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08/09/15: El ciclo de largo plazo del Perú

EL CICLO DE LARGO PLAZO EN EL PERÚ

Efraín Gonzales de Olarte

La década perdida de los años ochenta del siglo pasado fue la fase recesiva de largo plazo del Perú, que terminó con el ajuste estructural neoliberal. Este ciclo tuvo su etapa expansiva entre 1950 y 1975 y luego vino la recesiva.

A partir de 1992/93 se inició otro ciclo de largo plazo que debería durar entre cuarenta a cincuenta años, esto quiere decir que más o menos veinte años después terminaría la primera fase con un auge importante como lo fue el año 2014, probablemente hacia 2017 el ciclo de largo plazo peruano debería volver a ser recesivo. Este tema lo analizamos el 2001 en la Revista Semana Económica y lo analizamos en la Revista Poder el 2011.

Esta periodicidad proviene de los denominados ciclos de Nicolai Kondrantiev (Economista ruso que estudio los movimientos económicos de largo plazo) que tienen este comportamiento, veinte a treinta años de crecimiento y un período similar de recesión. Las principales causas eran que esto se debía básicamente a cambios tecnológicos importantes que impulsaban la economía por un largo período y en general acompañados por una expansión del crédito. Dicho impulso llevaba a excesos de oferta o a la reducción de la demanda, lo que llevaba a la crisis y la recesión.

Nuestras predicciones parecen estar cumpliéndose hacia 2016/17 en la medida que la tasa de crecimiento del PBI está cayendo y si tomamos en cuenta el PBI por persona, es muy probable que al próximo año el crecimiento sea cero. La pregunta es ¿por qué esta periodicidad? Más allá del hecho estadístico.

Tenemos algunas hipótesis para el caso peruano. 1. En verdad el crecimiento peruano de la primera década del nuevo siglo se debió a factores externos que incrementaron drásticamente la demanda por materias primas y alimentos y que coincidieron con el incremento del crédito mundial y el consiguiente repunte de la inversión privada y pública de fines del siglo pasado. Esto generó una situación casi única en la historia económica del Perú que: frente a un incremento de la oferta agregada se incrementó coincidentemente una mayor demanda de minerales, gas, petróleo, productos agrícolas, todo debido al crecimiento de China, de la propia América Latina y de nuestros socios tradicionales -Estados Unidos y Europa- que gracias a tratados de libre comercio incrementaron el comercio. Se podría decir, en consecuencia, que fue el crecimiento externo –con todos sus cambios tecnológicos y crediticios- los que impulsaron el ciclo de largo plazo peruano. Por las mismas, razones por las que la economía peruana creció, comienza estancarse y probablemente a tener un crecimiento muy modesto. La demanda externa ha dejado de tener la misma velocidad de crecimiento que en la década pasada y se ha recortado el crédito.

  1. Esto nos lleva a un punto crucial: al modelo económico peruano le faltan sectores que le den la capacidad de crecer de manera endógena, es decir, sectores cuya demanda sea sobre todo interna y, sobre esa base, puedan también exportar. En este sentido la economía peruana es incompleta[1], en consecuencia sigue arrastrando el “karma” de ser una economía demasiado dependiente de la coyuntura internacional.
  2. Los cambios tecnológicos ocurridos en el Perú han venido básicamente incorporados en los bienes de capital importados. Es decir, no hay una actividad tecnológica en el Perú impulsada por las empresas o por el estado. Somos importadores netos de ciencia y tecnología. Esto hace que seguiremos dependiendo del ciclo internacional en largo plazo, a menos que cambiemos esta situación.
  3. Sólo existe una excepción respecto al cambio tecnológico y la producción para el mercado interno: “la revolución gastronómica” impulsada por Gastón Acurio, Apega y los que participan en Mistura. En este rubro se está dando una permanente innovación, está generando una mayor oferta interna, que es acogida con mucho gusto por la demanda y la gastronomía comienza a ser una fuente de exportaciones. Es por aquí que hay buscar nuevos sectores para depender menos de las materias primas y del ciclo internacional.

Lima, setiembre 2015

 

 

[1] Está en prensa un libro mio: Una economía incompleta, Perú 1950 -2005. Análisis estructural, PUCP-IEP. Que trata sobre este tema.

02/07/15: Inversión y política

LA ECONOMIA POLÍTICA DE LA INVERSION EN EL PERU

Efraín Gonzales de Olarte

Durante mucho tiempo la tasa de inflación ha sido el indicador económico con mayor repercusión en la política. Una alta tasa de inflación generaba impopularidad en el gobierno de turno y obligaba a medidas de ajuste, en general fiscales y monetarias, con efectos tanto en las economías familiares, como empresariales. Desde que la tasa de inflación se mantiene baja en el Perú esta variable ha dejado de tener una connotación política como antaño. En los últimos tiempos, la inversión es la variable que ha reemplazado a la inflación. La popularidad del régimen depende de cómo va el proceso de inversión y, sobre todo, cómo va la inversión privada. Si por alguna circunstancia, digamos el movimiento regional de Cajamarca que impidió la ejecución de la inversión en el proyecto Conga, inmediatamente el gobierno comienza a perder popularidad y se encuentra entre dos fuegos: por un lado el empresariado que protesta por la incapacidad del gobierno y del estado para promover la inversión y, por otro lado, la población organizada o no que protesta porque el proyecto particular la afecta ya sea desde el punto de vista ambiental, por el uso alternativo del agua o, simplemente, porque de esos proyectos de inversión no sienten que los favorezcan tal como favorecen a los inversionistas. En consecuencia, la inversión se convierte en un hecho político. Frente a esta realidad, los medios de comunicación toman partido por uno u otro lado. Los que defienden los intereses empresariales, dicen en primer lugar que están defendiendo el crecimiento económico y la estabilidad social, basado en el razonamiento siguiente: si la inversión no se da en un proyecto habrá un efecto contagio y otros proyectos se retractarán, además una menor inversión significará un menor empleo, menores ingresos fiscales, en consecuencia más pobreza. La idea es que oponerse a la inversión es oponerse al crecimiento económico. Los adversarios de la inversión señalan que tantos años de inversión y de crecimiento no ha reducido las desigualdades, debido a que las tasas de crecimiento del producto son siempre más altas que las tasas de crecimiento de los ingresos salariales y no salariales. En consecuencia, la baja de la inversión no los va a afectar tanto como los inversionistas sugieren. Se trata, nuevamente, de una pugna política de intereses. El problema de fondo es: ¿por qué la inversión privada y pública no genera más empleo y no disminuye las desigualdades, que en la práctica es la fuente del conflicto distributivo existente? La respuesta tiene dos componentes. Por un lado, la inversión privada tiende a colocarse en sectores con muy baja capacidad de multiplicación del empleo y de la producción y con muy altas productividades, como es la minería, electricidad, gas y petróleo, esto debido a las tecnologías empleadas. El problema adicional es que estas tecnologías son de tal escala o magnitud (es decir necesitan grandes inversiones) que no pueden ser imitadas por sectores medio y pequeños. No hay difusión tecnológica. Por otro lado, la inversión pública se da básicamente en infraestructura funcional a los sectores más importantes como la minería y el comercio, en consecuencia no tiene un rol promotor de iniciativas productivas, sino un rol de acompañamiento de la estructura productiva ya establecida. Todo esto se debe a que el modelo económico peruano se ha basado en la promoción de los recursos naturales con alta rentabilidad diferencial –minería, gas, petróleo- y ha generado un modelo que depende de la inversión en estos sectores. Si el modelo económico promoviera la inversión en sectores transformadores e industriales, la historia sería diferente, tal como muestran las experiencias de muchos países, sud este asiático, Brasil, Nueva Zelanda, etc. En consecuencia, el modelo primario exportador y de servicios que tiene el Perú desde los años noventa, ha ido generando sus propias variables políticas y obviamente, en cuanto los precios internacionales de los minerales han comenzado ir para abajo la inversión en estos sectores ha ido cayendo. El problema del Perú es que no tiene sectores alternativos atractivos para los inversionistas extranjeros, que no dependan de la renta natural sino de la productividad de los factores, particularmente de la fuerza de trabajo. Por ello, es laudable, iniciativas como las de la diversificación productiva, pues apuntan a incorporar nuevos sectores atractivos al inversionista.

13/04/15: Desigualdad distributiva, política y ética en el Perú.

DISTRIBUCIÓN,  POLÍTICA Y MORAL EN EL PERÚ

Efraín Gonzales de Olarte*

Cuando la desigualdad de ingresos, de riqueza y de capacidades humanas es grande y persistente, se generan condiciones propicias para su aprovechamiento hacia fines políticos particulares y, sobre todo, para mantener el statu quo social. El detonante para que esto  suceda es la pérdida de valores morales y del significado ético sobre el uso de los bienes públicos, el sentido de la equidad  y sobre los recursos del estado. Esto es lo que va ocurriendo en el Perú de los últimos años, el peligro es que podríamos estar convirtiéndonos en un país donde el “todo vale”, nos llevará a un país que no vale.

INTRODUCCIÓN

Cuando la desigualdad de ingresos es alta, digamos con un índice Gini[1] de desigualdad mayor 0.55, y está acompañada por altos niveles de pobreza, la solución política pasa por las políticas redistributivas, es decir cobrando más impuestos a los ricos y entregándoles bienes y servicios gratuitos a los pobres. Esto es en general lo que prometen todos los candidatos a la hora de las elecciones. El asunto es que si el gasto público no modifica los activos de los pobres, sus capacidades humanas y no existe un buen sistema de seguridad social, el círculo vicioso de la inequidad se puede repetir de manera indefinida, permitiendo legitimar a los políticos, dar la sensación que el estado cumple con su papel y, sin embargo, se sigue manteniendo la desigualdad.

