Catolicismo de Scorsese en “Los Asesinos de la Luna”
6:00 p.m. | 29 nov 23 (NCR/RD).- A los 80 años, Martin Scorsese, gran figura del cine, sigue explorando y escarbando en su propia alma, sin ocultar su fe católica ni sus conflictos con ella. Los Asesinos de la Luna, basada en una novela de no ficción, cuenta cómo hace cien años un pueblo nativo norteamericano sufrió todo tipo de maquinaciones desde el poder para arrebatarles el derecho de propiedad sobre el petróleo. La película da espacio a lo contemplativo, siguiendo el camino de Silencio y El irlandés, con personajes que muestran una tensión entre la fe que profesaban y la forma en que vivían, y que podrían buscar oportunidades de redención.
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Los Asesinos de la Luna, cuyo origen es un libro de no ficción de David Grann, trata sobre la Nación Osage, una tribu de nativos americanos que fue obligada a trasladarse de Kansas a la actual Oklahoma. Sin que el gobierno estadounidense lo supiera, la tierra asignada a los indígenas resultó ser rica en petróleo, lo que hizo que muchos de ellos se enriquecieran. Varias escenas al principio de la película muestran el cambio de suerte: Los hombres blancos se ven obligados a arrastrarse a los pies de los Osage por una miseria de sus riquezas. Pero la codicia de los blancos no tiene límites y pronto se forma una conspiración criminal para robar a los nativos sus propiedades, sin que falte la sangre derramada.
Aquí, la película muestra su doble naturaleza: para ser una pieza contemplativa -con mucho que decir sobre el colonialismo y el racismo- es, a fin de cuentas, un clásico drama criminal de Scorsese. En muchos sentidos, es una síntesis de sus dos películas más recientes: la espiritualidad meditativa de Silencio está presente, al igual que la grandiosa pero a la vez agobiante crudeza de El irlandés. Con una crianza en un ambiente católico en Nueva York es usual percibir la inclinación natural de Scorsese ha señalar las injusticias de la sociedad. En esta última, condena el imperialismo estadounidense y sus diversas facetas.
Por otro lado, Asesinos aborda las creencias de los Osage de una forma que se siente verdadera y auténtica, respaldada por los propios nativos con los que Scorsese trabajó extensamente para asegurarse de que el retrato de la tribu era exacto y basado en hechos. Evoca su cariñoso retrato del catolicismo japonés en Silencio, película que aborda de forma similar el colonialismo cultural y una incompatibilidad fundamental entre dos grupos de personas muy diferentes.
La comparación con El irlandés no sorprende en el retrato que ambas películas hacen de sus criminales protagonistas. Para ellos, el crimen es una mera eventualidad, algo que se hace sin más. No hay que pensar más allá. ¿Por qué robar a los Osage? No por la idea de que esa tierra deba pertenecer a los blancos. No, es simplemente codicia. Scorsese retrata muy bien su mundanidad. Por mucho que pueda haber un complot maquiavélico detrás de los asesinatos perpetrados contra los nativos, gran parte del mal es banal y en gran parte llevado a cabo por un grupo de infortunados incompetentes.
Leonardo DiCaprio interpreta a contrapelo al mayor de los insensatos, Ernest Burkhart, un veterano recién salido de la Primera Guerra Mundial. Es curioso ver al habitualmente carismático DiCaprio interpretar a un personaje tan inculto y fuera de lugar que no para de tropezar con su criminalidad. Nunca el crimen había parecido tan pasivo e incidental. Robert DeNiro, en el papel de William King Hale, al que todos llaman King (Rey), interpreta a su mentor y tío (y quien lo introduce además en el mundo del crimen). El King de DeNiro transmite un estilo retorcido por su habilidad para hacerse amigo y convertir en familia a aquellos a los que desea matar y robar, y consigue interpretar con facilidad la clásica prepotencia colonial que representa su personaje.
Sin embargo, la verdadera protagonista es Lily Gladstone, en un papel estelar. Interpreta a Mollie Burkhart, la esposa Osage de Ernest. Su papel en la historia comienza con determinación antes de descender hacia una desesperante insensibilidad a medida que se acumulan las tragedias personales. La capacidad de Gladstone para dar tanta fuerza a su interpretación, a pesar de la situación de su personaje, es algo digno de contemplar. Aunque habla cada vez menos a medida que avanza la película, su presencia en la pantalla es absolutamente impactante y hay que verla para creerla. Consigue eclipsar tanto a DiCaprio como a DeNiro.
Técnicamente, la película es una maravilla. La composición de las tomas de Rodrigo Prieto tiene altos niveles de belleza. El veterano realizador de Scorsese marca tan bien el ritmo de Asesinos que, a pesar de su duración, la película avanza a buen ritmo. Un elogio especial merece el compositor Robbie Robertson, fallecido unos meses antes del estreno de la película. Su partitura tiene un pulso palpitante, un latido palpitante de un bajo que mantiene alta la tensión incluso en las partes más lentas de la película. Hace que la película se sienta como un animal salvaje; nunca se sabe si va a atacar o cuándo.
