Democracia bajo amenaza y en crisis, advirtió Francisco
7:00 p.m. | 10 jul 24 (CX/VTN).- El Papa advirtió sobre las “tentaciones ideológicas y populistas” y el estado de la democracia en el mundo. En ese sentido, estableció que “la indiferencia es el cáncer de la democracia” y que hay que prestar “atención a la gente que queda afuera o al margen de los procesos”. También recriminó que “ciertas formas de asistencialismo” son “hipocresía social“. Su mensaje clausuró la 50ª Semana Social de los Católicos, iniciativa de larga tradición de la Iglesia italiana.
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En medio de un periodo de elecciones recientes, como las del Parlamento Europeo, el Reino Unido, Irán y Francia, el papa Francisco lamentó el estado actual de la situación democrática en el mundo y pidió que se fomente una mayor inclusión y un sistema en el que nadie quede marginado. Dirigiéndose a los participantes en la 50ª Semana Social de los Católicos de Italia en Trieste, organizada por la Conferencia Episcopal Italiana y dedicada a promover la enseñanza social de la Iglesia, el Papa dijo: “Es evidente que la democracia no goza de buena salud en el mundo actual”.
Francisco habló en la sesión de clausura del evento, celebrado del 3 al 7 de julio, que inauguró el presidente italiano, Sergio Mattarella, y al que acudieron otras autoridades civiles y eclesiásticas, como el cardenal italiano Matteo Zuppi, de Bolonia, presidente episcopado italiano. El Papa había llegado momentos antes, y para el cierre de la actividad tuvo como espectadores a unos 1.200 delegados de diócesis y asociaciones de toda Italia con quienes reflexionó sobre el tema del encuentro, “En el corazón de la democracia. Participar entre la historia y el futuro”.
En el centro de su mensaje, el Papa apuntó a motivar la participación para que la democracia se parezca a un “corazón sanado”, para lo que resaltó la necesidad de ejercitar la creatividad. Para esto pidió estar atentos a “los signos de la acción del Espíritu Santo en la vida de las familias y de las comunidades”, como los momentos en los que se da espacio a la inclusión de las personas con discapacidad, o se observan comunidades de energías renovables que promueven la ecología integral, o cuando los líderes locales promueven la natalidad, las oportunidades de trabajo, la educación, la vivienda accesible y la integración de los migrantes.
Una Iglesia sensible a los cambios de la sociedad
Francisco comenzó agradeciendo a los obispos y autoridades por su invitación y destacó la historia de esta iniciativa, Semana Social de los Católicos, que “habla de una Iglesia sensible a los cambios de la sociedad y empeñada en contribuir al bien común (…) ustedes han querido explorar un tema de gran actualidad”.
Luego, el pontífice explicó que el estado de la democracia en el mundo “nos interesa y preocupa porque está en juego el bien del hombre, y nada de lo que es humano puede sernos ajeno”. Para abordar el tema, partió de la definición que el beato Giuseppe Toniolo dio en 1907 de este sistema: “aquel orden civil en el que todas las fuerzas sociales, jurídicas y económicas, en la plenitud de su desarrollo jerárquico, cooperan proporcionalmente al bien común, revirtiendo en el resultado final en beneficio predominante de las clases inferiores”.
También aludió a la Nota Pastoral con la que el episcopado italiano restableció las Semanas Sociales en 1988: “se busca dar sentido al compromiso de todos en la transformación de la sociedad; prestar atención a las personas que quedan fuera o al margen de los procesos y mecanismos económicos vencedores; dar espacio a la solidaridad social en todas sus formas; apoyar el retorno de una solícita ética del bien común (…); dar sentido al desarrollo del país, entendido (…) como mejora global de la calidad de vida, de la convivencia colectiva, de la participación democrática, de la auténtica libertad”.
A partir de esa visión “enraizada en la Doctrina Social de la Iglesia”, resaltó la importancia de un compromiso cristiano que va más allá de las fronteras de un solo país, y más bien es un llamado para toda la humanidad: “Así como la crisis de la democracia es transversal a las distintas realidades y naciones (…) la actitud de responsabilidad ante las transformaciones sociales es una llamada para todos los cristianos del mundo”. La imagen utilizada por el pontífice y organizadores como símbolo de esta cita fue el corazón, y a partir de eso Francisco dirigió dos reflexiones.