El origen está en los determinantes de la desigualdad, en la capacidad redistributiva del estado y en el tipo de sistema político vigente que se establece para promover la justicia social y la equidad, en otras palabras en cómo está distribuido el poder económico y político. Es obvio que si no cambian los orígenes de la desigualdad no hay porque esperar que cambie su distribución. La única manera de conmover la desigualdad es atacando sus orígenes más profundos: la desigualdad de activos entre las personas, la desigualdad de las capacidades humanas para trabajar o emprender y el modelo económico que no genera igualdad de oportunidades para todos. El tema es que para hacer cambios en los determinantes de la desigualdad se requiere de un sistema político y un estado capaz de llevar a cabo reformas y políticas duraderas, con metas de largo plazo que sean pasibles de fiscalización social. El problema es que los políticos y los gobiernos tienen horizontes temporales más cortos y comportamientos que está en función de sus intereses para llegar al poder o de permanecer en él y, como consecuencia, tratan de adaptar las metas del estado a sus intereses políticos. El resultado es que la lucha contra la inequidad se convierte en un mecanismo para aspirar o permanecer en el poder, para lo cual las desigualdades se deben reproducir. Una situación perversa a la cual se aproxima el Perú, si ya no está envuelto.

LAS CAUSAS DE LA DESIGUALDAD Y LAS MANERAS DE REDUCIRLA

La primera causa se refiere a la desigual distribución de la propiedad del capital físico, de los recursos naturales o de los recursos del estado. Este es el más clásico de los orígenes, que ha llevado a plantear políticas o reformas redistributivas a través del cambio de la propiedad y de su usufructo. Este camino no ha tenido éxito per se casi en ningún lugar. En el Perú el Gobierno Militar de Juan Velasco (1968-1975)  intentó cambiar las desigualdades sociales mediante un conjunto de reformas de la propiedad –agraria, industrial, minera, servicios- pero al cabo de varios años la desigualdad casi no varió.

La segunda es la desigualdad del así llamado “capital humano” por los economistas neoclásicos, que en una aproximación mucho más interesante es la desigualdad del desarrollo humano es decir de las capacidades y derechos de las personas, que por distintas razones son diferentes y no permiten que mejoren sus vidas tanto como quisieran.  El desarrollo humano no sólo incluye la educación, la salud, las calificaciones y talentos de las personas sino que además asume que las personas sean capaces de usar sus capacidades para trabajar, crear y emprender y para abogar por sus derechos de tener mejores oportunidades, es decir contiene un factor movilizador activo que puede influir en el cambio de su situación y de su entorno.

La desigualdad en el desarrollo humano es el fruto de las condiciones socioeconómicas en las que nacen las personas, de sus posibilidades de tener una buena alimentación, salud, educación y un sistema de seguridad social. Uno de los mayores medios para la reducción de estas desigualdades se da a través del incremento de las calificaciones de las personas, ya sea a través de la educación formal o informal o a través de la experiencia laboral, pero que sólo lleva al progreso humano si dichas capacidades se cristalizan a través de empleos decentes (formales, bien pagados y con buenas condiciones de trabajo) o de emprendimientos de todo tipo. Por ello,   no basta con mejorar la educación, es imprescindible generar simultáneamente la demanda para esta fuerza de trabajo mejor calificada y con mayores capacidades, es decir hay que ampliar las oportunidades para el desarrollo humano. Esto nos lleva al tercer elemento que define la desigualdad: el modelo económico.

El modelo económico, definido como un sistema de funcionamiento económico basado en ciertas actividades dinámicas que sostienen el crecimiento, es el que organiza la interacción de los sectores productivos y, para hacerlo, demanda de cierto tipo de trabajadores con ciertas calificaciones y destrezas. El modelo industrialista -con sus tres revoluciones industriales y el concomitante desarrollo de servicios- ha demostrado ser el mayor generador de demanda de fuerza de trabajo calificada y, en consecuencia, ha logrado altas productividades, pagando altos sueldos y salarios, razones por las cuales los países industrializados son menos desiguales. Empero aún en estos países las desigualdades se dan por las razones explicadas por Piketty[2], por ello la intervención redistributiva del estado es necesaria, para reducir las desigualdades de oportunidades para el desarrollo humano.

El Perú ha transitado por dos modelos económicos en los últimos sesenta años, el primario-exportador y semi industrial dependiente (PESID) hasta los años ochenta y el modelo primario-exportador y de servicios (PESER) desde los años noventa del siglo pasado hasta hoy. Estos modelos han variado en torno a la exportación primaria (minerales, petróleo, gas, agricultura) y no han logrado generar un sector industrial transformador o algunos segmentos importantes de la manufactura que no sean dependientes de la importación de materias primas y tecnología.  Mientras que los sectores de alta productividad –electricidad, petróleo, minería, siderurgia- sean poco demandantes de mano de obra, debido a sus tecnologías intensivas en el uso de capital, y paralelamente existan otros sectores –agricultura, manufactura, servicios- de baja productividad y que dan empleo poco o nada calificado a la mayoría de la población con bajos sueldos y salarios, la desigualdad es un resultado esperable del modelo. Esto es lo que sucede en el Perú, con la característica adicional que estos modelos no tienen mecanismos endógenos para transformarse, en la medida que las capacidades de las personas –educación, experiencia, talentos y relaciones sociales- son limitadas para modificar sus condiciones de trabajo, sus producciones y su entorno socio económico.

El modelo económico primario-exportador y de servicios genera una demanda de trabajo muy calificada, pero relativamente pequeña,  en los sectores de alta densidad de capital físico o financiero, contrariamente en los otros sectores de baja dotación de capital, agricultura tradicional, minería artesanal, pequeña manufactura, servicios diversos,  las productividades y los ingresos son bajos, lo que da como resultado una gran brecha de productividad y de ingresos, es decir, la desigualdad en la distribución del ingreso es el resultado de las desigualdades productivas, las cuales se han mantenido en los últimos sesenta años. Además, el Estado peruano no tiene los suficientes recursos para reducir estas brechas de productividad y de ingresos, entre otras razones por la misma desigualdad de ingresos y de los niveles de pobreza existentes, pues lo que se puede cobrar de impuestos a los ricos y a los sectores capitalistas no alcanza para cerrar las brechas sociales, pero tampoco se puede cobrar muy altos impuestos sobre las rentas y las ganancias porque se amenaza la continuidad de la inversión y del proceso de acumulación del capital.

Esta es la doble trampa que genera la desigualdad, por un lado no se puede cobrar impuestos directos excesivamente pues se reduce el ahorro y la inversión, pero tampoco se puede incrementar los impuestos indirectos pues aumenta la pobreza. Sólo un altísimo crecimiento de todos los sectores –más del 7% al año- podría romper esta trampa. Cuando esto no sucede el estado puede aspirar a mantener la desigualdad prevalente y quizás a una lenta reducción en el tiempo, para lo cual se requeriría varios gobiernos que mantengan políticas redistributivas. Es aquí donde aparece la política y la ética como factores que podrían hacer que ocurra un proceso de crecimiento con redistribución.

En el Perú la redistribución de activos físicos y de capital durante el régimen militar no funcionó porque los beneficiarios que recibieron estos activos no tenían las suficientes capacidades educativas, laborales y de libre determinación para aprovecharlos y potenciarlos y porque se mantuvo un modelo económico que tampoco necesitaba de más fuerza de trabajo calificada. Además, la redistribución de la propiedad se hace en corto tiempo, el cambio del modelo económico toma más de tiempo, en cambio la redistribución de capacidades humanas toma mucho más tiempo por los bajos niveles educativos que se tienen y por los largos períodos educativos. Es evidente, que el rol de la política y del estado para conmover estas estructuras es crucial, además se hace necesario un estado con una institucionalidad capaz de ejecutar políticas y programas específicos de manera permanente y sin sobresaltos.

LA DESIGUALDAD ES FUNCIONAL A LA POLITICA EN SISTEMAS POLITICOS DÉBILES.

Las altas desigualdades permanentes, como la del Perú, no sólo se deben a factores estructurales como la estructura de la propiedad, el modelo económico o la lenta adquisición de capacidades generales y laborales de las personas, se deben también a que, desde el estado, no se logra romper con las trampas de la desigualdad. Nuestra hipótesis es que esta desigualdad puede ser funcional al sistema político cuando no hay un sistema de control efectivo del comportamiento de los gobernantes. Este sistema tiene dos componentes uno institucional y el otro moral.

La vigilancia de los gobernantes de estados modernos se basa en el contrapeso entre los poderes del estado, donde el ejecutivo es vigilado por el congreso y ambos son vigilados por el poder judicial, a través de un ordenamiento jurídico y una organización institucional instrumental, todo lo cual parece tener el Perú. Sin embargo, la clave para que este complejo sistema funcione es que las autoridades y los funcionarios del estado se comporten en base a un código ético y una moral ciudadana que los haga cumplir sus funciones, que ejecuten fielmente lo que dicen las normas, utilicen los recursos del estado de manera proba, es decir, que tengan una moral pública que no sólo les genere legitimidad y reputación, sino que además generen una cultura cívica de promover oportunidades para todos de manera abierta y democrática y promuevan con el ejemplo comportamientos éticos. Esto no existe en el Perú.

¿Cuáles son las razones de esta situación? En primer lugar, la debilidad del Estado peruano, en la medida que sus instituciones no pueden cumplir con sus funciones a cabalidad, porque los que toman las decisiones –los gobernantes elegidos- están preocupados por su popularidad y sobrevivencia política antes que por las metas del estado e incluso por las metas de sus propios planes de gobierno y, los que ejecutan las decisiones –los funcionarios y empleados públicos- están preocupados por aprovecharse de cualquier oportunidad o resquicio que les da la administración pública para mejorar sus bajos ingresos, salvo obviamente honrosas excepciones. Es decir, tanto gobernantes como funcionarios tratan de maximizar sus ingresos particulares a partir de los recursos del estado, cuando se ha perdido el control de los contrapesos de poderes y los mecanismos institucionales y políticos de fiscalización.

