Multiculturalismo y multilingüismo: reflexiones en torno a una nota sobre Benedict Anderson

Continuando con mi esfuerzo por ponerme al día con noticias académicas de diversa índole, comparto ahora con ustedes algunas reflexiones en torno a la publicación de una nota mía, “Una vida más allá de las fronteras: Benedict Anderson (1936-2015)” en la Revista del Instituto Riva-Agüero el año pasado. Pese a que por muchos es conocido principalmente por su obra Comunidades Imaginadas, Ben Anderson dedicó su vida sobre todo al estudio del Sudeste Asiático. Su multiculturalismo y multilingüismo son rasgos que deberíamos hacer un mayor esfuerzo por imitar para así enriquecer nuestra comunidad académica local, especialmente en el contexto de creciente nativismo que estamos viviendo, en el que el slogan “primero el Perú, segundo el Perú, tercero el Perú” está ganando fuerza en las encuestas. No hacerlo sería seguir empantanados en el ombliguismo que tanto nos caracteriza.

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Algunos desafíos y dilemas multilingües en la elaboración de una tesis sobre el Sudeste Asiático en el Perú

Durante buena parte de mi fase de cursos en la Universidad de Washington, tenía la idea de que mi tesis doctoral me llevaría a dos lugares del Sudeste Asiático–Filipinas e Indonesia–y dos lugares de Latinoamérica–Perú y quizá Bolivia o Ecuador. Con esto en mente, estudié tres años de indonesio durante mis años académicos en Seattle, completando el nivel avanzado, así como el equivalente de dos años de filipino en la Universidad de Wisconsin-Madison, además de un trimestre de filipino avanzado en la Universidad de Washington. En un seminario de investigación incluso preparé un trabajo titulado “Subaltern conquest by proxy: possibilities and limitations in Southeast Asia (Philippines and the Netherlands East Indies)”, en el cual proponía que las élites locales de Filipinas y las Indias Orientales Neerlandesas tenían una visión ligeramente positiva de las conquistas que realizaban sus colonizadores estadounidenses o neerlandeses en zonas periféricas a inicios del siglo XX. Esto se debería a que podían imaginar un futuro en el cual podrían hacer uso de aquellas realidades militares para implantar su propia hegemonía (la de Manila o Batavia) en dichas regiones. Pero cuando llegó la hora de ya presentar mi plan de tesis, hube de recortar significativamente su alcance geográfico, con lo cual Indonesia quedó fuera. Fue una decisión difícil, por los tres años de estudio invertidos en su aprendizaje, además del hecho que ya se había convertido en una lengua que usaba de manera cotidiana con mis colegas indonesios o indonesistas. 

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