Un diágnóstico preocupante de las democracias
En primer lugar, apuntó a “heridas” como la corrupción, la ilegalidad y las distintas formas de exclusión social. “Siempre que se margina a alguien, todo el cuerpo social sufre. La cultura del descarte dibuja una ciudad donde no hay lugar para los pobres, los no nacidos, los frágiles, los enfermos, los niños, las mujeres, los jóvenes”, denunció.
Sin mencionar a ningún país, Francisco también advirtió contra las “tentaciones ideológicas y populistas”, cuando Francia celebraba una dramática segunda vuelta de las elecciones legislativas en las que la extrema derecha estuvo cerca de convertirse en el partido mayoritario e incluso alcanzar el gobierno. “Las ideologías son seductoras. Algunos las comparan con el flautista de Hamelin. Son seductoras, pero te llevan a negarte a ti mismo”, dijo en referencia al cuento popular.
Además expresó su preocupación por el aumento de la abstención en todo el mundo y se preguntó qué significa esta baja participación electoral. Además, recetó “entrenar” al elector desde joven para que no caiga en el futuro en la “tentación” populista. “La misma palabra ‘democracia’ no coincide simplemente con el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar. Y la participación no se improvisa, se aprende desde jóvenes, debe ser ‘entrenada’, también con sentido crítico frente a las tentaciones ideológicas y populistas”, sostuvo.
Crítica de la polarización y el asistencialismo
Jorge Bergoglio también invitó a los fieles a alejarse de “la polarización que empobrece”. El pontífice argentino, al analizar las sociedades democráticas, fue especialmente duro con ciertas formas de asistencialismo, las ayudas públicas a ciudadanos que no pueden valerse del todo por sí solos. “Todos deben sentirse parte un proyecto de comunidad, nadie debe sentirse inútil. Ciertas formas de asistencialismo que no reconocen la dignidad de las personas son hipocresía social. Y la indiferencia es un cáncer de la democracia. El asistencialismo solo así es enemigo de la democracia y del amor al prójimo”, zanjó.
No dejarse engañar por las soluciones fáciles
Francisco pidió que el compromiso cristiano no se quede en lo fácil, manipulando a nuestro gusto la idea de democracia para justificar cualquier acción, sino que apunte al verdadero bien común. “La democracia no es una caja vacía, sino que está ligada a los valores de la persona, la fraternidad y la ecología integral”, resaltó.
Finalmente llamó a los católicos a exhibir su fe -que no puede ser “marginal o privada”- y a tener la “valentía” de dar propuestas de justicia y paz en el debate público. “Tenemos algo que decir pero no para defender privilegios. Debemos ser la voz que denuncia y propone en una sociedad a menudo afónica y donde muchos no tienen voz”, instó. “Esto es el amor político, que no se contenta con tratar los efectos, sino que busca las causas. Es una forma de caridad que permite a la política estar a la altura de sus responsabilidades”, agregó para cerrar ese tema.
Asimismo, Francisco destacó la aportación que el cristianismo puede dar al desarrollo cultural y social, sobre todo en cuestiones relativas a la vida y la dignidad de las personas, tal y como propuso ante el Parlamento Europeo a finales de 2014: “Porque un pueblo se mantiene unido por los lazos que lo constituyen, y los lazos se fortalecen cuando cada uno es valorado. La democracia exige siempre pasar del partidismo a la participación, de la ‘ovación’ al diálogo”.
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Jesús y el escándalo de la humildad, de la apertura y de la fe
Tras pronunciar su discurso, el Papa se reunió brevemente con varios representantes ecuménicos y con algunos académicos, así como con un grupo de inmigrantes, refugiados y personas con discapacidad, antes de celebrar una misa pública con la que se clausuró formalmente la 50ª Semana Social de los Católicos. Durante la misa, a la que asistieron cerca de 100 obispos, unos 260 sacerdotes y unas 8.500 personas de Italia y países vecinos, Francisco señaló que Jesús, en la lectura del Evangelio del día, dijo que ningún profeta es bienvenido en su propia tierra, y que cuando hablaba a su propia comunidad, “era causa de escándalo para ellos”.
El pontífice se centró en la palabra escándalo, diciendo que el escándalo de Jesús era que no era un Dios poderoso que satisfacía todos los deseos, sino que era un Dios humilde y aparentemente débil que murió de una manera muy dolorosa, y que exige que sus seguidores superen el egoísmo. Ante los numerosos desafíos políticos y sociales de la sociedad moderna, explicó que “hoy necesitamos precisamente esto: el escándalo de la fe, no de una religiosidad encerrada en sí misma, que levanta la mirada al cielo sin preocuparse de lo que ocurre en la tierra y celebra liturgias en el templo olvidándose del polvo que corre por nuestras calles”.