 Para entender este fenómeno necesitamos más bien la Microeconomía antes que la Ciencia Política. En otros términos, dada una desigual distribución de los ingresos y bajos sueldos estatales, en promedio, cualquier oportunidad de aprovechar y utilizar el poder para generar ingresos adicionales a partir de los recursos públicos y del estado será utilizada, más aún cuando honradez, la veracidad y la confianza como principios morales han prácticamente desaparecido, entre otras razones porque las prácticas inmorales se han generalizado y se han convertido en una suerte de “nueva moral”.

En un país donde la mayor parte de las personas no tienen grandes capacidades generales y laborales, donde la demanda por trabajo es insuficiente y donde el estado tiene recursos limitados, las posibilidades de redistribución se reducen a las políticas sociales y a las posibilidades de incorporarse al estado por cualquier medio: político o laboral, pues se sabe que el estado tiene recursos, que se ha descentralizado, que los gobiernos: central, regionales y locales tienen presupuestos, entonces la tentación del “asalto al estado” que es visto como un botín capaz de generar nuevas fuentes de ingreso – en general ilegales e incluso delincuenciales- se convierte en la única otra vía de redistribución, para lo cual simplemente hay que adscribirse a la “nueva moral” del “todo vale”, del “pepe el vivo”, de “he robado poco”, que hemos heredado de la época del fujimorato y del maestro del uso de los recursos del estado para provecho personal: Vladimiro Montesinos.

 Este círculo vicioso, que empeora por la falta de moral de los gobernantes y que al hacer uso de los recursos públicos, tratando de paliar la desigualdad, se aprovechan de parte de estos recursos para fines propios mediante distintos mecanismos de corrupción. Aquí, adicionalmente,  se opera un proceso que genera una nueva capa social: los políticos y funcionarios públicos que se enriquecen apropiándose de parte de los impuestos pagados por todos, que tratarán de estar vinculados al estado de una u otra forma no sólo para seguir medrando sino para protegerse de los débiles mecanismos de fiscalización – contraloría, poder judicial, congreso- que a menudo están atravesados también por la inmoralidad y la corrupción.

De otra parte,  los bajos niveles de desarrollo humano y la pobreza de la mayoría de la población, constituyen el entorno social que facilita estos comportamientos, pues, por un lado, en situaciones de falta de mayores oportunidades laborales, educativas o de negocio, cualquier ayuda es bienvenida, es decir los programas sociales se hacen imprescindibles en situaciones de carencia, donde se optará por recibir bienes y servicios básicos, aunque se renuncie a principios éticos. De ello aprovechan los políticos y los funcionarios. Por otro, lado, en situaciones de pobreza y exclusión social no es fácil hacer valer los derechos y de hacer agencia para ser escuchado y menos cuando el estado acusa serios niveles de corrupción. En esta perspectiva, se puede entender la serie de movimientos puntuales de protesta en minas, toma de carreteras, huelgas de hambre, como un intento de hacer agencia frente al estado que acabamos de describir, movimientos que tampoco están exentos de prácticas inmorales e ilegales.

¿QUE HACER?

Cómo romper el círculo vicioso de la desigualdad y su uso político. No cabe duda que hay pocas posibilidades de resolver el problema. Lo ideal es variar el modelo económico para que pueda generar mayor demanda de trabajadores calificados y esto sólo se puede impulsando nuevos sectores en la industria y los servicios, esto debería llevar a una política de desarrollo humano (educación laboral, salud integral, infraestructura básica) y a una política sectorial de incentivo a aquellos sectores generadores de empleo calificado y bien remunerado que podría reducir la pobreza y las desigualdades, de tal manera que éstas no sean utilizadas como promesas políticas. Esta sería una política de largo plazo, que a la larga podría incrementar los recursos del estado, lo que permitiría entrar en un círculo virtuoso de desarrollo humano.

El problema es qué se hace con la “nueva moral” enquistada en el sistema político actual, como resultado perverso de las desigualdades y la pobreza, acompañado de la casi desaparición de doctrinas políticas con componentes éticos. Aquí nos parece que hay poco que hacer, porque se ha entrado en un círculo pernicioso del cual es difícil salir. Habría que refundar la política y los partidos políticos que reestablezcan el accionar político a partir de doctrinas y que eliminen la idea de participación política como un medio, para medrar de los recursos de los gobiernos locales, regionales o del gobierno central y una gran campaña por la participación política con ética. La crisis moral heredada del fujimorato y desarrollada posteriormente por los distintos gobiernos es el principal enemigo del crecimiento con redistribución y del funcionamiento del estado peruano.

Lima, abril 2015

* Publicado en Argumentos IEP.

  

 



 

[1] Este coeficiente, inventado por el ideólogo y estadístico italiano Corrado Gini (1912) Variabilità e mutabilità, oscila entre 0 que significa igualdad perfecta y 1 que es la desigualdad total.

 

 

[2] Thomas Piketty (2014): Capital in the Twenty-First Century, President and Fellows of Harvard College, United States of America. Para el autor la principal causa de desigualdad en el capitalismo es que la tasa de crecimiento de las ganancias es siempre superior a la tasa de crecimiento de la producción.

 

 

 

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09/12/14: COMO RESOLVER EL PROBLEMA DEL TRIÁNGULO IMPOSIBLE

LA COP20 Y EL TRIANGULO IMPOSIBLE

Efraín Gonzales de Olarte

 

La COP20 tiene como objetivo tratar de resolver el triángulo del desarrollo, que hasta ahora ha sido imposible el lograrlo, a través de la propuesta sobre reducción de las emisiones de carbón. En mi opinión es casi imposible lograr simultáneamente crecimiento económico permanente, reducción de las desigualdades y hacer sostenible la explotación de los recursos naturales. Dicho de otro modo, es casi imposible lograr al mismo tiempo eficiencia económica, equidad social y sostenibilidad ambiental. Veamos porqué.

Para maximizar el crecimiento y, en consecuencia para obtener el máximo posible de ganancias, hay que pagar a los trabajadores por debajo de sus productividades, lo que es un estándar en el capitalismo, o utilizar los recursos naturales como si fueran infinitos. Si pagamos a los trabajadores de acuerdo a sus productividades las ganancias van a disminuir y si utilizamos los recursos naturales no renovables sin algunas reglas de sostenibilidad, en el futuro no habrá ni ganancias ni salarios. Existe, pues, un conflicto entre los principales objetivos de productores,  trabajadores y la naturaleza. El sistema no puede ser eficiente, equitativo y sostenible al mismo tiempo. Esta es la principal falla del capitalismo y su principal resultado es el crecimiento económico a costa de la naturaleza y de los trabajadores, es decir la terrible combinación de calentamiento global con pobreza a nivel planetario es su peor resultado.

El calentamiento global es pues un resultado de este sistema, con un elemento adicional que es la incitación al consumismo como mecanismo para asegurar la venta de lo que se produce y, en consecuencia, para maximizar ganancias. Es decir, hay una complicidad dependiente entre consumidores y productores, consolidada por la cultura de la insatisfacción permanente sobre los estándares de consumo y por la tendencia que tiene el sistema a incorporar cada vez más, nuevos productos y servicios, cuyo costo en recursos naturales y medio ambiente va en relación directa al crecimiento de la población y, sobre todo, al crecimiento de los ingresos de las personas.

Los casos de China e India son ilustrativos al respecto. Son dos países que están creciendo a tasas muy altas y, como consecuencia, la pobreza va disminuyendo, lo que significa que los consumidores con ingresos efectivos van a demandar más bienes y servicios, para alcanzar los estándares de los países europeos o Estados Unidos. Estos significa que se requiere de más fuentes de energía, de más productos industriales, de más servicios, todos ellos generando lo que hoy se denomina la “huella de carbono”, es decir, a mayor población y mayores ingresos el uso y sobre uso de la naturaleza será ineluctablemente mayor y, como no es infinita, el resultado es el cambio climático que ya está teniendo efectos sobre los sistemas de vida, sobre las especies, sobre la naturaleza en general, al punto de establecerse una amenaza a la reproducción de la especie humana en este planeta azul.

Es evidente que los países de América Latina y, sobre todo, los africanos que aún tienen grandes masas de gente pobre y aspiran, legítimamente, a salir de la pobreza y de tener mejores ingresos, en cuyo caso el efecto sobre la huella de carbono no puede ser diferente al caso de China e India. El problema, en el fondo, es que la primera revolución industrial basada en la energía inorgánica ha generado tecnologías que difícilmente pueden ser superadas  o cambiadas, sin afectar grandes intereses económicos, para los cuales las externalidades negativas son la base de sus ganancias, pero que  las van a tener que pagar todos. Esta es en esencia el denominado “capitalismo salvaje”.

La COP20 tiene el inmenso desafío de establecer un diagnóstico lo más preciso posible y establecer un conjunto de medidas que podrían parar el sobre uso de la naturaleza, mitigar los efectos del calentamiento global y proponer adaptaciones tecnológicas y culturales para evitar llegar al colapso en unos treinta años. Este conjunto de temas deberían ser aprobados en la COP 2015 en París, con acuerdos vinculantes, que podrían redefinir las políticas económicas, las políticas sociales y las políticas ambientales. Todo un desafío para un sistema organizado sobre la base de comportamientos individuales que, bajo la idea de la mano invisible del mercado, hace que el bien común que es la naturaleza sea sobre utilizado, esta es la famosa “tragedia de los comunes”. Es decir, que pensando que el comportamiento de cada uno en el uso de bienes comunes, como la naturaleza o el medio ambiente, basado en la libertad de elección es “bueno” para otros por definición, aunque el resultado ha sido, es y será que el sistema es inviable, de ahí la tragedia.

