6 razones para asistir al programa SEASSI de la Universidad de Wisconsin-Madison

Acaba de terminar el programa SEASSI (Southeast Asian Studies Summer Institute) tras ocho semanas muy intensas, pero sumamente productivas. Siendo esta la segunda vez que llevo el programa (filipino/tagalog intermedio), creo que es pertinente compartir con ustedes algunas de las razones por las cuales aquellos de ustedes que estuvieren pensando en incursionar en el campo de los estudios del Sudeste Asiático –incluso o especialmente si todavía no han postulado o iniciado sus estudios– deberían seriamente considerar asistir también.

 

1. Las clases de lengua

Por supuesto las mismas clases de lengua tendrían que estar en el tope de esta lista. Tras dos veranos de filipino/tagalog con Sheila Zamar (Universidad de Wisconsin-Madison) y Clemen Montero (Universidad de Hawai’i), puedo decir con confianza que no se podría pedir mejores docentes en este campo. Es cierto que las cuatro horas diarias, de lunes a viernes, se pueden hacer largas, pero su dedicación al tema e interesantes actividades logran eliminar el tedio. Son asimismo muy generosas con su tiempo, organizando un almuerzo semanal para que los estudiantes de los diferentes niveles puedan practicar conversar en filipino.

Asimismo, tengo excelentes referencias de las docentes de las docentes de bahasa indonesia, Nona K. Norris (Universidad Johns Hopkins), Amelia Liwe (Universitas Pelita Harapan) e Ika Hutami (Universidad de Wisconsin-Madison). Ellas también organizan una mesa de conversación semanal, en la que participan los estudiantes de diversos niveles, y al cual he tenido el gusto de asistir con el fin de de no perder la práctica del indonesio.

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Las profesoras de filipino, indonesio y hmong.

Con las demás lenguas (birmano, hmong, khmer, tailandés, vietnamita y lao) no puedo decir que haya tenido la misma cantidad de contacto, pero en general he oído cosas buenas. En resumidas cuentas, probablemente no haya otro lugar en el continente americano donde uno pueda aprender tanto de una lengua del Sudeste Asiático en un periodo tan breve.

 

2. Las actividades culturales y académicas

Por las tardes se realizan actividades culturales en torno al Sudeste Asiático, como complemento del aprendizaje de lenguas. Este año, por ejemplo, asistí a una charla sobre las preocupaciones del Islam indonesio por el medio ambiente, a otra sobre la zarzuela filipina del temprano siglo XX, a una mesa redonda en torno a la película tailandeas Paradoxocracy –en la que participó el director–, a proyecciones del documental khmer Don’t Think I’ve Forgotten y de la película filipina Heneral Luna. Es más, a los estudiantes de filipino-tagalog nos llevaron un fin de semana a Chicago, donde visitamos la colección de objetos filipinos del almacén del Field Museum, en un guiado especial el Dr. Neal Matherne –un exalumno de SEASSI. Asimismo, en la conferencia conjunta SEASSI / SASLI / CESSI se reúnen y exponen las investigaciones en curso por los estudiantes que asisten a los programas de lenguas del Sudeste Asiático, del Sur de Asia, y del Centro de Asia. Por medio de todas estas actividades, alguien que recién esté incursionando en el campo de los estudios del Sudeste Asiático puede irse familiarizando con los debates actuales y las posibles avenidas de investigación.

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En los gabinetes de investigación del Field Museum, Chicago

Además de las actividades estrictamente académicas hay también otras de esparcimiento y artísticas. Por ejemplo, ha habido varias reuniones para degustar comida de diferentes partes de la región, o eventos de declamación de poesía, así como un banquete final con actuaciones musicales de cada uno de los grupos de idioma. Lamentablemente, este fue el último año del curso gratuito de música gamelana –dictada por el incomparable Steve Laronga–, puesto que el programa de etnomusicología de la Universidad de Wisconsin-Madison está cerrando. ¡Una lástima!

