Sobre la “argolla de historiadores oligarcas” que “monopoliza” las becas al extranjero

Entre los numerosos puntos que se tocaron en el reciente debate en torno a la creación del Colegio de Historiadores, se hizo alusión a la existencia de una suerte de camarilla maléfica de “historiadores oligarcas” que monopoliza las becas para los doctorados en universidades de élite en el extranjero y se aseguran de que solo las reciban otros historiadores oligarcas que se subordinen a su agenda burguesa, oligárquica y reaccionaria. El Colegio de Historiadores le pondría fin a tremendo abuso. Como alguien que está haciendo su doctorado en el extranjero en una universidad que quizá podría ser considerada de élite, puedo dar algunas luces al respecto.

Esa camarilla no existe. Es básicamente una teoría de conspiración.

¿Cómo puede emerger una teoría de conspiración de este tipo? Estoy tratando de encontrar datos concretos, pero creo que la mayoría de nosotros coincidiría en la impresión de que la vasta mayoría de historiadores peruanos que se doctoran en universidades en el extranjero en general o especialmente en Estados Unidos en particular (que es el contexto que más conozco) son egresados de la PUCP. Son muy contados los egresados de la UNMSM o UNFV que lo hacen. Posiblemente sean aun menos los de las demás universidades con especialidad de Historia. En la ausencia de una idea muy concreta de cómo funcionan los estudios doctorales en el extranjero, y descartando–con toda razón, por supuesto–la idea de que los egresados de la PUCP son intrínsecamente mejores que los de las demás universidades, una teoría de conspiración puede explicar la situación: tiene que haber una argolla de historiadores oligarcas que está reservando las plazas en el extranjero solo para otros historiadores oligarcas.

Las cosas, sin embargo, no son así. No existe una “bolsa” de becas que las universidades extranjeras asignen para el Perú y cuya distribución esté en las manos de los “historiadores oligarcas”. Yale no les dice a los historiadores oligarcas peruanos, “tenemos una plaza en el PhD para un peruano este año, ustedes escojan uno y mándennoslo”. Las postulaciones se hacen de manera directa, y el estudiante generalmente se mantiene con un estipendio provisto por la universidad, que suele recibirse a cambio de trabajar para este como jefe de práctica. No hay intermediarios. Si desean, pueden postular al PhD en Historia de la Universidad de Washington. O si UW les parece muy carranchera, pueden postular al de Harvard. No hay historiador oligarca que pueda impedírselo.

¿Y las becas Fulbright? Los ganadores de estas becas los decide la misma gente de la Fulbright y las universidades gringas recipientes. Simplemente no hay historiador oligarca en el Perú a quien le harían caso si se pusiera en plan de “entran estos y no los otros”. Además, por lo que entiendo, a la gente más “oligárquica” no les interesa tanto las Fulbright, puesto que tienen el requisito de regresar al Perú tras terminar los estudios. ¡Pero qué horror!

¿Y las becas Presidente de la República? Pese a que uno podría imaginarse que este podría ser un espacio donde los “historiadores oligarcas” criollos sí podrían ejercer su presión para “colocar” a los suyos y “bloquear” a los otros, hay varios motivos por los cuales esto es esencialmente imposible. Primero, según las bases de la beca, el postulante tiene que ya haber sido aceptado por la universidad de élite. Como ya señalé arriba, no hay presión de “historiador oligarca” peruano que pueda obligar a Princeton a aceptar al de la PUCP y bloquear al de la UNMSM. Segundo, las posibilidades de colocar un historiador (de cualquier universidad) entre los beneficiarios de la beca son muy bajas: tan solo el 20% de las plazas están reservadas para las disciplinas “no priorizadas”, que es una categoría que cubre básicamente todo lo que no sea ciencias o tecnología. Y si ven la primera, segunda y tercera listas de los ganadores este año, no hay ni un solo historiador.

