EL COMPLEJO JUEGO DE LAS SILLAS

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AQL- EL JUEGO DE LAS SILLASPrimer acto: Al largarse el proceso electoral con el inicio del año, aparecen casi 20 aspirantes a la Silla de Pizarro, cada uno con sus propios anhelos, aspiraciones, frustraciones y ambiciones.  Todos lucen alegres, contentos y, sobre todo, entusiasmados.  Todos tienen equipo de campaña, piquichón incluído, ideario, plan de gobierno y –por supuesto- asesores en markerting político. Los modestos tendrán a un improvisado local y los pudientes a uno -o varios- de talla internacional y seis ceros (en dólares). Habrán alianzas contra natura y frases para la historia con abuso de la sinonimia (“no es plagio, es copia”, “cambio de opinión, no de principios”, etc.)

Los hay para todos los gustos, desde los folclóricos sin posibilidad ninguna, los meramente entusiastas cuyo mayor mérito es la pepa y su principal asesor político es su espejito-espejito que todos los días le dirá que él es, él será, él está predestinado por los hados….

Participarán en cuanto debate se presente, irán a todos los programas posibles sin derecho a arcadas, eliminarán del diccionario la expresión “hacer el ridículo”, comerán cuanta cosa les ofrezcan en calle y mercados y, sobre todo, se posicionaran en cuanto debate haya.  El súmmum estará en el CADE que, lamentablemente, solo invita los que tengan más opciones.  Qué poco democráticos gritarán por calles y plazas.  Pero cuando fuercen ser invitados, escoba en mano –como en el deslucido evento de la Contraloría- hablarán como buenos: “en mi gobierno haré tal cosa”, “cuando sea presidente decidiré tal otra”, “cuando gane dispondré que el precio de tal producto sea tanto”, “en mi mandato pondré a tal o cual persona”; etc.  Ese, quizás, será el momento de su mayor éxtasis, cuando por tres minutos puedan hablar como presidentes llevando el tiempo al futuro describiendo una realidad imaginaria. Total, el principal requisito para postular es querer y anhelar diariamente, con todas las fibras de su humanidad, ser el presidente de esta república.

Segundo acto: Al final del segundo mes en medio de la apretada canícula estival algunos habrán caído en el camino.  Bien porque en su entusiasmo se topó con requisitos esenciales –como ser pariente directo del actual presidente-, bien porque se retiran al ver con todo su esfuerzo no pasan del rubro “otros” con menos del 1% en las encuestas, bien porque el fuelle del entusiasmo quedó exánime, bien porque sus ayayeros entraron en desbandada.

Entonces empezará el ataque artero, sobre todo al que está más adelante.  Empezará el juego del cangrejo en el balde o del palo encebado, y entraremos a una carroñera lucha sin cuartel, rogando al espejito que el de adelante se caiga o sea expulsado del sistema electoral para comerse los votos que deje.  Los favorecidos con las encuestas ponderarán con “humildad” sus guarismos y los no favorecidos pasarán a la frase de cliché –“es solo una fotografía del momento, la verdadera será el 10 de abril”- sin aceptar la cruda realidad.

Los piquichones y ayayeros saltarán a la yugular de los contrincantes y habrá opiniones para todos los gustos.  La procesión irá por dentro: disensiones, relevos con roche, renuncias y licenciamientos de los expertos extranjeros acusando su incompetencia. En cada comparsa muchos sentirán que se equivocaron, que su locomotora no jala, que está muy desgastada por la edad, la salud, la intemperancia, los vicios, el pasado, el presente o lo que fuese.  Piñas!, por qué no se fueron con el otro… Las redes se encargarán de inundar la campaña con leyendas, diatribas e historias urbanas de toda laya.  Los no favorecidos reclamarán al espejito echándole la culpa a cualquiera sin reconocer que, en verdad, jamás tuvieron una opción real que no haya sido tentar la lotería del ansiado outsider. No reconocerán que la pública intemperancia, o lucir impresentable en una entrevista a nivel nacional, o contradiciéndose, o con frases búmeran (como acusar a otro de haber ido al SIN, cuando el pasado la condena) les aleja del electorado.

Epílogo: Pasaron las elecciones.  Sólo dos seguirán en el juego para llegar a una silla.  La estadística seguirá como ciencia sólida y los resultados fueron los previsibles.  Entonces los no favorecidos estallarán, los intolerantes chillarán fraude, los otros echarán la culpa a aliados que no sumaron y los más deprimidos romperán el espejo.  En la interna, empezará la renovación del líder fracasado.  Los pitufos y la chauchilla empezarán a maquinar a qué nuevos incautos encandilarán para volver al mismo jueguito en el próximo proceso electoral. Such is life in the tropics…

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