El texto original de la película, Asesinos de la Luna: Los asesinatos de Osage y el nacimiento del FBI, hacía más hincapié en el papel que J. Edgar Hoover y la recién creada FBI desempeñaron en la resolución de los asesinatos de Osage. Scorsese, sin embargo, elude sabiamente cualquier narrativa del salvador blanco que pudiera surgir de esto y se centra por completo en los asesinos y las víctimas. Scorsese convirtió lo que podría haber sido un asesinato misterioso en un profundo retrato de los males del imperio estadounidense, la insidia del “destino manifiesto” y hasta dónde llegan los que perpetúan la supremacía blanca para mantener su sentimiento de derecho a la autojustificación.
Puede que Scorsese sea conocido como uno de los cineastas católicos más importantes del mundo, pero también es, ante todo, un cineasta estadounidense, y Los Asesinos de la Luna puede ser su última palabra sobre Estados Unidos, una condena sangrienta de un país cuyo evangelio de la codicia ha causado mucha muerte y destrucción. Pese a todo, su catolicismo también está presente en su cuidadosa descripción de los Osage, un grupo marginado donde los haya. A pesar de todo el sufrimiento por el que tuvieron que pasar, los Osage resistieron. Siguen aquí. Sobrevivieron a esos asesinatos, sobrevivieron a la maldad estadounidense el tiempo suficiente para poder contar su historia. Y vaya historia.
VIDEO. Los Asesinos de la Luna (Tráiler 1)
Los asesinos de la luna y las lamentaciones de Scorsese
Ya sabemos que Martin Scorsese ha hecho girar sus historias sobre los tortuosos caminos de la redención. Pero quizás en las últimas películas el foco se asienta sobre lo que se ha venido en llamar la banalidad del mal. En este extenso film, que supera las tres horas, veremos como trasfondo las diversas caras del mal y la manipulación con la que éste actúa para destruir.
Asentada en tres actuaciones memorables. Robert de Niro, con 80 años, construye un personaje radical y razonablemente malvado bajo la capa de bien. Protector aparente de los Osage es en realidad su destructor por dos motivos que le constituyen en mafioso: el dinero y la familia. Leonardo DiCaprio, colaborador habitual de Scorsese (once películas juntos), que ya tocaba la madurez en El renacido (2016) ahora la consuma en un personaje doblado sobre sí mismo: ambicioso y enamorado, culpable e inconsciente, asesino a paso rápido y a fuego lento, mentiroso y manipulado.
Y, por fin, ese gran descubrimiento que es el rostro de Lily Gladstone, en un registro de aparente ingenuidad que cree en el amor y la bondad, pero que sabe en su interior que su confianza posibilita la desgracia. Sobre estos tres ejes que sostienen la película, este contador de historias va incorporando malvados a sueldo y poderosos cómplices, en contraste con unos indígenas demasiado ingenuos para tener tanto dinero al convertirse sus tierras en plantaciones de torres extractivas de petróleo.
En Silencio (2016) el inquisidor Inoue Masashige era un ejemplo de la astucia y la profundidad del mal, capaz de torturar y doblegar de la misma manera que el tío William Hale en Asesinos de la luna. Es el instigador diabólico marcado por la ambición: inteligente, calculador y embustero. El ángel del mal que se presenta como ángel bueno. En El irlandés (2019), Frank Sheeran era un antiguo sindicalista convertido en asesino a sueldo que es capaz de matar incluso a su mejor amigo. Nuestro sicario, Ernest Burkhart, no solo comparte con este personaje la condición de antiguo combatiente, sino también su dejarse llevar en un descenso infernal. El metraje en buena parte se ocupa en acumular su maldad obediencial, casi debida a su padrino mafioso que va mostrando en la progresión geométrica de la iniquidad. El espectador recibe la “insulina” en dosis pacientes para ir matando, poco a poco, cualquier inocencia sobre la condición humana.
Pero la esencia del poder se articula social y espiritualmente. La logia masónica representa el poder oculto donde la complicidad secreta afecta a médicos, banqueros, policías y políticos. Lo católico, como marca social, tampoco sale bien parado, nuestros malvados conjugan a Dios justificando sus desmanes. Y el sacerdote, al que acude la pobre Mollie, tampoco parece enterarse funeral tras funeral.
De la fe solo se salvan los indígenas y especialmente la esposa sufriente, casi mariana. Su fe la demuestra en la oración de cada día junto a su pequeña. Es la pureza del animismo natural que se ha hecho cristiano. La confianza en que al menos alguien habrá bueno a su lado. Resistencia, muerte tras muerte, donde esta vía dolorosa se va marcando en su rostro. Con esa ingenuidad de la gracia desgraciada propia de algunos personajes femeninos entre a los que ahora conviene citar el icono de Gelsomina de La strada (1954) de Fellini.
