República Centroafricana: ONGs cristianas y musulmanas unidas para promover la paz

1:00 p m| 25 may 16 (AGENCIAS/BV).- Bajo el nombre de “Colaboración interconfesional para la consolidación de la paz en la República Centroafricana” se estableció un proyecto común promovido por los representantes de las religiones más importantes del país. Además recogemos declaraciones del nuncio Franco Coppola, quien explicó el rol de la Iglesia en la reconstrucción del país, no solo material sino de los vínculos humanos y espirituales: “Ahora hay que volver a descubrir lo que es ser hijos de la misma tierra, que no tienen ninguna razón para combatir y destruirse recíprocamente, sino para construir juntos una casa que habitar”. Finalmente compartimos el testimonio de un exsacerdote misionero -con más de 30 años viviendo en África-, que transmite su percepción de lo vivido en los últimos meses, entre el proceso de transición política, las primeras semanas del nuevo presidente y el impacto de la visita de Francisco, seis meses después.

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“Colaboración interconfesional para la consolidación de la paz en la República Centroafricana (CIPP)”. Este es el nombre de un proyecto común financiado por un grupo de ONGs cristianas y musulmanas para apoyar el proceso de pacificación en el país africano, que está dando grandes pasos para salir de la guerra civil.

El CIPP es promovido por la plataforma interreligiosa para la paz en la República Centroafricana, fundada en 2013 por representantes de las tres religiones más importantes del país: el arzobispo católico de Bangui, mons. Dieudonné Nzapalainga, el presidente del Consejo islámico centroafricano, el imán Oumar Kobine Layama, y el presidente de la Alianza Evangélica, el pastor Nicolas Guérékoyaméné-Gbangou. Además participan el Catholic Relief Service (CRS), el Islamic Relief Worldwide y las asociaciones World vision y Aegis Trust. “Por primera vez, los socios apoyarán un proyecto de cinco años de duración, una cosa nunca antes hecha”, declaró mons. Nzapalainga.

La iniciativa recibió un financiamiento de 7 millones de dólares de la Agencia estadounidense para el desarrollo (USAID), que se suman a otros 4 millones que han donado benefactores. El programa tiene tres objetivos estratégicos: reforzar la capacidad de las instituciones centroafricanas para que se conviertan en promotoras de cohesión social; el desarrollo económico de los estratos más pobres de la población -el apoyo a las víctimas de la violencia-, y la educación a la paz.

El proyecto fue presentado en Bangui el pasado 13 de mayo con la proyección de una entrevista a los tres líderes de la plataforma interreligiosa para la paz, que afirmaron que la crisis centroafricana no es confesional, como a menudo la presentan, sino politica y social.


La Iglesia, protagonista de la reconstrucción centroafricana

“El enfrentamiento solo ha traído destrucción y muerte, la violencia no ha resuelto ninguno de los problemas que ya existían: todavía están todos ellos, pero agudizados porque el país está destrozado, y la gente se da cuenta de esto, por lo que eligió confiar en la democracia”, explicó el arzobispo Franco Coppola, desde hace dos meses nuncio apostólico en el país. “La sorpresa que llegó con la visita del Papa, a finales de noviembre —continuó— fue ver qué tanto quería cambiar página la población y construir un país con base en esta fraternidad nuevamente descubierta”.

Mientras la atención de la comunidad internacional se fija en el cambio político y en la estabilización de las instituciones, mons. Coppola recuerda que es también necesaria le reconstrucción de los vínculos humanos y espirituales: durante la guerra las dos grandes religiones del país (el islam y el cristianismo) también fueron utilizadas como arma para movilizar a las facciones armadas. “Ahora hay que volver a descubrir lo que se es —indicó el arzobispo—, es decir hijos de la misma tierra que no tienen ninguna razón para combatir y destruirse recíprocamente, sino para construir juntos una casa que habitar: y esta es una obra que la Iglesia hace suya”.

Pero será todavía arduo el trabajo de los religiosos, guiados por el arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, quien durante el conflicto armado se convirtió en un punto de referencia para los que no cedieron a las lógicas de la división.