“Necesitamos el escándalo de la fe, una fe enraizada en el Dios que se hizo hombre y, por tanto, una fe humana, una fe de carne, que entra en la historia, que acaricia la vida de las personas, que cura los corazones rotos, que se convierte en levadura de esperanza y semilla de un mundo nuevo”. Esta fe, dijo, no tiene miedo de tocar las heridas de la sociedad y es capaz de superar la mediocridad, por lo que se convierte en “espina clavada en la carne de una sociedad a menudo anestesiada y aturdida por el consumismo”.
“Es, sobre todo una fe que disipa los cálculos del egoísmo humano, que denuncia el mal, que señala con el dedo la injusticia, que perturba las tramas de quienes, a la sombra del poder, juegan con la piel de los débiles”, dijo. Francisco instó a los cristianos a escandalizarse por la situación de los pobres, los emigrantes y los presos, así como por diversas injusticias sociales. Luego recordó que la gente se escandalizó por el contacto de Jesús con la fragilidad y las heridas humanas, y fue condenado por ello, aunque se mantuvo firme en su compromiso de transmitir el amor y la compasión de Dios.
“Así, también, los cristianos estamos llamados a ser profetas y testigos del Reino de Dios, en cada situación que vivimos, en cada lugar que habitamos”, afirmó. Refiriéndose a la ciudad de Trieste, situada en la frontera italiana con Eslovenia y que fue brevemente un protectorado angloamericano tras la Segunda Guerra Mundial, como una “encrucijada de pueblos y culturas”, animó a sus habitantes a soñar “con una nueva civilización fundada en la paz y la fraternidad”.
“No nos escandalicemos de Jesús sino, al contrario, indignémonos de todas aquellas situaciones en las que se degrada, se hiere y se mata la vida; llevemos la profecía del Evangelio a nuestra carne, con nuestras opciones antes incluso que con nuestras palabras”, dijo. Tras la misa, Francisco pronunció su tradicional discurso del Ángelus y agradeció a los organizadores de la 50ª Semana Social de los Católicos. Desafió a los habitantes de Trieste y alrededores a “combinar apertura y estabilidad, acogida e identidad”, diciendo: “tienen lo que se necesita”.
“Como cristianos tenemos el Evangelio, que da sentido y esperanza a nuestras vidas; y como ciudadanos tienen la Constitución, una brújula fiable para el camino de la democracia”, dijo. El Papa cerró diciendo a los asistentes que avancen “Sin miedo, abiertos y firmes en los valores humanos y cristianos, acogedores pero sin comprometer la dignidad humana (… ) con esto no se juega”, dijo, y rezó por los países en guerra, como Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar y Sudán.
Este esta es la tercera visita del jesuita argentino de 87 años a una ciudad italiana este año, después de sus desplazamientos a Venecia en abril y Verona en mayo, y el último antes de emprender el viaje más largo de su pontificado, a los confines de Asia y Oceanía en septiembre. El Papa llegó en helicóptero a Trieste, ciudad de 200.000 habitantes situada a orillas del Adriático, en la frontera con Eslovenia, y capital de la región autónoma de Friul-Venecia Julia.
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Sobre la Semana Social de los Católicos
La Semana Social de los Católicos de Italia es un evento anual significativo organizado por la Iglesia católica, tiene una larga tradición que se remonta a finales del siglo XIX y se abordan temas sociales y políticos relevantes desde una perspectiva ética y moral. Durante la semana, se realizan conferencias, mesas redondas y discursos por parte de líderes religiosos y académicos, centrándose en promover el bien común, la justicia social y la participación cívica responsable. Es un espacio crucial para reflexionar sobre los desafíos contemporáneos y buscar soluciones que respeten la dignidad humana y fortalezcan la cohesión social.
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En el corazón de la democracia
Con motivo de la visita del Papa a Trieste para la clausura de la 50ª Semana Social de los Católicos en Italia, el diario Il Piccolo publicó un texto inédito de Francisco. Se trata de una introducción a una antología de sus discursos y mensajes titulada: “En el corazón de la democracia”. El volumen, editado por Librería Editorial Vaticana y el periódico Il Piccolo, se ha distribuido gratuitamente como suplemento del periódico.
LEER. En el corazón de la democracia. Introducción.
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Fuentes
Crux Now / Vatican News / Infobae / Perfil / Videos: Rome Reports – Vatican Media – TG2000 / Foto: Andreas Solaro – AFP