Carlo Acutis, guía espiritual de una nueva generación

9:00 a.m. | 21 jul 25 (NCR/VTN).- Con una personalidad alegre y sencilla, vivió su fe con naturalidad en el corazón de la vida cotidiana. Su amor a la Eucaristía y su creatividad para evangelizar en Internet hicieron de él el “influencer de Dios”. Así se recuerda al beato Carlo Acutis, milenial cuya breve pero intensa existencia ha inspirado a miles de jóvenes con una forma actual y accesible de santidad. Para el papa Francisco, era el santo “de la puerta de al lado”. Su canonización está prevista para el próximo 7 de septiembre.

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En un video de baja definición, sentado tras un escritorio frente a un fondo azul, el joven Carlo Acutis, de 15 años, mira directamente a la cámara: “Estoy destinado a morir”, dice, seguido de una sonrisa, un enigmático encogimiento de hombros y una palmada. Dos meses después, el 12 de octubre de 2006, murió de leucemia mieloide aguda. Este joven italiano no podía saber entonces que se convertiría en el primer santo millennial, capaz de inspirar a miles de creyentes de todas las edades a venerar al llamado “influencer de Dios”.

Prevista originalmente para el 27 de abril, su canonización en el Vaticano fue pospuesta tras la muerte del papa Francisco el 21 de abril. El papa León XIV anunció el viernes 13 de junio que Acutis será canonizado el 7 de septiembre, junto con otro joven beato, Pier Giorgio Frassati. Su “reputación de santidad” —parte fundamental de toda causa de canonización— ha tenido un fuerte impacto en la Iglesia. Se lo conoce con muchos nombres: el santo con zapatillas, el patrono de Internet, o —como lo describió Francisco— “el santo de la puerta de al lado”.

Pero ¿qué tiene de especial Carlo Acutis? ¿Cómo logró este adolescente aparentemente común inspirar a tantas personas? Lo singular del primer santo millennial es que su vida no está enterrada en los libros de historia ni oculta en archivos polvorientos: se puede comprender quién fue hablando con quienes lo conocieron, viendo sus fotos y videos, e incluso rastreando las huellas que dejó en Internet.

Su familia, amigos y maestros lo describen como un chico como tantos otros, siempre dispuesto a reír, malo en matemáticas pero popular entre las chicas, aficionado a los videojuegos y al cine. Hablan de un joven bondadoso, que ayudaba a los necesitados y se esforzaba por ser amable. Algunos también recuerdan su devoción a la Eucaristía, sus visitas diarias a la iglesia y su defensa, tímida pero firme, de la fe católica.

Acutis es prueba de que cualquiera puede llegar a ser santo en la Iglesia católica, una aspiración a la que todo creyente está llamado. Pero el proceso de canonización —con sus múltiples etapas e investigaciones, normas y rituales, peregrinos y reliquias— transcurre en una realidad paralela que pocos comprenden del todo. La maquinaria que impulsó la causa de santidad de Acutis, presente en todos los continentes y medios de comunicación, ha llegado a eclipsar por momentos la realidad de su vida.

En algunos aspectos, Acutis no era un adolescente común. Nació en Londres el 3 de mayo de 1991 en una familia muy adinerada, y creció en un ambiente de privilegios. Su padre, Andrea Acutis, dirige una importante aseguradora italiana, Vittoria Assicurazioni, y su madre, Antonia Salzano, proviene de una familia casi aristocrática con vínculos con la industria editorial. Vivió su corta vida en Milán, cuidado por niñeras y asistiendo a colegios católicos privados en la capital financiera de Italia. Aun así, sus amigos aseguran que era un joven sencillo y empático.

“Carlo vivía su privilegio de forma muy normal. Uno se sentía en casa en su casa. Era un chico que no levantaba barreras —algunas personas que conocíamos sí tenían una actitud mucho más esnob, pero él era capaz de hacerse amigo de cualquiera”, cuenta su mejor amigo del colegio, Federico Oldani. “Pero también veía la riqueza como una responsabilidad, como un medio para ayudar a los demás”. Oldani sabía que Acutis era creyente, pero no era algo que compartiera abiertamente: “Su fe era muy discreta, íntima. Creo que reservaba su faceta religiosa para momentos privados o en la parroquia, donde era apropiado”.