Lástima que Scorsese termine amainando su crítica a El nacimiento de una nación (1915) que quiso mitificar David W. Griffith, psicoanalizando a un pueblo que, en definitiva, se ha asentado sobre una conquista colonial. Con la llegada del 7º de Caballería, en este caso con los chicos de John Edgar Hoover del naciente FBI, los asesinatos se aclarecen y los culpables inmediatos son juzgados. Aunque nada cambie en el fondo del podrido estanque del mal.
VIDEO. Los Asesinos de la Luna (Tráiler 2)
La tensión de Scorsese con su catolicismo
Scorsese suele hablar sobre el significado que tiene para él su fe y cómo se identifica con orgullo como católico, diciendo en alguna ocasión: “Creo en los principios del catolicismo. No soy un doctor de la Iglesia. No soy un teólogo que pueda discutir la trinidad. Desde luego, no me interesa la política de la institución. Pero la idea de la Resurrección, la idea de la Encarnación, el poderoso mensaje de compasión y amor, ésa es la clave. Los sacramentos, si se te permite recibirlos, experimentarlos, te ayudan a permanecer cerca de Dios”.
Esta relación continúa en Los Asesinos de la Luna, una película muy marcada de su catolicismo. Pero esta vez, parece menos centrado en acercar a Jesús a él y más centrado en acercarse él mismo a Jesús. En muchos sentidos, es como el nuevo Scorsese, cuyas dos últimas películas, Silencio y El irlandés, son más contemplativas. Se centra mucho más en personas que buscan oportunidades de redención y las aceptan o las rechazan. Parece más preocupado por llenar la sala de un silencio que te invite a callar y a prestar atención a la quietud y a la belleza íntima y suave que está sucediendo ante ti. (Y como la próxima película de Scorsese trata supuestamente de Jesús, es muy probable que tengamos más de este nuevo estilo).
La religión también desempeña un papel frecuente y explícito en esta película. Se atribuye explícitamente a Dios la concesión de la riqueza a la tribu Osage que consiguieron gracias al petróleo. Como escribió la crítica de cine Alyssa Wilkinson para Vox, las películas de Scorsese siempre han tenido a sus antihéroes atrapados entre la fe que profesaban y la forma en que vivían sus vidas. Aquí ocurre lo mismo. El modo en que Scorsese dialoga constantemente con la fe en sus películas es una de las cosas más interesantes de él como director de Hollywood. Un tema siempre presente en sus películas es cómo conciliar lo que le enseñaron como católico italiano con lo que aprendió del mundo real al crecer en las “calles malas” de Nueva York, que no siempre validaban lo que la Iglesia enseñaba sobre el amor y la justicia.
Aún más profundamente, ver el mundo a través de una imaginación cristiana conduce a una visión muy cristiana de cómo la gracia y la redención pueden verse en el crimen y la ley. En el cristianismo, uno se salva de los pecados confesándolos a Dios y a la Iglesia, arrepintiéndose del mal y cambiando de conducta. Del mismo modo, Scorsese describe el camino hacia la redención del delincuente a través de la confesión plena de sus delitos a las autoridades y a sus seres queridos.
Esta actitud confesional hace que películas como Los Asesinos de la Luna -y otras anteriores como El irlandés– sean aún más profundamente cristianas en muchos sentidos que películas como Silencio y La última tentación de Cristo. Mientras que La última tentación y Silencio se centraban en deconstruir la fe a través de la duda del protagonista, Los Asesinos de la Luna se centra en deconstruir al protagonista a través de la justicia y la gracia de Dios.
Nunca se insistirá lo suficiente en lo importante que es contar con artistas que intenten imaginar el mundo de un modo que pueda parecerse a lo que nos enseña el cristianismo. Una de las razones por las que tanta gente se aleja del cristianismo es que, como Scorsese, ven una tremenda brecha entre lo que describe su fe y la vida que viven en realidad. Es una de las razones por las que Jordan Peterson se ha hecho tan popular, lo ame o lo odie. Conecta las enseñanzas de la Biblia con la psicología y la filosofía con las que la gente, especialmente los hombres, se identifica.
Es muy apropiado y gratificante que la lucha de Scorsese con Dios a lo largo de su carrera le haya llevado a hacer posiblemente su mejor y más cristiana película hasta la fecha. Esperemos que su obra inspire a otros a imaginar el mundo tan bien como él.
VIDEO. Los Asesinos de la Luna. Final explicado (Sensacine)
VIDEO. Final explicado (Looper)
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Fuentes
National Catholic Reporter / Religión Digital / Religion Unplugged / Videos: Paramount – Sensacine / Foto: Espinof – Paramount