Rueda de prensa en el vuelo de África a Roma: Fundamentalismo, medioambiente, Vatileaks y más
7:00 p m| 02 dic 15 (AGENCIAS/BV).- Como es habitual, en el vuelo de regreso de su viaje apostólico a África, el Papa departió con los periodistas presentes en el avión. Las preguntas de los corresponsales y las respuestas de Francisco abordaron desde sus impresiones sobre África, al caso de Vatileaks, sus próximos viajes y sobre la Cop-21. Además incluimos sus palabras en la Audiencia general de este miércoles, en las que reflexionó una vez más sobre su visita y reconoció que su presencia en la República Centroafricana tenía una especial prioridad para él, porque está tratando de salir de un periodo muy difícil, “de conflictos violentos y mucho sufrimiento en la población”.
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La primera pregunta la formuló un periodista keniota que quería saber que había sentido el Papa escuchando las historias de exclusión a causa de la avaricia y de la corrupción que le habían contado las familias pobres de la bidonville de Kangemi y los jóvenes de Kenia.
Francisco: “Creo que el 80% de la riqueza del mundo está en las manos del 17% de la población; no se si es verdad, pero si no lo es, es acertado porque las cosas están así. Es un sistema económico que tiene en su centro el dinero, el dios dinero. Y si las cosas siguen así, el mundo continuará como es. He sentido mucho dolor. Ayer, por ejemplo, fue al hospital pediátrico, el único de Bangui y de todo el país. Y en terapia intensiva no tienen instrumentos para el oxígeno. La doctora me dijo: “Casi todos estos niños se van a morir porque tienen malaria y están desnutridos ¿Qué piensa ese porcentaje que tiene en sus manos el 80% de la riqueza del mundo?”.
La segunda pregunta fue sobre el momento más memorable del viaje del Papa a África.
Francisco: “Para mí Africa fue una sorpresa. Pensé: Dios nos sorprende, pero también África nos sorprende. Tienen un gran sentido de la hospitalidad , y cada país tiene su propia identidad. Kenia es más moderna, más desarrollada. Uganda tiene la identidad de los mártires, la valentía de dar la vida por un ideal. Y la República Centroafricana: el deseo de paz, la reconciliación y el perdón”.
La tercera pregunta tocó el argumento de Vatileaks y de la importancia de la prensa en la denuncia de la corrupción allí donde se encuentre.
Francisco: “La prensa libre, laica o confesional, pero profesional, para mí es importante, porque la denuncia de la injusticia, de la corrupción, es un buen trabajo, porque dice: ‘Allí hay corrupción’. Y a continuación, el responsable tiene que hacer algo, hacer un juicio, constituir un tribunal. Pero la prensa profesional tiene que decirlo todo, sin caer en los tres pecados más comunes: la desinformación –decir una mitad y no decir la otra-, la calumnia –en la prensa poco profesional se ensucia al otro con la verdad o sin ella-; y la difamación, que es decir cosas que dañan la reputación de una persona, cosas que en este momento no cuentan ya, tal vez cosas del pasado. Y estos son los tres defectos que socavan la profesionalidad de la prensa. Pero necesitamos profesionalidad”.
Una periodista francesa preguntó a continuación si frente al peligro del fundamentalismo los líderes religiosos debían intervenir en la arena política.
Francisco: “Si significa ‘hacer política’, no. Hay que ser sacerdote, pastor, imán, rabino: esta es su vocación. Pero también se hace política indirectamente predicando los valores reales, y uno de los mayores valores es la hermandad entre nosotros. El fundamentalismo es una enfermedad que se encuentra en todas las religiones. Nosotros los católicos tenemos algunos, no algunos, tantos, que creen que tienen la verdad absoluta y salen a ensuciar a otros con la difamación y la calumnia, y hacen mucho daño. El fundamentalismo religioso no es religioso. ¿Por qué? Porque falta Dios. El fundamentalismo es idólatra como lo es el dinero. Hacer política en el sentido de convencer a estas personas que tienen esta tendencia, es una política que tenemos que hacer nosotros, los líderes religiosos”.
Una periodista italiana quiso saber el porqué del nombramiento de dos de los acusados de Vatileaks, Mons. Vallejo Balda y Francesca Inmacolata Chaouqui.
