Jean Bobin (I)

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Pese a que ha habido confusiones con respecto a su pensamiento político, Bodin y su obra son de no poca importancia. Jean Bodin (1530-1596), fue un pensador francés a quien se le considera el creador los fundamentos teóricos del absolutismo, así como por ser el teórico de la soberanía, a pesar que este concepto no haya sido descubierto por él. Su obra más importante los seis libros de la República , apareció en 1576, motivada por una época en que se comenzaban a formar los grandes Estados así como por las guerras civiles. Estas guerras, a menudo terminaban cuestionando la autoridad del monarca.

Su obra, los seis libros de la República, está dividida en seis libros. Su principal propósito fue robustecer la posición del monarca francés en un periodo de crisis política. En esta ocasión, nos concentraremos en los dos primeros libros de esta obra. En el primer libro, el autor se concentró en los problemas fundamentales del Estado. Mientras que en el segundo, se lo dedicó a las formas de gobierno.

En el capítulo VIII del libro primero, Bodin define lo que es para él la soberanía, considerándola como “el poder absoluto y perpetuo de una república”, como sujeción a un soberano, sin que esta sea sometida a las leyes. Además, la soberanía no es limitada, ni en poder, ni en responsabilidad, ni en tiempo. Asimismo, plantea que puede haber entre los ciudadanos variadas relaciones además de la sujeción a un soberano en común, siendo un elemento esencial la presencia de un solo soberano.

Por otro lado, Bodin argumenta que la soberanía es un poder perpetuo. Para el autor, la palabra perpetua, “se ha de entender por la vida de quien tiene el poder”. Según él, “puede ocurrir que se conceda poder absoluto a uno a varios por tiempo determinado” y, una vez que éste concluya, no serán más que súbditos. El poder es perpetuo a diferencia de cualquier concesión de poder por un determinado período de tiempo, llegando a ser un poder no delegado, o delegado sin límites ni condiciones. Así, un poder no puede ser perpetuo cuando ha sido asignado por un periodo determinado.

El poder absoluto, por su parte, es entendido como la facultad del pueblo o de los señores de una república en “conferir pura y simplemente el poder soberano y perpetuo a alguien para disponer de sus bienes, de sus personas y de todo el estado a su placer”. Como sostiene el autor, la soberanía dada a un príncipe con cargas y condiciones no constituye propiamente soberanía, ni poder absoluto”, salvo si las condiciones que fueron impuestas al momento de nombrar al príncipe derivan de las ley divina o la natural. Así, el poder soberano para ser absoluto, debe ser legibus solutus, lo que quiere decir que debe estar desligado de la obligación de obedecer a las leyes.

Estas leyes a las que Bodin hace referencia son las dadas por los predecesores del soberano y las que se produjeron en tiempos anteriores. Cabe resaltar en este punto que el poder absoluto no quiere decir que exista un “poder ilimitado”. El soberano siendo quien detenta el poder de realizar las leyes, no está sometido a su cumplimiento, dado que “la ley depende de quién tiene la soberanía, quien puede obligar a todos los súbditos, pero no es posible mandarse a uno mismo”. No obstante, el poder del soberano no es el último de los poderes en una escala ascendente, dado que por encima de éste se encuentra el poder de Dios, de quien dependen las leyes tanto naturales como divinas. Un punto importante en el pensamiento político de Bodin es el tema religioso. En numerosas ocasiones se basa en ejemplo que se encuentran en las Sagradas Escrituras para justificar sus argumentos.

Ahora, procederemos a explicar los tipos de Estado que existen para Bodin, las cuales se encuentran en el segundo libro de su obra. Para él, solo existen tres tipos: monarquía, aristocracia y democracia. Cada una de estas, según el autor, puede adquirir tres diferentes formas: las monarquías pueden ser reales, despóticas o tiránicas; las aristocracias puede ser legítimas, despóticas y facciosas; mientras que las democracias pueden ser legítimas, despóticas o tiránicas.

A continuación, mencionaremos brevemente los gobiernos aristocráticos y democráticos, dado que no son explorados en los capítulos correspondientes para esta lectura y se pondrá más énfasis en el sistema monárquico. La aristocracia se produce, según el autor, “cuando la parte menor del pueblo ostenta en corporación la soberanía y dicta la ley al resto del pueblo, sea en general o en particular”. Por su parte, la democracia o estado popular se produce “cuando todo el pueblo o la mayor parte, ostenta el poder soberano”.

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