Quizá los promotores del Colegio de Historiadores vean esto y digan “¡Ajá! ¡El Colegio de Historiadores obligará al Estado a incluir a la Historia–disciplina ilustre, pletórica y exuberante–entre las disciplinas priorizadas!” Basta con ver que, por mucho Colegio que tengan, la Antropología, Arqueología, Sociología, etc. están también entre las disciplinas “no priorizadas” para darse cuenta de que esa sería una de las tantas promesas vacías que se hacen respecto del Colegio de Historiadores.

Entonces, de todos modos queda la pregunta: si en efecto no puede existir una camarilla de historiadores oligarcas que estén bloqueando el acceso de los egresados de las universidades públicas a las becas en las universidades de élite en el mundo y Estados Unidos en particular, ¿por qué es que tantos son de la PUCP y tan pocos de las demás? Aquí entran cuestiones de inequidades estructurales y de acceso a la información. Para empezar, postular a universidades gringas es un proceso caro. El TOEFL cuesta unos S/. 787. El GRE, unos S/. 733. Los cuatro módulos de un curso de preparación para el TOEFL en el Centro de Idiomas de la PUCP, S/. 1800. Curso para prepararte para el GRE… es difícil encontrar del precio, pero deber ser similar o superior al precio del curso TOEFL. Asumiendo que uno postulará a unas cuatro universidades, el costo total sería unos S/. 1400. A esto habrá que añadir el precio de hacer traducciones oficiales de los certificados de notas y los grados y títulos, los cuales pueden ascender a otros, digamos, S/. 500. Estamos hablando de un total de unos S/. 7000+. Eso es un montón de plata. No necesita haber una camarilla de “historiadores oligarcas” que reservan las plazas para los de la PUCP y bloquean las postulaciones de los estudiantes de las universidades públicas. Lo que hay es una barrera económica bastante significativa que en la mayoría de casos sería más franqueable para quienes pudieron pagar una universidad privada. Lo que es más, muchos “historiadores oligarcas”, al haber tenido una educación en inglés, pueden ahorrarse el costo (¡y el tiempo!) de llevar los cursos preparatorios para el TOEFL y el GRE. Es decir, no solo tendrían más recursos financieros a su disposición, sino que encima todo les resulta más barato. La inequidad económica estructural es muy real.

¿Podría un Colegio de Historiadores desmontar esto? A menos que por sí solo logre cambiar el modelo económico, no, no lo puede desmontar.

Hay también cuestiones de orientación. Postular a doctorados en Estados Unidos es un proceso muy complicado (de Europa u otras partes de Latinoamérica no hablo porque no conozco). Requiere averiguar en qué universidades hay asesores con quienes uno podría trabajar–no todas tienen alguien que se especialice en el Perú, que es el país que prácticamente todos estudian–si van a aceptar estudiantes ese año, cuáles son las condiciones del apoyo financiero a los estudiantes, etc. Una vez seleccionadas las universidades a las que uno postulará, uno tiene que preparar toda una serie de documentos para cada una. No es cuestión de enviar el CV y listo. Hay que redactar un statement of purpose, un personal statement, redactar o traducir un writing sample, conseguir cartas de recomendación; a veces además uno tiene que incluir un diversity statement, un ensayo describiendo el entrenamiento en lenguas que uno haya tenido, y/o justificaciones para cada campo específico que uno quiere estudiar. Y todo en inglés, por supuesto. Si uno no sabe en qué consiste el género de cada uno de esos ensayos, pues a aprender. Además, no es solo cuestión de conocer estos géneros uno mismo y poder navegar las páginas web en inglés: los profesores que te escriben las cartas de recomendación también tienen que manejarlos, y bien. En el sistema gringo, no es el postulante quien entrega las cartas de recomendación a la universidad, son los recomendadores mismos quienes tienen que hacerlo por medio de un sistema online que a veces puede ser intrincado. Lo sé porque he escrito cartas de recomendación. Asimismo, en el género de cartas de recomendación gringas, el estándar es que cualquier cosa menos que una descripción hiperbólica de la extrema inteligencia y profundísima sagacidad del postulante se considera como una carta “tibia”.