Pero, quizás, el desafío más grande de la COP de Lima sea convencer a los gobiernos de países que se reunirán en París es la de convencer que el triángulo puede tener solución o soluciones intermedias, que significan que las empresas deben ganar menos a cambio de no usar intensivamente los recursos no renovables, que las empresas deben pagar en función de la productividad de sus trabajadores, la cual a su vez debe estar en función de mejores niveles educativos y de cambios tecnológicos “ahorradores de carbono” , pero el triángulo no podrá completarse nunca si el Estado no hace su papel para compensar tanto los desbalances sociales –la pobreza y la desigualdad crónica- como los desajustes del medio ambiente y de la explotación de los recursos naturales. Es pues evidente que en el futuro no sólo necesitaremos un estado más fuerte y grande, sino también necesitaremos un Estado Mundial, la libertad individual a ultranza tiene sus límites en una naturaleza finita y con leyes propias. En buena cuenta necesitamos una nueva moral y una nueva cultura.

Lima, diciembre 2014

 

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20/10/14: Tecnología antigua para problemas actuales

ANDENES Y CAMBIO CLIMÁTICO

Efraín Gonzales de Olarte*

 

Los andenes, terrazas construidas en terrenos de ladera en los andes por las culturas precolombinas, sobre todo por los Incas, maravillan a propios y extraños, tanto por su belleza paisajista como por su carácter utilitario. La razón de su construcción tiene tres explicaciones posibles. 1. La necesidad de ampliar la frontera agrícola cuando la población estuvo en crecimiento y las tierras de valle no eran suficientes, Por ello, los andenes son terrenos planos, con irrigación y con un sistema de drenaje. 2. La prevención contra la erosión generada por las lluvias, que provocan los “huaycos” o avalanchas. 3. Manejar el agua de las alturas andinas. En resumen, se construyeron por razones de seguridad alimentaria en economías cerradas, como eran los curacazgos o el propio Tawantinsuyu, y para mantener el medio ambiente y el recurso tierra.

Hoy, seiscientos o setecientos años después de su construcción existen más de 200mil hectáreas de andenes, de las cuales la mayor parte se encuentran en el departamento de Lima (casi 80mil), Puno (47mil), Arequipa (48mil) y Cusco (24mil). Del total, sólo está en uso la mitad y hay varios lugares donde se está construyendo nuevos andenes.

Lo cierto es que los andenes se han utilizado o se utilizan en situaciones de amenaza alimentaria o climática. En un país de economía tan abierta al comercio internacional como la peruana, la producción agrícola en andenes no es rentable dadas las posibilidades de importar alimentos relativamente más baratos. Sin embargo, dado las amenazas generadas por el cambio climático, el mantenimiento, recuperación y construcción de nuevos andenes son una posibilidad razonable para prevenir la creciente erosión de las laderas andinas, y para manejar el recurso agua de montaña, que cada vez será más escasa, dada la visible desglaciación de los andes.

Frente al cambio climático sólo nos toca prever o adaptarnos. La recuperación y construcción de andenes puede servir, para reducir el riesgo de la pérdida de tierras cultivables y el manejo de aguas de alta montaña y para adaptarnos a su escasez relativa y retenerla. La andenería es una tecnología cuya eficacia está probada en siglos.  

27.08.2014

*Profesor de Economía PUCP

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08/09/14: Las visiones de la economía y el desarrollo desde el IEP en sus cincuenta años

LAS VISIONES DE LA ECONOMÍA Y DEL DESARROLLO DESDE EL IEP: Cincuenta años de reflexión sobre el Perú

(Publicado en Martín Tanaka (editor) 2014: IEP 50 años pensando el Perú: una reflexión crítica, Instituto de Estudios Peruanos, Lima Perú, pp. 207-238)

 A la memoria de Francisco Verdera y José María Caballero

Efraín Gonzales de Olarte[1]

Introducción

En un país como el Perú, celebrar cincuenta años de existencia de un instituto dedicado a la investigación social es en si mismo un acontecimiento. En una sociedad proclive a la fragilidad institucional, donde la investigación es vista como una actividad exótica y el Estado valora y apoya poco al avance del conocimiento, llegar a los cincuenta años es una demostración de haber logrado un lugar legítimo, por la fuerza de sus ideas, sus investigaciones, sus publicaciones y de sus investigadores.

Por ello, es importante hacer un balance sobre lo que se ha investigado, con qué propósito se hizo y se hace, de qué manera y cuánto de todo ello es o ha sido relevante para la sociedad peruana, tanto para mejorar nuestra percepción de  país y eventualmente para mejorar las políticas públicas o las acciones privadas. Es decir, un balance es un examen de consciencia de lo producido y de cómo se produjo.

El Instituto de Estudios Peruanos ha contribuido a conocer las distintas facetas sociales del Perú, entre ellas la económica. Desde sus inicios hubo interés por los aspectos económicos y por el desarrollo económico, temática que se fue incluyendo progresivamente en el quehacer del IEP. Inicialmente promoviendo la colaboración de economistas externos, a través de publicaciones de sus trabajos en la novísima editorial del Instituto, luego se crearía un área de estudios económicos con economistas provenientes de universidades renombradas tanto extranjeras como nacionales a tiempo completo, a partir de la cual se estableció la investigación económica como una actividad permanente y conectada con las investigaciones de las otras áreas del IEP. Paralelamente se creo varias colecciones relacionadas con la  economía dentro del fondo editorial. Es decir, hubo un esfuerzo deliberado de profesionalización de la investigación económica y de publicación de sus resultados. El conjunto de esta producción intelectual ha sido la contribución del IEP al Perú, que trataremos de reseñar y examinar. Aunque es importante señalar también que una contribución no menos importante ha sido la formación de economistas investigadores que, luego de su paso por el IEP, han ido a otras instituciones públicas  y privadas, nacionales e internacionales.

En este ensayo, nuestro objetivo es analizar los estudios económicos realizados, la producción bibliográfica y la interacción de la investigación económica con las otras disciplinas, en un instituto que hace investigación multidisciplinaria y a veces interdisciplinaria y que constituye la más importante casa editorial en ciencias sociales aplicadas abierta a investigadores externos.

En este trabajo queremos responder dos preguntas: 1. ¿Cuánto de los investigado y publicado por el IEP en los campos de la economía y el desarrollo ha servido para entender mejor el Perú? 2. ¿Cuánto y qué de lo estudiado ha servido para la acción?, ya sea para formular políticas, para orientar el accionar privado o, simplemente, para poner en la agenda pública temas que, sin la investigación, no habrían hecho parte de las preocupaciones del país.

Mis reflexiones provienen de dos momentos de mi vida. El primero corresponde a los veinte años ininterrumpidos, en los que hice parte del Área de Economía del IEP, entre 1979 y 1999, que me permiten hacer un balance “desde dentro”. El segundo es cuando me aparto de él laboralmente y lo veo y lo acompaño “desde afuera”.

Creo que el IEP fue fijando su agenda de investigación económica en función de varios factores: 1. De los problemas vigentes en cada momento, desde los cincuenta años. Así los temas de investigación tuvieron que prestar atención a dos movimientos combinados: la coyuntura económica internacional, los cambios políticos en el Perú y las variaciones en la orientación de las políticas económicas. 2. De los temas que se fueron fijando en la agenda internacional desde los centros académicos del norte y, sobre todo de las organizaciones multilaterales como la CEPAL, el Banco Mundial, el FMI o el PNUD. 3.  De los intereses temáticos de las fundaciones que financiaron al IEP, que de tiempo en tiempo cambiaban, en función de sus propias percepciones y prioridades. Hay que reconocer, sin embargo, que en varios casos las grandes organizaciones que apoyaron financieramente la investigación social, como la Fundación Ford, el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), la Fundación Inter Americana (IAF), la Fundación Tinker, apoyaron a que el Instituto desarrollara su propia agenda en torno a temas que tenían que ver con el desarrollo económico, la democracia, la urbanización, la gobernabilidad y los temas de identidad nacional. Aunque el tema del financiamiento externo ha sido y es controvertido por la tensión entre autonomía y dependencia intelectual 4. De los intereses académicos particulares de los investigadores que estuvieron en el IEP. La combinación de estos factores explica la evolución de su producción bibliográfica y de sus principales líneas de investigación. Sin embargo, no estamos en condiciones de afirmar cuál de estos factores fueron los más determinantes. 

I. PRIMERA PARTE: LA EVOLUCIÓN 1964 – 2013 

1. Los estudios iniciales 1964 – 1970

El primer libro publicado por el IEP en temas económicos fue el de Bravo Bresani et al. (1964) sobre planificación, el mismo año de su fundación. Era la época del estado promotor, keynesiano y desarrollista. La planificación era parte del paradigma de la industrialización por substitución de importaciones, que a su vez hacia parte de corrientes más generales: la teoría de la dependencia, con varias vertientes ideológicas,

y del estructuralismo Cepalino. Precisamente el año 1972 el IEP publicó la segunda edición de dos libros de los principales teóricos del desarrollismo y dependentismo latinoamericano: Jaguaribe, Furtado, Di Tella, Sunkel, Cardoso y Faletto, Dos Santos Kaplan [2],  publicados anteriormente en 1968 en Buenos Aires. Paralelamente publicó temas sobre las relaciones de América Latina con los Estados Unidos, de Furtado, Pinto, Kñakal[3].

Así, el IEP se incorporaba en la corriente principal del pensamiento social  y económico de entonces, optando por la búsqueda de opciones de desarrollo peruanas y latinoamericanas. La economía aparecía imbricada en interpretaciones más amplias y propositivas de desarrollo que privilegiaban la relación asimétrica entre el norte y el sur. Comenzó a hacer parte de una red de centros e instituciones latinoamericanas como la CEPAL, Escolatina, Cebrap.

