Una Declaración islámica sobre el Cambio Climático

9:00 p m| 04 nov 15 (THINKING FAITH/BV).- En agosto del 2015, varias instituciones y personajes del Islam emitieron en conjunto un nuevo e importante documento sobre los urgentes desafíos que plantea el cambio climático. Damian Howard SJ, miembro del consejo editorial de Thinking Faith, esboza la visión y la trascendencia de la Declaración Islámica sobre el Cambio Climático, que explora nuevas interpretaciones del Corán. ¿Cuánto terreno común se encuentra entre esta declaración y la encíclica de Francisco, Laudato si?

—————————————————————————

El cristianismo no es la única religión en el mundo que encara el desafío de la crisis ambiental. Ya ha habido posiciones públicas adoptadas por los budistas y los judíos, y los planes están en marcha para una declaración hindú a finales de este año. Sin embargo lo que más puede destacar, ya que el Islam es la segunda religión más grande del mundo, es el lanzamiento en Estambul de una Declaración Islámica sobre el Cambio Climático. [1] Esto es algo que debe ser acogido y apoyado por los católicos de todo el mundo. La extensión geográfica del Islam es enorme. Muchos de los principales países productores de petróleo se encuentran en el corazón de su territorio árabe, mientras que algunos de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, por ejemplo Bangladesh e Indonesia, representan centros principales de población musulmana. No hay duda de que la adición de una voz fuerte voz musulmana al coro de los que exigen una respuesta moral coherente a los problemas ecológicos del mundo es un gran activo estratégico. El cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, elogió la iniciativa, con la promesa de una oración de todos los católicos por el éxito del proyecto y ofreció la predisposición a trabajar con los musulmanes ‘para cuidar de nuestra casa común y por lo tanto para glorificar al Dios que nos creó”. [2]

Islam y Ecología

El pensamiento musulmán sobre asuntos ecológicos no es nuevo de ninguna manera. Una notable contribución a la preocupación ecológica global ha sido realizada por el estudioso estadounidense-iraní, el profesor Seyyed Hossein Nasr (nacido en 1933), en la actualidad docente de la Universidad George Washington (Washington DC), quien por cierto participó del simposio realizado en Estambul. [3] Nasr ha estado escribiendo sobre el tema desde la década de 1960 y ha inspirado a generaciones de musulmanes a respetar lo que él considera la sensibilidad ecológica inherente de la visión del mundo musulmán. Su enfoque, según admitió, se argumenta sobre una interpretación no convencional del Islam. Profundamente influenciado por la escuela perennialista de René Guénon (1886-1951), y Frithjof Schuon (1907 a 1998), Nasr expone una expresión neoplatónica de la religión, que es fundamental y radicalmente hostil a la modernidad secular en todas sus dimensiones. La crisis ecológica es, para él, la manifestación más grave de la trágica desviación del Oeste desde la formulación sagrada y tradicional de la civilización que ha sido hasta ahora la norma universal. Su análisis de la crisis ecológica actual ubica el problema desde los inicios del racionalismo en la cristiandad medieval, un desarrollo de lo secular, relacionado con el pensamiento de Ibn Rushd que llevó lento y seguro, en su opinión, a una negación de la tradición sagrada y su metafísica perennes, que es el núcleo ideológico duro del materialismo nihilista Europeo. Nasr, sin duda, estaría de acuerdo con la convicción de Francisco que la crisis ambiental no es un mero problema técnico sino un signo de un trastorno profundo en la manera en que hombres y mujeres modernos conciben su relación con el mundo natural. [4] El uso que hace el Santo Padre de la palabra “Prometeico” también encontraría un fuerte eco en la obra de Nasr. [5]

Sin embargo, más allá de la significativa base común de una objeción por principios a la visión antropológica de muchas de las prácticas y convicciones de la modernidad, los católicos respetuosamente toman una cierta distancia de una posición que solo encuentra bancarrota moral y espiritual en todas las manifestaciones de la ciencia y la tecnología moderna. Laudato si tiene el cuidado de no adoptar esa línea, al presentar una evaluación equilibrada de los logros y afecciones de todo el mundo moderno; [6] si el Santo Padre quiere verlo cambiar, no será a través de su ruina, sino de una nueva y radical expresión en su seno de nuestra conexión con el cosmos.

