El Sínodo de la Nueva Evangelización se alimenta del Vaticano II

Nueva Evangelización

1.00 p m| 4 oct 12 (VIDA NUEVA/BV).-El Papa ha querido que se aborde con intensidad y realismo el reto de la nueva evangelización y el desafío de la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones. El reto evangelizador marcado por Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, y que tiene su significativo background en el Vaticano II, sigue estando vivo en los diferentes continentes y con una riqueza que conviene compartir en la comunión.

En Roma ya está todo preparado para la celebración de uno de los sínodos más importantes de los últimos años. El cardenal primado de México, José Francisco Robles Ortega, uno de los tres presidentes delegados para el Sínodo, hace un repaso sobre los retos del mismo. Un tema que se abordará con interés y que ha sido recogido en los “Lineamenta”: los escenarios de esta evangelización, que ha de ser nueva en su ardor y en sus métodos.

Una de las primeras actitudes del evangelizador ha de ser, como dijera Pablo VI cuando lanzó el reto de evangelizar en la Evangelii Nuntiandi, la del profundo amor al mundo que hemos de llevar la Buena Nueva. Hay que partir de una actitud amorosa, de comprensión, de empatía, al estilo de Jesucristo. Solo amándolo se puede empezar a evangelizar.

El mundo es obra del Creador y, por eso, el cristiano ha de empezar amando al mundo y al hombre antes de anunciarle el mensaje que lo recree y ayude a crear un mundo nuevo. Y en este amor entran los nuevos escenarios donde hay que anunciarlo: la economía, la política, la cultura, la ecología, las comunicaciones… y todos aquellos ámbitos donde está hoy presente el hombre.

Junto a este amor, es preciso una segunda e importante actitud, que es la receptiva. El evangelizador ha de ser primero evangelizado, interpelado por la Palabra de Dios. Es la actitud que hace que la Iglesia entera entre en una dinámica de conversión, puesta de manifiesto muy frecuentemente por el Papa en sus viajes y discursos. Desde el amor al hombre, y desde la conversión personal, se puede salir a los caminos y a los nuevos escenarios para el reto evangelizador.

Hay unos riesgos ante el acontecimiento que no debieran perderse de vista. El principal de ellos sería no considerar los textos del Vaticano II y los esfuerzos magisteriales de los últimos pontífices. Corresponde más bien aplicar el Concilio Vaticano II con los parámetros actuales, que se van a considerar en el Sïnodo.

La otra tentación es el eurocentrismo. Cuando hoy el número de cristianos crece en otras partes del planeta, y pese a la significación histórica de Europa, el Sínodo ha de abrirse a las nuevas Iglesias y a su riqueza. Y, por último, hay que rebasar la tentación clerical que haga del Sínodo una simple asamblea de eclesiásticos que orille el gran papel del laicado en la tarea evangelizadora a la que convoca el Papa.

Extracto de artículo publica en web de la Revista “Vida Nueva”.

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