“Se trata de trabajar con las personas, con las almas —recordó el nuncio—, por lo que los resultados no se podrán obtener de la noche a la mañana, pero este debe ser el primer compromiso”. Las instituciones religiosas, especificó el prelado, “con su presencia en todo el territorio, tal vez son la única realidad capaz de indicar las necesidades, de llamar al atención de las autoridades y de la comunidad, mostrando cuáles son las situaciones sobre las que hay que intervenir”.

Para la Iglesia también será un esfuerzo para “ser coherente con estas palabras, vivirlas todos los días, tomando en consideración a todos los elementos de esta familia que están en mayores dificultades, para poder ayudarlos: la atención por el bien común no equivale a dar a cada uno lo mismo, sino hacerlo proporcionalmente a las necesidades”, añadió Coppola.

Por ello la reconstrucción espiritual va de la mano de la reconstrucción material es más, la segunda no puede existir sin la primera (ni viceversa). “Nadie cree que con estas elecciones se acabe la transición —explicó el religioso. Entramos a una nueva fase, pero las instituciones, las reglas, los instrumentos normales del estado están destrozados: no se puede pensar en una vida normal inmediatamente”.

El desarme de las milicias que todavía están presentes en el campo y la normalización de un sistema escolar para todos son las prioridades que indica el nuncio apostólico. Y en estos ámbitos jugarán un papel determinante las autoridades centroafricanas y las agencias internacionales, pero también la Iglesia tiene un papel precioso que jugar: “Tendremos que invitar a todos —concluyó el arzobispo— a vencer la tentación, siempre presente, de encerrarse en un circulo de ‘afortunados’, sin incluir al resto del país”.


Testimonios de José Carlos Rodríguez Soto

Exsacerdote, teólogo y periodista español, con 30 años de experiencia de vida en África.

República Centroafricana: De repente, un hombre bueno en la presidencia

Aunque la República Centroafricana sigue arrastrando graves problemas que tardaran años en solucionarse, desde finales de marzo la situación política de este país va camino de estabilizarse dejando atrás tres años de crisis. Tras ganar las elecciones limpiamente, el nuevo presidente Faustin Archange Touadera tomo posesión de su cargo el pasado 30 de marzo. Tras varios años de ser un político bastante discreto, se ha convertido en un símbolo que despierta esperanza y entusiasmo entre la población, sobre todo por su estilo cercano y humilde, algo no muy frecuente en países africanos.

Touadera fue durante muchos años un profesor universitario de matemáticas, a quien sus alumnos de Bangui recuerdan como un hombre disciplinado y afable con sus estudiantes. Llego a ser rector de la Universidad de Bangui (la única del país). Durante la presidencia de Francis Bozize fue su primer ministro hasta 2013.

Aun lleva poco tiempo en el poder y es pronto para saber si el nuevo presidente centroafricano responderá a las expectativas de sus sufridos electores. Pero de momento los pasos que él y su nuevo gobierno están dando van en la buena dirección. Es la primera vez en la historia de la República Centroafricana que el presidente -y todos los ministros- declaran sus bienes. También es la primera vez que se forma un gobierno en el que no hay ningún representante de grupos armados y en el que todos los ministros tienen un título universitario y un pasado bastante limpio. En los ministerios se insiste ahora en la puntualidad y la eficacia. En su primera reunion de gabinete, Touadera pidio a todos los ministros que antes de dos meses cada uno presente un plan global de cinco años para su área de administracion. Un detalle interesante: hace pocas semanas, el primer ministro, con una delegacion gubernamentel, viajo a Congo Brazzaville para asistir a la inauguracion de Sassou Nguesso. A la vuelta, el tesorero general no dio credito a sus ojos cuando vio que la delegacion devolvio todo el dinero que habia recibido para gastos de representacion. ¿La razon? La presidencia de Congo corrió con todos los gastos de transporte y alejoamiento, por lo que los centroafricanos no se gastaron ni un franco.

Además, el nuevo presidente se ha convertido de la noche a la mañana en todo un referente moral, un líder carismático, un hombre que aglutina la ilusión de un pueblo que ha sufrido enormemente y quiere dejar atrás décadas de violencia y corrupción. Y no será porque es un gran orador ni mucho menos un líder populista, sino por sus gestos de sencillez y cercanía que están conquistando al pueblo. Para empezar, no ha querido entrar a la residencia del palacio presidencial y sigue viviendo en su sencilla casa del barrio de Boy Rabe, un lugar hasta hace poco azotado por la violencia de las milicias.