El trabajo de Whyte y Williams (1968), sobre una visión integrada del desarrollo también sería el preludio de una de las vetas que más ha trabajado el IEP: la sociedad y la economía rural.

Así, en un inicio los análisis económicos en el IEP fueron producto de las múltiples relaciones internacionales con economistas de América y Europa, que a su vez hacían parte de los paradigmas de los años sesenta y setenta centrados en las relaciones internacionales, en los estilos de desarrollo y en los sectores marginales.

2. Los estudios del período del capitalismo de estado y del reformismo militar, 1972 – 1980.

  1. a.      Antes del área de economía

Entre los años sesenta y setenta hay un cambio importante en el contexto económico y político del Perú. El golpe militar del General Juan Velasco Alvarado y el advenimiento del capitalismo de estado, al compás de las reformas nacionalistas y redistributivas emprendidas por aquel gobierno, comenzaría a redefinir la agenda de investigación para el IEP. El carácter dictatorial y “revolucionario” del velasquismo sensibilizó a varias fundaciones, sobre todo americanas, a apoyar la investigación social y económica en varios países: Chile, Perú, Argentina, Brasil, Bolivia países que también estaban bajo dictaduras militares. El apoyo a estos centros independientes y, en general, promotores de la democracia fue una manera indirecta de oposición a las dictaduras.

En el Perú la ruptura del régimen democrático era una preocupación para los americanos, no sólo por razones de principio  sino, sobre todo, por razones de seguridad, pues el gobierno militar  proponía una serie de reformas de carácter redistributivo como la reforma agraria o la reforma de la empresa en general, que llevaban  un sello de justicia social que a algunos asustaba y a otros preocupaba por la cercanía con el régimen cubano. Sin embargo, el régimen velasquista comenzó a proponer una tercera vía ni capitalista ni socialista, incidiendo en la participación de los trabajadores y promoviendo la autogestión, lo que constituía toda una novedad. Dentro de este contexto el IEP publica en 1971 el libro del economista americano de origen checo Jaroslav Vanek (1971), que proponía un modelo económico cuyo objetivo era la maximización del grado de satisfacción o utilidad de los participantes en una empresa o en una cooperativa. Se trataba de conciliar una alta producción con una distribución equitativa. Era obvio que la “revolución velasquista” generaba señales al lado académico y el IEP estaba alerta para emprender nuevas investigaciones.

Dado este contexto radical,  varias fundaciones[4] comenzaron a financiar investigaciones sobre los efectos de las reformas, tanto desde el punto de vista político como económico. El campo para la pesquisa social era propicio para el desarrollo de una institución como el IEP, que con la siempre intuitiva conducción de José Matos Mar aprovechó de la coyuntura para promover la investigación y la actividad editorial, tratando de incorporar investigadores y autores nacionales en sus proyectos.

Por ello, el primer libro de análisis económico hecho por dos economistas peruanos, en base a sus propias investigaciones, fue “La distribución del ingreso en el Perú” de  Richard Webb y Adolfo Figueroa (1974), dos economistas graduados en Estados Unidos, que evaluaron cómo estaba distribuida la riqueza y los ingresos en los años sesenta y los setenta, es decir dieron cifras de las desigualdades existentes en el Perú y al mismo tiempo pudieron comparar la distribución del ingreso antes y después de las reformas.

Lo interesante es que ambos economistas habían hecho sus tesis doctorales sobre el tema distributivo,  momentos en que el Banco Mundial, habían definido la desigualdad como el problema principal de los países en desarrollo, sobre todo en América Latina. La agenda de investigación venía del norte y el IEP apoyó la publicación del libro, que se convirtió rápidamente en una lectura obligada, dado el contexto socio político. El capítulo de Figueroa en el libro mostraba que pese a la radicalidad de todas las reformas de propiedad, la distribución del ingreso apenas había variado, lo que obviamente fue una conclusión que el gobierno no esperaba y no gustó mucho. A partir de entonces el Instituto hizo muestras de autonomía académica basada en el poder de la investigación académica.

Durante la década de 1970-80,  una buena parte de las investigaciones del IEP se concentraron en el análisis de las reformas militares en varios sectores: agrario, minero, industrial y educación. Dentro de las cuales los análisis económicos se efectuaron en el sector agrario y en la reforma agraria de 1969, área de preocupación del IEP desde sus orígenes, además las reformas atrajeron  la atención de las fundaciones. La idea central era que en el Perú había existido una estructura agraria con una mezcla de capitalismo y de feudalismo, en la cual las haciendas y los campesinos constituían formas de producción arcaicas, que generaban además gran desigualdad y demasiada exclusión social. Romper con esta estructura no sólo causó una conmoción social en el “establishment” social peruano, sino también una gran curiosidad sobre un proceso que prometía una sociedad más equitativa y más moderna.

El IEP conformó un equipo de más de una decena de investigadores encabezados por el recordado José María Caballero, economista español que con una mirada más neutral, propuso el estudio de varias de las aristas más importantes de los problemas agrario y rural peruanos. Probablemente la mayor contribución suya fue el libro “Economía agraria de la sierra peruana: antes de la reforma agraria de 1969”[5], que constituye una visión múltiple de esta barrera infranqueable que ha constituido la sierra para el desarrollo capitalista de la agricultura. La geografía, la disponibilidad de tierras de cultivo, la tenencia y concentración de la tierra, el minifundio,  la tecnología y el empleo, fueron diagnosticados y analizados, tanto como la estructura social, el gamonalismo y las movilizaciones campesinas, creando un fresco que le permitió diagnosticar los principales problemas de la sierra. Sus limitaciones ecológicas, los bajos rendimientos, la escasez de buenas tierras y mal distribuidas mostraban una realidad que la reforma agraria no tomo en cuenta y, como consecuencia, no contribuyó a generar el desarrollo que se esperaba en la sierra.

Uno de los grandes mitos ha sido considerar la sierra como una región con vocación agropecuaria, cuando la cantidad de tierras de cultivo irrigadas es limitada y de calidad muy dispersa en valles interandinos de pequeño tamaño, en relación a su población. El trabajo de Caballero ayudó a desmitificar aquella creencia.

De los múltiples trabajos producidos por el equipo de “Reforma Agraria” del IEP, tres de ellos dieron visiones de la economía agropecuaria peruana, analizaron los avances de la reforma agraria y evaluaron las políticas agrarias.

Raúl Hopkins (1981), hizo un análisis del conjunto de la agricultura peruana de los 25 años previos a la reforma agraria, preguntándose porque el crecimiento económico peruano de los años cincuenta no impulsó la agricultura peruana, lo que obviamente podría haber servido de  pretexto para hacer una reforma agraria. La conclusión más importante fue que en realidad no había una agricultura peruana sino cuatro, con distintas dinámicas, con diferentes  mercados de destino y con distintas tecnologías y organizaciones sociales. Una parte era exportadora, otra producía para el consumo urbano interno, la otra suministraba insumos a la industria y la cuarta producía para mercados restringidos rurales, esta era la economía campesina que empleaba a la mayor pare de la fuerza laboral rural, pero que producía apenas dos a tres puntos del producto bruto. Esta heterogeneidad, lindante en la segmentación, ha sido y, hasta cierto punto, sigue siendo un problema estructural del Perú, que hasta ahora no ha sido superado.

Elena Alvarez (1983), analizó las políticas económica y sectorial durante el período de aplicación de la reforma agraria 1969-1979. Siguiendo la tipología de cuatro sectores agrícolas y observando su desigual evolución llegó a dos conclusiones importantes. Por un lado, los abastecedores del consumo urbano de productos agrícolas fueron los medianos productores, mientras que el sector reformado tenía poca importancia. Demostrando que la reforma agraria no había tenido los efectos económicos esperados. Por otro lado, el consumo urbano se completaba con las importaciones de alimentos, lo que dejaba al margen a los campesinos, que debían competir con productores extranjeros con mayores productividades y además con precios subsidiados por el estado. Por ello, propuso una política de substitución de importaciones para poder reducir la pobreza de los campesinos, pero en los años ochenta la substitución de importaciones como política comenzó a caer en desgracia.

José María Caballero y Elena Alvarez (1980) publicaron dos pequeños libros sobre aspectos cuantitativos de la reforma agraria y sobre la pobreza campesina, que dieron una visión sucinta de estos problemas y dejaron la impresión que el grueso de las conclusiones sobre la reforma agraria en la costa, el análisis de las cooperativas, el balance económico de la reforma agraria, estaban por llegar, pero nunca se publicó.Pese a esto, el IEP contribuyó a conocer los problemas económicos el sector agraria peruano de una manera documentada y analítica.

También el IEP  publicó la traducción del libro “La economía política de las transformaciones económicas 1956-1978” de Valpi FitzGerald (1979), economista británico, quien hizo un detenido análisis de las causas económicas previas, que habrían llevado a la irrupción de los militares y a plantear otro modelo económico. Partiendo del diagnóstico que la economía peruana tenía desequilibrios económicos estructurales tales como: la disminución de las inversiones, dependencia de las exportaciones de materias primas que exponía a grandes fluctuaciones y una estructura dual – moderna/tradicional- y el predominio extranjero en la propiedad del capital, que en su conjunto generaba una estructura de clases.

Seguidamente, FitzGerald planteó como tema central del crecimiento peruano la acumulación del capital, que ante la debilidad de las inversiones privadas y el crecimiento urbano industrial, el Estado peruano se vio compelido a crecer y a convertirse en el principal inversionista, esto durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde. Sin embargo, la excesiva dependencia de las exportaciones tradicionales hizo vulnerable el crecimiento en cada caída de precios internacionales o cuando se deterioraban los términos de intercambio, lo que debilitaba al gobierno de turno. Esto ocurrió en 1967, cuando la crisis externa fue el inicio de acontecimientos políticos que tuvieron repercusiones internas desfavorables para la democracia, dando lugar al golpe militar de 1968.

