Propuesta de comunidades populares en Brasil ante crisis socio-ambiental
9:00 p m| 24 jun 16 (VN/RD/BV).- Representantes de pueblos indígenas, pescadores, comunidades tradicionales y trabajadores –tanto del campo como de la ciudad– se dieron cita, a principios de junio en Mariana (Minas Gerais), para participar en el Encuentro Brasileño de Movimientos Populares en diálogo con el Papa, con el trasfondo de la crisis medioambiental. También se debatió la postura opositora a las privatizaciones propuestas por el gobierno interino de Michel Temer.
En respuesta a esta realidad se plantea un fortalecimiento de la alianza de las clases populares, convencidos que en Brasil “la democracia siempre fue resultado de la organización y lucha del pueblo”, asumida desde una posición que propone espacios de diálogo “con la sociedad, la cultura, la política y los movimientos”. Un segundo texto reporta la organización y dificultades que atraviesa la región del Río Negro, también en Brasil, donde la población indígena es más del 90%.
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Con un tono profético, la carta suscrita por los movimientos populares y las pastorales sociales denuncia el extractivismo en estos territorios, en detrimento del medio ambiente: “El crimen de la cuenca del río Doce, provocado por la Vale y BHP Billiton, por medio de Samarco, con la connivencia del Estado, es uno de los ejemplos más terribles”.
La elección de Mariana como sede de esta reunión nacional y de Minas Gerais como anfritrión del III Encuentro Mundial, que se celebrará en octubre de 2017 –en continuidad con los de Roma (2014) y Santa Cruz de la Sierra (2015)–, constituye, de hecho, un gesto inédito de solidaridad “con las familias afectadas por el mayor crimen socio-ambiental provocado en 2015 por la minería en Brasil”.
“Ante este cuadro desolador, es extremadamente gratificante experimentar la solidaridad de quienes han venido de tantas partes de Brasil”, agradeció el arzobispo de Mariana, Geraldo Lyrio Rocha, al tiempo que hizo explícita su solicitud de apoyo para que los derechos de las víctimas sean respetados, su dignidad sea reconocida, sus bienes sean resarcidos y su protagonismo sea considerado en la búsqueda de soluciones que respondan a sus legítimos intereses: “Ayúdenos a salvar el río Doce (…), ayúdenos para que continuemos en la lucha y no nos desanimemos ante los obstáculos y la prepotencia”, clamó el prelado.
Detener privatizaciones
Otro de los asuntos debatidos ha sido la actual coyuntura del país, ante la cual “el encuentro brasileño emerge como una luz” que se opone a las privatizaciones propuestas por el Gobierno interino de Michel Temer; y plantea, en su lugar, “el fortalecimiento de la alianza de las clases populares” para resistir a las fuerzas del neoliberalismo, de la fragmentación e incluso de la criminalización de los movimientos sociales, que “ejercen violencias contra pobres, negros, mujeres, jóvenes y LGBT”, amenazando, a su vez, los derechos de los trabajadores.
Convencidos de que “en Brasil la democracia siempre fue el resultado de la organización y de la lucha del pueblo”, los movimientos populares han asumido el desafío de “construir un nuevo proyecto de país, que, además de garantizar tierra, techo y trabajo para todos y todas, con justicia social, esté en sintonía con la Madre Tierra”.
De este modo, en diálogo con el papa Francisco y en sintonía con Laudato si’, se reafirmó que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social; más bien, hay una única y compleja crisis socio-ambiental. La solución requiere un abordaje integral para combatir la pobreza, devolver la dignidad a los excluidos y, simultáneamente, cuidar la naturaleza”.
También el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’, manifestó a través de una misiva enviada desde Roma su apoyo a la causa de la democracia participativa: “Sé que están viviendo un momento crítico en su país. Me viene a la mente una palabra fundamental: democracia. Vale la pena luchar, de forma pacífica y tenaz, por una democracia plena y participativa”.
Asimismo, el cardenal ghanés se mostró favorable a que “las tres ‘T’ –tierra, techo y trabajo– sean respetadas en toda la creación porque son, como señala el papa Francisco, derechos sagrados”.
