La situación es tan grave que se ha llegado al punto de que la mujer tiene que aprender a convivir con que su cuerpo en el transporte público no es enteramente suyo.
Poco después de las siete de la tarde del 29 de marzo, Ninde se subió a uno de los vagones exclusivos para mujeres del metro de Ciudad de México.
Unas estaciones más adelante se empezaron a subir hombres y uno se puso a su lado, por lo que tomó precauciones para evitar un tocamiento o un robo.
Cuando se bajó, tenía el pantalón eyaculado.
Decidió hacer la denuncia y lo contó en redes sociales. Lo que vino después la indignó igual que lo sufrido en el metro.
El suyo es uno de una serie de casos recientes sobre agresiones sexuales a mujeres que llegaron a los medios de comunicación, contrariamente a lo que sucede la inmensa mayoría de las veces.
Aunque la situación no es nueva ni exclusiva de México, genera un necesario debate en el país que todavía no ha logrado siquiera empezar a contener el descontrolado hostigamiento sexual a las mujeres.
Cada hora se cometen 68 delitos sexuales en el país, de acuerdo con cifras oficiales.
El dilema del transporte público
“Lo que me resulta preocupante es pensar hasta qué punto hemos llegado a normalizar estas situaciones de violencia. Se llegó al punto de que la mujer tiene que aprender a convivir con que su cuerpo en el transporte público no es enteramente suyo”, le dice a BBC Mundo Ninde, de 24 años.
En los sobrecargados autobuses y metros mexicanos, el contacto se hace por momentos casi inevitable.
Ante la avalancha de tocamientos intencionales las autoridades de la ciudad lanzaron hace ocho años el programa “Viajemos seguras” con vagones exclusivos para mujeres.
Ciudad de México es la principal metrópolis latinoamericana que cuenta con este sistema, aunque la separación entre hombres y mujeres en el metro existe desde 1974.
Al no estar en funcionamiento constante y a veces sin el control policial para vigilar que no se suban hombres, ha resultado un experimento falible.
“Mejor me voy”
Los problemas no se dan sólo en el transporte público. Otro de los casos que llegó a los medios de comunicación a comienzos del mes pasado fue el de Andrea Noel, una periodista estadounidense que residía hasta ese entonces en la capital mexicana.
Mientras caminaba por una calle del acomodado barrio de la Condesa, un hombre le levantó el vestido, le bajó su ropa interior y salió corriendo.
Consiguió la filmación de las cámaras de seguridad, colocó el video en su cuenta de Twitter e hizo la denuncia ante la justicia.
Un mes después Noel, de 26 años, decidió que tras vivir tres años en Ciudad de México y varios más en otras partes del país, era momento de partir.
“Soy periodista, escribo sobre feminicidios, pero no me había tocado ser el objeto de tanto odio y si recibes miles de mensajes diciendo que eres una puta y una pendeja, entonces dices güey, mejor me voy a un lugar donde no piensen de esta forma”, le dice a BBC Mundo.
“Me ha pasado tantas veces que te nalguean, te agachas y sientes una mano, y son tantas que el estrés no lo vale; estoy de verdad harta, harta, harta y frustrada”.
Insultos y amenazas
Tras divulgar las agresiones sufridas en sus redes sociales, Ninde y Noel recibieron un aluvión de mensajes ofensivos, insultos y hasta amenazas de muerte.
A Ninde le dijeron que debería sentirse bien que un hombre se haya masturbado pensando en ella, que si sabe que el metro va lleno debería tomar un Uber y que estaba mintiendo y se había tirado yogur en el pantalón.
Cuando fue a hacer la denuncia, una de las primeras cosas que le dijeron en la fiscalía fue: “¿Va a denunciar? El trámite tarda de 4 a 6 horas”.
A Noel en la fiscalía le explicaron que se le debía hacer un dictamen psicológico porque su agresor tenía derecho a saber quién lo acusaba y si estaba loca o no.
Y fue una “tortura”, cuenta.
“Dura cinco horas si tienes suerte, te preguntan a qué edad te desvirgaron, cómo era la relación con tu padre, cómo defines la palabra sexualidad, dibuja una casa, un árbol, un hombre y narra un párrafo sobre el hombre que dibujaste (…) ahí me tienes llorando, temblando y dibujando un puto árbol, es ofensivo. Da coraje y no es por mi caso, este es el menor de los casos, en cada momento me he imaginado en cada paso del proceso, imagina si me estuviera violando mi marido”.
Críticas al sistema
Las autoridades reconocen que hay aspectos que deben ser mejorados.
“Ese proceso tiene que cambiar. No puede ser que una mujer tenga que esperar tres horas y someterse a todo un rollo de este tipo por eventos que pudieran sancionarse más eficazmente y mandar una señal más certera de que no vamos a tolerar esto”, afirma Teresa Incháustegui Romero, directora general del Instituto de las Mujeres de Ciudad de México.
“No puede ser que una mujer tenga que esperar tres horas y someterse a todo un rollo de este tipo por eventos que pudieran sancionarse más eficazmente”, dice Teresa Incháustegui .El primer diagnóstico sobre la atención de la violencia sexual en el país divulgado el mes pasado y realizado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) cuestiona el sistema.
Existe un “amplio desconocimiento” en el sistema judicial de los derechos de las víctimas y una “falta de sensibilidad” y la impunidad es alta, en parte, por una cultura que culpabiliza a las víctimas y donde se ven como normales el acoso o el hostigamiento sexual.
El estudio cuestiona que todavía existan códigos penales en el país, entre ellos el de la capital, donde se deba probar un resultado material consistente en un daño o prejuicio para que se pueda configurar el delito de hostigamiento sexual.
