MAS QUE PREVENCIÓN

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Ante lo ocurrido en este verano con el llamado Niño costero -y escondido- varias son las líneas de acción que deberían tomarse en el futuro inmediato a fin de lograr un claro protagonismo en la prevención de estos desastres naturales cíclicos, que tanta muerte, dolor y pérdidas trae a la nación.

Lo primero: hacer es un catastro nacional de todas las cuencas y cauces, activos o no activos, que existen en nuestra costa, a fin de que sean declaradas por ley de la república, o por la propia constitución, territorios intangibles sobre los que no se puede dar ni adquirir posesión ni propiedad válida, con el mismo estatus de los parques nacionales, de manera que se impida ningún tipo de vivienda o actividad sobre los mismos.

Evidentemente ya hay propiedades y posesiones otorgadas legal o irregularmente en dichas áreas, de manera que apenas arrecien las lluvias o se presente otro Niño, ineluctablemente quedarán bajo el agua y lodo, creando nuevamente zozobra, trayendo muerte y pérdidas.  Por eso lo segundo que debe hacerse es un plan nacional de expropiaciones y compensanciones para quienes ya sean propietarios y/o posesionarios de terrenos que se encuentren en el catastro nacional de cuencas y cauces de ríos, riadas, aluviones y huaicos en época de lluvia o ante la presencia se otro Niño que, cada cierto tiempo –ya deberíamos haber aprendido-, vendrá de todos modos.  Eso debería incluir una reforma constitucional para ampliar las causales de expropiación, ya no solo por “seguridad Nacional o necesidad pública”, sino por la causal de “intangibilidad y protección del catastro nacional de cuencas y cauces de ríos a nivel nacional con la finalidad de prevenir desastres naturales estacionales o cíclicos”.  De ese modo se podrá reubicar a todos aquellas que en la actualidad insisten en vivir o trabajar en dichas áreas, para no ser, de todas maneras, las víctimas del próximo desastre cíclico qué inevitablemente volverá nos volverá a afectar.

Lo tercero: crear una Brigada de Ingeniería del Ejército, permanente, dedicada en tiempo de paz al permanente mantenimiento, drenaje, enrocamiento y canalización de las cuencas y cauces, bien sean activos, bien inactivos (pero que se sabe se activarán), de manera que el trabajo hoy supuestamente preventivo de descolmatación y draga de esos cauces y cuencas sea una actividad cotidiana, permanente en todo el año, y no un apurado plan estacional.  En tiempos de conflicto esa Brigada podrá tener otra misión, pero entretanto no lo haya, la primera debería ser una misión permanente, de manera que el próximo Niño, que ya habrá de venir inexorablemente, no nos coja nuevamente con los pantalones abajo y sin remangar.  No solo por las ingentes pérdidas que nuevamente causará, sino sobre todo porque –como siempre- afectará en primer lugar a las poblaciones más vulnerables de nuestro país.

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