Por otra parte, Maurício Jardim, presbítero y director de las Obras Misionales Pontificias de Brasil, defiende que “nuestro método es el diálogo, en eso siempre ha insistido el Papa. El diálogo es muy importante en el escenario que estamos viviendo en Brasil”. En declaraciones a Vida Nueva, sostiene que “como cristianos no podemos dejar que las cosas sucedan sin buscar auténticos espacios de diálogo con la sociedad, la cultura, la política y los movimientos”.
Este ejercicio implica la superación de estigmas y la apertura a la alteridad, porque “en el diálogo el pueblo brasileño encontrará caminos, propuestas y soluciones, y es aquí donde el protagonismo de los laicos cobra una particular relevancia, tanto en la misión evangelizadora de la Iglesia como al interior de la sociedad”, concluye Jardim.
Sal y luz en la Iglesia y en la sociedad
Justamente, Cristianos laicos y laicas en la Iglesia y en la sociedad es el título del documento que la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) acaba de publicar en su 54ª Asamblea General.
La participación de los laicos en ámbitos eclesiales y sociales es el tema del último documento del Episcopado brasileño, que invita a los bautizados y a los confirmados a “asumir la responsabilidad de ser sujetos: ¡sal y luz!”, como refiere el secretario general de la CNBB, Leonardo Ulrich Steiner.
El texto, dividido en tres partes, asume implícitamente el método ver-juzgar-actuar, al presentar las esperanzas y las angustias de los laicos en el contexto de la globalización, la identidad y vocación del cristiano laico –discípulo misionero y ciudadano del mundo– y, finalmente, su acción transformadora tanto en la Iglesia como en la sociedad.
Entre los areópagos modernos que reclaman el protagonismo de los laicos, Cristianos laicos y laicas en la Iglesia y en la sociedad prioriza la familia, el mundo de la política, de las políticas públicas, del trabajo, de la cultura y la educación, de las comunicaciones y del cuidado de nuestra casa común.
Fortalecer el movimiento indígena en Brasil se ha convertido en una urgencia
No corren buenos tiempos para los indígenas brasileños. A la nueva coyuntura política por la que el país pasa, con un gobierno formado por gente que representa a colectivos que en repetidas ocasiones han manifestado su deseo de acabar con aquello que, siendo derechos adquiridos en muchas jornadas de lucha, ellos consideran privilegios indígenas, se une la persecución abierta que éstos sufren y que esta semana ha provocado que, una vez más, un indígena haya sido asesinado.
En muchas regiones de Brasil los indígenas no pasan de pequeños grupos, hostigados por la presión de los grandes terratenientes y los detentores del poder económico, y que viven en condiciones totalmente precarias y en algunos casos inhumanas. En la Región del Río Negro la población indígena supera el 90%, lo que podría llevarnos a hacer una lectura diferente de la realidad. A pesar del alto porcentaje poblacional indígena las condiciones de vida, sin llegar a los extremos de otros lugares, no podemos decir que sean ideales, ni mucho menos.
La FUNAI, Fundación Nacional del Indio, por sus siglas en portugués, es el organismo que en su día creo el gobierno brasileño para cuidar de todo lo que hace referencia a los pueblos indígenas, aunque diversas fuentes señalan que está con los días contado. El Coordinador Regional de la FUNAI en la Región del Río Negro, Domingos Barreto, reconoce que existen muchos sentimientos anti-indígenas en los espacios de decisión gubernamentales y que la FUNAI no ha avanzado mucho en los últimos años, pues se ha dejado llevar por una relación demasiado paternalista con los indígenas.
En su opinión, la FUNAI ha pasado por diferentes momentos a lo largo de su historia, en algunos tuvo como objetivo vigilar a los indígenas, a quienes consideraba incapaces de construir su propia historia, nada más lejos de la realidad conociendo el modo de vida de los 23 diferentes pueblos del Río Negro y de otras regiones del país.
El propio coordinador regional reconoce en la FUNAI la falta de preparación para conversar con los pueblos indígenas y el distanciamiento del gobierno brasileño para con ellos, lo que se traduce en una falta de interés en escuchar a los indígenas y creer en lo que ellos sueñan y quieren desarrollar en los territorios indígenas.
Ante esta situación, fortalecer el movimiento indígena se ha convertido en una urgencia. Como ejemplo de que las organizaciones indígenas del Río Negro no quieren quedarse de brazos cruzados sirva la asamblea de la COITUA, Coordinación de Organizaciones Indígenas del Tiquié, Uaupés y Afluentes, por sus siglas en portugués, que ha tenido lugar de 15 a 18 de junio en Parí Cachoeira, distrito de São Gabriel da Cachoeira, con delegados de más de 65 comunidades indígenas que viven en el extremo noroccidental brasileño, en la región fronteriza con Colombia.
