monárquico. La aristocracia se produce, según el autor, “cuando la parte menor del pueblo ostenta en corporación la soberanía y dicta la ley al resto del pueblo, sea en general o en particular”. Por su parte, la democracia o estado popular se produce “cuando todo el pueblo o la mayor parte, ostenta el poder soberano”.

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¿Por qué el virreinato peruano se convirtió en el bastión del fidelismo en América del Sur?

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Antes de entrar de lleno a los motivos por los cuales el virreinato peruano se convirtió en el bastión del fidelismo en Sudamérica, es importante mencionar el contexto político europeo que desencadenó la denominada “crisis de la monarquía española” entre 1808 y 1810. En los primeros años del siglo XIX, el imperio español vivió un período de inestabilidad. Prácticamente todo el continente europeo estaba sumergido en la guerra para inicios del siglo XIX. El motivo fue Napoleón. En 1808, Napoleón solicitó al entonces rey Español Carlos IV permiso para que sus tropas atraviesen el territorio español con el fin de atacar a Portugal.

A pesar de la aceptación por parte del monarca a la petición de Napoleón, la población española se opuso. Esta inestabilidad política dentro de la propia monarquía se debió en parte a los consejeros y al primer ministro Godoy, así como también a una cierta ineptitud de parte del monarca, en este caso Carlos IV. Estos problemas llevaron a dicho rey a abdicar el trono favor de su hijo Fernando, quien se convertiría en Fernando VII. No obstante, Fernando no tenía la fuerza necesaria para gobernar. A pocos meses de acceder al trono, Napoleón citó a la familia real española en Bayona para tener una conferencia. Nadie sabe exactamente lo que se discutió en dicha reunión, no obstante, los resultados son muy conocidos: Fernando VII abdicó a favor de su padre; Carlos IV abdicó al trono español a favor de Napoleón; y este, le entregó la corona a su hermano José, convirtiéndose éste en José I de España.

En rechazo a este rey “intruso”, el pueblo español convocó en 1808 a Juntas de Gobierno y posteriormente llamó a la formación de las Cortes. A pesar de que esto sucedía en el Península, América no era ajena a este proceso. Tanto el virreinato del Río de la Plata, como el de Nueva Granada, así como las capitanías generales de Charcas, Quito y Chile, formaron juntas de gobierno desde 1809, en respaldo al rey cautivo. Sin embargo, con el paso de los años, estas juntas de gobierno proclamaron su autonomía frente a la administración española y posteriormente iniciaron su proceso de independencia. No obstante, esto no se produjo en todos los territorios de dominio español en América del Sur. El virreinato peruano fue la excepción; sin embargo, ¿a qué se debió esto? Fueron muchos los factores que permitieron – u ocasionaron-, que el virreinato peruano se convierta en el bastión del fidelismo en América del Sur. A continuación procederemos a enumerar y explicar estos factores

En primer lugar, hay que considerar que, en comparación con los virreinatos y capitanías previamente mencionados -los cuales tenían al momento de la crisis española algunos no más de cincuenta años-, el virreinato peruano llevaba casi trescientos años de formación. Durante este tiempo, tanto la élite como la población en general desarrollaron un fuerte vínculo con España, no solo en términos de parentesco, sino también comerciales. No obstante, O’Phelan sostiene que durante el siglo XVIII, e incluso durante los primeros años del siglo XIX, se produjeron más de un centenar de rebeliones anticoloniales, especialmente en el sur andino. A pesar de estas rebeliones, las cuales fueron rápidamente sofocadas, con excepción a la Gran Rebelión de Túpac Amaru en 1780 y posteriormente la de Túpac Catari, en general el territorio que comprendía el virreinato peruano deseaba mantener el orden previamente establecido.

Como segundo punto, hay que destacar a la figura que sin duda es de suma importancia –más no la única- para que el virreinato peruano sea considerado como el bastión del fidelismo es José Fernando de Abascal. Si bien Hamnett en su texto La política contrarrevolucionaria del virrey Abascal hace mención que no se le ha dado la importancia necesaria a dicho virrey en la historiografía sobre la independencia de América del Sur, al ser un texto editado en el 2000, su crítica no posee ahora mucho valor, dadas las recientes publicaciones sobre el tema. Abascal gobernó el virreinato peruano entre 1806 y 1816 y durante 1808 y 1810 –años en los cuales se produce la crisis española-, tal como sostiene Hamnett, el Perú no sucumbió a la subversión política.
Como sostiene dicho autor, entre 1810 y 1813, Abascal puso en práctica una política que dio como resultado una expansión territorial del Perú. El virrey Abascal se encargó de frenar cualquier intento de subversión en el territorio peruano y también en el resto de América del Sur. Así, aplastó la junta de Quito, Charcas y la de Chile- las dos últimas gracias al ejército del Alto Perú. Debido a esto, tanto Charcas, como Quito y Chile fueron anexados al Perú. Si bien no existió un fuerte intento en el Perú de crear una junta, como sostiene O’Phelan, y como ya se mencionó, existieron rebeliones durante el gobierno de Abascal; sin embargo, estas fueron silenciadas con relativa rapidez, como sucedió con la rebelión del Cuzco en 1814.

Ahora, es importante resaltar que Abascal no pudo imponer su política de gobierno sin el apoyo de la élite criolla, especialmente la limeña. A pesar de que se le ha considerado como absolutista y conservador, la política de “concordia” del virrey con los estratos más altos de la sociedad limeña, beneficiaron su gobierno. Así, como tercer punto –y estrechamente vinculada a la figura de Abascal-, se encuentra la élite criolla, la cual lo largo de los primeros veinte años del siglo XIX, se mantuvo con una postura inquebrantablemente fidelista hacia el rey. Esta postura se puede explicar debido a que la élite consideraba a la Corona como la única garante de una estabilidad política y la cual podía garantizar el orden social frente a la posible subversión de los grupos indígenas o de las castas. No obstante, este temor fue maximizado.
Así, la élite limeña vio en Abascal -y posteriormente en el virrey Joaquín de la Pezuela-, la figura de un gobierno “estable” que les podía garantizar que se preservaría lo que los revolucionarios intentaban destruir. Con la Constitución gaditana de 1812 –la cual Abascal hace cumplir a pesar de sus convicciones-, muchos sectores ven una oportunidad para un reformismo siguiendo fieles al monarca; no obstante, con la vuelta de Fernando VII al trono español en 1814 y el no reconocimiento de la Constitución de Cádiz la posibilidad de un reformismo pacífico –buscado por los liberales limeños-, como sostiene Fisher, queda descartada.

Para concluir podemos mencionar que el virreinato peruano se convirtió en el bastión del fidelismo no solo por la figura de Abascal. Si bien el virrey es de suma importancia para entender el proceso de independencia del Perú, los intereses de las élites criollas, el temor a una revolución liderada por los sectores bajos de la población y la posibilidad de un reformismo debido a la Constitución de Cádiz llevaron al Perú a adoptar una política fidelista hacia la monarquía, en contraposición a los demás territorios Sudamericanos.

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