El Papa le da poder a la “periferia” de la Iglesia
7:00 p m| 12 oct 16 (LA NACIÓN).- En una nueva medida que cambia radicalmente la geografía del cónclave que elegirá a su sucesor, Francisco profundizó su apuesta por la Iglesia de la “periferia” al crear nuevos cardenales: a partir de ahora, los europeos ya no serán mayoría y tendrá más presencia el sur del mundo. El Papa anunció que el 19 de noviembre, en vísperas del cierre del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, celebrará el tercer consistorio de su pontificado y creará 17 cardenales, 13 de ellos menores de 80 años y, por lo tanto, potenciales electores del próximo papa.
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En línea con los dos anteriores consistorios, Francisco rompió el statu quo. Abandonó la tradición que indicaba que algunas sedes automáticamente recibían el birrete cardenalicio, restringió el número de cardenales de la curia romana y privilegió a pastores “con olor a oveja”.
En otras palabras, Francisco apostó a cardenales con una visión de Iglesia cercana a los más pobres y a las periferias del mundo, para corregir un colegio cardenalicio en los últimos cónclaves predominantemente eurocéntrico e italiano.
“El origen de 11 naciones [de los cardenales electores] expresa la universalidad de la Iglesia que anuncia y testimonia la buena nueva de la misericordia de Dios en cada rincón de la tierra”, dijo el Papa al anunciar su tercer consistorio desde el sagrato de la Plaza San Pedro, al término del Angelus y de una misa solemne por el Jubileo Mariano.
“La inserción de los nuevos cardenales en la diócesis de Roma, además, manifiesta el inescindible enlace entre la sede de Pedro y las Iglesias particulares difundidas en el mundo”, explicó. Al día siguiente del consistorio, el domingo 20 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey, cuando se cerrará el Año Santo de la Misericordia, el Papa concelebrará misa con los nuevos cardenales.
Los cardenales son la máxima jerarquía católica, y cada vez que un papa nombra nuevos miembros del colegio cardenalicio moldea de alguna forma el futuro de la Iglesia.
Dándoles un espaldarazo a sacerdotes en primera línea que enfrentan situaciones de conflicto, designó cardenal a monseñor Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria. Zenari es el único italiano de los nuevos cardenales electores y uno de los tres europeos de esta tercera tanda de príncipes de la Iglesia elegidos por Francisco. Junto con él, fueron designados el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro Sierra, y Jozef De Kesele, arzobispo de Malines-Bruselas, Bélgica.
El Papa también le dará el birrete y el anillo cardenalicio a monseñor Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, capital de la República Centroafricana, ex colonia francesa castigada por años de guerra civil, donde el Papa quiso abrir la puerta santa del Jubileo de la Misericordia, en noviembre pasado. Nzapalainga será el primer cardenal en la historia de la República Centroafricana.
Entre los nuevos purpurados electores también hay tres norteamericanos del ala progresista de la Iglesia de ese país: el arzobispo de Chicago, Blase Cupich; Joseph William Tobin, arzobispo de Indianápolis, y Kevin Joseph Farrell, arzobispo emérito de Dallas, recientemente nombrado al frente del nuevo dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
El ex arzobispo de Buenos Aires nombró además a tres latinoamericanos: Sergio Rocha, arzobispo de Brasilia y presidente de la conferencia nacional de obispos del país; Baltasar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida, Venezuela, y Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalneplanta, México.
En el continente asiático, les concedió el birrete púrpura a dos países que nunca habían tenido un cardenal: monseñor Patrick D’Rozario, arzobispo de Dhaka, Bangladesh, y Maurice Piat, arzobispo de Port-Louis, Mauricio. En Oceanía, finalmente, decidió incluir entre sus principales colaboradores a John Ribat, arzobispo de Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, que también por primera vez tendrá un cardenal.
Porque se “distinguieron en su servicio pastoral”, Francisco también decidió premiar a cuatro sacerdotes mayores de 80 años, sin derecho a voto en un eventual cónclave. Se trata del italiano Renato Corti, arzobispo emérito de Novara, que durante una década fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y a quien Francisco le había pedido escribir las meditaciones del tradicional Via Crucis en el Coliseo de 2015. Anthony Soter Fernández, arzobispo emérito de Kuala Lumpur, Malasia, que se convertirá en el primer cardenal del país; Sebastian Koto Khoarai, obispo emérito de Mohale’s Hoek, Lesotho, que asimismo será el primer cardenal de ese país africano, y el reverendo albanés Ernest Simoni, humilde sacerdote que vivió durante décadas en prisión, fue condenado a muerte y torturado por el régimen de Enver Hoxha, cuyo testimonio había conmovido profundamente a Francisco en su visita a Tirana, en septiembre de 2014.
Con esta tercera tanda de cardenales, Francisco, que cumplirá 80 años el 17 de diciembre, logró cambiar drásticamente la geografía del cónclave que deberá elegir a su sucesor, al volverlo menos eurocéntrico y más acorde con una Iglesia en salida hacia las periferias. Habrá creado 44 de los 120 cardenales electores y se habrá asegurado que, a diferencia de anteriores cónclaves, los europeos ya no sean mayoría, sino más bien los países del sur del mundo.
Francisco nombra a 17 cardenales y “redibuja” el papel de la Iglesia
Recibe la púrpura, con una elección inédita, el nuncio apostólico Mario Zenari, que vive en Damasco y no quiso abandonar a la población bajo las bombas. Con él está el “león de Bangui”, el valiente arzobispo de la capital de República Centroafricana, que desafió a la guerrilla guiando una procesión más allá del “check point” del barrio Km5, bajo el control de las milicias islamistas.
Recibe también la púrpura don Ernest Simoni, un sacerdote albanés de casi 90 años, que permaneció 27 encerrado en los campos de trabajos forzados del régimen comunista. Entre las sorpresas, la ausencia de obispos residenciales italianos en funciones: Francisco incluyó solo al obispo emérito de Novara, Renato Corti, que tiene más de ochenta años.
Cinco de los nuevos cardenales son europeos, cuatro de América del Norte (uno de Estados Unidos y otro de México), dos de Sudamérica, tres de África, dos de Asia y uno de Oceanía. Se confirma una vez más la atención de Francisco por las periferias. había 7 naciones que nunca habían tenido un cardenal: 4 de estas tendrán ahora cardenales electores (República Centroafricana, Bangladesh, Mauricio y Papúa Nueva Guinea), y 3 un cardenal no elector (Malasia, Leshoto y Albania).
Con la elección sin precedentes en las últimas décadas de crear cardenal a un nuncio apostólico y dejarlo en su sede, Francisco pretende premiar a Mario Zenari por no haber querido abandonar a la población siria y por haber logrado dialogar tanto con Assad como con sus opositores. Sorprende la ausencia de purpurados residentes italianos: no obtendrán el birrete rojo los titulares de diócesis que antes se consideraban cardenalicias, como Turín, Venecia, Boloña o Palermo. Pero tampoco otras diócesis, como sucedió en 2014 con el nombramiento del arzobispo Gualterio Bassetti (de Perugia) y en 2015 con el arzobispo Edoardo Menichelli (de Ancona). El Papa considera que, a pesar de su importante historia, Italia ha tenido hasta ahora demasiados cardenales.
Otro dato significativo son los tres nuevos cardenales estadounidenses, después de que tras dos consistorios los Estados Unidos no hubieran visto a sus representantes. El birrete para Farrell, Prefecto del nuevo dicasterio curial, era previsible, debido a su puesto en la Curia. Farrell, moderado, cuando era arzobispo de Dallas, usó palabras muy fuertes contra el candidato republicano Donald Trump en una entrevista con “La Stampa”: “Es un ultraje cuando dice que todos los mexicanos son violadores y traficantes de droga”.
Además de él han obtenido el birrete Blaise Cupich y Joseph William Tobin. En el primer caso, se trata del obispo de una de las diócesis más importantes de los Estados Unidos: Chicago. Un prelado que está en absoluta sintonía con el Pontífice y que nunca había entrado a la rosa de los candidatos para la gran metrópolis del Midwest, a donde lo envió Bergoglio hace dos años. En el segundo caso, la púrpura sabe casi a rehabilitación. Tobin fue alejado de Roma y enviado a Indianápolis después de haber sido durante dos años Secretario de la Congregación para los Religiosos. Era considerado demasiado “suave” con las monjas progresistas estadounidenses.
Es evidente, pues, la voluntad del Papa de promover a obispos capaces de diálogo, que no corresponden con el perfil de los “cultural warriors”, capaces de comprometerse no solo en las batallas públicas “pro-life” o en contra de los matrimonios del mismo sexo, sino también de alzar la voz frente a los problemas de la justicia social y de la inmigración. En septiembre de 2015, durante su viaje a los Estados Unidos, Francisco dijo a los obispos que no usaran un “lenguaje belicoso” y que no se limitaran a “consignas”; por el contrario, los invitaba a “conquistar espacio en el corazón de los hombres”, sin convertir la cruz en “estandarte de luchas mundanas”.
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Fuentes:
La Nación / Vatican Insider