Los militares trataron de resolver algunos problemas, redujeron la injerencia del capital extranjero en la economía nacionalizando varias empresas, en consecuencia el estado se convertía en empresario e inversionista, para resolver el problema de la dependencia de la exportación de materias primas se relanzó la “industrialización por substitución de importaciones”, sin embargo el ahorro interno no era suficiente, lo que llevó a que   el estado se endeudará aceleradamente en el exterior, generando un nuevo modelo de acumulación, que no tuvo el éxito esperado porque el gobierno militar no logró generar una industria exportadora. Así, el Perú se convirtió al capitalismo de estado, modelo que finalmente fracasó porque la acumulación del capital no logró resolver el problema de las limitaciones del ahorro interno. Generando una crisis económica y social que llevaría a la recuperación de la democracia. El libro de Fitzgerald obviamente causó revuelo en su momento.

b. El área de economía

A fines de los años setenta, Julio Cotler, el politólogo emblemático del IEP y del Perú, estaba convencido que los análisis políticos sin un complemento económico eran insuficientes. Por ello, promovió la creación del área de economía y buscó a Oscar Ugarteche para encargarle su creación, quien a su vez convocó a Teobaldo Pinzás, recién llegado de sus estudios de posgrado. Cuando hicieron un balance de los principales problemas económicos a investigar, les pareció que uno de ellos era la inflación y buscaron quien había trabajado este tema y encontraron que yo había escrito una tesis sobre la inflación[6] en el Perú. Coincidentemente, yo estaba de profesor visitante en la Católica y me convocaron y me convencieron para trabajar con ellos y en 1979 entré al área de economía del IEP. Sin embargo, tengo que confesar que lo que más me atrajo del IEP era su carácter multidisciplinario y su afán de tratar de entender este turbulento país. Siendo mi segunda pasión la enseñanza, seguí dando clases en la Católica. Desde entonces y hasta hoy, sólo he trabajado en estas dos instituciones.

Ese fue el inicio del área de economía a la cual se fueron incorporando posteriormente en períodos variables: César Herrera, Francisco Verdera, Raúl Hopkins, Alfredo Thorne, Roxana Barrantes, Lucia Romero, Javier Alvarado, César Martinelli, Paul Collazos, Carolina Trivelli, Silvio Rendón, Juan José Díaz, Cecilia Lévano, Edmundo Paredes, Pedro Llontop, Johanna Yancari, Hildegardi Venero, Francisco Galarza, Giovanna Aguilar, Rosa Morales, Alvaro Tarazona,  . El número de investigadores principales y asistentes de investigación ha sido variable en el tiempo, dependiendo de los proyectos de investigación, de su envergadura y duración. Es importante precisar, que varios de los economistas del IEP han desempeñado cargos importantes en el sector público y en el privado.

Por ello, debemos admitir que el  área de Economía del IEP ha sido también una escuela de investigación económica, con mucha interacción con las otras disciplinas y con una importante producción bibliográfica sobre diversos temas que reseñaremos más adelante. Por ello, podemos dividir el aporte del IEP al conocimiento de los problemas económicos del Perú antes y después de la creación del área de economía.

El área de economía del IEP, desde sus inicios, se ocupó de problemas estructurales, con bastante espíritu crítico de las interpretaciones neoclásicas de otras instituciones y con una orientación hacia temas de equidad social, de desarrollo interno y de autonomía en las políticas económicas.

3. El retorno a la democracia, el advenimiento del ajuste estructural y el fujimorato 1980 – 2001.

  1. El      retorno a la democracia y la gran crisis.

Las publicaciones del área de economía se comenzaron a suceder paralelamente a la restauración de la democracia en 1980, sin embargo, los temas de investigación se originaron en el estudio de los problemas subyacentes en los períodos anteriores a su existencia. Empero, en la parte normativa se tomó en cuenta el nuevo contexto institucional, que incorporaba el debate democrático y la variedad de propuestas de economistas provenientes de distintas escuelas de economía.

La primera publicación del área de economía fue de Oscar Ugarteche (1980) sobre la deuda externa, que se había convertido en un importante problema financiero para el Perú desde fines de los años sesenta y que el gobierno militar se encargó de dejarla en mayores niveles, generándose un desequilibrio permanente tanto en las finanzas públicas como en el sector externo. Ugarteche introdujo la discusión del problema de la deuda externa en la arena pública y volvería a publicar otro libro comparativo sobre la deuda externa del Perú y Bolivia[7]. Años después, con la partida de Ugarteche este tema quedo desguarnecido, mostrando una de las limitaciones del área de economía y, en general del IEP, su reducido tamaño y la dificultad de generar áreas o temas de investigación de largo aliento, para lo cual se necesitaría cohortes de investigadores sobre determinados temas.

Por su parte, Teobaldo Pinzás (1981) hace el primer balance bibliográfico de la economía peruana 1950-1978, en el que analiza las etapas de su evolución, en base a libros y artículos producidos hasta entonces. El crecimiento primario-exportador y el laissez faire, la industrialización por substitución de importaciones, el incremento de la presencia estatal y la crisis económica de 1976-77, fueron procesos que se sucedieron de manera secuencial, en los que el manejo económico desde el estado dio distintos resultados según la orientación ideológica de varios gobiernos. Era evidente que el Perú era un país oscilante tanto en lo económico como en lo político. Este libro tuvo el propósito de ordenar los problemas estructurales de la economía peruana y, mostrar, los temas más importantes que se había investigado algo y los temas por investigar, en el área de economía.

Gonzales de Olarte, de quien se esperaba algo sobre la inflación, fue persuadido por el Director del IEP José Matos Mar –muy intuitivo para ver los problemas importantes del Perú- sobre la necesidad de estudiar el problema regional, para lo cual se necesitaba elaborar un proyecto de investigación. Lo curioso es que la primera versión del proyecto, comentada dentro y fuera del área de economía, se fue convirtiendo en casi un ensayo gracias a los variados comentarios y finalmente terminó en una investigación teórico-empírica que culminó con la publicación de “Economías regionales del Perú”[8], que se convertía en la tercera publicación del área de economía. El problema económico regional, con todas sus aristas, fue incorporado en la agenda de investigación, coincidiendo con la importancia que tenía y tiene la descentralización, la concentración económica territorial y sus derivaciones políticas.

El tema del empleo[9] sería el siguiente en incorporarse a la agenda de investigaciones, al llegar Francisco Verdera al IEP y publicar un primer libro sobre este tema, en el que estableció un estado del arte sobre el empleo y propuso un nuevo enfoque, que iría más allá del mercado de trabajo, incluyendo el tema de la reproducción de la fuerza de trabajo como un proceso mucho más complejo que el sólo hecho de tener un empleo o estar subempleado.

Luego vendrían los estudios sobre las economías campesinas y de sus comunidades, tema que por mucho tiempo había sido de exclusiva preocupación de antropólogos. Gonzales de Olarte[10] investigó y publicó varios temas, basado en trabajos previos en Antapampa (Cusco). Posteriormente, sobre la base de investigaciones en otras provincias del Cusco,  examinó la inflación de los campesino desde una perspectiva microeconómica, es decir, el análisis de un fenómeno monetario en economías semi-monetarias, toda una novedad.

A raíz de la reforma agraria, los movimientos campesinos se multiplicaron y generaron tensión en el campo en varios lugares del país, sin embargo, se conocía poco de la realidad económica de los campesinos, su economías familiares, la organización económica de sus comunidades, la tecnología, el cambio técnico, el crédito y la comercialización. El IEP, que tenía una larga tradición de estudios etnográficos y antropológicos sobre campesinos y organizaciones rurales, al incorporar a economistas comenzó a completar lo que se conocía sobre los campesinos. El sólo hecho de medir y contar las actividades productivas, el uso de la fuerza laboral, el intercambio y la distribución de la producción comenzó a cambiar la idea que se tenía de los campesinos y, sobre todo, las barreras económicas y sociales que impedían su salida de la pobreza  y su incorporación como ciudadanos de igual categoría. A menudo se pensaba que los campesinos estaban poco o nada integrados a la economía de mercado y que eran mas bien economías de autosubsistencia, idea que era equivocada.

Pero el proceso democrático, en un país endeudado, con serios problemas en el crecimiento y en la inflación, hacía necesario entrar en los temas macroeconómicos y de economía política. César Herrera comenzó a investigar estos temas, derivados de los problemas del modelo de crecimiento primario exportador, del peso de la deuda externa y los problemas de la inflación, además del problema de la “restricción externa”, es decir, las limitaciones de divisas de una economía con exportaciones estancadas y una deuda externa pesada: la restricción de divisas[11]. Dancourt (1986) escribió sobre las políticas económicas en el Perú, además el IEP como integrante del Consorcio de Investigaciones Económicas se enroló en el análisis de coyuntura que se efectuaba trimestralmente. El IEP estaba integrado a la corriente de investigaciones macroeconómicas, las cuales ciertamente son las más próximas a los problemas políticos.

Al llegar a los veinticinco años en 1989 el IEP organizó varias reuniones internacionales, una de ellas sobre economía y democracia, en la que se trató de analizar  los fundamentos económicos de la democracia[12]. Se trató sobre la distribución del ingreso como uno de los temas que tienen que ver con la gobernabilidad democrática, bajo el supuesto de que países con extrema desigualdad pueden ser ingobernables y, este, podría ser el caso del Perú (Webb y Figueroa). El peso de la política al parecer puede sobre determinar a las políticas económicas (Dancourt), tema que se vería confirmado años después a raíz del ajuste estructural neoliberal. Por otro lado, en régimen democrático el conflicto distributivo se traduce en inflación (Herrera), que es la manera de mantener la desigualdad en la medida que se favorecen los que perciben ingresos variables (capitalistas y rentistas) en despecho de los que reciben ingresos fijos (trabajadores). También se vio, qué tipo de crecimiento económico puede asegurar la estabilidad democrática (Iguiñiz) y qué percepciones sobre el futuro económico deben tener las personas para poder apoyar la democracia. Todos estos temas, señalados con clarividencia, permitieron en aquel momento que los economistas, en general reacios a tratar temas colindantes, propusieran vías de conexión entre disciplinas y entre los componentes de política públicas, que si se las tomaran en cuenta, el Perú mejoraría ostensiblemente.