Para los cristianos, el texto bíblico que captura la vocación humana en la creación es el relato cosmogónico presentado en el Génesis. En él se describe cómo seres humanos creados a imago Dei (imagen de Dios), un privilegio constitucional que implica el dominio sobre las otras criaturas (Gen 1: 26-8). Laudato si aclara lo que esto implica y lo que no. Francisco habla de un antropocentrismo desordenado que ha interpretado el mandato divino en términos de dominación y explotación, en lugar de administración y cuidado que es lo que realmente implica. [7]

La vista coránica es sorprendentemente similar. El motivo antropológico clave aparece en el versículo 35 de la segunda sura del Corán, al-Baqara, donde Dios anuncia su intención de crear en la tierra un califa, que suele traducirse en Inglés como “vicegerente”. [8] Esta figura parece coincidir con la función del imago Dei en Génesis, que representa el gobierno de Dios en la tierra. El Corán también habla de los seres humanos como si se les hubiera sido concedida “la confianza” (al-amanah en Corán 33:72) por Dios, un don que se ha interpretado como que implica el cuidado y la administración sobre la creación. [9] El terreno común entre las dos religiones es llamativo pero deja muchas preguntas sin resolver. ¿Qué significa ‘representar’ el gobierno de Dios sobre la creación? ¿Cómo se perfilan los seres humanos para cumplir la función ordenada por Dios? ¿Pueden hacerlo? Las doctrinas gemelas de la imago Dei y khalifah no definen respuestas tanto como enmarcar las preguntas.

Cuidado y Dignidad Humana

La enseñanza de Francisco en Laudato si ensaya una respuesta. Su visión antropológica se centra en la palabra “cuidado” que aparece docenas de veces en la encíclica. La noción de cuidado trae consigo fuertes connotaciones afectivas que traen a primer plano la necesidad de que los seres humanos no sólo cumplan un deber moral, sino para sentirse profundamente involucrados de lo que son responsables. El cuidado no sólo subraya nuestra interconexión a todo nivel con el mundo natural, sino que es la virtud clave requerida para honrarlo.

Llama la atención que el Santo Padre también sintió la necesidad de subrayar que “no somos Dios”. [10] Ciertamente, él tiene una prometeica modernidad en su perspectiva. Pero también puede ser que al relativizar el lugar del ser humano en el mundo, tiene en mente una tendencia, en ciertos círculos religiosos, a absolutizar la dignidad humana de una manera que no es en última instancia compatible con el teísmo. La dignidad humana en Laudato si se concibe en relación con el valor intrínseco de los demás seres creados, no como algo con lo que se compite. [11] De hecho, dice, “esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo” [12] y que la humanidad está para cumplir con su papel como imago Dei.

Los musulmanes con frecuencia han sido acusados por los occidentales, cristianos entre ellos, de no conceder a los seres humanos, la dignidad absoluta que la retórica de los derechos humanos parece afirmar. A la luz de la reflexión ecológica de Francisco, este hecho nos recuerda que el Islam, en virtud de la demanda exclusiva y absoluta de su monoteísmo, en realidad ha logrado evitar la trampa del antropocentrismo desordenado en la que algún pensamiento occidental ha caído. De hecho, este antropocentrismo y la crisis moral que se deriva de él, son experimentados por los musulmanes en general no como subproductos de su historia, sino como una intrusión ajena que ha impactado en ellos a través del colonialismo pasado y la presente globalización. [13] Estos dos hechos dan a los musulmanes una cierta ventaja para responder con eficacia a los desafíos de la crisis ecológica y sugieren que los cristianos podrían tener algo que aprender de la experiencia y la perspectiva de los musulmanes.

Desafíos para los musulmanes

Con esas dos ventajas musulmanes van dos retos estructurales. La primera tiene que ver con el funcionamiento de la autoridad en el Islam, el segundo con el modo de su pensamiento religioso. A menudo se dice que no hay sacerdocio o jerarquía en el Islam. Por lo tanto, aunque el mundo musulmán está marcado por la asombrosa diversidad y la multipolaridad, no hay un ‘Vaticano’ musulmán para definir su posición o para arbitrar sus conflictos de interpretación. Por lo tanto, no hay un único organismo o individuo con el derecho y obligación a emitir una declaración definitiva de la posición musulmana en el cuidado del medio ambiente, y los musulmanes (y no musulmanes) con la esperanza de tal pronunciamiento se quedarán por siempre frustrados. [14] Esto no es decir, sin embargo, que no existen fuentes legítimas de autoridad religiosa como tal. Hay, por ejemplo, la venerable Universidad de Al-Azhar en El Cairo, el lugar más respetado del mundo de la enseñanza islámica. Hay cuerpos ad hoc, también, que han sido convocados para tal o cual propósito, como el grupo de 138 académicos que, a instancias del Instituto al-Bayt Royal Aal de Pensamiento Islámico en Jordania, firmaron “Una palabra común” en 2007, una invitación innovadora a los cristianos de todo el mundo a participar en el diálogo interreligioso. [15] A pesar de la mucha credibilidad que pueda tener una declaración como esta, no es vinculante en última instancia de los creyentes y es probable que sea poco publicitada y en consecuencia poco conocida.

