No cabe duda de que en la política los gestos cobran un importante valor, al punto que pueden preceder grandes éxitos o sonoroso fracasos. El “manguerazo” de Belaúnde, el prolongado asilo de Haya de la Torre, la toma militar de la Brea y Pariñas a los 6 días del Golpe militar de Velasco, la inmediata devolución de los medios de prensa en el segundo mandato de Belaunde, los balconazos de Alan García y su floro, etc.
En este proceso post electoral mucho se ha escrito y especulado acerca de la tozuda negativa de Keiko Fujimori de reconocer y aceptar su derrota, saludando como corresponde a PPK, aún cuando su triunfo electoral haya sido apretado. En el límite, en la rayita, con las justas, pero legítimo triunfo al fin de cuentas.
Su actitud da cuenta de una piconería, de una negación de la realidad, de falta de reflejos políticos y de la ausencia de esa madurez y solera que preceden a los verdaderos líderes políticos, ciertamente cuajados. Ha quedado mucha sangre en el ojo y una gran frustración por haber perdido una elección en la línea de meta, por una nariz, cuando todos los hados parecían sonreír anunciando triunfo que nunca llegó.
Los extremos siempre se tocan. Es una paradoja. Los fujimoristas siempre criticaron que Mario Vargas Llosa no reconociera el triunfo de un desconocido rectorcito de una universidad nacional cuando le ganara al connotado escritor las elecciones de 1990, y que esa piconería dure más de un cuarto de siglo. Ahora, al negarse a aceptar el triunfo de PPK, negándole un saludo personal -en gesto político que ennoblece más al derrotado que al triunfador- KFH termina haciendo lo mismo que ha criticado en MVLL respecto a AFF.
Si parafraseamos el dicho: “Lo que natura no da, Salamanca no presta”; podríamos decir también que lo que no se ha enseñado en casa, lo que no se ha aprendido en la escuela de la vida, la política activa (con sus connotados asesores) no presta. La mezquindad del gesto noble y civilizado, la ausencia de una derrotada KFH estrechando la mano de un legítimo ganador como PPK solo termina rebotando contra élla y –aunque no lo quiera ver ni percibir- solo termina legitimando el ajustado triunfo de PPK demostrándole al elector que, finalmente, no se equivocó.
Cuando después de 3 intentos, finalmente el Partido Popular de Aznar le ganó las elecciones españolas al PSOE de Felipe Gonzalez –también dueño de un excelente floro-, éste expresó: “Nunca un triunfo ha sido tan amargo, ni una derrota tan dulce…”:. Pero, en ningún caso, negó el saludo del triunfo a su oponente.
En la campaña electoral hubo un momento que pudo significar un punto de inflexión que bien pudo haber inclinado la balanza en uno u otro lado, y que ni PPK ni KFH vieron porque ambos tenían empañados los ojos con la sangre que dejó la virulencia del primer debate presidencial. Fue cuando ambos coincidieron en el aeropuerto de Piura, cada uno hacia un nuevo destino, sin que ninguno de los dos ose saludarse, pese a estar separados el uno de la otra tan solo por escasos metros.
Si KFH se hubiera tragado el sapo y, dando un golpe de mano, le ganaba la iniciativa cruzando el hall del aeropuerto para estrechar la mano de un sorprendido PPK, hubiese enviado una imagen política imborrable e innegable. Por otro lado, si un cazurro PPK, caballero él, cruzaba ese hall primero y le ganaba la mano a una sorprendida KFH estampándole un sonoro beso en el cachete, hubiese enviado, urbi et orbi, una imagen política inenarrable que le hubiese facilitado el angustioso triunfo final. Piña; los dos no la vieron y perdieron una oportunidad de oro de desplegar un gesto político de tolerancia, de democracia y del buen hacer que es, finalmente, lo que el político trasunta, como ejemplo de vida, hacia el ciudadano.
Al final de cuentas nada en la vida del político queda en la esfera privada y todo pasa a ser dominio público. No se le permite ser rencoroso, ni vengativo, ni debe llorar en público. Sólo sonreir, aunque se cueza por dentro. No debe permitir que sus filias o fobias se perciban fuera de su íntima esfera. Así deben estar hechos los políticos, sobre todo si quieren tener perdurabilidad, verdadero liderazgo y desean intentar el campeonato el 2021.