Estoy en silencio. Una frase que alguien me dijo una vez. “¿Por qué crees que estoy molesta?” “Porque has estado en silencio últimamente” Es un silencio figurativo. ¿Es real? Porque no estoy en silencio realmente, hablo… me comunico… río… canto… pero hay una pared entre mí misma y una persona. Eso es “estar en silencio” según ese alguien. Y no lo hago sólo con ese alguien… lo he hecho ya varias veces.
Hoy he estado en silencio. No lo hago conscientemente, y no es necesaria una pelea para armarme en mi silencio. Basta un sentir. Porque a veces, la otra persona no tiene culpa (aunque otras veces, sí que la tiene), sino el sentimiento que me ha generado. Y me resguardo en mi silencio, porque así, ese sentimiento se calmará… o porque si rompo el silencio, el silencio se escapará de manera hiriente y no se podrá recoger después. El silencio, es mi escudo. Pero de ahí… se tiene que romper. Qué difícil.
Una vez rompí el silencio cuando aún no lo había procesado… y tuve que escribir una larga disculpa (y fue pública). Años atrás rompí el silencio cuando éste no era silencio, sino una sombra de sí mismo: el sarcasmo. Aún curamos las heridas. Últimamente he roto el silencio de a pocos, pausadamente, sin dejar que dure mucho. Esos silencios, han generado situaciones buenas, con ese alguien que ha bautizado mi silencio.
Hoy he estado en silencio con una persona importante. Al final, soy siempre la que lo rompe, y mañana deberé romperlo, aunque no sepa como. Esa persona, merece no tener silencio. Aunque me ponga en una situación imposible, aunque la única forma de arreglarlo todo es darle el silencio a otra persona, al menos le quitaré el silencio a esta persona. Porque el silencio es cruel. Y yo quiero a esa persona. De alguna forma, tenemos que desaparecer ese silencio.
[Vamos a rayar un poco a los lectores con un nuevo estilo de “Emociones Literarias” Culpemos a los Idus de Marzo… ¡que ya se acercan! Espero sus regalos, los pueden dejar en la PUCP XD]