‘Igualdad con los ateos’ insiste el Papa Francisco
4.00 p m| 28 may 13 (BUENA VOZ).- “Hacer el bien” es un principio que une a toda la humanidad, más allá de la diversidad de ideologías y religiones, y crea una “cultura del encuentro” que es la base sobre la que podemos construir la paz. Esa fue la idea central en la homilía del Papa Francisco el 22 de mayo en Santa Marta, siguiendo su costumbre de brindar un mensaje sin comentarios preparados en las misas diarias de las mañanas.
Luego instó a no discriminar a los ateos, y desterrar la idea que sostiene que sólo se puede asociar el bien con los que creemos en Dios, “porque hacer el bien no es una cuestión de fe, es un deber y una carta de identidad que nuestro Padre nos ha dado a todos, porque nos ha hecho a su imagen y semejanza”. Simulando un diálogo agregó: “Pero yo no creo padre, ¡soy ateo!… ¡Pero haces el bien y allí nos encontramos!”.
No es nuevo lo que dice el Papa, ya a fines de marzo dirigió un mensaje invitando a todos los católicos a dejar la indiferencia y acercarse a dialogar con los ateos, recordando que es parte de la tradición cristiana. Resulta un mensaje fraterno que tiene un efecto positivo, sobre todo en días en que el sectarismo y división religiosa persiste y hasta resurge en algunas regiones del mundo, afectando la convivencia entre los pueblos.
Su reflexión se originó en un pasaje del Evangelio en el cual los discípulos se muestran sectarios al afirmar: “Si no es de los nuestros, no puede hacer el bien”. Y Jesús que los corrige diciendo: “No se lo impidan, dejen que hagan el bien”. El Papa reconoce la intolerancia en los discípulos en esta situación, ya que se sienten dueños de la verdad, y piensan que quienes no la comparten con ellos, no pueden hacer el bien. “Esto es un error, (Jesús) amplía los horizontes: la raíz de la posibilidad de hacer el bien, que todos tenemos, está en la creación”, agregó Francisco.
“El Señor nos ha creado a su imagen y semejanza (y) Él hace el bien y todos nosotros tenemos en el corazón este mandamiento: hacer el bien y no el mal”, continuó Bergoglio que prosiguió el mensaje replicando sus propios argumentos, como en un diálogo: “Pero Padre, ¡éste no es católico! ¡No puede hacer el bien!… Sí puede. Debe hacerlo. ¡No sólo puede, debe! En cambio, el cerrarse a pensar que no se puede hacer el bien por fuera, es un muro que nos lleva a la guerra y también a aquello que algunos han pensado a lo largo de la Historia: a matar en nombre de Dios. Decir que se puede matar en nombre de Dios es una blasfemia”.
Francisco prosiguió con su mensaje recordando que Dios nos salvó a todos, no hizo exclusiones, ni prefirió a los católicos, del mismo modo su mandamiento de hacer el bien y no el mal, también es para todos. “Y este mandamiento es un bello camino hacia la paz. Si nosotros, cada uno por su parte, hacemos el bien a los demás, nos encontramos ahí, haciendo el bien y (poco a poco) construimos esa cultura del encuentro que tanto necesitamos: encontrarnos haciendo el bien. ‘Pero yo no creo, padre, ¡soy ateo!… ¡Pero haces el bien y allí nos encontramos!”.
En los tiempos primitivos de la Iglesia, fue el converso Pablo quien asentó el mensaje universal del cristianismo: la palabra y la salvación que Jesús trajo al mundo –decía- no eran para los “judíos” o para los “gentiles”, sino para todos los hombres del mundo. De hecho, Pablo, un perseguidor de cristianos hasta el día en que sintió el llamado de Cristo, se negó a ir en un inicio a Jerusalén y pasó una década y media recorriendo otras regiones del mundo, entonces conocido formando comunidades cristianas en todas partes, para sostener su convicción de universalismo.
Fuentes:
Y Vaticano II ya nos ilumina al respecto: Lumen Gentium 16 y Gaudium el Spes 22. Dios quiere que todos nos salvemos y Jesús da su vida por todos.