Obispo hace historia y nombra a una mujer al frente de una parroquia

5:00 p m| 29 ene 19 (CRUX/RD).- Menos de dos meses después de haber participado como delegado en la Asamblea del Sínodo de obispos sobre la juventud, que impulsó el liderazgo de las mujeres dentro de la Iglesia (incluso se le describió como “un deber de justicia”), el obispo Frank Caggiano ha establecido un nuevo modelo de liderazgo en una parroquia de Connecticut, nombrando a una mujer como coordinadora de la vida parroquial. Acompaña a la noticia el testimonio misionero de una laica, que por once años fue coordinadora de pastoral del Vicariato de San José del Amazonas, en la selva peruana.

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El nombramiento de la Dra. Eleanor Sauers, que fue anunciado a inicios de diciembre pasado en una carta a los feligreses de una comunidad en Connecticut (EE.UU.), otorga a Sauers la autoridad para tomar decisiones sobre un equipo de sacerdotes que serán responsables del ministerio sacramental.

“Estamos en un momento muy particular en la historia de nuestra Diócesis, y de hecho, dentro de nuestra Iglesia”, escribió Caggiano a los feligreses. “Al viajar por todo el condado de Fairfield (Connecticut), ha sido evidente que muchos laicas y laicos están buscando nuevas formas de servir a sus parroquias y, en colaboración con el clero, crear comunidades vibrantes y prósperas”, escribió el obispo Caggiano a los fieles de la iglesia de St. Anthony of Padua en Fairfield para anunciarles el nombramiento de la Dra. Eleanor W. Sauers como Coordinadora de Vida Parroquial.

“Mi decisión de pedirle a Eleanor que asuma este modelo del ministerio, el primero de su estilo para una laica en esta diócesis, está basada en varios factores”, explica en su carta el obispo Caggiano. El prelado señala, entre otras cosas, su “profundo agradecimiento” por el trabajo que ya ha realizado esta mujer en la parroquia y “el precedente en otras diócesis alrededor del país para este modelo de liderazgo pastoral”. “El papel de Coordinadora de Vidal Parroquial está apoyado en la ley canónica”, precisa Caggiano, a la vez que explica que “trabajando con un equipo de sacerdotes que proporcionará los ministerios sacramentales en St. Anthony, Eleanor tendrá poder decisorio en la parroquia”.

Sauers, quien obtuvo su licenciatura en el Emmanuel College (Boston) y una maestría y un doctorado en Filosofía en la Escuela de Posgrados en Religión y Educación Religiosa de la Universidad de Fordham, ya había asumido un papel de liderazgo dentro de la parroquia después de la muerte prematura de su ex pastor, quien falleció a la edad de 59 años en marzo.

Las responsabilidades de Eleanor, continúa el obispo, serán las mismas que las de cualquier cura o diácono administrador: las de “trabajar con la comunidad parroquial para desarrollar y fomentar su visión y misión pastoral”. Un trabajo para el que, recuerdo Caggiano, la “formación y experiencia” de Eleanor “le hacen profesional, académica y espiritualmente preparada”.

En un evento de Teología “Theology on Tap” el mes pasado en Washington, D.C., reflexionando sobre el Sínodo sobre Jóvenes, Fe y Discernimiento Vocacional, se le preguntó a Caggiano cómo implementaría el llamado del Sínodo para la inclusión concreta de las mujeres en el liderazgo de la Iglesia. Dijo en ese momento que esperaba hacer un anuncio en las próximas semanas para nombrar a la primera mujer que dirigiera una parroquia dentro de su diócesis.

Caggiano fue uno de los seis obispos de los Estados Unidos que sirvieron como delegados durante el Sínodo de Octubre en Roma. “La ausencia de voces y puntos de vista de las mujeres empobrece la discusión y el camino de la Iglesia, restando una valiosa contribución al discernimiento”, declaró el documento final del Sínodo. “El Sínodo recomienda sensibilizar a todos sobre la urgencia de un cambio ineludible”, prosiguió.

 

Dominik Szkatula: “Estoy convencida que las mujeres son capaces de estar al frente de una comunidad”

Durante mucho tiempo, la misión fue vista como algo propio de la vida religiosa, de curas y monjas. Que un laico dedicase su vida a la misión resultaba extraño para mucha gente. Por eso, podemos decir que Dominik Szkatula es una pionera, alguien que rompió esquemas, cuando en 1982, con 24 años, dejó su Cracovia natal para seguir una vocación y comenzar una vida diferente en la Amazonía peruana.

En el Vicariato de San José del Amazonas, en la frontera con Colombia y Brasil, Domi, como es conocida por la gente, ha trabajado en diferentes parroquias, acompañando a enfermos de lepra y realizando un trabajo pastoral tanto en el Río Amazonas como en el Napo, donde se encuentra actualmente, junto al pueblo kichwa. Ella vive en Angoteros, un pueblo de unas dos mil personas, desde donde acompaña otras 36 comunidades hasta la frontera del Napo con Ecuador.

Hoy en día se habla mucho de protagonismo femenino en la Iglesia católica, algo que no es novedad en el caso de la misionera polaca, pues durante once años fue coordinadora de pastoral del Vicariato, lo que en otros lugares es llevado a cabo por el Vicario de Pastoral, algo que ella misma reconoce que “causaba muchas preguntas, sobre quién me lo había asignado, no como una desaprobación, sino algo que causaba una agradable noticia”. En ese sentido, ella es clara cuando afirma que “estoy convencida que las mujeres son capaces de estar al frente de una comunidad”.