Francisco: “Creo que fue un error. Mons. Vallejo Balda entró por el cargo que tenía hasta aquel momento: Secretario de la Prefectura para los Asuntos Económicos. No estoy seguro de cómo entró ella pero creo que no me equivoco si digo -pero no estoy seguro- que la presentó él como una mujer que conocía el mundo de las relaciones comerciales. Trabajaron y cuando terminó la tarea, los miembros de dicha comisión que se llamaba COSEA permanecieron en algunos puestos en el Vaticano al igual que Vallejo. Y la señora Chaouqui no se quedó en el Vaticano porque entró a raíz de la comisión. Algunos dicen que se enfadó porque no se quedó pero los tribunales nos dirán la verdad acerca de sus intenciones. Para mí (lo que se ha publicado) no fue una sorpresa, no me quitó el sueño, porque se ha visto el trabajo que comenzó con la Comisión de Cardenales -el ‘C9’- para identificar la corrupción y las cosas que no funcionan. Y aquí quiero decir algo sobre la palabra ‘corrupción’. Trece días antes de la muerte de San Juan Pablo II, en el Vía Crucis, el entonces cardenal Ratzinger, habló de la ‘suciedad de la Iglesia’. Fue el primero en denunciarla. Y cuando murió Juan Pablo II en la Misa, pro eligendo pontifice, como decano, retomó ese tema, y nosotros lo elegimos Papa por su libertad de decir las cosas. A partir de aquel momento se sabe que hay corrupción en el aire del Vaticano. Respecto al juicio: He dado a los jueces las acusaciones concretas, porque lo que importa, para la defensa, es la formulación de los cargos. No he leído las acusaciones técnicas. Me habría gustado que terminase antes del 8 de diciembre, Año de la Misericordia, pero creo que no se puede hacer, porque quiero que todos los abogados defensores tengan tiempo, que haya libertad de defensa, completa”.
Un corresponsal sudafricano recordó que el Sida sigue causando estragos en África y que la prevención es clave y preguntó al Papa si no era hora de cambiar la posición de la Iglesia sobre el uso del profiláctico.
Francisco: “La pregunta me parece demasiado limitada e incluso parcial. Sí, es uno de los métodos; la moral de la Iglesia se encuentra con una perplejidad: ¿ Es el quinto o el sexto mandamiento? ¿Defender la vida, o que la relación sexual esté abierta a la vida? Pero esta no es la cuestión. El problema es mayor. Esta pregunta me hace pensar en la que le hicieron a Jesús, una vez: ‘Dime, Maestro, ¿es lícito curar en sábado?’. ¡Es obligatorio curar!… Pero la desnutrición, la explotación de las personas, el trabajo esclavo, la falta de agua potable: estos son los problemas. No nos preguntemos si se puede usar una tirita u otra para una pequeña herida. La gran herida es la injusticia social, la injusticia del medio ambiente, la injusticia de la explotación, y la desnutrición. No me gustan las reflexiones tan casuísticas, cuando la gente muere por falta de agua, por hambre, por el hábitat… Cuando todos estén curados o cuando no haya estas trágicas enfermedades causadas por el ser humano, sea por injusticia social, sea para ganar más dinero, creo que se podrá formular la pregunta: ‘¿Es lícito curar en sábado?’. ¿Por qué se siguen fabricando armas y comerciando con ellas? Las guerras son la mayor causa de muerte. Yo diría que no hay que pensar en si es lícito o no curar en el día de reposo. Me gustaría decir a la humanidad: hagan justicia, y cuando todo el mundo será sanado, cuando no habrá injusticia en este mundo, podremos hablar del sábado”.
Un periodista italiano quiso saber si el Papa pensaba ir el próximo mes de abril a Armenia, para conmemorar el 101 aniversario de la tragedia que afectó a esa población, tal como viajó el año pasado a Turquía y también que pensaba de la llamada tercera guerra mundial en pedazos.
Francisco: “El año pasado se lo prometí a los tres patriarcas armenios: No sé si se podrá hacer, pero tienen mi promesa… Las guerras: las guerras vienen de la ambición, -hablo de las guerras que no son para defenderse de un agresor injusto- las guerras, son una “industria”… La guerra es un trato: un negocio de armas. ¿Los terroristas fabrican sus armas? Sí, tal vez alguna pequeña, pero ¿quién les da las armas para hacer la guerra? Hay toda una red de intereses, detrás hay dinero, o poder: el poder imperial, o el poder económico. Pero nosotros, hace años que estamos en guerra y cada vez los ‘pedazos’ son menos pedazos y se hacen más grandes. ¿Y que pienso yo? No se lo que piensa el Vaticano pero yo pienso que las guerras son un pecado contra la humanidad, la destruyen, son la causa de la explotación, de la trata de personas, de tantas cosas… Las guerras no son de Dios. Dios es el Dios de la paz”.
