Jóvenes: nuevos espacios y modos de expresar su fe

6:00 p.m. | 28 abr 20 (AUSJAL).- ¿Cómo se manifiesta la religiosidad y espiritualidad de los jóvenes en la actualidad? ¿Cuáles son las características de los espacios que emergen para ello? ¿Es precisa la percepción que los jóvenes se alejan cada vez más de la práctica de la fe? Dos reflexiones, elaboradas a partir de la experiencia en la vida universitaria, exponen ideas sobre los mundos juveniles religiosos.

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Del rol socio cultural a los mundos juveniles

Ha existido una evolución en las formas de entender y comprender a los jóvenes. De manera general y por mucho tiempo fue el “rol” social lo que definía a la juventud. Un joven no era un joven en sí mismo, sino era un estudiante, un hijo, un laico, un cadete. Todos estos roles coinciden en una idea: que tanto el hijo como el estudiante son personas incompletas, no son “todavía”, tienen que aprender, escuchar, obedecer para que “sean alguien” más adelante.

De tal modo que la juventud era una etapa de transición que había que superar, por eso no tenían voz pública en un mundo adultocéntrico. Desde esta visión ser joven implicaba un momento transitorio en la vida del ser humano donde su cumbre era la adultez.

En un segundo momento, las revueltas estudiantiles, las rebeldías juveniles y otras “enfermedades sociales” hicieron necesarios estudiarlos desde las ciencias para saber cómo son en realidad. El joven pasó de ser un “rol socio-cultural” a ser un “objeto de estudio”. La edad dejo de ser la única categoría para definir a la juventud.

La psicología ayudó bastante. Dieron datos que hoy todavía utilizamos para definir a los jóvenes. Nos explicaron que las hormonas, las neuronas y todo lo biológico en esa etapa es un caos, un alboroto, una anarquía. Con este diagnóstico era fácil explicar deducir el porqué de estos “extraños” comportamientos juveniles. Los sociólogos también harán su parte. Explicarán que las instituciones sociales como la familia, la escuela o la religión forman o moldean a las juventudes según los intereses sociales de cada época.

Estudios culturales, sociológicos, psicológicos, hasta teológico-pastoralistas serán agradecidos por acercarnos al fenómeno juvenil. En este afán “científico” de etiquetar la realidad se construirá el concepto de generación para delimitar a cada una de ellas. Nacerán las famosas generaciones X, la Y, la Z, los baby boomers, los millennials y mil más. Y aunque estos estudios ayudarán a conocer sus subjetividades no serán suficientes para comprender la complejidad juvenil.

De ahí que se vuelva necesario que sean ellos y ellas mismas las que hablen, expresen, comuniquen quiénes son, qué quieren, que buscan, porque son así. Este es el tercer momento o etapa de acercamientos a los jóvenes. La categoría analítica “mundos juveniles” es muy apropiada para lograr estos objetivos. Con ella se propicia respetar su voz y opinión, y se exige el re-conocerles.

Con los “mundos juveniles” estamos comprendiendo una serie de actividades, sentidos, pertenencias, lenguajes, culturas, búsquedas, construcciones, identidades, organizaciones y propuestas desde diversos lugares y en diferentes condiciones. Por tanto, no podemos hablar del mundo juvenil, sino de los mundos juveniles, o más exactamente del universo de mundos juveniles.

Los contextos sociales vitales donde nacen las expresiones religiosas juveniles

Según diversos documentos (investigaciones, encuestas, diálogos) los jóvenes cada vez más se distancian de los ritos y actos religiosos dominantes. Podemos hablar que se alejan de la práctica religiosa occidental dominada fundamentalmente por el catolicismo romano. No van a misa por gusto para decirlo más claro. Éste es un ejemplo común que visibiliza una molestia mayor: no están de acuerdo con el modelo religioso heredado por sus padres.

Los jóvenes no son devotos ni practicantes religiosos como las generaciones pasadas. Se dice que ya no creen, aunque esto es inexacto como veremos más adelante, es cierto que a las nuevas generaciones juveniles les cuesta mantener, y por tanto expresar, la fe que heredaron. Pero esto que puede parecer terrible para generaciones mayores, no inquieta en lo más mínimo a las nuevas generaciones. No pasa nada dirán ellos. Son tiempos post-religiosos dirán los especialistas (Vigil, Corbí, Taylor, Dworkin).

Una de las teorías básicas que ha servido para comprender este fenómeno de retirada es la llamada Secularización. Teóricos como Weber, Berger y otros más, expresaron que por entrar a la modernidad las sociedades agrarias tuvieron que dejar las religiones como grandes constructoras de sentido. Mariano Corbí dirá que se pasó de las creencias a las ideologías (socialista, marxista, capitalista, etc.). Hubo un proceso de “desencantamiento” del mundo (Weber, Gauchet).

