Beata Aguchita: misionera peruana que dio su vida por la Amazonía

2:00 p.m. | 4 may 22 (AICA/REPAM).- A pocos días de la beatificación de la religiosa María Agustina Rivas López, conocida como “Aguchita”, reunimos información y un reciente documental que destacan las virtudes cristianas y el legado que nos dejó esta mártir peruana, hermana de la Congregación del Buen Pastor. Aguchita, comprometida con el apoyo y defensa de los pueblos y jóvenes asháninkas en la Amazonía, fue asesinada por odio a la fe en 1990 por el grupo terrorista Sendero Luminoso. La misa con el rito de beatificación, que se realizará en Junín (lugar donde fue martirizada) será presidida este 7 de mayo por el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

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En un Perú devastado por la violencia de Sendero Luminoso, hay una historia de entrega y amor a las mujeres campesinas e indígenas, brutalmente interrumpida el 27 de septiembre de 1990 en el pueblo de La Florida (Junín), en el límite de la Selva central del país. La Sierva de Dios María Agustina Rivas López, conocida como Aguchita, (nacida como Antonia Luzmila) fue asesinada por odio a la fe junto a seis vecinos. El 22 de mayo de 2021, el papa Francisco reconoció su martirio y autorizó la promulgación del decreto de beatificación. Ese fatídico día, la elección de los terroristas debía recaer en la Superiora de la Congregación, al no encontrarla se llevaron a Aguchita.

Aguchita nació el 13 de junio de 1920, al sur de Ayacucho, en la ciudad de Coracora, capital de la provincia de Parinacochas. Desde temprana edad creó un vínculo especial con la naturaleza y con las personas más humildes. A los 14 años se trasladó a Lima para estudiar en el Colegio Sevilla, dirigido por las Hermanas de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Atraída por la vida consagrada, ingresó en la Congregación en 1941, donde emitió su profesión religiosa perpetua el 8 de febrero de 1949. Desplegó su labor misionera durante muchos años en la zona de Barrios Altos, en el centro de Lima.

En 1987, cuando ya tenía 67 años, fue enviada a la misión de la congregación en la localidad de La Florida, Distrito del Perené, Provincia de Chanchamayo, Junín, en la selva central del Perú. Sus tareas era muy diversas: alfabetizaban a mujeres y las ayudaban a aprender oficios y artes. Organizaban clubes para las adolescentes y jóvenes y catequesis familiar en las comunidades rurales. Aguchita les enseñaba a rezar, tejer, hacer el pan, dulces y a cuidar de las plantas y animales.

Eran tiempos de gran violencia generada por el grupo terrorista Sendero Luminoso. Con frecuencia, miembros del grupo terrorista ingresaban a los pueblos y realizaban “juicios populares”, en los que decidían qué habitantes debían ser asesinados sin defensa posible, acusados de organizar y ayudar a las mujeres de la localidad, de manipular a los niños con la educación y de criticar la violencia, ayudar a los pobres y tener diálogos con las comunidades indígenas. Las Hermanas optaron por quedarse, acompañar a la población aún a costa de asumir riesgos dando su vida.

El 27 de septiembre de 1990, cuando Aguchita tenía 70 años, un grupo de Sendero Luminoso ingresó a La Florida y organizó una de estas jornadas de asesinatos. En esa ocasión, la lista de los terroristas de Sendero Luminoso tenía seis nombres. Uno de ellos era el de la hermana Luisa. Al no encontrarla, le dijeron a Aguchita que ella tomaría su lugar. La acusaron de hablar con los asháninkas, una comunidad nativa que rechazaba a los terroristas, y de ayudar a los más necesitados de la localidad. Llevada a la plaza del centro del pueblo junto con las otras ocho personas, Aguchita trató de arrodillarse y rezar, pero sus piernas le flaquearon. Con cinco balazos, una joven integrante de Sendero Luminoso, de solo 17 años, la mató.

Apenas un año antes, en un retiro espiritual, Aguchita le escribió un profético mensaje a su superiora provincial, la Hermana Delia. “En lo espiritual, estoy por dar pasos gigantescos. Parece que estos serán los últimos días de mi vida. El tiempo vuela y tendré que aprovecharlo bien; de lo contrario me presentaría en la eternidad con las manos vacías. El Señor es demasiado delicado”. En el mensaje para su superiora, Aguchita dijo también: “Déjenme contarles acerca de un día en meditación cuando recordé el gran sueño que tuve cuando descubrí mi vocación de hermana religiosa: era trabajar en la selva. Han pasado los años y me digo a mí misma que el Señor me ha traído aquí para complacerme en mi vejez, antes de morir, en fin, soy arcilla en sus manos”.

