Papa Francisco: “No tengan miedo de la unidad”

2:00 p m| 11 oct 17 (RV/BV).- Uno de los momentos más coloridos de la Visita Pastoral del papa Francisco a Bolonia fue el encuentro con los estudiantes y el mundo académico que tuvo lugar la tarde del domingo 1 de octubre, en la Plaza San Domenico de esta ciudad conocida como “la docta” debido a su prestigiosa universidad, que durante siglos ha educado y transmitido conocimientos a ciudadanos de todo el mundo.

“No podía venir a Bolonia sin encontrarme con el mundo universitario”, afirmó el Papa, que luego ha recordado la tradición de casi 2000 años de la ciudad siendo el “laboratorio de humanismo” que supone la universitas latina, que invita a “elevar el ánimo al conocimiento y a desarrollar la investigación juntos, estimulando y competiendo los bienes e intereses comunes”, puesto que busca incluir y no excluir.

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Tras ser recibido por el rector de la Universidad, el señor Francesco Ubertini, en un ambiente de gran entusiasmo y expectación por parte de cientos de estudiantes, el Santo Padre dirigió un profundo discurso marcado por el carácter universal y humanístico propio de la institución universitaria, “que nunca tiene miedo de incluir a todos y que no puede vivir sin elevar el espíritu del conocimiento a lo mas alto”.

“El Alma Mater de ustedes y de toda universidad está llamada a buscar aquello que une. La acogida que proporcionan a estudiantes provenientes de contextos difíciles y lejanos es una linda señal. Que Bolonia, encrucijada secular de encuentros, diálogos y relaciones; y en tiempos recientes cuna del proyecto Erasmus, ¡pueda cultivar siempre esta vocación!”, dijo el Papa recordando que la Universidad en Europa tiene sus raíces más profundas en el humanismo, al cual también las instituciones civiles y la Iglesia han contribuído desempeñando roles distintos.

Teniendo en cuenta este “espíritu académico que une”, el Obispo de Roma propuso tres derechos totalmente actuales y ligados al “saber universal”:

En primer lugar el derecho a la cultura: el cual además de llevar implícito el “derecho al acceso a la educación”, significa también “tutelar el conocimiento, haciendo que sea humano y al mismo tiempo humanizante”, con el fin de que el estudio sirva para “cuestionarnos preguntas que busquen el sentido de la vida, sin dejarnos anestesiar por la banalidad”. “Esta es la gran tarea de ustedes: responder a los estribillos paralizantes del consumismo cultural, con elecciones dinámicas y fuertes, con la cúsqueda, el conocimiento y el compartir”, afirmó el Pontífice alentando a “sacar afuera lo mejor de cada uno para el bien de todos y poniendo en guardia sobre los riesgos de caer en una pseudocultura que descarta al ser humano”.

En segundo lugar, Francisco habló sobre el derecho a la esperanza que es el derecho a no ser ser invadidos cotidianamente de la retórica del miedo y del odio, a no ser sometido por las frases hechas del populismo o por la proliferación inquietante y provechosa de las “falsas noticias”. “Es el derecho para ustedes jóvenes, a crecer libres sin miedo al futuro, a saber que en la vida existen realidades bellas y duraderas, por las cuales vale la pena jugársela”, recalcó el Papa, añadiendo que la crisis que vivimos actualmente, es también una oportunidad, un desafío a la inteligencia y libertad de cada uno, que debemos aprovechar para convertirnos en “artesanos de esperanza”. ¡Qué lindo sería que las aulas de universidad fueran “canteras de esperanza”!, dijo Francisco.

Por último, el Sucesor de Pedro destacó el derecho a la paz; un derecho y al mismo tiempo deber, que está inscrito en el corazón de la humanidad, ya que la unidad prevalece sobre el conflicto (Evangelii gaudium, 226). “No tengan miedo a la unidad”, pidió Francisco, recordando que este año se celebró el 60° aniversario de la firma de los tratados de Roma, que dieron inicio a la unidad europea custodiando así el derecho a la paz, tras dos guerras mundiales y la atroz violencia de pueblos contra pueblos.

Asimismo, el Obispo de Roma puso como ejemplo de lucha en favor de la Paz al Papa Benedicto XV, quien fuera también Obispo de Bolonia y que hace 100 años, definió a la guerra como “una inútil masacre” en una carta dirigida a los jefes de las partes beligerantes, firmada el 1 de agosto de 1917.

“La historia enseña que la guerra es siempre una inútil masacre”, reiteró el Santo Padre indicando que la Iglesia no puede permanecer neutral frente al mal que se comete, pero debe ir siempre encaminada hacia la paz.

