Efecto paradojal alude a una expresión comúnmente usada en medicina para explicar un resultado contrario que un medicamento o un tratamiento logra en un paciente a fin de explicar resultados opuestos que se puedan presentar frente a lo que se preveía.
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La candidata que lleva la mayoría de la preferencia en las encuestas se ha quejado públicamente de cargar en los últimos años una “mochila muy pesada”, como queriendo indicar que arrastra una penitencia injusta por los pecados de terceros. Por otro lado, se pensaba que la expresa desautorización del fundador de su partido, Alberto Fujimori Fujimori (AFF), a la sazón su padre, respecto de la exclusión de algunos líderes “históricos” (e histéricos) de la lista congresal, traería como consecuencia una bajada en la preferencia electoral en el entendido que evidentemente se cuestionaba el verdadero liderazgo de la candidata y se evidenciaba el evidente manejo y grosera intromisión de AFF en la campaña de su retoña.
Pero resultó todo lo contrario: el electorado afín a la candidata no solo se ha mantenido, sin mellar la preferencia por ella, sino que se ha incrementado. ¿Por qué? Ha ocurrido precisamente un efecto paradojal, ya que la intromisión de papi en la campaña, su grotesca participación desde la DIROES y el saberse que, al fin de cuentas, el es quien está de uno u otro modo detrás de la hija-candidata logra un mayor efecto de aceptación entre su fiel electorado.
Por eso, cuando la candidata se queja muy sentidamente de la “pesada mochila” que en los últimos años le ha tocado cargar “tan injustamente”, en verdad sabe bien que tiene que agradecerle a esa mochila, ya que su valor y contenido es precisamente lo que en este momento le permite estar donde está. En vez de quejarse de la mochila, debería agradecerle.
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Se tiende a pensar que en el caso del candidato copión, la contundente información y evidencia de que habría hecho del burdo plagio un estilo de vida debería hacer que su electorado se aleje, como los veraneantes frente a una malagua en medio de la playa. Las flagrantes evidencias del crudo plagio, tanto en la tesis doctoral -engañando a una importante universidad española (asesor y jurado de por medio)-, cuanto en la tesis de maestría en la Universidad de Lima, ahora sumadas al hecho de haberse apropiado de la autoría -o coautoría- de un texto en el que no puso una sola línea propia, y al que jamás aportó nada (salvo su nombre) debería hacer que su preferencia electoral se alejara y que sus más conspicuos asesores, acompañantes y comparsas se alejen. No ha sucedido así: todo lo contrario, ahí están con cara de palo a su lado avalando las cada vez más desopilantes y alambicadas explicaciones respecto de falsas autorías, coautorías y textos que se pretenden pasar como propios y originales, pero que no son más que pura copia y plagio.
Tampoco ha perdido su electorado. Es un efecto paradojal. Entre su público objetivo las serias y fundadas acusaciones de plagio, y de vulneración a los más elementales derechos de autor, no le hacen mella. En una sociedad informal, donde las reglas de tránsito son violadas a diario por todos, donde cunde la anomia, donde lo rojo es pase, lo verde pare y el ámbar desgracia segura; en donde nadie pide permiso para apropiarse de la vía pública, o de la propiedad ajena, donde los derechos están aún en construcción y donde la estructura social se parece más al entramado urbano de un pueblo joven, del gana-gana, de la prepotencia y de que hago lo que quiero por que puedo y qué; no interesa que el candidato sea un copión o plagiador. Al contrario, tal parece que podría ser un valor agregado.
Por eso, cuando en el CADE dijo, con un aire autosuficiente, hedonista y narcisista que ya lo había conseguido todo: título de ingeniero, maestría, doctorado, rectorado, etc., y que no único que le faltaba en su vida era obtener la presidencia de la república, eso podría ser refraseado así: en la vida he plagiado todo: título de ingeniero, grados de maestría y doctorado y togado rector de mi propia universidad. Ahora solo me falta “adquirir” a cualquier precio la presidencia de la república. ¿Cuánto es?
(Ilustraciones tomadas de www.larepulica.pe)