Ya no será necesario la fe para explicar la realidad ni para fundamentarla o llenarla de sentido. La razón, las ciencias, el progreso harán esa parte ahora. La biología, la física y la neurología brindaran una antropología no religiosa. La voz de las iglesias ya no será tomada en cuenta para decidir los rumbos políticos, sociales y globales. La educación básica y masiva ayudará a crear procesos de desmitificación en edad temprana. Ya no se ira al confesionario sino a la terapia con el psicólogo. La religión ya no será un tema público sino privado. Sus sacerdotes y obispos dejarán de ser “intocables” y serán juzgados por las sociedades emancipadas de la religión.

Aunque este proceso de secularización no ha terminado, ni se ha desarrollado como se esperaba ni ha logrado sus metas finales, es cierto que la modernidad, la globalización, y el estado laico han ayudado a que cierto tipo de secularización –algunos dirán light- se implante en las mayorías de las sociedades actuales. Pero la secularización existente no es excluyente, ha permitido la coexistencia, de no sólo las religiones mundiales actuales, sino que ha ayudado a nacer miles de expresiones de trascendencia, o semireligiosas o también llamadas “nuevos movimientos religiosos”. Sin quitar la secularización se habla ahora de una vuelta a lo religioso (Boff, Libanio) o de plano de una des-secularización (Berger).

¿Y los jóvenes de hoy? Para comprenderlos y entenderlos debemos conocer sus contextos vitales. Hay tres contextos sociales vitales que han condicionado y configurado su existencia. Si bien nacieron en sociedades secularizadas donde lo religioso no es medular en la estructuración de las sociedades y de las personas, es cierto también que nacieron en sociedades de libre mercado, donde el consumo es el motor de la existencia por lo regular.

Nacieron en el mundo globalizado de las transnacionales, y paradójicamente sin muchas opciones de elegir otra opción. Por ejemplo, los jóvenes de hoy nacieron sin la opción “socialista”, que le había permitió a los jóvenes de los sesenta pensar y soñar con un mundo contrario al “capitalista”, de ahí que a estas generaciones les tocó un mundo globalizado por las marcas.

Un tercer elemento es que han vivido la violencia como algo “normal” en sus cotidianeidades. El mundo que les tocó vivir siempre ha estado en guerra. Las violencias se han intensificado de manera brutal. Se ha pasado de lo violento a lo cruel. Pueden convivir en su salón de clases con probables asesinos. Sus amigos se dedican a negocios que llevan implícita la violencia. Las mujeres jóvenes conocen el feminicidio de manera muy cercana. Secularizados, consumistas y violentados.

De ahí que sus acercamientos religiosos sean tan diferentes y variados. La religión no desapareció, se transformó en múltiples formas de utilización de lo religioso. La lista de ejemplos es muy larga pero solo escribo tres. Los jóvenes sicarios de nuestras sociedades rezan antes de ir a matar. Los jóvenes de las élites sociales van a eventos religiosos para fortalecer y estrechar sus vínculos sociales. Los jóvenes voluntarios en zonas de peligro muy violentadas encuentran en los pobres la máxima forma de vivir su fe.

Pongo los ejemplos anteriores para hacer notar que la fe religiosa juvenil es muy compleja y variada. Es una empresa muy difícil sistematizar todas las formas religiosas juveniles actuales. Sin embargo, se deben hacer acercamientos, previniendo sus limitados alcances. Desde la experiencia de interacción o intersubjetividad universitaria, se han detectado cinco tipos de fes juveniles en los jóvenes que nos pueden ayudar a dibujar un mapa religioso juvenil básico.

Tipología mínima de la fe juvenil

La primera categoría son los “creyentes y practicantes religiosos”. Sí los hay. Son una minoría, que a veces se esconden de sus compañeros por temor a la burla. Participan en grupos parroquiales, en coros, grupos de catequistas, grupos juveniles, en voluntariados, en grupos escolares de escuelas religiosas, etc. Son jóvenes motivados, si bien no por un deseo ardiente de evangelizar, si por una necesidad de estar con otros como ellos, de estar en otro tipo de grupos que les brinde identidad y pertenencia. Están medianamente formados, muchos son vistos –por sus líderes- como vocaciones religiosas, aunque ellos no les anima esta opción de vida. Creen en Dios, son críticos de las estructuras eclesiales, pero la utilizan para pertenecer a la Iglesia.