Otro argumento propuesto al Papa fue si la Conferencia sobre el Cambio Climático de París sería el comienzo de una solución al problema ambiental.
Francisco: “No estoy seguro, pero te puedo decir que ahora o nunca. Cada año los problemas son más graves, estamos al borde del suicidio, por no decir una palabra más fuerte. Y estoy seguro de que casi todos los que están en París en la Cop21, están así de conscientes y quieren hacer algo. Yo confío en que estas personas van a hacer algo, estoy seguro de que tienen buena voluntad. Lo espero y rezo por ello.
Una periodista americana preguntó qué tenían que decir el Islam y las enseñanzas de Mahoma al mundo de hoy.
Francisco: “Se puede dialogar, tienen valores. Muchos valores constructivos. La oración, por ejemplo. El ayuno. Valores religiosos y otros valores. No se puede borrar una religión porque hay algunos grupos -o muchos grupos- en un momento determinado de la historia, que son fundamentalistas. Es verdad que en la historia siempre ha habido guerras de religión. Nosotros también debemos pedir perdón… La Guerra de los Treinta Años, la noche de San Bartolomé … También nosotros debemos pedir perdón por el extremismo fundamentalista de las guerras de religión”.
La visita del Papa a México y a otros países latinoamericanos fue el tema de la siguiente cuestión.
Francisco: “Voy a ir a México. En primer lugar para visitar a la Virgen, porque es la Madre de América. ¿Por qué voy a la Ciudad de México? Si no fuera por la Virgen de Guadalupe, no iría a Ciudad de México… visitaría tres o cuatro ciudades que nunca han sido visitadas por los Papas. Pero voy a ir a México, por la Virgen. Luego iré a Chiapas, en el sur, en la frontera con Guatemala; iré a Morella y es casi seguro que en el camino de regreso a Roma, pase un día o algo menos en Ciudad Juárez. Me han invitado a ir en 2017 a Aparecida, la otra Patrona de la América de habla portuguesa -porque hay dos- y desde allí se puede visitar otro país, pero no lo sé, todavía no hay planes”.
La última pregunta de un periodista keniota fue: ¿Qué diría a los que piensan que África solamente está desgarrada por las guerras y llena de destrucción?
Francisco: “África es una víctima. África siempre ha sido explotada por otras potencias. Desde África llegaban a Estados Unidos las personas vendidas como esclavos. Hay potencias que solamente quieren hacerse con las grandes riquezas de África. Tal vez es el continente más rico, pero no piensan en contribuir al crecimiento del país, a que se pueda trabajar, a que todo el mundo tenga trabajo… ¡La explotación! África es una mártir. Es mártir de la explotación de la historia. Los que dicen que de África vienen todos los desastres y todas las guerras quizás no comprendan el daño que hacen a la humanidad ciertas formas de desarrollo. Por eso amo África, porque ha sido víctima de otras potencias”.
Francisco recuerda África: jóvenes no excluyan la misión
El Papa expresó la alegría de llevar la palabra de esperanza de Jesús resucitado a la bella Africa. Dijo que los animó a cuidar sus riquezas naturales y espirituales, donde aparece claro el desafío global de nuestra época: tutelar la creación reformando el modelo de desarrollo, para que sea equitativo, inclusivo y sostenible. La conviviencia de riqueza y miseria en Nairobi, como en cualquier parte del mundo, es un escándalo, es una verguenza para la humanidad, afirmó Francisco.
El obispo de Roma manifestó que bajo la memoria de los mártires de Uganda constató el testimonio de esperanza y el servicio en la caridad de tantos discípulos-misioneros que, no obstante las dificultades buscan vivir según el Evangelio. Y que en la República Centroafricana, corazón geográfico del continente, he querido abrir en la catedral de Bangui la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, en donde “hemos experimentado que el Señor esta con nosotros en la barca, es él quien la guía y a él hemos renovado el compromiso de seguirle. Él es nuestra esperanza, nuestra paz, rostro de la divina Misericordia”.
