Mons. Delpini nuevo arzobispo de Milán: “Soy inadecuado, necesito ayuda, escucharé a todos”
9:00 a m| 12 jul 17 (VI/VN/BV).- Una de las mayores y más importantes diócesis del mundo tiene nuevo arzobispo. Es el actual vicario general Mario Delpini, que cumplirá 66 años al final de este mes. Lo anunció en la capilla de la curia ambrosiana el cardenal Angelo Scola, que deja el puesto para convertirse en administrador apostólico de la diócesis. Delpini asumirá el 24 de septiembre.
Desde las primeras palabras que pronunció, Delpini reveló algo sobre sí: “Necesitaré la ayuda de todos, los voy a escuchar mucho y haré lo posible para que todo el mundo tenga la palabra”. Con esta humildad y apelando a la colegialidad se ha presentado el 144º obispo de Milán ante sacerdotes, religiosos y fieles.
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Después del anuncio, el cardenal Scola trazó un breve perfil de su sucesor y recordó que: “se ha ocupado de cuestiones de administración e incluso de cuestiones delicadas, de cuya importancia a menudo la mayoría no se entera. Monseñor Delpini es un hombre de oración, que vive ascéticamente y en gran pobreza. Prioriza lo esencial de la fe y conoce a los sacerdotes muy bien. Es infatigable visitando las parroquias —continuó el cardenal— con una gran capacidad de diálogo”.
“Ha afrontado situaciones muy diferentes, incluidas la pobreza y la exclusión”. Scola después hizo público su agradecimiento al Papa: “El Santo Padre me dijo que no tenía prisa, pero yo le pedí que nombrara a mi sucesor para evitar los peligros de un estancamiento en una diócesis tan compleja y articulada. El Papa acogió esta petición mía y le estoy muy agradecido”.
Después tomó la palabra el nuevo arzobispo Delpini: “A pesar del elogio que acaba de hacer Su Eminencia me siento inadecuado para la misión encomendada, pero agradezco al santo padre, agradezco al cardenal Scola que por lo que sé animó y aprobó esta decisión. Pero siento antes que nada que no soy adecuado. Y se ve desde el nombre: después de nombres solemnes como Angelo, Dionigi, Giovanni Battista, Carlo Maria, Alfredo Ildefonso, ahora ustedes dirán: ‘Llega Mario, ¿qué tipo de nombre es?’ Es el que me dieron mi mamá y mi papá”.
Y Delpini continuó indicando que no solo él se siente inadecuado: “Toda mi vida he estado aquí, no podré ser una sorpresa. Creo que los que me conocen dirán: ‘Sí, es un buen hombre, pero ¿arzobispo de Milán? ¡No sé si estará a la altura!’. He participado y he tomado muchas decisiones que han marcado la vida de las personas y de las instituciones. Y cuando se toman decisiones, al no tener el don de la infalibilidad, algunas habrán sido equivocadas y no habrán gustado. Me gustaría pedir que no se queden atrapados en el resentimiento, pido perdón por decisiones no lo suficientemente atentas a las personas. Pido volver a empezar con benevolencia, para mostrar una Iglesia unida, alegre, dispuesta a la confrontación y también aceptando que luego haya alguien que tenga que decidir”.
El nuevo arzobispo también habló sobre la Iglesia ambrosiana y la ciudad: “Para la Iglesia de Milán se necesitaría un arzobispo santo, mientras yo, lo comprendo, soy un mediocre, un buen hombre pero mediocre. Se nos pide rezar por la Iglesia y el arzobispo, que demos testimonio de esa santidad de pueblo y de esa laboriosidad generosa que existen en Milán. Y si luego pienso en los desafíos que la ciudad, la metrópolis, la región tienen que afrontar, en toda la innovación, la cultura e inteligencia que hay, se necesitaría un obispo que sea un genio”.
“Si recuerdo la biografía de mis predecesores (Scola, Tettamanzi, Martini) me quedo un poco aplastado al tomar su herencia. Porque en estos años yo he escrito algunas tonterías, historias para niños. Necesitaré consejos, confrontarme con los teólogos y académicos de Milán para interpretar el tiempo en el que vivimos y el futuro que nos espera”.
El nuevo arzobispo de Milán también respondió a tres preguntas de los periodistas que estaban presentes durante el anuncio del nombramiento. La primera fue: “¿Qué don le pide al Espíritu Santo? Y, ¿se mudará a este palacio?”. “Pediría para esta diócesis y para la sociedad civil —respondió Delpini— el don de la alegría. Me parece que es una de las resonancias más normales del Evangelio: me parece que el Papa ha insistido justamente en ese mensaje que considera central. Con el Evangelio viene la alegría, Evangelii gaudium, porque nosotros los milaneses somos buenos, eficientes, pero a veces hay nerviosismo, impaciencia, quejas. Le pido al Espíritu Santo el don de la alegría. En cuanto al palacio, por ahora todavía vive en él el cardenal, y yo no tengo intención de hacer mudanzas. Luego lo pensaré, porque el elogio que ha entretejido Scola incluía también la expresión de que yo vivo en extrema pobreza. Pero no vivo bajo un puente, por lo que no tengo urgencia para entrar al palacio”.