El segundo desafío para el pensamiento religioso musulmán reside en el hecho de que el Islam es bastante menos esclavo de un discurso especulativo o filosófico que el cristianismo, ampliamente concebida. Dicho de manera simplificada, el Islam es una religión sobre una ley. [16] Los pronunciamientos religiosos tienden, por lo tanto, involucrar reiteraciones de las fuentes de la ley: citas del Corán, tradiciones del profeta (hadices) y referencias a los escritos y sentencias de los grandes juristas del pasado. El pensamiento religioso islámico, en su forma clásica, no se presta de manera natural a la abstracción, conceptualización o codificación, mucho menos hablar de una “crítica de nuevos paradigmas”. [17] Mientras que algunos musulmanes contemporáneos han tratado de llegar a nuevos géneros de pensamiento religioso en ese sentido, las dudas sobre la autoridad acompañan cualquier iniciativa que surge fuera del marco tradicional, los métodos y las instituciones del Islam clásico. Esto tira hacia un sesgo conservador en el pensamiento religioso musulmán.

La declaración

Con todo esto en mente, nos dirigimos a la Declaración publicada en agosto. Un primer punto a destacar es que los delegados de una veintena de países estaban involucrados; no es un asunto meramente parroquial, sino una iniciativa de ambición global. El lanzamiento tuvo lugar en Estambul, una capital islámica de gran importancia y la Declaración se presentó en inglés, que, junto con el árabe, es de facto la lingua franca del mundo islámico moderno. Los estudiosos, se nos dice, fueron consultados para la redacción de la declaración y algunos de los que dieron su apoyo, en particular los Gran muftíes del Líbano y Uganda, y el presidente del Consejo Indonesio de Ulemas (juristas), tienen una considerable credibilidad en sus propios países. La coalición de personas e instituciones involucradas fueron convocados por un pequeño círculo de ONGs, pero cuenta con la colaboración de tres organizaciones islámicas internacionales de perfil alto. [18] A pesar de que la autoridad de la declaración se limitará por las razones expuestas anteriormente, es razonable esperar que muchos musulmanes se enteren de su existencia y los imanes se sentirán seguros en la predicación al respecto.

Respecto de los contenidos de la Declaración, la primera cosa que se nota en el título es que tiene un solo foco: el tema del cambio climático. Otras cuestiones ecológicas se mencionan de pasada pero son secundarias. Es probablemente motivo de estrategia: el documento apunta a tener un impacto en las deliberaciones de la COP21 en París. Cabe señalar que la iniciativa musulmana fue capaz de nombrar el tema y encarar la evidencia científica, sin tener que lidiar con una circunscripción de negacionistas del cambio climático. Esto está en marcado contraste con la batalla que se libró en los Estados Unidos después de la publicación de Laudato si.

El preámbulo de la Declaración describe los factores que condujeron a la elaboración del documento. Se inicia con una afirmación doctrinal de que Dios creó el mundo y luego pasa a la afirmación de que el planeta “ha existido durante miles de millones de años”. Esta aceptación de la gran edad de la tierra es notable en sí misma. La teoría de la evolución es aún controversial en el mundo musulmán. Aunque muchos miles de científicos musulmanes trabajan dentro de disciplinas basadas en supuestos darwinistas, la realidad es que todavía la posición por defecto entre los líderes religiosos tiende a ser la del creacionismo.

El siguiente párrafo da una interpretación teológica del fenómeno del cambio climático: es el resultado del fracaso de cumplir con nuestro deber humano de atención y cuidado de la creación, es decir, nuestro papel como khalifah de Dios en la tierra. En lugar de apreciar el don del mundo, hemos corrompido y abusado de él. El texto habla, en términos similares a Laudato si, del “óptimo equilibrio de la tierra” y de nuestro ser “entramado en la fábrica del mundo natural”. Luego siguen varios párrafos en los que se pone de relieve la gravedad de la situación actual y la alarma expresada en lo poco que se ha logrado a través de soluciones.