Agradeció a las Autoridades civiles y a los Obispos de estas naciones su acogida, y doy las gracias a todos los que de diversos modos han colaborado y pidió a todos a dar gracias al Señor por este primer Viaje Apostólico a África, y a pedirle que de abundantes frutos.
Texto completo de la catequesis del Papa traducido del italiano: Viaje Apostólico al África
Pasaje bíblico: Mt 28, 18-20
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En días pasados he cumplido mi primer Viaje apostólico al África. ¡África es hermosa! Doy gracias al Señor por este gran don suyo, que me ha permitido visitar tres Países: primero Kenia, luego Uganda y finalmente la República Centroafricana. Nuevamente manifiesto mi reconocimiento a las Autoridades civiles y a los Obispos de estas Naciones por haberme acogido, y agradezco a todos aquellos que de diversas maneras han colaborado. ¡Gracias de corazón!
Kenia es un País que representa bien el desafío global de nuestra época: tutelar lo creado reformando el modelo de desarrollo para que sea equitativo, inclusivo y sostenible. Todo esto encuentra confirmación en Nairobi, la más grande ciudad del África oriental, donde conviven riqueza y miseria: ¡esto es un escándalo! No solamente en el África: también aquí, en todas partes. La convivencia entre riqueza y miseria es un escándalo, es una vergüenza para la humanidad. En Nairobi, donde precisamente tiene sede la Oficina de las Naciones Unidas para el Ambiente, que visité. En Kenia he encontrado a las Autoridades y a los Diplomáticos, y también a los habitantes de un barrio pobre; he encontrado a los líderes de las diversas confesiones cristianas y de las otras religiones, a los sacerdotes y a los consagrados, y he encontrado a los jóvenes, ¡tantos jóvenes!
En toda ocasión he alentado a atesorar de la gran riqueza de aquel País: riqueza natural y espiritual, constituida por los recursos de la tierra, por las nuevas generaciones y por los valores que forman la sabiduría del pueblo. En este contexto tan dramáticamente actual he tenido la alegría de llevar la palabra de esperanza de Jesús Resucitado: “Sean fuertes en la fe, no tengan miedo”. Este era el lema de la visita. Una palabra que cada día es vivida con noble dignidad por tantas personas humildes y sencillas; una palabra testimoniada de manera trágica y heroica por los jóvenes de la Universidad de Garissa, asesinados el pasado 2 de abril por ser cristianos. Su sangre es semilla de paz y de fraternidad para Kenia, para el África y para el mundo entero.
Luego, en Uganda mi visita se realizó bajo el signo de los Mártires de aquel País, después de 50 años de su histórica canonización, por parte del beato Pablo VI. Por esto el lema era: «Serán mis testigos» (Hch 1,8). Un lema que presupone las palabras inmediatamente precedentes: «Recibirán la fuerza del Espíritu Santo», porque es el Espíritu el que anima el corazón y las manos de los discípulos misioneros. Y toda la visita en Uganda se ha desarrollado en el fervor del testimonio animado por el Espíritu Santo. Testimonio en sentido explícito es el servicio de los catequistas, que he agradecido y alentado por su compromiso, que a menudo involucra también a sus familias.
Testimonio es aquel de la caridad, que he tocado con las manos en la Casa de Nalukolongo, y que ve comprometidas a tantas comunidades y asociaciones en el servicio a los más pobres, a los minusválidos, a los enfermos. Testimonio es aquel de los jóvenes que, a pesar de las dificultades, custodian el don de la esperanza y buscan vivir según el Evangelio y no según el mundo, yendo contracorriente. Testigos son los sacerdotes, los consagrados y las consagradas que renuevan día a día su “sí” total a Cristo y se dedican con alegría al servicio del pueblo santo de Dios. Y existe otro grupo de testigos, pero sobre esto hablaré después. Todo este multiforme testimonio, animado por el mismo Espíritu Santo, es levadura para la entera sociedad, como demuestra la obra eficaz cumplida en Uganda en la lucha al SIDA y en la acogida a los refugiados.