Algunos que lo conocieron afirman que no les llamó la atención su religiosidad en particular —de hecho, muchos ni sabían que era católico. “Era una persona muy reservada, muy curiosa, siempre haciendo preguntas, pero al mismo tiempo muy privada (…) tanto así que ciertas cosas sobre él las supe recién después”, relata Fabrizio Zappa, quien fue su profesor de religión en el Instituto Leo XIII de Milán, un colegio católico, entre 2005 y su muerte.

Zappa describió a Acutis como “siempre sonriente” y dispuesto a ayudar a los demás, aunque solo dejaba entrever tímidamente su espiritualidad. Aun así, fue el único de su clase que manifestó interés en participar en grupos de reflexión espiritual y que defendió la enseñanza católica sobre el aborto durante un debate en el aula. “Temí que estuviera queriendo congraciarse conmigo”, comentó Zappa.

Acutis realizó un video para la clase de Zappa sobre la importancia del voluntariado. En el material en blanco y negro, sus compañeros caminan como fantasmas, cada uno ensimismado en sus propios problemas, ignorando a un hombre en silla de ruedas. Uno de ellos se detiene y lo mira, y de pronto la pantalla se llena de colores. Se dice que Acutis solía repetir: “Todos nacemos originales, pero muchos morimos como fotocopias”. Aun así, Zappa admite que se sorprendió al enterarse de su canonización: “Al principio no quería creerlo, en el sentido de que podría haber muchos otros como él, santos de la puerta de al lado”.

Otros sí pudieron ver más de cerca su caridad y su fe. Sus propios padres, que se describen como católicos solo de cultura, aseguran que se convirtieron gracias al fervor y amor por Cristo de su hijo. Su tutor y empleado del hogar, Rajesh Mohur, un brahmán hindú originario de Mauricio, afirma haberse convertido al cristianismo por influencia de Carlo, a quien llamaba su “pequeño catequista”.

Según testimonios, Acutis colaboraba con los pobres y marginados, y se desempeñaba como catequista en su parroquia. Quizá uno de los gestos más extraordinarios de su atención hacia los demás fue su acompañamiento constante a un compañero de clase, Andrea Pobbiati, un joven marginado en el colegio y con una situación familiar difícil. En 2014, Pobbiati fue asesinado a los 22 años en su caravana.

VIDEO. La madre de Carlo Acutis confiesa que sentía que su hijo era un santo

 

Acutis es especialmente recordado por su devoción a la Eucaristía. Mons. Gianfranco Poma, párroco de Santa María Segreta, escribió en el periódico diocesano sobre el “joven honesto y sonriente” que acudía casi todos los días a orar y adorar el Santísimo. Oldani, hoy ingeniero aeroespacial, recuerda que Carlo aprendió programación de forma autodidacta y creó un sitio web sobre milagros eucarísticos. Solía decir: “La Eucaristía es la autopista al cielo”.

Algunos de los que lo conocieron confiesan que la idea de su canonización les resulta difícil de asimilar. “Sus compañeros de clase, debo ser honesto, aún no terminan de procesar todo esto”, afirma Zappa, quien añade que algunos incluso sienten que la figura de Carlo ha sido “secuestrada”, en el sentido de que ya no les pertenece como el amigo y compañero cercano que conocieron, sino que ha sido transformado en un símbolo distante, objeto de veneración pública.

“La forma que tienen de reaccionar es diciendo: no, Carlo era uno de nosotros y queremos recordarlo como tal, no como un santo que se venera en un altar”, afirma Zappa. Muchos de sus excompañeros han pedido que no se divulgue su información de contacto. Oldani y otros amigos se sorprendieron al ver la cantidad de personas que asistieron a su funeral contando historias sobre su santidad, y aún más cuando creció rápidamente el número de seguidores que compartían contenido religioso en el grupo de Facebook que habían creado en su memoria. “Me di cuenta enseguida de que se convertiría en santo”, dice Oldani. “Porque inmediatamente noté que despertaba atención e interés”. Lo que sí le sorprendió fue la velocidad del proceso. “Yo pensaba que ocurriría cuando tuviera 80 años y ya fuera un viejo”.