Aguchita se convirtió en la primera religiosa asesinada por Sendero Luminoso. Significó un hito en la triste historia de la violencia en América Latina porque era la primera vez en Perú que un grupo armado mataba deliberadamente a una religiosa, comprometida con la defensa de los pueblos ashaninka, con la mujer indígena y con los jóvenes. La Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor recuerda que el proceso de beatificación comenzó en 2017 y concluyó rápidamente. “Los signos de heroísmo se verificaron en el ejercicio de sus virtudes y en la entrega de su vida en el martirio, dando testimonio de una vida dedicada a los demás, fiel hasta la muerte”.

“Aguchita era una mujer santa, ‘de la puerta de al lado’. Si no hubiera sido por su martirio, habría pasado desconocida para la mayoría”, escriben sus hermanas. Siempre soñó con ser misionera en la selva, y Dios se lo concedió. “El martirio de Aguchita es un fruto maduro de la Iglesia peruana. Hija de nuestra Iglesia, campesina de la sierra, del Perú profundo, emigrante a la caótica Lima, religiosa formada en el Perú, promotora de la juventud y la mujer peruana, mártir del terrorismo. La hermana Agustina es nuestra, de todos los peruanos, el fruto maduro de una Iglesia que lucha por crecer y madurar, por hacerse adulta, por aceptar y enriquecerse de toda la variedad de culturas que hay en el Perú”.

Documental que retrata la vida de la próxima beata peruana

La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la Asociación Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (SIGNIS ALC) presentaron el documental sobre el testimonio de vida de la próxima beata peruana. El mediometraje forma parte del séptimo capítulo de la serie “La Vida por la Amazonía”, una producción que narra el testimonio de mujeres y hombres mártires que ofrendaron sus vidas en defensa de la Amazonía y sus pueblos. El documental recoge los testimonios de quienes conocieron a Sor Aguchita en los tres principales lugares en los que vivió. En Lima, con las religiosas del Buen Pastor; en Coracora, su ciudad natal, para conocer el contexto donde nació e inició su vínculo con la Iglesia; y también en la selva central; lugar en el que dedicó sus últimos años a la educación de los jóvenes asháninkas y a apoyar a las mujeres del campo. La realización del mediometraje estuvo a cargo de la productora Teleandes, bajo la dirección de Fernando Valdivia.

Monseñor Zerdín: Aguchita nos muestra el camino a la fraternidad universal

En vista de la beatificación de la religiosa, María Agustina Rivas López, conocida como “Aguchita”, Vatican News entrevistó a Monseñor Gerardo Zerdín, Vicario Apostólico de San Ramón, Perú.

-¿Qué representa la beatificación de Aguchita para la iglesia particular de San Ramón y para la iglesia peruana?

Para nosotros nos motiva mucho porque no es cosa de cada día. Estamos todos, todos los del Vicariato estamos en eso de cómo celebrarlo adecuadamente después de esas prohibiciones de encuentros de mucha gente en un solo sitio a causa de la pandemia, y hemos esperado este año para poder celebrarlo adecuadamente. Y que a todos nosotros nos motive no solamente a la resistencia, al martirio, sino como un paradigma más de una peruana del Perú profundo, del Perú quechua, que ha alcanzado esos niveles de servicio, de santidad. Y que nos motive a todos, especialmente motive para la vocación religiosa, para la vida religiosa y también para la vida de servicio laical y servicio sacerdotal.

-¿Qué mensaje nos deja Aguchita con su vida de servicio y entrega? ¿Cuál es su legado para la Vida Religiosa y para todos los cristianos?

Diríamos así, La Florida llena de flores, de plantas, que significo tanto para Aguchita y los vivientes pobres, ellos serian el eje de su mensaje. Justamente en la línea del papa Francisco, en la línea de la Laudato Si, de admirar la naturaleza cómo creación de Dios no solamente algo que hay que explotar, sino algo que hay que admirar, algo por lo que hay que convivir y alabar al Señor. Además, la gente necesitada, la gente pobre, que nos da tanta amistad y agradece todo lo que les podemos dar para que mejore la calidad de su vida. Creo que muy en la línea de las vocaciones que hoy necesitamos dentro de este mundo egoísta y de darse y de poco a poco ir creando alrededor de uno ese Reino de Dios que es la fraternidad universal que no es una ilusión, una utopía, sino que es algo real, tal como también lo afirma el papa Francisco, buscando formas de cómo se puede llevar eso a cabo en la realidad, cómo hacerlo viable.

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Fuentes

AICA / REPAM / Vatican News / Videos: Rome Reports / Foto: CAAAP

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