Cuaresma y Ramadán, llamados a la conversión y esperanza común

5:00 p.m. | 12 mar 25 (EC/VTN).- Los valores de la fe musulmana y cristiana deben “ayudarnos a alzar la voz contra la injusticia y la indiferencia, y a proclamar la belleza de la diversidad humana“, señala el mensaje del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso por el Ramadán. Este se une a otros líderes católicos para destacar la coincidencia con la Cuaresma como “signo de esperanza”. Es un tiempo de conversión y reflexión sobre temas que preocupan tanto a musulmanes como a cristianos, como el cuidado de la Creación y la fraternidad en un mundo cada vez más dividido.

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“Construir, a través del diálogo, un futuro común, fundado en la fraternidad (…) ser hermanos y hermanas en humanidad, que se estiman profundamente”. Ese es el desafío que cristianos y musulmanes están llamados a afrontar “en un mundo marcado por la injusticia, los conflictos y la incertidumbre sobre el futuro”. Así lo subraya el mensaje del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso para el mes de Ramadán, que lleva por título “Cristianos y musulmanes: lo que esperamos llegar a ser juntos”.

El texto, firmado por el Prefecto y el Secretario del Dicasterio, el cardenal George Jacob Koovakad y monseñor Indunil Kodithuwakku Janakaratne Kankanamalage, se subraya que “musulmanes y cristianos pueden ser testigos” de fraternidad y diálogo, “en la convicción de que la amistad es posible a pesar del peso de la historia y de las ideologías que atrapan”.

El mensaje también destaca la significativa coincidencia de este tiempo sagrado con la Cuaresma cristiana, ofreciendo una oportunidad única para que ambas comunidades religiosas caminen juntas en un proceso común de purificación, oración y caridad. Los firmantes expresan en el texto su “alegría” por compartir este viaje espiritual con sus “queridos hermanos y hermanas musulmanes”, a la vez que recuerdan que “todos somos peregrinos” en esta tierra en busca de una vida mejor.

El documento va más allá de destacar las prácticas similares entre el Ramadán y la Cuaresma, como el ayuno y la oración, y profundiza en el significado de estos periodos de purificación como “escuelas de transformación interior”. Mientras que para los católicos el Ramadán se presenta como un tiempo en el que los musulmanes aprenden a controlar sus deseos absteniéndose de comer y beber, cultivando la piedad que acerca a Dios y abre el corazón a los demás, la Cuaresma cristiana invita de manera análoga a seguir un camino similar a través del ayuno, la oración y la limosna, buscando recentrarse en la guía divina.

A juicio de los autores, estas prácticas, aunque expresadas de forma diferente, recuerdan que la fe es un camino de conversión interior más allá de las manifestaciones externas. Aparte de estas analogías, el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso enfatiza la “vocación común de musulmanes y cristianos de ser testigos de esperanza en un mundo sediento de fraternidad” y subraya la convicción de que “la amistad es posible”, a pesar de la historia y las ideologías que promueven la exclusión.

Así, el mensaje central emitido desde el Vaticano radica en el “anhelo compartido” de convertirse juntos en hermanos que se estiman profundamente. La fe en Dios se presenta como “un tesoro que une a ambas comunidades”, trascendiendo sus diferencias y recordando que todos somos criaturas espirituales, encarnadas y amadas, llamadas a vivir con dignidad y respeto mutuo. Este concepto de fraternidad implicaría también la responsabilidad de ser guardianes y garantes de esta dignidad sagrada, rechazando toda forma de violencia, discriminación y exclusión.

“Los valores que compartimos, como la justicia, la compasión y el respeto por la creación, deben inspirar nuestras acciones y relaciones”, prosiguen, “y servirnos de brújula para ser constructores de puentes en lugar de muros, defensores de la justicia en lugar de la opresión, protectores del medio ambiente en lugar de destructores”. Al celebrar el Ramadán y la Cuaresma al mismo tiempo, cristianos y musulmanes tienen “una oportunidad única para mostrar al mundo que la fe transforma a las personas y a la sociedad, y que es una fuerza motriz para la unidad y la reconciliación”.

El texto concluye deseando que la amistad entre ambas comunidades sea “una brisa refrescante para un mundo sediento de paz y fraternidad”. El mensaje se suma a los esfuerzos continuos de la Iglesia por fomentar el entendimiento y la colaboración con el mundo musulmán. La coincidencia de dos períodos de reflexión espiritual ofrece una plataforma privilegiada para fortalecer los lazos de amistad y trabajar conjuntamente por un futuro más justo y pacífico para todos. Como invitación a trascender la mera coexistencia y aspirar a una auténtica fraternidad, reafirma el compromiso del Vaticano con el diálogo interreligioso como camino esencial para la construcción del Reino de Dios.