Durante siglos, era común que los santos fueran proclamados por aclamación popular, hasta que en el siglo XVII el Vaticano impuso la norma de esperar al menos 50 años antes de declarar santa a una persona, según explica Kenneth L. Woodward, autor de Making Saints: How the Catholic Church Determines Who Becomes a Saint, Who Doesn’t, and Why.

Bajo los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, el proceso se aceleró para evitar que se perdiera información valiosa con el paso del tiempo, explica Woodward, pero lo más importante, dice, es “crear una historia que contar”, un modelo de vida cristiana al cual aspirar. A Acutis se le atribuyen dos milagros: la curación de un niño brasileño con una enfermedad pancreática en 2013 y la recuperación repentina de una mujer costarricense con una lesión cerebral en 2022. “Se puede estudiar la vida de una persona, pero eso es un esfuerzo humano”, dice Woodward. “Se necesita una señal que confirme que realmente es santo”.

Aun así, la canonización sigue siendo “un proceso muy humano”, añade. Implica costos considerables, que pueden ascender a más de un millón de dólares, para cubrir abogados, postuladores, investigadores y trámites. Por eso, han surgido críticas al creciente entusiasmo del Vaticano por “fabricar” santos, lo que ha valido al dicasterio el apodo de “el taller de los santos”.

Francisco reformó la instancia vaticana encargado de las causas de los santos en 2022, simplificando los procedimientos e imponiendo controles estrictos sobre el manejo de fondos. Woodward considera poco probable que hoy se pueda influir en una causa, pero admite que la creación de una “reputación de santidad” a través de libros, medios y películas deja espacio para que católicos influyentes y adinerados impulsen a su candidato preferido.

La fama de Acutis pronto trascendió el pequeño barrio de Milán donde vivía y estudiaba. Según reportes oficiales, cientos de miles de personas visitan su tumba en Asís, en el centro de Italia, donde su cuerpo yace expuesto con sudadera y zapatillas, y una inquietante máscara de cera que reproduce su rostro dormido. La desarmante sencillez de su santidad ha atraído a jóvenes hacia una Iglesia que durante mucho tiempo ha tenido dificultades para conectar con las nuevas generaciones. Un nuevo documental, Carlo Acutis: Roadmap to Reality, capta el profundo impacto que tuvo en un grupo de estudiantes de secundaria de Dakota del Norte.

Su vida ha sido explorada en decenas de libros, pódcast, artículos y películas, muchas de ellas pensadas para un público joven. En ese sentido, Acutis comparte algo con el san Francisco de Asís medieval, cuya primera biografía fue escrita poco después de su muerte en 1226 por su compañero Tomás de Celano. Esa biografía fue solo el comienzo. Las florecillas de San Francisco, una colección posterior de leyendas y relatos, se convirtió en uno de los libros más populares de la Edad Media y ayudó a difundir su fama por toda Europa. Francisco fue canonizado solo dos años después de morir.

El cuerpo de Acutis fue trasladado en 2017 al Santuario de la Renuncia, el lugar donde san Francisco abandonó todos sus bienes materiales. Acutis tenía un profundo vínculo con la ciudad, según afirma el arzobispo Domenico Sorrentino en su libro Carlo Acutis en los pasos de Francisco de Asís — Originales, no fotocopias.

“Francisco tenía una santidad muy especial, carismática, profética, que también implicaba hacer cosas muy difíciles”, contó Sorrentino, aludiendo a su opción radical por la pobreza y su intento de mediar la paz entre el papa y el mundo musulmán. “Carlo es una traducción de la santidad en términos modernos y contemporáneos”, afirmó. “Carlo nos pone contra la pared con nuestro llamado a la santidad y dice: escuchen, si no pueden hacer lo que hizo Francisco, al menos hagan lo que hice yo”. Hoy, añade Sorrentino, más peregrinos visitan la tumba de Acutis que la de san Francisco.

Muchos de los primeros seguidores de Francisco eran sus amigos adinerados, y tras su muerte, miles de jóvenes se unieron a la orden franciscana. Su énfasis en la predicación y la conversión pública fue clave para ese crecimiento. La influencia de Acutis, sin embargo, no proviene de la predicación, sino de una fe personal, silenciosa, radiante. En una sociedad saturada de ruido y voces en competencia —especialmente dirigidas a los jóvenes—, la película Roadmap to Reality sugiere que Acutis ofrece algo distinto: una fe que irradia desde el interior y que invita a mirar hacia dentro.

