Obituario de Jesús: Nazareno, cuyo mensaje mesiánico cautivó a miles, muere a los 33

2:00 p m| 1 abr 16 (VF/BV).- Sam Roberts, un escritor de obituarios del The New York Times, se imagina cómo, dados los datos disponibles en aquellos días, sus predecesores podrían haber informado detalles de la vida familiar de Jesús, de su vida pública y de su ejecución en el Medio Oriente, un viernes hace dos milenios.

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Jesús de Nazaret, un carpintero de galilea convertido en predicador itinerante, cuyo llamado a la piedad y reputación de poder curar había llegado a un contingente cada vez mayor de creyentes, murió el viernes, después de ser crucificado por la mañana a las afueras de Jerusalén. Hace solo unos días sus seguidores le habían acogido triunfalmente en su llegada a la ciudad, llamándolo “el ungido” y “el Hijo de David”. Se cree que tenía 33 años.

Para un hombre que había vivido las tres primeras décadas de su vida casi en el anonimato, atrajo una notable cantidad de seguidores en solo unos pocos años.

Su reputación reflejó un acoplamiento persuasivo de su mensaje, un magnetismo personal, y milagros declarados. Pero también resonó en el momento actual de descontento espiritual y económico y de resentimiento popular por autoridad y privilegio, ya sea ejercido por los extranjeros de Roma o por los sacerdotes judíos en Jerusalén y sus aliados.

Sin embargo, Jesús había sido precedido en los últimos años por una letanía de falsos mesías. Era el último en una lista de profetas autoproclamados que prometieron la salvación y que, con sus seguidores de sectas separatistas, cultos, y grupos rebeldes, fueron señalados como delincuentes por los gobernantes romanos, condenados al ostracismo por herejes a manos de sacerdotes dirigentes, en un período de expectativa pesimista apocalíptica.

A pesar de ser recibido en Jerusalén por una multitud que luego aplaudió su atrevido asalto en el templo y su ataque a los comerciantes que operaban dentro con impunidad, es discutible si el legado de este hombre o el compromiso de sus seguidores será más duradero que el de los profetas y devotos que le precedieron.

(Por otra parte, lo que podría haber logrado si hubiera vivido más es algo debatible, ya que el promedio de vida de hoy no es mucho más de 40).

Jesús parece haber sido respetado por ser un hombre prudente, cuyo llamado a la misericordia, la humildad y la compasión resonaron con fuerza. Pero no dejó ningún registro escrito, y, según los que lo escucharon, a veces predicaba con mensajes contradictorios. Bendecía a los que buscaban la paz, pero también sugirió que sus seguidores compren espadas. Insistía en que su misión era exclusivamente para atender a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, pero también dirigió a sus apóstoles a predicar en otras naciones.

Y sobre la juventud de Jesús incluso se sabe menos. Su nombre de nacimiento fue Yeshua bar Joseph, y casi con seguridad fue en Nazaret (era conocido como “el Nazareno”). Algunos seguidores, sin embargo, insisten en que nació en Belén, argumento que sostiene sus credenciales como descendiente del rey David.

Su padre se llamaba José, aunque las referencias a él son escasas después del nacimiento de Jesús. Su madre era Miriam, o María, y dado que a veces se refieren a él como “el hijo de María”, se han planteado dudas sobre la certeza de quién sería su padre.

Se cree que fue el mayor de al menos seis hermanos, entre ellos cuatro varones, Santiago, José, Judas y Simón, y varias hermanas. Nunca se casó, inusual para un hombre de su edad, pero no tan sorprendente para un judío con una perspectiva apocalíptica.

Sus sobrevivientes incluyen a su madre, su hermano Santiago, y algunos otros hermanos más.

Su familia era devota judía, probablemente una de un centenar en un poblado de casas de barro y ladrillo, ubicado en los montes de la Baja Galilea. Los habitantes eran en su mayoría campesinos y obreros. A pesar de estar a una hora a pie de la cosmopolita Séforis, la Nazaret en la que nació aún permanece sin identificar en la mayoría de los mapas, una indicación de su insignificancia.

Jesús hablaba arameo, y sabía algo de hebreo y griego, pero a pesar que Nazaret tenía una sinagoga, no hay registro de que accediera a una educación formal.

Se crió en una época turbulenta. El rey Herodes el Grande había logrado apaciguar a grupos rivales de judíos, árabes, griegos, sirios y samaritanos, en nombre del territorio ocupado por Roma durante casi seis décadas. Pero la muerte de Herodes, más o menos el mismo año en que nació Jesús, y la conclusión del Templo en Jerusalén, contribuyó al desempleo masivo, que amplió aún más la brecha de desigualdad económica, y de la cual Jesús sería testigo al pasar de los años.

Poco antes de cumplir 30, Jesús se encontró con un predicador asceta llamado Juan, que iniciaba a sus seguidores en lo que él creía era la verdadera nación de Israel. Según la costumbre de Juan, ellos se arrepentían de sus pecados y purgaban sus impurezas en el río Jordán, un ritual de inmersión comúnmente conocido en hebreo como una mikve y transliteración del griego como baptisma.

Jesús fue bautizado poco antes de que la explosiva popularidad de Juan el Bautista inquietara y pusiera nervioso a los romanos, quienes finalmente lo detuvieron y ejecutaron.

Incluso antes de eso Jesús ya había comenzado su predicación, refiriéndose a sí mismo como rabino o maestro, citando las Escrituras, que sugerían que sabía leer y escribir, y además exponiendo con parábolas originales.

Eventualmente fue acompañado por una docena de discípulos, refiriendo las 12 tribus de Israel. Escapando a lo acostumbrado, era receptivo con las mujeres e indulgente con pecadores, hasta con los vilipendiados cobradores de impuestos (a pesar de su retórica antisistema, reconoció el derecho de Roma para recaudar impuestos).

Sus seguidores, sobre todo de tradición judía y griega (aunque convirtió también samaritanos), fueron cada vez más, en parte por las historias que se propagaban y que contaban los milagros que había realizado.

Estos milagros se asemejan a los realizadas por profetas judíos anteriores en la Biblia hebrea, aunque los seguidores de Jesús dicen que superó a sus predecesores. Elías, en un caso, se dice que hizo tres oraciones y algunos movimientos para levantar a un niño de entre los muertos; Jesús supuestamente lo hizo con solo una palabra. Eliseo, en otro caso, se dice que alimentó a 100 personas con 20 panes de cebada; por su parte Jesús alimentó a 5000 personas con solo 5 panes.

Apoyado en gran medida por la hospitalidad de benefactores en Cafarnaúm, ubicado a orillas del mar de Galilea, Jesús evitó grandes ciudades en su peregrinación de predicación, que culminó la semana pasada con su llegada a Jerusalén.

Se cree que planificó su llegada para que coincida con la víspera de la Pascua, cuando la población celebra una festividad plagada de simbolismo contemporáneo: la salvación de los judíos del yugo extranjero.

Después de entrar en conflicto con la élite judía en Jerusalén por blasfemia y su arresto el jueves, Jesús fue condenado a muerte por el gobernador Poncio Pilato. (Las autoridades judías no tenían la jerarquía para imponer la pena capital). Se le acusó de traición, por autodeclararse el Rey de los judíos o “el ungido” (Messiah en hebreo y arameo; Christos en griego).

Después que fue declarado muerto en la noche del viernes, fue enterrado en una cueva cercana. El domingo, sus discípulos informaron que el cuerpo había desaparecido.


Fuente:

Texto de Sam Roberts (New York Times). Publicado en Vanity Fair.

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