Su trabajo actual es visitar las comunidades, ir donde nadie quiere ir, lejos, en lugares abandonados por el estado peruano, donde muestra la cercanía de Dios y de la Iglesia con esta gente, que la dice, “Domi, tú eres nuestra”, algo que reconoce como “el momento más placentero que he sentido en mi vida”.

Por eso, Dominik Szkatula, afirma que el futuro Sínodo puede lograr dar un impacto, que “ojalá que cale en el mundo, porque no hay conciencia que de la Amazonía vivimos todos, y es una fuerza vital, no sólo en cuanto fauna, flora, agua, sino en cuanto al modo de vivir de la gente, más sencilla, sin apuros, sin acumular”.

-¿Cuál es su trabajo en las comunidades?

Desde hace mucho tiempo el Vicariato tiene una apuesta en temas de defensa de la Amazonía. Nadie defiende nada si no lo ama, entonces el rescate de la identidad indígena, amazónica, la educación integral, en relación con todos los aspectos de la vida, las alianzas.

Mi trabajo concreto es la itinerancia en las comunidades que nadie visita, nosotros, la Iglesia, muy poco. Intento hacerlo todo lo que puedo, viajar, visitar las comunidades que tienen derecho al Evangelio, al encuentro, a la información, porque la información es lo primero que falta.

Ir donde nadie quiere ir, lejos, dentro del monte. No me siento ninguna heroina, pero creo que puedo hacerlo, es una vocación. Llevando temas que vamos compartiendo en la asamblea vicarial, una vez al año, que es una reunión de inspiración, un nuevo Pentecostés, que nos invita a trabajar después esos temas en las comunidades.

No sólo en las sedes de las dieciséis parroquias, sino también en las comunidades en los ríos, pequeñas, algunas más numerosas, donde podemos contar entre treinta a noventa comunidades en cada parroquia, que es mucho.

Son viajes que cuestan mucho dinero en combustible, son muy exigentes, en lugares donde no hay luz, no hay internet, no hay señal de celular, donde hay una vida muy virgen todavía y donde el pueblo considera nuestra visita como fiesta, no todos, pero sí, es una fiesta.

A veces es una sorpresa para ellos, y preguntan cómo es que hemos llegado hasta allí, pero es que no siempre conseguimos avisar a la comunidad a la que vamos a llegar, la comunicación en el río no siempre es fácil y se reúnen cuando llegamos.

-¿Cuáles son las problemáticas que viven esas comunidades?

Principalmente es una total ausencia del estado, despreocupación total, peruanos abandonados a su suerte. El nivel de educación no hay ni lo que hablar, falta de profesores. Cuando viajo, ya encontré varias comunidades indígenas que no han tenido profesor en todo el año. No hay control, nadie va a ir, no tienen recursos, no tienen gente. En todas las partes hay escuela, más o menos, de madera, de cemento, pero faltan profesores, que es el primer instrumento de la educación, esto es muy penoso.

En la cultura kichwa hay mucho apego a los compadres, en sí en América Latina, el compadre significa mucho más que en nuestros países, el compadre y la comadre es una vinculación como de sangre. Ese es el primer motivo para bautizar a su hijo, ellos me dirán que lo bautizarán para que su hijo sea Hijo de Dios, para que yo me complazca, pero en realidad lo utilizan para conseguir una familia amplia, para conseguir compadres, que son algo sagrado.

Ellos se hacen compadres del profesor, con lo que si no está, es muy difícil que le vayan a denunciar. Otra cosa es que sabiendo que son muy abandonados, que nadie va a ir allá, no se arriesgan a ninguna denuncia. El profesor es un poco como un chamán, como el cura, algo que en esos pequeños pueblos les defiende, les da seguridad.

-¿Es difícil ser misionera laica durante tanto tiempo en la Amazonía?

De un lado es muy hermoso porque, con perdón y que no se ofendan los sacerdotes, ni las religiosas, creo que somos más cercanos, nuestra manera de ser es más cercana a la gente. Para mí, el momento más placentero que he sentido en mi vida, es cuando la gente en algún encuentro, llevo treinta y seis años, me dicen, Domi, tú eres nuestra, algo precioso.

No lo dicen porque tengo plumas, no porque yo voy a pintarme, porque es algo ridículo y sólo va a parecer una cosa de circo, sino por compartir, identificarse con sus problemas, con sus alegrías, con sus luchas, con sus esperanzas, vivir en medio de manera natural, no sentirme mejor, superior. Fue precioso que me lo dijeran, y eso lo guardo como un regalo.

En cuanto a la situación de la estructura de la Iglesia, claro que somos las últimas ruedas del carro, eso no cambia. El obispo es el obispo, sacerdotes, a veces se nos quiere decir, lo que es una cosa muy penosa, pero estamos aquí, los misioneros laicos, para preparar el camino para los sacerdotes.

Se sueña que va a haber, yo creo que no va a haber tanto como se está soñando, que van a venir en masa, pero yo no lo creo. Si alguien lo sueña en la jerarquía de la Iglesia, y piensa que nosotros los laicos somos los que preparan el camino, no más, para que vengan estos sacerdotes, religiosos, religiosas, ¿y nosotros después?

No podría decir exactamente el artículo de Aparecida, que dice que todos tenemos una vocación plena, los sacerdotes tienen una vocación plena en su vocación, y las religiosas, y los laicos tienen una vocación plena. Los animadores, los catequistas, ellos hacen una autentica labor pastoral, y no es para tapar huecos.

ENLACE: Puede leer aquí la entrevista completa, publicada en Religión Digital.

 

Fuentes:

Crux / Religión Digital

Puntuación: 5 / Votos: 1

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