LEER. Mensaje completo del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso

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Un signo de esperanza: Ramadán y Cuaresma

En este 2025 el mes de ayuno islámico coincide con la fiesta cristiana y “es un signo de esperanza”. Así lo ha señalado el Patriarca de Bagdad de los Caldeos, el cardenal Luis Rafael I Sako, en su mensaje a los fieles musulmanes y cristianos difundido en los últimos días. “La fraternidad humana no es sólo una idea, sino un camino que nos ha educado y que encarnamos en nuestra vida cotidiana”. Recordó que, durante este tiempo de ayuno, “todos los creyentes necesitan que la luz de Dios ilumine sus corazones y sus mentes para que puedan transformar la voluntad de Dios en un estilo de vida honesto y recto”.

“En esta ocasión especial”, dijo, “extiendo mis más calurosas felicitaciones y mis mejores deseos a todos los musulmanes en el mes sagrado del Ramadán y a todos los cristianos en el comienzo de la Cuaresma, con la esperanza de que Dios Todopoderoso los incluya a todos en su misericordioso y amoroso cuidado, y conceda paz y seguridad a nuestro amado país y a nuestros vecinos de la región en general”.

En su mensaje, el cardenal Sako extiende su mirada a su querida patria, afirmando que, en aras de una estabilidad y seguridad duraderas en Irak, no hay otra solución que “someterse a la lógica del Estado y cooperar con él, para que pueda establecer la justicia, el Estado de derecho, la unidad nacional, la igualdad de la ciudadanía y evitar el sectarismo”. Añadió que eso solo se conseguirá, “abrazando una cultura del aprendizaje y de la educación que respete todas las confesiones y todos los pueblos en una sociedad pluralista”.

El cardenal ha subrayado en numerosas ocasiones lo necesario que es que las dos religiones se conozcan más a fondo. De hecho, en el prefacio de un libro de próxima publicación sobre el Islam, escribe: “Es inaceptable que no aprendamos la verdad sobre la religión islámica y que los musulmanes no aprendan la verdad sobre la religión cristiana y otras religiones, estudiando fuentes fiables y acreditadas y no basándose en creencias populares y prejuicios”.

En el texto, el Patriarca de Bagdad pide “una nueva visión que abra el camino a una mejor relación de cooperación, lejos de la tendencia a la dominación y el extremismo. Es hora de purificar nuestros corazones y reformarnos a la luz de la verdad, porque una cosa es la fe y otra la religiosidad”. El hecho de que el cardenal Sako pueda dirigirse a sus compatriotas -cristianos y musulmanes por igual- con una preocupación tan afectuosa y sincera, refleja la alta estima que le tiene el pueblo iraquí. No solo es un importante líder religioso que encabeza la Iglesia caldea (que representa el 80% de los cristianos de Iraq), sino también una voz moral muy respetada en su nación.

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VIDEO. ¿Qué hacemos durante la Cuaresma?

El 60 aniversario de Nostra aetate

La declaración conciliar Nostra aetate, a la que se dirige este año el pensamiento de Mustafa Cenap Aydin, musulmán, sociólogo de las religiones y director del Instituto Tíber – Centro para el Diálogo, con motivo del 60 aniversario de su promulgación por Pablo VI, el 28 de octubre de 1965. Explica que los musulmanes “también tienen en estima la vida moral y rinden culto a Dios, especialmente mediante la oración, la limosna y el ayuno”.

“Ciertamente, este período del Ramadán es significativo no sólo por el ayuno, sino también por mostrar una mayor disponibilidad hacia el prójimo, para ser mucho más caritativos (…) Hablamos, por tanto, de oración oral, entendida como invocación para pedir al Señor su intervención para el bien, y hablamos de oración que se convierte en acto concreto, es decir, en voluntad de construir juntos para la paz, para reparar lo que está mal, un conflicto, sabiendo muy bien que la paz y la reconciliación, por las que hay que ser activistas, no pueden lograrse nunca sin la voluntad de Dios, y por tanto pidiendo su ayuda con la oración”.

Cuaresma y Ramadán: Una religiosa y un imán dialogan

Juliette Ploquin, religiosa javiera, y Kalilou Sylla, imán de la Gran Mezquita de Estrasburgo, dialogan sobre el sentido de este periodo. Ayuno, oración, caridad: los dos enfoques tienen mucho en común, y también sus diferencias:

En el Ramadán, el esfuerzo de privación parece realmente físico, mientras que en la Cuaresma hay quizás algo más inmaterial en juego. ¿Qué opina al respecto?

KS: Cuando hablamos del ayuno del Ramadán, nos referimos generalmente a la obligación legal del Corán, pero este periodo tiene también una verdadera dimensión espiritual: un ayuno interior. Algunas corrientes del islam tienden a hacer hincapié en este aspecto técnico y prescriptivo. Ahora bien, ayunar está muy bien, pero ayunar con un objetivo en mente, sabiendo qué interpretación dar a esta privación, es mejor. Sabemos que no vamos a comer ni a beber, pero también intentamos alejarnos de todo lo que no es Dios y vincularnos lo más posible a nuestro Señor. Así que en realidad se trata de ir más allá del simple ayuno técnico para llegar a algo mucho más espiritual. Al escuchar su definición de la Cuaresma, tengo la sensación de que casi podría utilizarse como definición del ayuno espiritual en el islam.

Sor Juliette, en los últimos años el ascetismo ha vuelto a ser popular entre los católicos. ¿Se debe esto a la influencia del Ramadán?

