Amoris Laetitia: Giro eclesiástico hacia la realidad. Un nuevo horizonte de comprensión

4:00 p m| 20 abr 16 (RD/BV).- La exhortación apostólica Amoris laetitia recientemente publicada por el Papa Francisco representa un giro -insinuado en algunos asuntos, y efectivo en otros- en el acento en la enseñanza de la Iglesia. Cambió el viento. Hasta ahora el énfasis de la jerarquía eclesiástica en el planteamiento de la moral sexual y familiar había sido puesto en el “ideal”. Desde ahora habrá que concentrarse en la “realidad” de los católicos, en sus esfuerzos por ser responsables en este plano de la vida y en la necesidad de volver a pararse cuando han experimentado fracasos o cometidos errores. Reflexión en texto y video del padre Jorge Costadoat SJ.

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Debe notarse que el giro no es del Papa. Él ha sido intérprete de dos sínodos (2014 y 2015) que reunieron obispos de regiones culturalmente muy diversas del mundo, los que aprobaron por más de 2/3 los textos finales. Ha sido la institución eclesiástica la que ha sido tocada por la realidad de un Pueblo de Dios alejado de sus autoridades. ¿Podría hablarse de una “conversión” eclesiástica? En cierto sentido, sí. Si en todos los planos de la vida cristiana la distancia entre la jerarquía y los fieles es hoy muy grande, en el campo de la enseñanza sexual, matrimonial y familiar se ha declarado un abismo, un auténtico cisma (Cardenal Kasper). Cisma blanco, en los casos de católicos que no reniegan de su pertenencia eclesial, pero no se rigen por el Magisterio; cisma rojo, las veces que los católicos renunciaron a la Iglesia por habérseles vuelto inhabitable. El giro constituye nada menos que la apertura a una reconciliación de la Iglesia con sus propias autoridades.

Desde un punto de vista teórico ha comenzado a hacer crisis un modo abstracto de ver la moral sexual católica, modo que en su peor versión no reconoce que es posible aprender algo nuevo de la experiencia y de la historia, y que tampoco las culturas tienen nada aportar; y que, peor aún, esta visión moral abstracta resta valor a conciencia de las personas al momento de discernir sus decisiones éticas.

El nuevo modo de plantearse la moral sexual católica de la exhortación papal -modo que prevalece en la moral social desde hace ya muchas décadas- exige concentrar la atención en la realidad de las personas. En esta óptica, lo primero son fines trascendentes que guían efectivamente las decisiones de la gente en las circunstancias concretas e irrepetibles de sus vidas. La moral no puede consistir meramente en saber lo que está prohibido y lo que está permitido. No es cosa de blanco y negro.

Curiosamente, Amoris Laetitia es una vuelta al pasado, al modo de exigir respuestas éticas del mismo Jesús hace dos mil años, quien, sin desconocer el valor de la Ley, se concentró en la gente, en sus fallos, fracasos, marginaciones, sufrimientos, pecados, para alentarlas a que se pusieran de pie y con salieran adelante por sí mismas.

Dice Francisco: “Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas. Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL 27).

Una lectura atenta de Amoris Laetitia y de los documentos de los sínodos que la precedieron, permite hallar nuevas ideas y un nuevo horizonte de comprensión para las convivencias, las relaciones pre-matrimoniales, la homosexualidad, la contracepción, las segundas familias y la participación de los cristianos divorciados y vueltos a casar en la eucaristía. La eventual readmisión de estos a la comunión -acompañada por una comunidad eclesial que se hace responsable de ellos- representa muy bien los cambios que podrían darse también en los otros asuntos.

Amoris laetitia: giro en la enseñanza de la Iglesia

Con Amoris Laetitia el Papa Francisco cierra un ciclo de discernimiento sobre la familia que ha supuesto la realización de dos sínodos (2014 y 2015), para actualizar la enseñanza de la Iglesia sobre el tema. ¿En qué consiste su novedad? Amoris Laetitia es rica en la descripción de situaciones, ofrece palabras nuevas a las más diversas personas, recoge la experiencia pastoral de las últimas décadas y abunda en consejos de gran sabiduría.

¿Cuál es la novedad de las novedades? La exhortación constituye un perfeccionamiento doctrinal y pastoral, pero también un giro en el modo de plantear la moral sexual y familiar católica.

Si hasta ahora la jerarquía eclesiástica había puesto el acento en la doctrina, desde ahora habrá de tener más en cuenta la realidad de las personas y de las familias. Especialmente los innumerables casos de sufrimiento y de fracasos, merecen una palabra evangélica de acogida, de aliento y de orientación. En las últimas décadas muchos han podido pensar que el Evangelio y la doctrina son lo mismo. No lo son. En la Iglesia la doctrina constituye un modo de traducir el Evangelio en enseñanzas concretas. El Papa Francisco quiere sobre todo anunciar el Evangelio a las personas, a los matrimonios y a las familias “reales”, y no tanto a las “ideales”.

El tono y el contenido de Amoris Laetitia recuerda el anuncio que Jesús hizo a todos del reino de Dios, especialmente a los pobres y los marginados por no poder cumplir con los preceptos de la Ley. En la actualidad estos son los niños abandonados, los ancianos sin hogar, las mujeres víctimas de la violencia, los esposos traicionados, las personas que han fracasado en su matrimonio, las segundas familias, los convivientes y tantos otros. Francisco ha querido decirles que Dios los ama, que se amen, que sean responsables en sus relaciones afectivas, que se arrepientan del daño que han podido causar a otros, que crezcan como personas, y que cuenten siempre con la compañía de los ministros de la Iglesia. El Papa no equipara las uniones del mismo sexo a los matrimonios sacramentales, pero exige respeto y acogida a las personas homosexuales.

La exhortación también es evangélica porque, como Jesús, propone altos ideales y apela a la conciencia de las personas en la aplicación a casos particulares complejos. Procura formar estas conciencias, pero jamás suprimir la libertad con que los padres y los matrimonios deben discernir lo que en cada circunstancia de la vida Dios pide para sacar adelante sus familias.

Esto es claro en temas como el control de natalidad y la comunión de los divorciados vueltos a casar. En ambos casos Amoris laetitia mantiene la enseñanza tradicional. Y en ambos la novedad consiste en subrayar la responsabilidad de las parejas. ¿Cómo ejercer la paternidad responsable? Vean los mismos matrimonios que métodos usar. ¿Podrán comulgar en misa los divorciados vueltos a casar? Los episcopados tendrán que ver manera de integrarlos lo más posible a la comunidad eclesial, acompañarlos en el discernimiento de su situación y respetar sus decisiones. La propuesta es válida para todos, pues la misericordia de la Iglesia no debiera excluir a nadie.


Fuentes:

Religión Digital / Blog “Cristo en construcción” del P. Jorge Costadoat SJ.

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