La tumba de Jesús será restaurada

11:00 p m| 15 abr 16 (VATICAN INSIDER/BV).- Los trabajos de restauración del Edículo del Santo Sepulcro, el lugar que la tradición señala como la tumba de Jesús, pero además como escenario de la resurrección, están a punto de comenzar. Los costos de la restauración ascienden, de acuerdo a un cálculo inicial, a tres millones y medio de dólares aproximadamente, y tienen como meta devolver al monumento que actualmente recibe a los visitantes –edificado en 1810, sobre el sitio santo original- su esplendor inicial: se retirarán las losas de mármol para poder restaurar el monumento, reparar las grietas en el sepulcro original y luego reconstruir el santuario exterior.

Respecto a los gastos de la restauración, en un primer momento, tres de las confesiones cristianas iban a cubrirlos (tanto la iglesia Griega Ortodoxa, como la Armenia Ortodoxa y la Católica Romana, un tercio cada una), sin embargo hace pocos días el Rey Abdalá II de Jordania emitió una makruma, una beneficencia real oficial para proveer ayuda para la restauración del Santo Sepulcro “de sus propios fondos personales”. Así, un soberano musulmán descendiente directo de Mahoma, será quien pagará parte de los gastos de la restauración del que ha sido, por siglos, el más venerado de los santuarios cristianos del mundo.

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Responsables de las Iglesias de la Tierra Santa, que custodian la Basílica de la Resurrección, han trabajado discretamente durante los últimos meses para estudiar la posibilidad de restaurar la Tumba de Cristo, misma que en la actualidad está ya muy deteriorada.

A principios de marzo se llevó a cabo una conferencia en la que participaron algunos ministros del gobierno griego, los Patriarcas greco-ortodoxos de Atenas y de Jerusalén, el Custodio de la Tierra Santa, el Patriarca armenio y un centenar de invitados. Durante el encuentro, la profesora Antonia Moropoulou, profesora de la National Technical University de Atenas (NTUA), presentó los resultados del estudio que dirigió sobre el estado del edificio. La profesora indicó los defectos estructurales del mismo y subrayó los factores que contribuyen en el deterioro del conjunto. En primer lugar, evidentemente, está el imponente flujo de peregrinos y turistas que visitan la Basílica.

“La causa principal de la torsión de los bloques de mármol —indica el artículo publicado por la Custodia de la Tierra Santa— se debe a la alteración de la argamasa, causada por la humedad creciente producida por la condensación de la respiración de los visitantes”. También el uso de velas, consumidas durante horas a pocos centímetros de la estructura, provoca “fuertes presiones térmicas sobre el mármol”.

Los trabajos esperarán a que finalicen las fiestas de la Pascua católica y empezarán después de las fiestas ortodoxas. Previstos para una duración de al menos ocho meses, terminarán a comienzos de 2017, es decir setenta años después de la colocación de la armadura metálica, instalada durante el Protectorado británico.

El proceso de restauración se documentará continuamente por un equipo compuesto por cerca de treinta profesores de distintos departamentos de la NTUA, así como otros expertos por parte de los católicos y de los armenios que formarán parte del equipo. Sin embargo, durante los trabajos el lugar santo todavía será accesible para el culto y la devoción de los fieles.

“Solo las partes más frágiles o rotas serán sustituidas —aclara el artículo. Las piezas de mármol que se puedan conservar serán pulidas y la estructura que las soporta se verá consolidada”.

En cuanto al financiamiento, lo que se decidió es que los fondos llegarían de las tres principales confesiones cristianas del Santo Sepulcro: los griegos ortodoxos, los franciscanos y los armenios. Sin embargo sobre la hora ha llegado un apoyo inesperado (ver nota debajo). A ellos se unirá la participación de financiación pública por parte del gobierno griego y benefactores privados. El Fondo Mundial para los Monumentos (World Monuments Fund, WMF) ha manifestado su interés en participar.

El articulo también añade algunos datos sobre el devenir histórico de los diferentes edículos durante siglos: “La tumba de Jesús —explica Marie-Armelle Beaulieu— fue excavada en el flanco de una colina, en una cantera de piedra abandonada. El “Jardín de la Resurrección” y la tumba fueron sepultados en torno al 135 bajo un templo erigido por el emperador Adriano. Hacia el 324, el emperador Constantino pidió al obispo de Jerusalén, Macario, que encontrara la tumba de Cristo y construyera en su lugar una basílica. Se erigió así la primera iglesia del Santo Sepulcro”.

“Se excavó alrededor de la cámara funeraria, donde había reposado el cuerpo de Jesús, para liberar espacio. La roca original —aclara— fue recubierta de mármol con decoraciones constantinianas. Se erigió así el primer edículo”.

Los persas dañaron la estructura parcialmente en el año 614. La tumba después fue saqueada y destruida a mazazos en 1009, por órdenes de Al Hakim ben Amralá, y después fue sustituida por un edículo romano hacia 1014.

