Hemos sido testigos de una nueva forma inquisitorial que se ha puesto de moda en los últimos tiempos: una nueva Comisión Investigadora que, con el pretexto de llegar a la verdad sobre lo encargado por el Congreso, involucra misma a diestra y siniestra, llegando al extremo de indagar entre las sábanas de los investigados para dejar debida constancia en acta de presuntos devaneos y extravíos amatorios.
La lucha política se ha trasladado a los estrados judiciales y fiscales, y cuando no funcionan allí al imperar el respeto a la Constitución y al derecho, regresa en forma de comisión investigadora en donde, paradójicamente, serán nada menos que los adversarios políticos los que funjan de severos jueces indagando por aquí y acullá y, apenas crean obtener algo, correrán de inmediato –como los autos locos, montándose uno sobre el otro- a los medios para dar a conocer la primicia, la ultimita, el dato, la pepa ganando cuanta cámara sea posible.
Y entonces las comisiones investigadoras serán caja de resonancia política. Se escudan en que no juzgan, en que no acusan, que no son ni el Poder Judicial ni Fiscales, pero se superponen inconstitucionalmente a expedientes abiertos por las mismas razones y sobre las mismas personas ante el Poder Judicial y en la Fiscalía, imputando, acusando y sentenciando a quienes investigan por diversos delitos, delitos que significan –sin ambages- decir que sus imputados son nada menos que “delincuentes”, solicitando para ellos carcelería que el Código Penal preveé –precisamente- para los delincuentes. Entonces, en verdad son jueces políticos que pueden llevar, sin ton ni son, por simple pugna e interés político, a sufrir una carcelería por el mero hecho de ser adversario político.
Por eso tanto la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como el Tribunal Constitucional, en sendas sentencias, ha reiterado la exigencia del debido proceso aún en los juicios políticos del Congreso y, por cierto, ante sus comisiones investigadoras, conforme lo ordena la Constitución. Mucha gente se llama a rebato cuando se exige el respeto al debido proceso, pero eso es precisamente lo que da legitimidad constitucional a ese juicio político o a esa comisión investigadora, diferenciándolos de la pura arbitrariedad o de la mera persecución política.
Y la primera regla que exige el debido proceso, desde los albores del proceso heterocompositivo como forma de juzgamiento en que un tercero define la suerte de su prójimo, es la imparcialidad, virtud claramente ausente en la actuación de las últimas comisiones investigadoras. Se ha llegado al extremo, en un caso, en que el propio agraviado, víctima del investigado, es parte de la comisión. Es como si quien ha sido atacado, robado o violado fuese después el juez del victimario…
Pero, y ya se dijo, el objetivo político no es otro que el Presidente y lo que representa. Como no se le puede atacar directamente por la inmunidad concedida por la Constitución, se ataca a su entorno que carece de ese privilegio. Cuando se pregunta, especula o indaga acerca de las supuestas veleidades amatorias de una esposa, se está diciendo –de modo mondo y lirondo- que es el cónyuge quien ha sido adornado con aquello que se achaca a todo marido engañado. Ni más, ni menos. ¿Parece, acaso, apropiado a un año de las elecciones? ¿Resulta razonable, a la luz de la seriedad que debe representar una comisión investigadora, atacar así la persona del Presidente de la República?
Dicen que no acusan. Espetan que no se debe tener terror a sentarse en el banquillo inquisidor de una comisión investigadora donde congresistas hacen las veces de severos jueces togados. Repiten que con ello no se ofende, ni se denigra, y que quien no nada tiene que ocultar debería estar feliz de asistir ante una comisión investigadora que persigue adversarios políticos. Buen, en fin… Se podría parafrasear una lastimera copla andaluza que dice: “Si te dicen que no son tristes las despedidas, dile a quien te lo dijo que empiece por despedirse…”. En este caso se podría decir: “Si te dicen que no afecta el honor ni la dignidad el que te imputen delitos ante una comisión investigadora, dile a quien te lo dijo que empiece a sentar a su esposa, a su hermano o el mismo ante una…”