Los “creyentes no practicantes” son estos jóvenes que profesan una fe en un Dios, que por lo regular les cuesta definirlo y concretarlo. Expresan que ese Dios se le siente, lo ubican como una presencia, saben que está ahí junto a ellos, pero no pueden explicarlo. Pueden hablar con él cuando lo necesitan. No tiene un rostro concreto, da lo mismo si es energía o es el Dios cristiano, lo importante es que esta para cuidarlos. No practican ritos ni ceremonias religiosas tradicionales. No necesitan practicar actos sin sentido para ellos, sino más bien necesitan un Dios que siempre esté presente en sus vidas y necesidades, de acceso inmediato y sobre todo un Dios nada exigente, de frágil memoria y que no comprometa a nada. De ahí que se entienda la ambigüedad de su definición sobre Dios así es más fácil adecuarlo a sus necesidades.

Los “posmodernos mágicos” son estos jóvenes urbanizados, con estudios, hasta pueden llegar a ser doctores en una especialidad, pero que separan lo religioso de lo científico o racional. Para ellos son campos diferentes, que no se tocan, donde la religión expresa algo mayor, algo que no sabemos, que nos sobrepasa, o que no podemos comprender por lo grande que es. La ciencia o la razón no son los caminos para comprender lo religioso. Es otro orden de cosas. Pueden creer más en el relato bíblico que en la tesis del big bang en torno a la creación. Creen en santos, ángeles, espíritus, vírgenes y demonios. Leen las escrituras al pie de la letra. No son practicantes, ni confesores de un credo, para ellos todas las religiones son lo mismo, es el mismo Dios “disfrazado” con varios rostros. Por lo regular extienden sus creencias al mundo secular donde las hadas, los duendes, los lobos son posibles, sin olvidar los magos o hechiceros. Tienen una visión más mágica que religiosa de Dios mismo.

Los “católicos sin cristianismo” viven esta contradicción: se dicen católicos sin conocer nada de Jesús de Nazaret. Están en la iglesia por sus padres, pero no saben ni les interesa saber quién es el fundador de ella. Para ellos las practicas católicas no tienen una importancia teológica o religiosa, sino que las ven como un elemento o evento social, no les gusta, pero la ven necesaria por costumbre o tradición (por ejemplo, la boda religiosa). Son cascarones vacíos. Piel católica sin cristianismo molecular. Por tanto, pueden “estar” en el templo y hasta estar en un rito sacramental sin sentirse parte de la iglesia ni estar comprometido por su fe.

Y así como hay jóvenes que se autodenominan ateos o agnósticos creo que también hay jóvenes que son “cristianos latentes”. Son éstos los que profesan una fe que no les satisface y son conscientes de ello, pero saben que hay algo más y cuando reciben una experiencia fuerte religiosa, o un curso que los impacta o los reconcilia con el mundo racional sin perder la fe su identidad y perspectiva cambia. Están en espera de que les pase algo y pueden esperar toda su vida sin que pase nada, pero si pasa se vuelven creyentes practicantes serios y maduros.

Nuevos espacios de religiosidad

La crisis de las manifestaciones institucionales y tradicionales no debería llevar necesariamente a la conclusión de que vamos a una sociedad sin religión o sin espiritualidad, explica Mar Griera, investigadora en Sociología de la Religión de la Universidad Autónoma de Barcelona.

La verdad es más bien contraria, más que secularización lo que estamos viviendo es una explosión de pluralidad de manifestaciones. Además, la decisión de entrar a formar parte de una determinada tradición religiosa, se está aplazando, entre otras cosas porque no hay necesidad de tomar esta decisión.

Mar Griera participó de un seminario, donde una mesa de experiencias de nuevos espacios religiosos describió iniciativas españolas y promovidas sobretodo por jóvenes: la iniciativa judía-musulmana Salam Shalom, la judía Casal Mozaika y la cristiana Casal Loiola.

Las tres experiencias demostraron que los jóvenes buscan espacios autogestionados, donde se intenta cultivar la propia identidad religiosa a través de la celebración y el encuentro. Las tres personas que hablaron mostraron muchas coincidencias como la dificultad de vivir su fe cuando se trata de expresiones minoritarias. Incluso la cristiana, a pesar de ser la religión mayoritaria, se vive como minorizada en entornos juveniles como la universidad o el trabajo.

Por lo tanto, surge la necesidad de estos espacios nuevos de expresión religiosa, que ya no están relacionados como lo eran en el pasado a los oratorios, las sinagogas o las parroquias. Esta autonomía institucional, les permite ser mucho más diversos y abiertos a la hora de abordar aquellas temáticas que realmente les preocupan.

Fuentes:

“Los mundos juveniles religiosos” de Alejandro Ortiz Cotte (AUSJAL) / Cristianisme i Justícia

Puntuación: 5 / Votos: 1

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

Un pensamiento en “Jóvenes: nuevos espacios y modos de expresar su fe

  • 22 septiembre, 2023 al 10:33 am
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    Muchas gracias por el articulo, de gran ayuda para ir conociendo estos mundos juveniles, más aún luego de la pandemia.
    Saludos.

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