La tercera etapa del viaje ha sido en la República Centroafricana, en el corazón geográfico del continente: precisamente, es el corazón del África. Esta visita era en realidad la primera en mi intención, porque aquel país está buscando de salir de un periodo muy difícil, de conflictos violentos y tanto sufrimiento en la población. Por esto, quise abrir precisamente allí, en Bangui, con una semana de anticipación, la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, como signo de fe y de esperanza por aquel pueblo, y simbólicamente por todas las poblaciones africanas, las más necesitadas de rescate y de consuelo. La invitación de Jesús a los discípulos: “Pasemos a la otra orilla” (Lc 8, 22), era el lema para Centroáfrica. “Pasar a la otra orilla” en sentido civil, significa dejar a las espaldas la guerra, las divisiones, la miseria y elegir la paz, la reconciliación, el desarrollo.
Pero esto presupone un “pasaje” que tiene lugar en las conciencias, en las actitudes y en las intenciones de las personas. Y a este nivel es decisivo el aporte de las comunidades religiosas. Por esto, encontré a las Comunidades Evangélicas y aquella musulmana, compartiendo la oración y el compromiso por la paz. Con los sacerdotes y los consagrados, pero también con los jóvenes, compartimos la alegría de sentir que el Señor resucitado está con nosotros en la barca, y es Él que la guía a la otra orilla. Y finalmente, en la última Misa en el Estadio de Bangui, en la fiesta del apóstol Andrés, renovamos el compromiso de seguir a Jesús, nuestra esperanza, nuestra paz, Rostro de la Divina Misericordia. Esta última misa fue maravillosa: estaba lleno de jóvenes, ¡un estadio de jóvenes! Pero más de la mitad de la población de la República Centroafricana son menores de edad, tienen menos de 18 años: ¡una promesa para seguir adelante!
Quisiera decir una palabra sobre los misioneros. Hombres y mujeres que han dejado la patria, todo. Cuando eran jóvenes se fueron allá, llevando una vida de tanto, tanto trabajo, a veces durmiendo en el piso. En un cierto momento encontré, en Bangui, una religiosa. Era italiana. Se veía que era anciana: “¿Cuántos años tiene?”, le pregunté. “81”. “Pero, no tantos, dos más que yo”. Esta religiosa estaba allí desde cuando tenía 23, 24 años: ¡toda la vida! Y como ella, tantas. Estaba con una niña. Y la niña, en italiano, le decía: “abuela”. Y la religiosa me dijo: “Yo exactamente no soy de acá, soy del país cercano, del Congo. Pero vine en canoa, con esta niña”. Así son los misioneros: valerosos. “¿Y qué hace usted, hermana?” “Yo soy enfermera y después estudié un poco aquí y me recibí de partera e hice nacer 3.280 niños”. Así me dijo. Toda una vida para la vida, para la vida de los demás. Y como esta monja, hay tantas, tantas: tantas monjas, tantos sacerdotes, tantos religiosos, que queman la vida por anunciar a Jesucristo. Es bello ver esto. Es bello.
Yo quisiera decir una palabra a los jóvenes. Pero hay pocos, porque parece que la natalidad es un lujo en Europa: natalidad cero, natalidad uno por ciento. Pero me dirijo a los jóvenes: piensen qué hacen de su vida. Piensen en esta religiosa y en tantas como ella, que dieron la vida y tantas murieron allí. La misionaridad no es hacer proselitismo. Me decía esta monja que las mujeres musulmanas van a visitarlas porque saben que las religiosas son buenas enfermeras, que las curan bien y ¡no dan catequesis para convertirlas! Dan testimonio. Después, a quien quiere dan catequesis. Pero el testimonio: Ésta es la gran misionaridad heroica de la Iglesia. ¡Anunciar a Jesucristo con la propia vida!
Yo me dirijo a los jóvenes: piensa qué quieres hacer tú de tu vida. Es el momento de pensar y pedir al Señor que te haga sentir su voluntad. Pero no excluyas, por favor, esta posibilidad de volverte misionero, para llevar el amor, la humanidad, la fe a otros países. No para hacer proselitismo, no. Aquello lo hacen los que buscan otra cosa. La fe se predica primero con el testimonio y después con la palabra. Lentamente.
Alabemos juntos al Señor por esta peregrinación en tierra africana y dejémonos guiar por sus palabras claves: “Estén firmes en la fe, no tengan miedo”. “Serán mis testigos”. “Pasemos a la otra orilla”.
Fuente:
Radio Vaticana / Vatican.va