La segunda pregunta fue: “¿Qué le gustaría decirle a los fieles milaneses?”. “Papa Francisco, eligiendo al vicario general de la diócesis, quiere aconsejar una continuidad con los predecesores y con el cardenal Scola. Yo creo que tendremos que seguir por el mismo camino que han recorrido los obispos que han servido a esta Iglesia. No tengo ningún proyecto pastoral. Algo sí: que todos puedan hablar conmigo, que todos puedan tener voz. Tendré que ser yo quien les escuche, a los que estén de acuerdo y a los que no lo estén, para no tomar decisiones precipitadas. Y luego aprenderemos el oficio”.
Al final, la última pregunta fue sobre los desafíos que hay que afrontar, especialmente el de los migrantes: “Quisiera decir que yo soy un cura, por lo que el mensaje que puedo dar a la ciudad es el de acordarse de Dios, buscar a Dios, vivir la relación con Dios porque estoy convencido de que una ciudad secularizada como la nuestra, que vive en la laicidad, sin la referencia de Dios, no tiene esperanza. Me parece que las primeras palabras que el Papa dijo en las Casas Blancas fueron: ‘Yo vengo como un sacerdote’. Vengo a hablarles de Dios y del Evangelio de Jesús”.
“El primer mensaje que me gustaría dar es este y lo siento como irrenunciable, como siervo del Señor y ministro de la Iglesia. Quisiera que todos tuvieran una esperanza de vida eterna, y la certidumbre de que Dios nos ama y nos quiere felices. Y sobre esto habría que enfocar una convivencia fraterna que no contraponga las religiones como enemigos que se desafían, sino como caminos que ayudan a volver a encontrar las raíces del humanismo. Ninguno de nosotros viene al mundo para morir. Nosotros, para vivir, necesitamos a Dios”.
Análisis y otros datos
Diversos vaticanistas que han reflexionado sobre la llegada de Delpini, aseguran que Francisco mantiene una coherencia cuando se trata de reemplazar o posicionar nuevos obispos. Si bien se podría predecir una continuidad en la forma en que abordan la doctrina, por sus antecedentes Delpini marca una notable diferencia con su predecesor respecto a una de las cualidades más importantes para Francisco: es un sacerdote con “olor a oveja”.
El cardenal Scola presentó su renuncia al Papa hace menos de un año, en noviembre, al cumplir los 75 años, edad canónica prevista para la jubilación de los obispos. De esta manera, el que pudo convertirse en pontífice en el cónclave que dispuso que Francisco tuviera que ocupar la silla de Pedro, “se jubila”, aunque todavía podría participar en un hipotético cónclave hasta que cumpla los 80 años.
Aunque el nombramiento se dio el 7 de julio, se hará efectivo el próximo 24 de septiembre, cuando Delpini tomará posesión. Delpini tiene por delante, como mínimo, nueve años para pastorear la diócesis ambrosiana, que cuenta con cinco millones de católicos, 6000 religiosas, 800 religiosos y 2000 sacerdotes diocesanos. La arquidiócesis recibe el sobrenombre de “ambrosiana” por su fundador, San Ambrosio, quien vivió en el siglo IV. Abarca 4234 kilómetros cuadrados y comprende diversas provincias italianas.
¿Quién es Delpini?
Delpini recibió la ordenación sacerdotal el 7 de junio de 1975, quedando incardinado en la Archidiócesis de Milán. Obtuvo el Grado en Letras en la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán, y la Licenciatura en Teología Patrística en la Augustinianum de Roma.
En 1975 prestó servicio como profesor de Literatura Antigua en Seveso y en el Seminario hasta 1985. De 1985 a 1987 fue profesor de Literatura Antigua en Venegono. Entre 1987 y 1989 estudió en Roma en el Seminario Lombardo.
Entre 1989 y 1993 fue rector del Seminario Liceo de Venegono y fue profesor de la Comunidad Propedéutica y del Biennio Teológico; secretario de la Confederación de Seminarios Lombardos; y rector del Cuatrienio Teológico entre 1993 y 2000.
Del año 2000 al año 2006 desarrolló los cargos de Consultor del Consejo Episcopal Milanés, de delegado arzobispal para las vocaciones y ministerios ordinarios, y rector mayor del Seminario Arzobispal de Milán. Fue Canónigo Honorario del Capítulo Mayor de la Basílica Metropolitana y Miembros del Consejo Presbiteral. De 2006 a 2007 fue vicario episcopal para la Zona Pastoral VI.
Elegido por Benedicto XVI para la sede titular de Stefaniaco y obispo auxiliar de Milán el 13 de julio de 2007, recibió la consagración episcopal el 23 de septiembre de dicho año. Desde 2012 es vicario general de Milán, secretario de la Conferencia Episcopal Lombarda y secretario de la Comisión Episcopal para el Clero y la Vida Consagrada.
Enlaces recomendados:
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Fuentes:
Vatican Insider / Vida Nueva / AICA