Durante aquellos años el IEP puso en marcha un proyecto institucional de investigaciones: “Urbanización y Clases populares en el Perú”, el primer intento de investigación interdisciplinaria en la cual el área de economía se involucró estudiando el crecimiento y la economía urbana de Lima y la dinámica económica de los sectores populares, fruto de este proyecto que no logró ser interdisciplinario y fue mas bien multidisciplinario, se hicieron varias publicaciones, entre otras: la economía regional de Lima (Gonzales 1991) y el mercado de trabajo de Lima metropolitana (Verdera 1994). Este proyecto, visto en el tiempo nos dio la lección de la resistencia de las disciplinas y las dificultades del diálogo entre ellas. En este sentido el IEP fue también un lugar de experimentación metodológica y, hasta cierto punto, epistemológica.

En la segunda mitad de los años ochenta el Perú tuvo que soportar el gobierno de Alan García que llevó al país a una severa crisis económica con hiperinflación, que combinada con el ascenso de la violencia terrorista configuró un país al borde del desastre. A raíz de la traumática experiencia populista del gobierno aprista, que habiéndose iniciado bajo los vientos de políticas de corte intervencionista,  generaron la mayor inflación en la historia del Perú,  y terminó en un drástico ajuste neoliberal con políticas económicas totalmente opuestas. Esta experiencia no fue más que la repetición de la historia del “péndulo peruano” (Gonzales y Samamé 1991),  es decir, del ciclo económico-político combinado que  osciló entre el liberalismo y el intervencionismo desde los años cincuenta del siglo pasado. Este libro fue el más claro ejemplo de la necesidad de combinar el análisis económico con el político para entender las razones del lento desarrollo peruano. El tema principal de este libro fue la interacción entre el ciclo económico y el ciclo político, cuyos resultados distributivos afectaron directamente las oscilaciones políticas dando lugar a cambios pendulares que afectaron en el largo plazo el desarrollo peruano.

Bajo este escenario las investigaciones económicas se tornaron hacia problemas relacionados con la crisis económica y la violencia. Gonzales (1991) presentó una primera evaluación de los costos y efectos económicos de la violencia de la década de los años ochenta. Martinelli y Chinen (1991) evaluaron los efectos de largo plazo de las políticas de ajuste llevadas a cabo y que no tuvieron éxito. Gonzales (1992) se ocupó de la relación entre políticas de estabilización y la reforma del estado, mostrando que para que tengan éxito se requieren de acuerdos políticos previos. Así mismo Pinzás (1993) insistió en dos problemas cruciales de la economía abierta peruana: la restricción externa y la enfermedad holandesa alimentada por problemas de ilegalidad como el flujo de dólares provenientes del narcotráfico y o de fraudes como la sobrefacturación de importaciones. Problemas que han sido una constante del funcionamiento económico del Perú. Se investigó sobre los orígenes de las crisis y las respuestas de las políticas de ajuste, varias de las cuales fracasaron sucesivamente, pero era necesario entender también cómo se manejaba las políticas monetarias y fiscales, para ello era preciso el análisis institucional del Banco Central de Reserva y, en aquel entonces, de la Direccion de Contribuciones del Ministerio de Economía y Finanzas (Gonzales 1993). La nueva economía institucional fue incorporada en el análisis económico en el área de economía del IEP.

En las fronteras del mercado (Gonzales 1994) fue la síntesis de 15 años de investigaciones de la economía de los campesinos y de sus comunidades. Este libro analizó sus economías tanto empírica como teóricamente, desde su ubicación en la economía y sociedad peruana y las causas de su persistencia, la microeconomía política de la familia campesina, la meso economía de la comunidad campesina, la articulación de los campesinos en micorregiones y en regiones, y su escasa relevancia macroeconómica. Constituyó el fruto de una investigación de largo aliento, para la cual el ambiente del IEP fue propicio y favorable. Este es probablemente el libro que yo más aprecio y que el Instituto hizo posible que lo escribiera.

Los campesinos peruanos están en los lugares más agrestes de la geografía peruana, segregados y utilizados en función de quienes los dominaron, que con sus escasos recursos naturales y materiales tratan de incorporarse en la economía nacional. Obviamente, con tanto factor desfavorable su inserción en los mercados ha sido muy lenta. Este libro ayudó a entender los detalles micro, meso y macroeconómicos de porque persisten como campesinos y no se convirtieron en granjeros, obreros o empresarios. 

  1. El      ajuste estructural y el fujimorato

El fracaso económico y político del gobierno de Alan García, que condujo a una seria crisis de gobernabilidad, empeorada por el conflicto armado interno, finalmente terminaría en la elección de Alberto Fujimori un “outsider” de la política, que dado el descrédito y derrota de los partidos políticos, no tuvo mayor opción económica que la ofrecida por los organismos de Washington (FMI; WB BID y el Departamento del Tesoro Americano) y, además de acoger a Vladimiro Montesinos como asesor político, quien lo relacionó con los militares que se constituyeron en algo cercano al partido que no tenía. A partir de entonces, se estableció una extraña alianza: organismos multilaterales-Fujimori-militares que daba esperanzas a la gobernabilidad de un país colapsado[13], pero también se comenzó a perfilar un gobierno autocrático, que a la postre llevaría la corrupción a niveles nunca alcanzados.

El ajuste estructural basado en el denominado Consenso de Washington llegó al Perú en agosto de 1990. Era un fenómeno nuevo que se comenzó a seguir y estudiar desde el Instituto de Estudios Peruanos, en sus repercusiones de corto, mediano y largo plazo. Sobre este proceso los estudios privilegiaron el análisis de economía política. El ajuste estructural dio lugar a varios estudios con distintos horizontes temporales. Se analizó la reforma fiscal (Gonzales 1994), el impacto sobre los campesinos (Gonzales 1996), la inversión privada y el crecimiento (Gonzales 1996), respuestas empresariales a las reformas (Pinzás 1996), modelo económico, empleo y descentralización (Gonzales Editor, 1997) en la que John Sheahan, Shane Hunt, Jurgen Schuldt, Francisco Verdera, César Martinelli, Ricardo Infante y Jesús Marroquín analizaron el proceso de ajuste estructural en sus efectos sobre la pobreza, el modelo de acumulación, el empleo, la centralización económica y fiscal y las posibilidades de descentralización. Los determinantes del ahorro interno eran y son un tema crucial del crecimiento de largo plazo del Perú, que fueron analizados en los cambios ocasionados por el ajuste estructural (Gonzales, Lévano y Llontop 1997). Probablemente uno de los problemas más críticos del ajuste estructural fue la reforma laboral, que fue analizada por Verdera (1997).

Todos estos estudios permitieron una visión crítica del ajuste neoliberal, desde la perspectiva de sus efectos distributivos y del cambio del modelo de funcionamiento económico del Perú. Estos análisis confrontaron las visiones favorables al tipo de ajuste llevado a cabo, en los cuales se privilegiaba el crecimiento sobre la distribución, mientras que en el IEP se pensaba que un buen ajuste era aquel que generaba crecimiento con redistribución.

El balance de los siete primeros años del nuevo modelo económico fue analizado por Gonzales (1998), libro que fue una continuación del Péndulo Peruano, en el sentido que el “neoliberalismo a la peruana” fue el resultado del fracaso del modelo intervencionista, de la crisis de divisas y de políticas públicas muy voluntaristas, llevado a sus límites por el gobierno de Alan García, además del conflicto armado interno. El péndulo del largo plazo se había movido y logró cambiar varias estructuras importantes, como la propiedad y el papel del estado. El Perú pasó de un país estatista a uno privatista, el estado achicado a su mínima expresión por la hiperinflación tuvo que ser paradójicamente  reforzado por el modelo neoliberal, pues era necesario pagar deudas y ocuparse de las políticas sociales, para que el modelo tuviera viabilidad. Pero la forma como se hizo dejaría huellas en el futuro de la economía y sociedad peruana. Por un lado, la combinación de economía liberal y abierta combinada con un gobierno de corte autocrático y populista, la promoción de la inversión privada en el sector minero, en el gas y en servicios públicos, la disciplina macroeconómica impuesta por el FMI que generó estabilidad económica con baja inflación, pero también  un crecimiento con desigualdad y problemas de empleo, ante el cual la respuesta fueron políticas sociales compensatorias. La gobernabilidad se dio sobre la fórmula populista de política macroeconómica ortodoxa para los ricos con política social para los pobres directamente manejada por el presidente Fujimori. El modelo económico ha sido mantenido, incluso hasta ahora, con ligeras variantes.

El IEP estuvo como observador crítico de estos dramáticos cambios, navegando a menudo en contra de la corriente predominante, que ha sido muy fuerte y que ha creado todo un sentido común neoliberal, que ha constituido en la ideología que ha arraigado el modelo, factor a menudo olvidado.

Pese a la fuerza e importancia de las sucesivas reformas neoliberales, el IEP siguió investigando sobre los temas estructurales que lo caracteriza. El sector agrícola y el ámbito rural continuaron siendo estudiados, se hicieron también algunas investigaciones sobre medio ambiente y recursos naturales, aunque no todas por investigadores de casa.