Nuevas lecturas del Corán

Luego siguen una serie de afirmaciones de credo. La mayoría son expresiones coránicas directas de señorío de Dios sobre la creación. Construyen un caso acumulativo para decir que el cuidado por el medio ambiente es una preocupación inherente musulmán. Luego vienen algunos pasajes coránicos desplegados e interpretados de una manera fresca para el nuevo contexto. Por ejemplo, el Corán 55: 7-10:

Ha elevado el cielo. Ha establecido el equilibro (mizan)
para que no faltéis al equilibrio,
sino que deis la pesada equitativa, sin defraudar el equilibrio++.
La tierra la ha puesto al servicio de las criaturas. [20]

Este texto ha sido utilizado por un número de ecologistas musulmanes para mostrar la preocupación del Corán por el equilibrio (mizan) de la creación, ahora es un concepto clave en una nueva cosmología teológica islámica. [21] Una vez más, Corán 30:30 es utilizado para interpretar la palabra árabe fitrah como el patrón divino de voluntad del orden creado:

¡Profesa la Religión como hanif,
según la naturaleza primigenia
que Alá (fitrah) ha puesto en los hombres!
No cabe alteración en la creación de Alá.
Ésa es la religión verdadera.
Pero la mayoría de los hombres no saben.

Fitrah generalmente se ha pensado en como siendo un ser humano integrado en inclinación hacia la verdad propuesta por el Islam. La reinterpretación del texto en un sentido cosmológico será recibida por muchos musulmanes, sin duda, como una forma creativa de dar a luz significados frescos de escritura para ayudar a que los creyentes se ocupen de una gran crisis. Para algunos, bien puede ser menos convincente. De nuevo, la cuestión de la autoridad entra en juego.

Después de una exploración de otras nuevas interpretaciones, la Declaración se asienta en el ejemplo de Mahoma. Todos los musulmanes, especialmente los sunitas, tienen la costumbre de tener como última palabra de conducta correcta a lo dicho por el profeta Mahoma. Es inevitable que su comportamiento debe ser invocado en apoyo de las afirmaciones de la declaración. Ayuda positivamente a que no viviera durante el capitalismo industrial, sino en un tiempo en que los seres humanos vivían más en armonía con el mundo natural. Ciertos rasgos suyos son un llamamiento a fin de guiarnos hacia la armonía. El texto cita la simplicidad de estilo de vida de Mahoma (incluyendo su ingesta escasa de la carne), sus elogios a la protección de los recursos escasos del desierto, como el agua, y su establecimiento de santuarios para la protección de la vida vegetal y animal.

La Declaración concluye con una serie de solicitudes: a los que intervienen en la COP21, pidió llevar las negociaciones a una conclusión satisfactoria; a los países ricos, que asuman parte de la carga financiera de la eliminación gradual de los combustibles fósiles para el beneficio de los pobres; a personas de todas las naciones, alentarlos a abandonar los combustibles fósiles y adoptar en su lugar las fuentes de energía renovables, y para idear un nuevo modelo de bienestar que no dañe el planeta; y, finalmente, a las corporaciones, las finanzas y el sector empresarial, que están invitados a asumir la responsabilidad de los efectos de su búsqueda de beneficio y ponerse en búsqueda de un sistema económico sostenible.

Que hay mucho terreno común con la posición de Laudato si es muy claro. La Declaración es, sin embargo, mucho más breve, más estrechamente enfocada y menos ambiciosa en profundizar una preocupación ecológica dentro de una visión religiosa integral. Su importancia y trascendencia será imposible de predecir; así como el destino de Laudato si depende de la medida en la que los fieles católicos lo tomen en serio y lo utilizan para ejercer presión en los que los representarán en París, por lo que la Declaración Islámica necesita que los musulmanes “de a pie” hagan lo mismo. Después de París, el verdadero trabajo debe comenzar, y se tiene la esperanza que será interreligioso “la colaboración, la cooperación y la competencia amistosa” [22] a las que la Declaración y la Iglesia Católica tanto esperamos.


Fuente:

Este artículo fue publicado por primera vez en la edición 3967 de La Civiltà Cattolica. Damian Howard SJ es profesor en Heythrop College, Universidad de Londres y miembro del consejo editorial de Thinking Faith.

Revisar referencias en la fuente: An Islamic Declaration on Climate Change

Puntuación: 3.5 / Votos: 2

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *