Santa Sede frena obispos que quieren negar la Comunión

10:00 p.m. | 21 may 21 (NCR/RNS).- La autoridad de la doctrina en el Vaticano, Luis Ladaria, ha frenado la intención del episcopado norteamericano de aprobar un documento sobre “la idoneidad para recibir la Comunión” de políticos católicos. Este apunta a quienes aprobaron con su voto leyes relativas al aborto, la eutanasia u otras cuestiones que entra en conflicto con la moral católica, como es el caso del presidente Joe Biden. En una carta, Ladaria aclara que no es decisión de un grupo de obispos, y expone por qué esa iniciativa los aleja de su misión. Especialistas ven en ese grupo la intención de utilizar la Comunión como un arma para el ámbito político.

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La carta es realmente una respuesta a otra de Gómez en la que informaba al dicasterio vaticano de la intención de los obispos del país de abordar esta cuestión en la plenaria del próximo mes de junio. En la respuesta, el encargado de la doctrina en el Vaticano dio un tutorial sobre lo que significa ser un obispo, una lección tristemente tan necesaria como embarazosa para los obispos estadounidenses.

Ladaria no sólo desbarató eficazmente esos planes, sino que preguntó con diplomacia: “¿En qué demonios están pensando?”. Se esfuerza por recordarles cómo deben comportarse los obispos. La carta desmonta sistemáticamente la construcción retórica que habían montado los partidarios de negar la comunión al presidente Joe Biden. En varios mensajes y publicaciones recientes, algunos obispos han mezclado tanto su identidad como católicos con el movimiento político provida, que han pensado confusamente que está bien ensamblar puntos de discusión y estrategias políticas, y luego convertirlos en una especie de enseñanza magistral. La carta de Ladaria es un largo y sistemático “¡Basta!”.

El prefecto procede a dar una lección de eclesiología a los obispos estadounidenses. Doctrina de la Fe remite al consejo ofrecido en 2020 con motivo de una consulta similar durante las visitas ad limina. Entonces se había “aconsejado que se emprendiera el diálogo entre los obispos para preservar la unidad de la conferencia episcopal frente a los desacuerdos sobre este controvertido tema”.

“La congregación observa que tal política, dada su posible naturaleza contenciosa, podría tener el efecto contrario y convertirse en una fuente de discordia más que de unidad dentro del episcopado y de la Iglesia en general en los Estados Unidos”, señala. Se pidió que además del diálogo doctrinal se abrieran cauces con los propios políticos católicos “dentro de su jurisdicción que adopten una posición proelección en relación con la legislación sobre el aborto, la eutanasia u otros males morales, como medio para entender la naturaleza de sus posiciones y su comprensión de la enseñanza católica”.

La carta aborda la misma piedra de toque que puso en marcha toda la campaña: “Sería engañoso que tal declaración diera la impresión de que el aborto y la eutanasia constituyen por sí solos los únicos asuntos graves de la enseñanza moral y social católica que exigen el máximo nivel de responsabilidad por parte de los católicos”. Dicho de otro modo, el cálculo de que el aborto es “la preocupación preeminente” para los católicos a la hora de votar es un cálculo político, no doctrinal, y por lo tanto corresponde al votante católico individual que discierne cómo emitir su voto, no a los comités de redacción de los obispos estadounidenses.

Ladaria también pidió que la Conferencia Episcopal de EE.UU. consulte con otras conferencias episcopales nacionales para “aprender unos de otros y preservar la unidad en la Iglesia Universal”. Traducción: Ustedes son la única conferencia episcopal que está llevando a cabo este esfuerzo insensato de convertir la Eucaristía en un arma, y si no quieren escuchar las voces más sensatas de su propia conferencia, traten de escuchar a los obispos de otros países.

Es evidente que no hay un católico en EE.UU. que no sepa lo que la Iglesia enseña con respecto al aborto, y que Biden disiente, no de la enseñanza en sí, sino de la perspectiva de la protección civil de la vida del no nacido. Por tanto, la sugerencia de que la Iglesia se enfrenta a un reto especialmente urgente con la presidencia de Biden no sólo es un descaro, sino que es errónea. La Iglesia católica de Estados Unidos se enfrenta a un reto especialmente urgente por el hecho de que su conferencia episcopal ha sido tomada por un grupo de fanáticos que mezclan la política con la religión de la forma más pueril.

De acuerdo con la norma vigente de la conferencia episcopal, la decisión de negar la comunión dependería de cada obispo. En el caso de Biden, los prelados de las diócesis donde asiste a oficios —el obispo W. Francis Malooly de Wilmington, Delaware, y el cardenal Wilton Gregory de Washington, D.C.— han dicho que puede recibir la comunión en las iglesias supervisadas por ellos.

La carta de Ladaria no ha podido ser más que una manta húmeda sobre los planes de los fanáticos, una manta educada y reflexiva, pero no por ello menos empapada. Ha pedido a los obispos que sean obispos, que actúen como se supone que deben actuar los obispos y que enseñen lo que enseña la Iglesia, no lo que insta un comité de acción política. ¿Será suficiente?

¿Qué motivo impulsa el pedido de negar la Comunión?

Teológicamente, nadie es digno de comulgar. Todos somos pecadores, y es la bondad y el amor de Dios lo que nos invita a la mesa del Señor. No nos ganamos el derecho a la Comunión. Como diría el Papa, la Iglesia es un hospital de campaña para los heridos. No es un club de campo para la élite. Esta actitud ha llevado a Francisco a facilitar que los católicos divorciados y vueltos a casar puedan comulgar.

Algunos obispos creen que ciertas cuestiones son tan graves que deberían ser motivo para impedir que alguien comulgue. Dejando a un lado los méritos del debate, existen problemas prácticos. Por ejemplo, ¿qué cuestiones deben figurar en la lista? Algunos dicen que el aborto y las cuestiones de género, pero hay que señalar que Biden nunca ha cuestionado la posición de la Iglesia sobre la moralidad del aborto. Él cree que debería ser legal, que es la posición de más de la mitad de los católicos. Si a Biden se le debería prohibir la comunión, entonces también se le debería negar a más de la mitad de los católicos en EE.UU.

¿Pero qué pasa con otras cuestiones? ¿Qué pasa con los políticos que mienten sobre los resultados de las elecciones y animan a sus seguidores a anular la voluntad del pueblo? ¿Qué pasa con los políticos que apoyan el racismo mediante leyes de supresión de votantes? ¿Qué pasa con los políticos que luchan contra las políticas para hacer frente al calentamiento global? ¿Qué pasa con los políticos que niegan el refugio a los que huyen de la opresión y la necesidad, que no hacen nada para salvar a los que mueren en el desierto o se ahogan en el mar? ¿Qué pasa con los políticos que niegan sistemas de salud a los pobres?

Al final, realmente todo esto tiene que ver con la política, no con la Eucaristía. Los obispos que hablan de que el episcopado en su reunión de junio niegue la comunión a Biden no son tontos. Conocen el derecho canónico. Saben que la Conferencia Episcopal no tiene autoridad para prohibir la comunión a Biden. Los grupos provida que impulsan esta agenda también lo saben. Entonces, ¿qué está pasando? Es política.

Los opositores al aborto no ven ninguna alternativa al Partido Republicano, y están dispuestos a hacer la guerra a los demócratas pase lo que pase. Las guerras de la comunión forman parte de esta estrategia política, no espiritual. Los republicanos saben que las guerras de la Comunión son una golosina para los periodistas, y los republicanos y sus aliados episcopales prefieren estas historias a las que describen los esfuerzos de Biden sobre el COVID-19, las infraestructuras, el cambio climático y el empleo.

Una encuesta realizada en noviembre de 2020 por GBAO y Catholics for Choice encontró una amplia oposición entre los votantes católicos cuando se trata de negar la comunión a los legisladores que apoyan el acceso al aborto legal, con un 66% de oposición y un 53% de fuerte oposición. Los opositores eran mayoría independientemente del partido: El 81% de los demócratas, el 64% de los independientes y el 51% de los republicanos rechazaron la idea.

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Fuentes

National Catholic Reporter / Religion News Service / Vida Nueva / Foto: Crossroads

 

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