Un oficial del contingente ruandés de la MINUSCA (la fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU en Centroáfrica, donde servidor de ustedes trabaja) me decía hace poco que al principio, el nuevo presidente les traía de cabeza porque al volver de la oficina de la presidencia insistía en salir a pie a pasear por el barrio y visitar a sus amigos, hasta que tuvieron que “leerle la cartilla” y hacerle entender que ya no podía comportarse como antes.

A diferencia de su antecesora, la presidenta Catherine Samba-Panza, que cortaba el tráfico y organizaba un convoy de más de catorce vehículos cada vez que se desplazaba, Touadera viaja con apenas dos coches de escoltas y se mete en medio del tráfico sin interrumpirlo. Nada más ser elegido presidente, el primer viernes de esa semana visito la mezquita central y el domingo siguiente acudió a dos iglesias, dando una fuerte señal de reconciliación en un país dividido por luchas entre cristianos y musulmanes.

En su primer viaje al extranjero, la primera personalidad a la que visitó fue el Papa Francisco, para agradecerle que viniera a Bangui a finales de noviembre del año pasado. El 14 de mayo, visito sin previo aviso dos campos de desplazados en Bangui. Cuando, el día antes, camino por las calles del barrio del Kilometro Cinco mientras acompañaba al presidente francés Francois Hollande, me impresiono ver cómo la gente gritaba de emoción ante quien ven como a alguien muy cercano a un salvador.

Me imagino que según pasen los meses, los problemas que Centroáfrica tiene ante si –el desarme de las milicias, la pobreza galopante, el millón largo de refugiados y desplazados internos, las violencias que no cesan- seguirán golpeando y harán que la gente tal vez vaya perdiendo la primera ilusión de un líder al que ven poco menos que todopoderoso. Al poco tiempo de ser elegido, un periodista centroafricano que participaba en un debate televisivo en Francia, definió a su nuevo presidente de esta forma: “Cuando estábamos desesperados, Dios nos envió a un arcángel para anunciarnos la buena noticia” (el nombre de pila de Touadera es Archange!). Sé que es típico de las sociedades oprimidas buscar a un salvador que lo arregle todo de un plumazo, esperanza que suele desvanecerse por lo general a los pocos meses. Pero mientras tanto, como muchos centroafricanos, rezo todos los días para que, por lo menos, el hombre bueno que se ha convertido en el presidente del país más pobre del mundo siga sin corromperse.


Seis meses después de su visita, los gestos de Francisco en Centroáfrica han dejado huella

Seis meses después de la visita de Francisco a la República Centroafricana, me doy cuenta de la profunda huella que dejó su paso por la atormentada Bangui. Muchas veces lo he comparado a la expresión bíblica “El Señor pasó”, con la que se significa cómo la presencia de Dios en una situación de desesperación puede cambiar lo que los hombres pensamos que no tiene remedio. No hay análisis reciente -de organizaciones de derechos humanos, de Naciones Unidas, de observadores políticos- sobre la situación en este sufrido país en el que no se mencione que la visita del Papa el 29 y 30 de noviembre de 2015 supuso un punto de inflexión a partir del cual las cosas empezaron a mejorar. Después de su paso por Centroáfrica, se celebraron -contra todo pronóstico- unas elecciones pacíficas y limpias que han dado paso a un gobierno legítimo, las milicias empezaron a entrar en razón y aceptar el desarme y muchos antiguos enemigos empezaron a reconciliarse.

Estoy seguro de que si le preguntamos a cualquier centroafricano qué dijo el Papa durante aquellos dos días, es muy posible que no se acuerde de ninguna de sus frases. Pero no pasa un día sin que encuentre a alguien que me comente alguno de los muchos gestos que Francisco realizó y que no solamente conmovieron profundamente a personas que llevaban años viviendo en la desesperación, sino que consiguieron ablandar los corazones de muchos partidarios de la violencia y la venganza. Les cito tres de esos gestos… (enlace a texto completo).


Fuente:

Agencia Fides / En clave de África / Europa Press

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