Para concluir, el Papa señaló algunos retos para la Institución Universitaria, presente en la sociedad para garantizar el estudio de los derechos de todos, evitando los conflictos violentos: confirmar los derechos de las personas y de los pueblos, especialmente de aquellos más débiles, de los que son descartados y defender los derechos de la creación, nuestra casa común.

“No hagan caso a quienes dicen que luchar por ésto es inútil y que nada cambiará. No se acontenten con sueños pequeños, sino que sueñen a lo grande. También yo sueño”, dijo Francisco, pero “no sólo mientras duermo porque los sueños grandes se hacen con los ojos abiertos, llevándolos delante de la luz del sol”.

“Renuevo con ustedes el sueño de un nuevo humanismo europeo, para el que hace falta tener memoria, coraje, y una sana y humana utopía”; prosiguió el Pontífice, “el sueño de una Europa madre que respeta la vida y ofrece esperanza de vida, de una Europa donde los jóvenes respiran el aire puro de la honestidad, aman la belleza de la cultura y de una vida simple, no contaminada por las infinitas exigencias del consumismo; en la cual casarse y tener hijos es una responsibilidad y una alegría grande, no un problema derivado de la falta de trabajo suficientemente estable. (Discurso con motivo de la entrega del Premio Carlo Magno, 6 de mayo 2016).

Sueño una Europa “universitaria y madre” que, conocedora de su cultura, infunda esperanza a sus hijos y sea instrumento de paz para el mundo”, concluyó el Papa.

 

En Bolonia el Papa va al encuentro de pobres y migrantes

La primera actividad pública del Santo Padre en Bolonia (el 1 de octubre) fue su visita al Centro Regional de acogida de via Mattei donde se encontró con los jóvenes norafricanos que aquí reciben alojamiento y servicios de atención tras desembarcar en las costas italianas.

En el Centro Regional de acogida -que antiguamente era un lugar de detención en el que se procedía a la identificación y expulsión de los ciudadanos que ingresaban en Europa de modo ilegal- unos mil emigrantes huéspedes esperaban al Papa.

El Obispo de Roma destacó que muchos no los conocen y los temen, lo que les hace sentir que tienen el derecho de juzgarlos, haciéndolo con dureza y frialdad, creyendo que ven bien. Sin embargo, el Papa dijo que “no es así”. Puesto que “sólo se ve bien con la cercanía que da la misericordia”. Sin la misericordia – añadió – “el otro permanece un extraño, incluso un enemigo”, que “no puede llegar a ser mi prójimo”.

ENLACE: Encuentro con los migrantes y con el personal del Hub regional de Bolonia

Después de rezar el Ángelus, Francisco se dirigió a la Basílica de San Petronio en la misma Bolonia, pasado el mediodía, para almorzar con un numeroso grupo de pobres, refugiados y detenidos que lo esperaban con gran entusiasmo para compartir juntos “mesa y charlas”. El interior de la Iglesia fue preparado para la ocasión a modo de comedor para disponer de espacio para todos los que participaron en el almuerzo.

“Ustedes están al centro de esta casa, la Iglesia los quiere al centro”, dijo el Papa. “La Iglesia es de todos y especialmente de los pobres. Estamos todos invitados, por la gracia. Es un misterio de amor gratuito de Dios, que nos quiere para Él, no por nuestro mérito sino por su amor”. Recordando que Jesús “no despreció ni descartó jamás a nadie, el Obispo de Roma señaló que todos podemos dar y al mismo tiempo recibir algo”.

ENLACE: Almuerzo de solidaridad con pobres, refugiados y presos

Finalmente, la visita de Francisco a Bolonia concluyó con la celebración de una misa en el estadio Dall’Ara. En su homilía resaltó que la clave del pecado está en arrepentirse, haciendo hincapié en que no existe una vida cristiana con reglas fijas, construida científicamente en la cual basta con cumplir algunas normas para tranquilizar la conciencia.

La vida cristiana “es un camino humilde de una conciencia que nunca es rígida y siempre está en relación con Dios, que sabe arrepentirse y confiarse a Él en su propia pobreza, sin presumir nunca de bastarse por sí misma”. Y para ayudarnos en ese camino de encuentro hacia el equilibrio espiritual el Vicario de Cristo sugirió tener en cuenta las tres “P”: La Palabra, el Pan y los Pobres, como alimento- base para fortalecer nuestra fe.

ENLACE: Homilía del Papa en Bolonia: “La Palabra, el Pan y los Pobres: las tres P de referencia para el cristiano”

 

Fuentes:

Radio Vaticano / Vida Nueva / Web de la Santa Sede

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