La COITUA es una de las cinco coordinaciones en que está dividida la FOIRN, Federación de Organizaciones Indígenas del Río Negro, por sus siglas en portugués, que desde 1987 lucha por los derechos indígenas en la región y que actualmente engloba más de 90 asociaciones, en las que se engloban cincuenta y cinco mil indígenas, un 10% de la población indígena brasileña.
El tema de reflexión de la asamblea ha sido: “Movimiento Indígena del Río Negro. Desafíos y Perspectivas”, teniendo como punto de partida la necesidad de fortalecer el movimiento indígena, dando así continuidad a una lucha que se perpetúa en el tiempo y que tiene que llevar a la sociedad brasileña a tomar conciencia de la necesidad respetar a los indígenas como ciudadanos.
Valorar lo que siempre ha formado parte de la vida indígena, y que constituye el patrimonio cultural de estos pueblos, es una necesidad que va a ayudar a afirmar la identidad y construir el futuro, a pesar de las dificultades a las que los indígenas se enfrentan, lo que se manifiesta en la paralización por la que pasa el Estatuto del Pueblo Indígena o el Proyecto de Enmienda Constitucional, PEC 215, que amenaza con acabar con los derechos indígenas conquistados a lo largo de décadas de lucha.
La asamblea ha constatado la necesidad de no olvidar los conocimientos tradicionales, que deben ser practicados en las comunidades y enseñados en las escuelas, así como de una correcta gestión ambiental del territorio a partir del cuidado de los diferentes recursos, que haga posible la creación de un plano de vida que permita la implantación de la espiritualidad del Bien Vivir.
Los indígenas son conscientes de la necesidad de conseguir la autonomía económica, así como de una buena organización política que les lleve a tener representantes en las diferentes esferas institucionales y que fortalezca la creación de políticas públicas en las que los indígenas sean incluidos y haga posible un diálogo de igual para igual entre los pueblos indígenas y el gobierno brasileño. Como ejemplo de la falta de organización actual a nivel político podemos citar el hecho de que en un municipio donde la población indígena supera el 90% sólo hay dos concejales indígenas en la cámara municipal.
La COITUA, y la FOIRN en general, han conseguido avances en sus años de existencia, permitiendo que los pueblos indígenas hayan podido disfrutar de proyectos que han ayudado a crear elementos de desarrollo sustentable y que se organicen como movimiento social. Pero no todo son buenas noticias, pues los indígenas han pasado y continúan pasando por gravísimos problemas, fruto de una herencia social marcada por los prejuicios contra ellos. A esto se une la dificultad para crear proyectos de desarrollo que generen renta y las grandes distancias con los grandes centros urbanos, lo que deja más precarias las condiciones de vida.
Una de las preocupaciones entre muchos de los presentes es el futuro del movimiento indígena, pues se constata que es necesaria una mayor implicación de la juventud. Son pocos los jóvenes que se interesan en el conocimiento de aquello que es específico del universo indígena.
Para paliar esta situación es necesario que desde las propias comunidades, escuelas, iglesias… se promueva un mayor conocimiento de estas realidades, que ayude a valorarlas, especialmente por parte de los más jóvenes, como elemento que promueva la conservación de todo lo que envuelve el mundo indígena.
No podemos dejar de constatar algunos elementos que provocan divisiones entre los pueblos indígenas y se han dejado ver de una u otra forma a lo largo de la XII Asamblea de la COITUA. La gran variedad de pueblos indígenas en la región hace que los intereses no siempre coincidan, lo que provoca un debilitamiento en el propio movimiento indígena y que debe ser elemento de debate dentro de las diferentes organizaciones de los que estos pueblos forman parte.
Estas divisiones, que tampoco pueden ser calificadas como graves, son superadas en los momentos de fiesta tradicional y confraternización, en que la alegría natural de estos pueblos aparece espontáneamente y las carcajadas resuenan, en cuanto la bebida tradicional, hecha con yuca fermentada y conocida como caxiri va pasando de unos para otros. Es la fiesta indígena, que trae alegría para quienes no siempre pueden sonreir.
Fuente:
Revista Vida Nueva / Religión Digital