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“El chico de Milán”: la historia de Carlo Acutis contada desde dentro

“La santidad no es para unos pocos elegidos. Es posible para todos, en lo ordinario de cada día”, afirma Edmundo Reyes, productor ejecutivo de The Boy from Milan, el documental que da voz a quienes compartieron la vida con Carlo Acutis, el joven beato italiano que será canonizado el próximo 7 de septiembre de 2025.

La canonización, anunciada por el papa León XIV en el consistorio del pasado 13 de junio, será uno de los momentos más significativos del Año Santo de la Esperanza, inaugurado por el papa Francisco el 24 de diciembre de 2024. Fallecido en 2006 con solo 15 años, Carlo es recordado por su amor a la Eucaristía, su sensibilidad con los pobres y su uso creativo de las tecnologías al servicio de la fe.

The Boy from Milan, producido por el Augustine Institute como parte de la serie Based on a True Saint, está disponible en la plataforma católica de contenidos Formed y se distancia de los retratos idealizados de la santidad para ofrecer una visión más terrenal, íntima y accesible. Por el momento se puede ver en inglés y próximamente se publicará en español.

“Queríamos contar estas historias desde abajo, desde la tierra, desde la gente que realmente los conoció. Así se entiende que la santidad es una posibilidad concreta y cercana”, explica Reyes. La propuesta no gira en torno a milagros espectaculares ni a hazañas extraordinarias, sino a los pequeños gestos diarios, a la coherencia de vida de un joven que vivía lo extraordinario en lo ordinario.


Voces que lo conocieron

El documental se construye a partir de los testimonios de quienes compartieron el día a día con Carlo. Su madre, Antonia Salzano, ofrece un relato cargado de cercanía y verdad. También lo hacen Fabrizio, su profesor de religión, y Mercedes, una médica centroamericana que lo atendió durante sus últimos días.

“Fabrizio nos habló de cómo Carlo lo ayudó a redescubrir su fe. Y Mercedes, que estaba enfrentando su propio cáncer, encontró consuelo en la serenidad con la que Carlo vivió su enfermedad”, cuenta Reyes. Para el equipo, estos testimonios son claves para entender cómo la santidad de Carlo tocó y transformó a quienes lo rodeaban. Uno de los momentos más emotivos del documental transcurre en la parroquia de Santa María Segreta, en Milán. “Descubrimos que el sagrario está colocado al frente, muy cerca del pueblo. Verlo allí nos hizo imaginar a Carlo, cruzando la calle desde su casa para encontrarse con Jesús. Fue profundamente revelador”, recuerda.

VIDEO. Carlo Acutis: The Boy From Milan | Theatrical Trailer

 

Fe en clave digital, un mensaje para este tiempo

Carlo no fue un joven fuera de su tiempo. Le gustaban los videojuegos, sabía programar, diseñaba páginas web y era un apasionado del mundo digital. Pero su prioridad era clara: la Eucaristía. A través de ella ordenaba toda su vida. “Queríamos mostrar que era un chico como cualquiera: con amigos, pasatiempos, pero con una profunda pasión por Jesús. Esa es la santidad de la puerta de al lado, como decía el papa Francisco”, explica Reyes. Más allá del retrato piadoso, el documental logra comunicar que la verdadera revolución de Carlo fue vivir el Evangelio con naturalidad, en medio del ritmo cotidiano, sin ruido, pero con firmeza.

En medio de un contexto de incertidumbre y búsqueda de sentido, especialmente entre los jóvenes, la historia de Carlo aparece como una brújula confiable. “En una época donde muchos se sienten perdidos o desanimados, Carlo nos recuerda que se puede vivir con alegría, autenticidad y fe profunda. La Eucaristía fue su ancla. Y puede ser también la nuestra”, afirma Reyes.

Disponible en la plataforma Formed, el documental no impone modelos de vida, sino que propone una posibilidad: vivir una amistad con Dios desde la sencillez. Su tono sobrio, cálido y realista convierte la historia de Carlo en una experiencia de cercanía. Tal vez en eso radique su mayor valor: mostrar que la santidad no es un pedestal, sino un camino abierto. Un camino hecho de pasos pequeños, de gestos concretos, de una vida vivida con los pies en la tierra… y el corazón en el cielo.

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