Incháustegui Romero reconoce que la “ola mediática” es una oportunidad para “sensibilizar sobre el problema tanto entre la población y los propios medios como internamente al gobierno”.
Para la directora del directora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, Ximena Andión Ibáñez, la clave por empezar a resolver el problema pasa por el combate a las actitudes que muchos hombres ni siquiera ven como negativas.
“Me parece que es fundamental empezar con aquellas expresiones que parecen chiquitas de violencia pero que son fundamentales para ir rompiendo esos círculos de impunidad, esos círculos de violencia e ir desnormalizando la violencia”, dice.
“El tema del acoso en las calles y el transporte”, afirma, “parece algo mínimo pero para las mujeres significa la decisión de salir o no a la calle, de cómo sales, a qué hora, cómo te vistes”.
#VivasNosQueremos
Bajo el lema #VivasNosQueremos, el 24 de abril diversas organizaciones sociales realzarán en más de 20 localidades de México una movilización nacional contra la violencia machista.
El objetivo, aseguran los organizadores, es: “Sumar a todas las personas que deseen tomar acciones para visibilizar, cuestionar y denunciar todas las violencias machistas de las que las mujeres somos víctimas todos los días, en todos los espacios”.
“¡¿Por qué eres tan hijueputa?!”
La reconocida columnista y feminista colombiana Catalina Ruiz Navarro, radicada en Ciudad de México, cuenta que cuando le gritan por la calle no se queda callada.
“A uno le dan ganas de regresarse a la casa y además uno se siente culpable. Ahora que hace calor y estoy caminando por México con esta falda hoy le he gritado a tres tipos en la calle: ¡¿Por qué eres tan hijueputa?! ¡Ven y dímelo en la cara!”.
“La manera en que nosotros habitamos el espacio es de permanente autodefensa”, dice.
“Las mujeres no lo hacemos consciente pero voy a ir a un lugar y miro la calle, miro si tiene recovecos, si hay un lugar oscuro, si hay un grupo de hombres. Cada vez que me enfrento a un espacio hago un análisis de riesgo para ver si puedo transitar”.
Así viven las mujeres y los hombres no sólo no suelen verlo sino que contribuyen a que la mujer sufra en la calle.
En medio del debate público de las últimas semanas el periodista Daniel Moreno, director del portal Animal Político, escribió una columna ampliamente difundida en redes titulada “Este texto es sólo para hombres”:
“En este país, una mujer debe saber que en la calle, en la oficina o en la escuela, hay hombres convencidos de que pueden agredirla, acosarla, insultarla, solo porque son mujeres.
“Y no hablo de hombres ‘enfermos’, sicópatas. Hablo de casi cualquier hombre-jefe-compañero-pariente-colega-desconocido, que además sabe que su agresión quedará impune. Gente común, que ha normalizado esta violencia”.
La campaña “Hazme el paro” busca que los pasajeros y choferes no se hagan los desentendidos cuando son testigos de una agresión sexual en el transporte público.
El desafío de cambiar la mentalidad a estos hombres es mayúsculo. La receta de Ruiz Navarro, por ejemplo, es confrontarlos y hablarles.
“Es un trabajo de reeducación, mi esposo te dirá que es un macho en rehabilitación (…) Todas las mujeres tenemos que hacer esto todo el tiempo. Hay que educar a nuevos hombres, porque a los hombres de mi generación los educaron machistas”.
Y a nivel de políticas públicas asegura que hay mucho por hacer.
Desde promover la igualdad a partir del jardín de infantes, pasando por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, hasta mayor licencia de paternidad, todo en aras del empoderamiento de la mujer.
“Lo que hay que hacer con los hombres es una reflexión sobre el tema de las masculinidades”, considera Andión Ibáñez. “Es trabajar con hombres y mujeres sobre los roles que les ha asignado la sociedad”.
Hace hincapié en que no es posible que un programa gubernamental cambie la situación.
“Se necesita realmente una respuesta multidimensional, de muchos niveles, desde lo personal hasta lo institucional… lo educativo, las campañas, los medios de comunicación, y las personas y los cambios personales, va a tomar muchísimo tiempo”.
El Instituto Beauvoir junto al Banco Mundial lanzó el mes pasado la campaña “Hazme el paro” (Hazme un favor) que busca que los pasajeros y choferes no se hagan los desentendidos cuando son testigos de una agresión sexual en el transporte público.
Por el momento se trata de un plan piloto con una línea de autobús que recorre la avenida Revolución de la ciudad.
A través de una aplicación, los usuarios pueden reportar el abuso a la Secretaría de Seguridad Pública y también tienen la opción de hacer sonar en el autobús una grabación con la advertencia: “Lo que está haciendo es un delito y los demás se han dado cuenta”.
La idea es hacer “corresponsables a los hombres y a las mujeres y a todo el mundo de prevenir el acoso, cómo más allá de esperar una respuesta de la autoridad puede haber una respuesta de la comunidad”, explica Andión Ibáñez.
“Son acciones chiquitas que permiten ir reconstruyendo el tejido social”, agrega.
“Nosotros por ellas”
“Inmujeres” en la capital ya prepara el lanzamiento de la campaña “Ciudad segura y amigable para las mujeres” y la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior) recientemente puso en marcha la iniciativa “Nosotros por ellas”.
El objetivo es promover la construcción de un nuevo modelo de masculinidad, que fomente el respeto, la igualdad y la equidad de género.
Recursos públicos en campañas y programas oficiales y privadas para atacar el problema no faltan.
Pero el camino para que las mujeres en México vivan día a día con tranquilidad todavía es largo y está cargado de obstáculos.
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