“Esta obra —continúa— mostró a su vez señales de deterioro por los mismos factores (intemperie, incendios y saqueos) que causan los mismos efectos hoy. El edículo fue sustituido en 1555 por una estructura muy parecida a la anterior, pero caracterizada por su influencia de estilo gótico”. Este edículo, erigido por el custodio de Tierra Santa fray Bonifacio de Ragusa, no resistió el incendio de 1808 y fue sustituido por el actual en 1810, por lo que tiene 206 años.

“La intemperie y nuevas sacudidas sísmicas —recuerda—, sobre todo en 1934, contribuyeron a un mayor deterioro del edificio. De la iglesia más importante para la cristiandad quedaba solo un horrible bosque de andamios que apuntalaban los distintos muros, muy frágiles ya. Los griegos, los franciscanos por parte católica, y los armenios procedieron a realizar trabajos esporádicos aquí y allá, pero ninguno tocó la tumba”.

En 1959, las tres principales confesiones (greco-ortodoxos, latinos y armenios) que conviven en la Basílica de la Resurrección, llegaron a un acuerdo para llevar a cabo una importante restauración. “Cada una de ellas llevó a cabo las labores en su espacio y, juntas, trabajaron en la restauración de la cúpula de la rotonda —concluye. Los trabajos finalizaron en 1966, pero la tumba en su lamentable estado no se benefició de ninguna rehabilitación. ¡Y esto es lo que se va a hacer finalmente ahora!”.


El rey de Jordania financia la restauración del Santo Sepulcro

“Su majestad Abdalá II envió una beneficencia real (makruma) para cubrir, a cargo personalmente de su majestad, la restauración de la tumba de Jesús en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén”. Lo anunció la agencia de prensa jordana Petra, que cita una carta oficial enviada por la corte hachemita al patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III. Un soberano musulmán, que cuenta con el título de descendiente directo del Profeta Mahoma, será, pues, quien pague parte de los gastos para la restauración del edículo del Santo Sepulcro, el lugar de la sepultura y de la resurrección de Jesús en Jerusalén. Se trata del lugar más venerado desde hace siglos por los cristianos de todo el mundo.

La restauración fue anunciada antes de la Pascua para el mundo occidental, por las tres confesiones cristianas que, por razones históricas, comparten la jurisdicción sobre la iglesia más importante de Jerusalén: los greco-ortodoxos, los latinos (representados por los Franciscanos de la Custodia de la Tierra Santa) y los armenios. Y días atrás se hablaba de una intervención que habría sido financiada por estas tres confesiones.

Sin embargo el anuncio que llegó desde Amán ahora cambia todo. Fue recibido con gran entusiasmo por el patriarca Teófilo III, que guía la mayor de las comunidades cristianas en la Tierra Santa. “Su Majestad, el rey Abdalá, encarna, en los hechos y no solo con palabras, la convivencia entre musulmanes y cristianos en todo el mundo y en particular en la Tierra Santa”, declaró a la agencia Petra, al comentar la donación. “El papel que ha desempeñado Jordania en la protección de la presencia de los cristianos en la Tierra Santa es claro e innegable —continuó el Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén. El rey Abdalá está dirigiendo los esfuerzos de todos los jordanos en la siembra de las semillas del amor y de la fraternidad entre musulmanes y cristianos en esta era en la que las guerras sectarias están quemando naciones enteras, como todos podemos ver”.

Pero también hay un aspecto político de peso en la decisión del rey Abdalá. Y el mismo Teófilo III lo recordó, al reconocer que el soberano hachemita tiene el título de “guardián y custodio de los lugares santos cristianos y musulmanes de Jerusalén”. Para el rey de Jordania, financiar la restauración del Santo Sepulcro también es una manera de afirmar las propias prerrogativas sobre los lugares santos, que hasta la Guerra de los Seis Días de 1967, recaían bajo la soberanía jordana.

En Jerusalén están, sí, los lugares santos de los cristianos, pero también la mezquita de Aqsa y la Cúpula de la Roca, en la explanada que sufre sobre el Muro de los Lamentos. El mismo tratado de paz firmado entre Israel y Jordania en los años 90 reconoce este papel histórico del reino hachemita; pero en los hechos, su ejercicio práctico en la Jerusalén que el estado hebraico considera como la propia capital, única e indivisible, se ha vuelto una cuestión polémica en la Ciudad Santa.

Hay, pues, también diferentes planes y motivos en la decisión del rey Abdalá II. Hay que recordar que en su declaración el patriarca Teófilo III relaciona expresamente la donación jordana con el Pacto de Omar, el acuerdo estipulado en el año 637, cuando Jerusalén fue conquistada por los árabes. En aquella ocasión, el Califa Omar, el segundo sucesor de Mahoma, respetó la basílica del Santo Sepulcro y la dejó en manos de los cristianos, en lugar de transformarla en una mezquita. Y fue gracias a este primer y fundamental gesto de un Califa que el edículo del Santo Sepulcro pudo sobrevivir como un lugar de culto cristiano a todas las vicisitudes que ha tenido la larga historia de Jerusalén.

Y ahora, en la época en la que un autoproclamado califa profana los lugares de los cristianos en Siria y en Irak, reafirmar el Pacto de Omar pretende ser un mensaje preciso para el mundo musulmán, a partir de su historia y de su identidad.


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Fuentes:

Vatican Insider / Aleteia

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