 

3. El acceso completo a una de las mejores bibliotecas y archivos de Norteamérica

Mientras uno está en el programa SEASSI uno es un estudiante de la Universidad de Wisconsin-Madison, con todos los derechos que ello conlleva. En lo que a la biblioteca concierne, ello significa que uno puede sacar una cantidad ilimitada de libros para casa, durante unas cuatro semanas, renovables. La Universidad de Wisconsin-Madison es especialmente fuerte en estudios del Sudeste Asiático, y el encargado de este campo –Larry Ashmun– lo conoce a profundidad, y es increíblemente generoso con su tiempo. Uno puede tener la seguridad de que recibirá una excelente orientación bibliográfica en torno a cualquier país de la región.

Asimismo, en caso la biblioteca de la universidad no tuviera un libro o documento dado, uno lo puede solicitar por préstamo interbibliotecario y te lo traen gratis desde cualquier parte de Estados Unidos. Este año, por ejemplo, necesitaba los números correspondientes a 1904 y 1905 de la revista indonesia Bintang Hindia, cuyos microfilmes se encontraban disponibles tan solo en la Universidad de California-Berkeley, y me lo facilitaron sin problema. El año pasado tuve que pedir periódicos filipinos. En otras palabras, estando en SEASSI, uno no solo tiene acceso a los fondos de la misma Universidad de Wisconsin-Madison, sino a los fondos de cualquier universidad en Estados Unidos. Es un recurso valiosísimo para cualquier investigador.

Overhead lighting shines down upon rows of books shelved in one of the many maze-like "stacks" in Memorial Library at the University of Wisconsin-Madison on Sept. 18, 2013. (Photo by Jeff Miller/UW-Madison)

Memorial Library, Universidad de Wisconsin-Madison

Un bonus adicional es que la Universidad de Wisconsin-Madison es también buena en estudios peruanistas y latinoamericanistas, en caso uno quisiera revisar algo de bibliografía de dichos temas también. Un estudiante dedicado puede sacar de un verano en SEASSI no solo el aprendizaje de una lengua, sino también suficiente material –primario y secundario– para una publicación académica. 

 

4. Los contactos y amistades

Sabemos bien lo importante que son los contactos en una carrera académica. Muchas veces es a través de nuestros excompañeros de clase o de profesores que nos enteramos de oportunidades laborales, conferencias o becas. Entre las razones por las que quizá uno sienta algo de trepidación ante el prospecto de ingresar a un campo completamente distinto sea el de sentirse aislado académicamente. Un verano en SEASSI resuelve este problema. Las horas de estudio dentro y fuera de las aulas, las actividades conjuntas y las reuniones extracurriculares fomentan un clima de profunda camaradería entre los participantes del programa. Es más, al reunir estudiantes de muchas instituciones de Estados Unidos y otros países (he escuchado de una estudiante del Colegio de México que asistió hace algunos años), esta red de contactos tiene la particularidad de extenderse más allá del círculo de una sola universidad. Es una forma efectiva de insertarse en la nueva generación de estudiosos del Sudeste Asiático. A lo largo de los meses, me he encontrado con exalumnos de SEASSI en diferentes conferencias.

Entre los contactos más valiosos que uno podría establecer durante su estadía en SEASSI es el Dr. Michael Cullinane, también conocido como “Dr. Mike”. Historiador especializado en las Filipinas, es el director del Centro de Estudios del Sudeste Asiático de la Universidad de Wisconsin-Madison. Es también sumamente afable y generoso con su tiempo. Cualquier conversación con él en torno a cualquier país del Sudeste Asiático suministra nuevas perspectivas y fuentes primarias y secundarias que revisar. Es un privilegio tener acceso a un académico tan destacado como él.

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El grupo de filipino-tagalog en pleno. Al centro, con el polo de SEASSI, el Doctor Michael Cullinane.