JP: Puede haber una tendencia entre los cristianos a pensar que la Cuaresma es solo espiritual y que, por tanto, podemos dejar de lado todo esfuerzo práctico. Creo que, en este tema, los musulmanes sí vienen a interpelarnos. Ver a amigos musulmanes que observan el Ramadán sin la modestia que a veces tenemos los católicos, interpela a los cristianos, que pueden preguntarse: “¿Y yo qué? ¿Cuál es mi Cuaresma?”. Tengo la impresión de que hoy algunos jóvenes redescubren este tiempo, con sed de prácticas concretas y a veces radicales: una Cuaresma de 90 días, ayuno de alcohol o de carne, duchas frías.

La Cuaresma es un viaje hacia la mayor fiesta cristiana, la resurrección de Cristo. ¿Cuál es la perspectiva del Ramadán?

KS: El Ramadán es el momento en el que podemos “subir un peldaño”. También es el mes que nos permite reforzar la educación espiritual que todo creyente debe emprender a lo largo de su vida: el objetivo es purificarnos al máximo de los defectos espirituales -como el odio, la malicia, la envidia, la avaricia- para acercarnos lo más posible a la excelencia -“al-ihsân”- o buen comportamiento, es decir, la mejor manera de hacer las cosas. Se trata de domar el ego.

Hoy en día, estas formas de ayuno pueden asimilarse a prácticas de desarrollo personal que proliferan al margen de las religiones tradicionales. ¿Siguen la misma lógica la Cuaresma y el Ramadán? ¿Se trata de convertirse en la mejor versión de uno mismo?

JP: Sí, es una tendencia muy voluntarista que a veces vemos entre los jóvenes cristianos. Sin embargo, creo que ser cristiano no consiste en querer convertirse en la mejor versión de uno mismo, sino en intentar que Cristo viva en uno. Esto significa morir a uno mismo y, en cierto sentido, es lo contrario del desarrollo personal. En el desarrollo personal, tú eres tu propio objetivo: vas a labrarte un cuerpo perfecto, un alma fuerte, etcétera. Pero lo fundamental es nuestra relación con Dios. Necesitamos discernir lo que nos conviene para profundizar en esta relación, y no caer en la tentación de la omnipotencia o del dominio absoluto (leer aquí el diálogo completo).

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VIDEO. Podcast: El Ramadán y la Cuaresma – Friends of Religions #3

Ramadán: ¿qué es, cuándo se celebra y por qué es tan importante?

Todos los años, los musulmanes de todo el mundo se anticipan al avistamiento de la luna creciente nueva que marca el primer día oficial del Ramadán, el noveno mes del calendario islámico y el más sagrado de la cultura islámica. El comienzo del Ramadán (y su final) fluctúa cada año porque el calendario lunar islámico sigue las fases de la luna.

¿Cuál es el origen del Ramadán?

El Ramadán, uno de los meses del calendario islámico, también formaba parte de los calendarios de los antiguos árabes. El nombre de Ramadán procede de la raíz árabe “ar-ramad”, que significa calor intenso. Al parecer, en la Arabia preislámica, Ramadán era el nombre de un mes de verano de calor abrasador. Los musulmanes creen que en el año 610 d.C., el ángel Gabriel se apareció al profeta Mahoma y le reveló el Corán, el libro sagrado islámico. Se cree que esa revelación, Laylat Al Qadar (o la “Noche del Poder”) ocurrió durante el Ramadán. Los musulmanes ayunan durante ese mes para conmemorar la revelación del Corán.

Cómo se observa el Ramadán

Durante el Ramadán, los musulmanes se proponen crecer espiritualmente y establecer relaciones más sólidas con Alá. Lo hacen rezando y recitando el Corán, haciendo que sus acciones sean intencionadas y desinteresadas, y absteniéndose de cotillear, mentir y pelear. Durante todo el mes, el ayuno entre la salida y la puesta del sol es obligatorio para todos los musulmanes, excepto para las personas enfermas, embarazadas, de viaje, ancianas o con la menstruación. Los días de ayuno perdidos pueden recuperarse a lo largo del resto del año.

Las comidas son oportunidades para que se reúnan con otros miembros de la comunidad y rompan el ayuno juntos. El desayuno previo al amanecer, o suhoor, suele tener lugar a las 4:00 a.m. antes de la primera oración del día, fajr. La comida de la noche, iftar, puede comenzar una vez que la oración del atardecer, maghreb, haya terminado (normalmente alrededor de las 7:30). Tras el último día del Ramadán, los musulmanes celebran su final con el Eid al-Fitr (la “fiesta de la ruptura del ayuno”). Durante tres días de fiesta, los participantes se reúnen para rezar, comer, intercambiar regalos y presentar sus respetos a los familiares fallecidos.

VIDEO. ¿De dónde proviene el Ramadán, el mes sagrado de los musulmanes?

Información adicional
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Fuentes

Vatican News (2) / Revista Ecclesia / The Tablet / National Geographic / Videos: France 24 – Rome Reports / Foto: Ahmed Malik (CNS – Reuters)

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