REFLEXIONES SOBRE EL PERIODISMO TELEVISIVO (1)

Trabajar en la televisión es practicar el periodismo más difícil y complejo. Pero, al mismo tiempo, en el de más impacto y mayor alcance, por lo que se convierte en el medio más tentador para los gobiernos y los políticos. Lo ocurrido en nuestro país en la década de los 90 así lo demuestra.

Un experto en el tema declaró: “Hoy en día quien pone las ideas en la opinión pública es el formato televisivo. Y si uno no sabe comunicarse por televisión en política está hecho. No tiene posibilidad de generar simpatía y de que lo comprendan. Es la cultura de la imagen y en ella hay que moverse.”

Trabajar en televisión es estar totalmente convencido de que la información es fundamentalmente imagen y sonido. Por ello, todo lo que se escriba o informe tiene que estar al servicio de esas características del lenguaje televisivo. La información debe corresponder y complementar lo que muestran las imágenes, las que no se deben describir, porque el televidente las está viendo en su televisor. Estas características son las que diferencian categóricamente el tratamiento informativo de la televisión a los tratamientos de los otros medios. Por trabajar con la imagen y el sonido, el periodista de televisión tiene retos más difíciles que sus colegas de otras manifestaciones periodísticas.

La necesidad de capturar los sucesos con imágenes y sonidos ocasiona que la labor informativa en la televisión sea un operativo tecnológico complejo. Para hacerlo hay que movilizar por lo menos un equipo mínimo: reportero, camarógrafo y ayudante, con elementos tecnológicos propios de la televisión (cámara, luces, micrófonos, etc.), en las tareas menos complicadas. Cuando se trata de transmisiones en vivo y directo se tiene que utilizar elementos más sofisticados, como microondas y los “fly away”, que permiten enviar la señal directamente a un satélite de comunicaciones desde el mismo lugar de los hechos.

En este tipo de coberturas, intervienen no sólo periodistas, sino también los técnicos, expertos en la instalación y operación de equipos de última y delicada tecnología.

Por lo dicho, para ser eficiente y competitivo en su medio, el periodista televisivo debe convertirse, prácticamente, en un tecnológo; es decir, alguien capaz de conocer la tecnología que emplea y necesita, no tanto como los ingenieros especialistas, pero muchísimo más que el común de la gente. Sin embargo, esa necesidad del recurso tecnológico no debe invertir la importancia de los roles. La tecnología debe estar al servicio del periodista y no al revés.

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