Hay, entonces una barrera de acceso a la información. Hasta donde tengo entendido, esto no se enseña en las especialidades de Historia. Por lo menos en mi época no se enseñaba. Pero la PUCP tiene una densidad mayor de profesores que han estudiado afuera en general y en Estados Unidos en particular. Pueden animar a sus estudiantes a seguir sus pasos y a orientarlos en este sumamente complicado proceso. Pueden revisar los ensayos con los que postulan con la mirada de alguien que ha estado en ese sistema. Saben cómo escribir las cartas de recomendación para que los gringos los tomen en cuenta. Conocen el terreno. Y que quede claro, esto no significa que los profesores de la PUCP sean mejores que los de las demás universidades; esto es sencillamente una función de que conocen el sistema por dentro y por ende pueden dar más luces al respecto. Nuevamente, no hay una camarilla que reparta becas a los de la PUCP y excluya al resto, hay acá una cuestión inequidad en el acceso a la información necesaria.

¿Podría un Colegio de Historiadores desmontar esto? Supongo que podría organizar talleres de postulación. Pero para eso no se necesita un Colegio, es un trabajo que más bien correspondería a las especialidades de Historia mismas.

Otro aspecto a tomar en cuenta es el acceso a los mismos académicos de las universidades recipientes. En mi experiencia, son varios los estudiantes de la PUCP quienes aprovechan los eventos organizados por su universidad en que invitan a los profesores extranjeros a participar para tejer redes con ellos. Estas redes también pueden ser de gran utilidad a la hora de navegar el complicadísimo proceso de postulación. Según me cuentan mis colegas de la UNMSM y la UNFV, esto es más difícil desde sus universidades.

¿Podría un Colegio de Historiadores desmontar esto? A menos que de alguna manera impongan legalmente una “paridad de charlas” a los profesores extranjeros, no. Claro, supongo que podrían aprovechar la presencia de los profesores extranjeros en el país para invitarlos a dar charlas y talleres en los ambientes del Colegio para que así los historiadores “no oligarcas” también tengan oportunidad de conocerlos. Pero nuevamente, para eso no se necesita un Colegio, son las especialidades de Historia las que se tienen que poner las pilas.

En general, entonces, si la brecha en el acceso a los doctorados en universidades de élite no se debe, entonces, a una cábala de “historiadores oligarcas”, ¿cómo hacemos para cerrarla? En cuanto a lo económico, ni idea. Derrocar al modelo neoliberal que concentra la riqueza en manos de los grandes capitalistas sería un buen comienzo, pero escapa a lo que se puede hacer en el aquí y el ahora. Escapa también, por supuesto, a lo que podría hacer un Colegio de Historiadores.

En cuanto a la brecha de información y orientación, pregunten. Creo que cualquiera de los peruanos que conozco que actualmente estudian en el extranjero estarían encantados de compartir sus experiencias. Pídanle al CEHIS que organice algo al respecto, o a la CONADEHIS, aprovechando que ahora todo se hace por ZoomGoogle Meet. Quienes están actualmente estudiando historia peruana en UC Davis, UT Austin, University of Michigan-Ann Arbor, Florida International University, University of Illinois at Urbana-Champaign, Tulane University, entre otras, seguramente estarán gustosos de participar. Si alguien quiere estudiar no-Perú, me puede preguntar a mí.

Para cerrar: no hay camarilla de “historiadores oligarcas” que maliciosamente esté impidiendo el acceso de nadie a universidades de élite y que el Colegio de Historiadores pueda finalmente derrotar. Lo que hay son inequidades de tipo económico y de acceso a la información y a los contactos. Respecto de lo económico, hay relativamente poco que podamos hacer. Respecto del acceso, hay mucho.

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Jorge Bayona

Jorge Bayona es candidato doctoral en Historia en la Universidad de Washington (Seattle), Magíster en Historia por la misma universidad y Bachiller en Humanidades con mención en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima). Actualmente es docente en la Universidad del Pacífico y ha sido docente en la Universidad de Washington y la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Sus áreas de especialización son el Sudeste Asiático, América Latina y el mundo del Pacífico.

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