Y por supuesto, tampoco se trata de reducir estos contactos a un valor puramente utilitario. Es un tropo extendido el que los exalumnos de SEASSI comenten cómo fue en el programa que establecieron algunas de sus más entrañables y, sobre todo, duraderas amistades. Creo que en un par de décadas yo también podré decir lo mismo respecto de mis kabarkadaEn conclusión, un verano en SEASSI te inserta plenamente en la comunidad profesional y amical de los estudiosos del Sudeste Asiático. 

 

5. Para fortalecer una postulación

El ingreso a programas de doctorado en Estados Unidos parece hacerse cada vez más competitivo. Por ejemplo, el año pasado postularon 132 personas al programa de Historia de la Universidad de Washington, de los cuales al final quedaron 6. Menos del 5%. Según me han explicado varios profesores en diversas universidades acá, lo que buscan los comités de ingreso son estudiantes que realmente estén comprometidos a estudiar el campo al cual están postulando. Asimismo, un candidato que ya esté más cerca a la proficiencia en la(s) lenguas necesarias para hacer trabajo de fuentes primarias (sean estas de archivo en el sentido tradicional o trabajo antropológico, etnográfico o sociológico) también resultaría más atractivo, en la medida en que la universidad sabe que no tendrá que pasar tanto tiempo entrenándolo/a antes de que este/a pueda ir a hacer su trabajo de campo. Si bien ya he comentado sobre las lenguas coloniales pertinentes para el estudio del Sudeste Asiático, el ya haber llevado el equivalente de un año de una lengua del Sudeste Asiático en SEASSI debería despejar cualquier duda respecto de la seriedad con la que uno emprende este proyecto intelectual, y ponerlo en una posición expectante. Asimismo, SEASSI también podría ser una oportunidad para conocer profesores que podrían estar dispuestos a escribir cartas de recomendación.

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6. La terraza universitaria, el lago, la ciudad

Admito que este quizá sea el campo en el cual tenga mayores limitaciones para elogiar SEASSI, no por la falta de virtudes de la Universidad de Wisconsin-Madison o de la ciudad misma, sino por mis gustos personales. El año pasado, al enterarse de que asistiría a SEASSI, una de mis asesoras me felicitó con entusiasmo y me dijo “¡En el campus hay una terraza que da al lago, donde podrás beber cerveza mientras te asoleas después de haberte dado un chapuzón!” Le respondí que lamentablemente dicha actividad combinaba tres cosas por las cuales no he desarrollado mucho aprecio: la naturaleza, el calor y el alcohol. Pero creo que, dado que para muchas personas estos aspectos sí son positivos, es pertinente hablar de ellos.

La terraza es toda una institución en Madison. No solo la comunidad universitaria, sino los habitantes de la ciudad pueden nadar, alquilar botes o kayaks, o asolearse ahí. Wisconsin también es famoso por sus helados. Muchas personas comentan que fue uno de sus lugares favoritos para estudiar o relajarse después de las clases. Incluso hay áreas techadas y con aire acondicionado, para aquellos que disfrutan de la vista del lago, pero prefieren no estar expuestos a los elementos.

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Además, hay música en vivo varios días de la semana.

Otros aspectos comentados de Madison son las facilidades para los ciclistas y los caminos que pueden explorar. Siendo Madison una ciudad pequeña, no es difícil irse a hacer largas caminatas o paseos en bicicleta por los bosques que hay en los alrededores. Asimismo, se supone que los establecimientos de la ciudad cuentan con una gran diversidad de cervezas y una vida nocturna muy activa. Definitivamente hay cosas que hacer fuera de las relacionadas a los estudios y la academia.

 

Les dejo con el acto musical del programa de filipino-tagalog de este año.

Puntuación: 5 / Votos: 1

Jorge Bayona

Jorge Bayona es candidato doctoral en Historia en la Universidad de Washington (Seattle), Magíster en Historia por la misma universidad y Bachiller en Humanidades con mención en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima). Actualmente es docente en la Universidad del Pacífico y ha sido docente en la Universidad de Washington y la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Sus áreas de especialización son el Sudeste Asiático, América Latina y el mundo del Pacífico.

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