La Iglesia en el impacto social de la Copa del Mundo en Sudáfrica
Otro frente en el que las parroquias católicas trabajan es el de la integración y la convivencia entre personas de distintos grupos raciales, algo que está todavía lejos de lograrse, como confirma el misionero: “En una ocasión llevé a un coro formado por negros de mi parroquia a una capilla en una localidad de mayoría blanca, y cuando empezaron a cantar, varios blancos salieron de la iglesia”. Armada cree que “habrá que esperar a la próxima generación, la formada ahora por niños que no han conocido el apartheid y se educan juntos en las mismas escuelas”.
Desde que se conoció que Sudáfrica sería la sede del Mundial de Fútbol 2010, el país ha tenido que ocuparse de varios retos. Se han invertido 5.540 millones de euros, la mayor parte dinero público, en mejorar su infraestructura, sobre todo de transportes: se han construido nuevas autopistas y un nuevo tren de Johannesburgo a Pretoria, aunque de momento sólo funciona el tramo que va del aeropuerto a Johannesburgo. También se ha mejorado la seguridad –no hay que olvidar que Sudáfrica es uno de los países con una tasa más alta de criminalidad del mundo– y durante los Mundiales todos los efectivos de la Policía y el Ejército estarán acuartelados para evitar incidentes desagradables, como el ocurrido el pasado enero en Angola, cuando el autobús donde viajaba la selección de Togo fue ametrallado por un grupo rebelde en Cabinda.
Además, y como no podía ser de otra manera, tanto la FIFA como el Gobierno sudafricano se han volcado en una gran campaña publicitaria para atraer al mayor número posible de aficionados. Esto último se ha presentado muy difícil en un contexto de crisis económica mundial. Los primeros cálculos, demasiado optimistas, de hace dos años, hablaban de dos millones de aficionados esperados durante el campeonato. A finales de abril de 2009, esta estimación se rebajó a unos 450.000, y a mediados de abril los organizadores declaraban que sólo esperaban 200.000. También a mediados de abril, la FIFA expresó su preocupación por el medio millón de entradas que quedaban sin vender. Muchos señalaron que parte del problema se debía a que los tickets se vendían por Internet, y en la mayor parte de los lugares de África la gente no tiene aún acceso regular y fiable a la Red, y no son aún muchos los africanos que tienen una tarjeta de crédito. Todo esto significa que muchos africanos (sudafricanos incluidos), incluso los que tienen medios suficientes, se encontraban con dificultades prácticas insalvables.
Africanos orgullosos
Finalmente, la FIFA –que no suele ser famosa por su flexibilidad– tuvo que ceder y aceptar que el medio millón de tickets se pusieran a la venta en las ciudades de Sudáfrica, y sólo el primer día (el 15 de abril) se habían vendido ya 50.000. La mayor parte (un 60%) ha ido a manos de sudafricanos, que han podido pagar al contado y en ventanilla; un 38% a aficionados de otros continentes; y sólo un 2% al resto de países africanos. Ahí es donde se ha acusado el bajón: sólo 11.000 entradas, cinco veces menos de lo previsto.
Pero aunque el número de visitantes sea menor del esperado y a pesar de todos los retos a los que la Sudáfrica del post-apartheid se enfrenta, hay un dato que es seguro: la gente en este país, y también en el resto del continente africano, se siente orgullosa de que un acontecimiento de esta envergadura se celebre en su suelo. Por una vez, por lo menos África será noticia por algo positivo, percepción que aumentará si alguno de los seis equipos africanos que se han clasificado (Argelia, Camerún, Nigeria, Costa de Marfil, Ghana y Sudáfrica) llega por lo menos a semifinales.
La Iglesia católica sudafricana, al tiempo que alerta sobre peligros como el tráfico de personas, tiene también motivos para alegrarse. Así lo recoge la oración compuesta para la ocasión: “Que todos encuentren en esta ocasión alegría para celebrar el hermoso juego del fútbol y el hermoso juego de la vida según tus planes, Señor, para el bien de toda la humanidad”.
Imagen:(BBC) Sudafricanos afuera de los estadios