Blum (1995) volvió al trabajo de campo para estudiar la economía campesina y la racionalidad del destino de la producción, en un tratar de volver a la tradición de los estudios campesinos de los año setenta y ochenta.  Smith (1999) se ocupó de una de las grandes interrogantes de la agricultura campesina andina: la viabilidad mercantil de los cultivos tradicionales.

A finales de este período se comenzó a estudiar problemas financieros vinculados al sector agrícola y al ámbito rural. Trivelli (1998) fundo esta etapa con un análisis de los cambios en la estructura de oferta del crédito para el campo, después de las reformas neoliberales, cuyo efecto fue la aparición de nuevos intermediarios financieros. La investigación sobre este tema fue profundizada posteriormente en varios estudios:  Trivelli, Alvarado y Galarza (1999), Trivelli y Venero (1999) analizaron tanto el tema de la aparición de los nuevos prestamistas rurales como también la coexistencia del crédito formal e informal.

Los estudios sobre economía de recursos naturales y medio ambiente surgieron a partir del libro de Barrantes y Trivelli (1996) sobre los bosques tropicales y el proceso de deforestación, llamando la atención sobre los derechos de propiedad como elemento central en el manejo sostenible. Al año siguiente Gonzales (1997) se ocupó de la relación entre medio ambiente  y pobreza, tratando de dilucidar el sentido de la causalidad entre ambos temas, siendo la pobreza un factor de sobre uso de algunos recursos naturales en aquel momento. Luego Gonzales y Trivelli (1999) estudiaron la situación de los andenes pre-colombinos  caracterizados por haber sido una de las mejores intervenciones humanas en  tierras de ladera para adecuarlas al uso agrícola y al mismo tiempo para resolver el problema de la erosión. Posteriormente Barrantes, Zárate y Durand (2005) analizarían la relación existente entre minería y pobreza en los principales sitios mineros operados en general por grandes empresas. Así el IEP también incursionó en los temas de sostenibilidad ambiental y explotación de recursos naturales en las tres regiones naturales del Perú.

Una vez más se incorporaba una temática trascedente para el desarrollo sostenible, aunque en parte dependiente del interés sobre estos remas por las fundaciones nacionales e internacionales. 

4. El neoliberalismo duradero, la globalización y la democracia 2001-2013.

A partir de la estrepitosa salida de Fujimori el año 2000 hubo cambios políticos importantes, pero muy pocos cambios en el modelo económico. Esto, además, coincidió con el cambio generacional del área de Economía, los antiguos asistentes se convirtieron en investigadores principales, y también con el estrechamiento de las fuentes externas de financiamiento, tanto porque hubo un cambio en las prioridades de las grandes fundaciones como la Ford o la Inter American Foundation, como porque el Perú comenzó a dejar de ser un país objetivo para la cooperación internacional. Frente a esta problemática el IEP tuvo que incursionar en la consultoría para completar sus fuentes de financiamiento. Todos estos aspectos configuraron un nuevo contexto para la institución, que siempre tuvo la virtud de amoldarse a situaciones nuevas, pero forzada por las circunstancias tuvo que comenzar a mezclar investigaciones académicas, con investigaciones más ligeras, más puntuales y a medida como son las consultorías.

Hubo también un notable cambio de nivel de análisis, pues durante las décadas pasadas el IEP se caracterizó por realizar análisis de problemas macro y de largo plazo, mientras que en los últimos quince años las investigaciones han sido más de corte microeconómico y de corto plazo. Quizás por esta razón, los estudios económicos se tornaron más hacia salidas puntuales en las políticas públicas, sobre todo sociales, a diferencia de las décadas pasadas que predominaron las propuestas más políticas, como grandes reformas, políticas macro económicas o sectoriales. En este sentido los estudios económicos del IEP se hicieron más propositivos y menos críticos.

El IEP, por su posición e investigaciones críticas no tuvo acceso al financiamiento de las instituciones promotoras del ajuste liberal como el Banco Mundial o el Banco Interamericano, como si lo tuvieron instituciones pares, que apoyaban las políticas propuestas por las multilaterales. La autonomía tiene sus costos en países donde el estado no financia la investigación.

En esta etapa los estudios económicos se concentraron en cuatro áreas: el crédito en pequeña escala, la pobreza y los programas y políticas de alivio, la descentralización y políticas y programas redistributivos. Esto sin dejar de tratar temas globales o de balance, en varios momentos.

El financiamiento informal ha sido una respuesta a la escasez de fuentes formales, no sólo por los costos de la formalización, sino también por los
elevados costos de transacción de las entidades bancarias. Alvarado et al (2001) estudiaron las diferentes aristas del crédito informal rural, cuyos principales demandantes son los hogares rurales, las micro empresas y los comerciantes minoristas y mostraron que el monto transado era muy pequeños en relación al crédito total, los montos de los préstamos eran también pequeños y la mayor parte de ellos constituían capital de trabajo. Pese a ello, la emergencia de este mercado fue una respuesta espontánea, dadas las limitaciones del sector formal.

En los siguientes años y de la diestra conducción de Carolina Trivelli el IEP ha producido una variedad de estudios sobre el financiamiento en las fronteras del mercado, es decir, los problemas de crédito de aquellos sectores que generan mecanismos propios para resolver el problema de la escasez de recursos financieros para sectores pequeños, informales, con escasa capacidad de ofrecer garantías reales seguras tanto en el ámbito rural como en el urbano.  El IEP se ha convertido en una referencia en esta temática.

En los distintos estudios no sólo se analizó el crédito en sus diferentes aristas, sino que también se lo vinculó con otros problemas. No hay que olvidar que la demanda por crédito es una demanda derivada, es decir que es un medio para llegar a un fin ya sea productivo, de consumo o de inversión. Los estudios del IEP abarcaron varios de estos temas, siempre teniendo en la mira la necesidad de promover el desarrollo a través del crédito. Así, se propuso incorporar en la posibilidad de obtener créditos para mejora de infraestructura básica en las zonas rurales,  para mejorar los activos de los pobres, con lo cual sus productividades podrían incrementarse (Trivelli 2003). También se analizó la morosidad en las instituciones microfinancieras (Aguilar y Camargo 2004), las ONGs y el crédito para las mujeres de menores ingresos (Alvarado 2004), cómo deberían financiarse las instituciones de microfinanzas? (Portocarrero et al 2006), los riesgos de los portafolios agropecuarios, en la experiencia de instituciones financieras de América Latina (Trivelli y Tarazona 2007). Siendo la escasez de crédito para sectores pequeños y marginales el IEP, fiel a su orientación ha tratado de entender a estos sectores que están en la frontera de los mercados financieros.

Quizás las mayores contribuciones sobre este tema fueron: La oferta financiera rural en el Perú de Trivelli et al (2004), que  presenta las diferentes fuentes de financiamiento para el campo de manera integrada, incluyendo la oferta formal e informal, la grande y pequeña, la privada y la pública, mostrando un nivel incipiente de desarrollo del sector que además está relativamente segmentado. Es obvio que esto es insuficiente para promover el desarrollo rural. Una segunda línea de investigación estuvo referida al Agrobanco, institución pública creada casi 20 años después que se cerrara el Banco Agrario aunque con mucho menores recursos y menos prerrogativas (Aguilar  2004) , luego Trivelli y Venero (2007) estudiaron la banca de desarrollo para el agro en América Latina. El tema central es la debilidad de los mercados de crédito rurales, en Perú y otros países de América Latina, frente a la cual la presencia del estado es imprescindible, aunque en estos tiempos en coordinación con la actividad privada.

La persistencia de la pobreza y de la desigualdad, sobre todo en el ámbito rural, pese al crecimiento económico del Perú de los últimos trece años, es un desafío no sólo real, sino también  para la investigación. Desde los tiempos de Webb y Figueroa (1975) este tema había estado presente en varios análisis como parte de diagnósticos globales (ver bibliografía). Durante esta década el IEP le puso atención y se constituyó en otra de sus líneas de investigación.

El libro del profesor del Williams College de los Estados Unidos  John Sheahan (2001), cuyo subtítulo “buscando una sociedad mejor” hace un balance de las razones por las cuales la desigualdad y la pobreza han constituido problemas latentes de la economía peruana, que no ha logrado un sistema económico y político capaz de resolver estos problemas de manera endógena. El desigual acceso a la educación, la falta de crédito y la lejanía del poder son las principales razones.  Francisco Verdera (2007) público un libro, quizás el más un importante en este tema, de balance sobre las causas de la pobreza en el Perú, con un conjunto de reflexiones sobre las políticas para enfrentarla.  El tema  principal es la relación existente entre ingresos laborales y productividad, lo que se traduce en bajos ingresos y pobreza en aquellos sectores con bajas tasas de capitalización y bajos niveles educativos. Frente a ello, su balance es que sólo un cambio de la estructura productiva y del empleo podrá atacar los orígenes estructurales de la pobreza y desigualdad, y que las políticas focalizadas de alivio a la pobreza sólo sirven para resolver problemas de necesidades básicas de corto plazo y mantienen latentes las causas de fondo. En estos dos libros, de análisis global,  el IEP vuelve a presentar su tradicional visión crítica y estructural de los problemas peruanos. Adicionalmente, Trivelli (2005) complementa estas visiones sobre la pobreza, con un análisis cuantitativo de la pobreza de los hogares indígenas, que incluyó variables sociales como la ubicación geográfica, la lengua y cultura, los niveles educativos. Obviamente, la pobreza tiene un carácter multidimensional y por no reconocer esta característica esencial las políticas anti pobreza no están bien diseñadas..

Complementariamente, el IEP investigó insistentemente sobre problemas puntuales de la pobreza las políticas sociales, desde perspectivas más sectoriales y microeconómicas y, en varios casos, con soluciones bastante creativas. Las transferencias monetarias condicionadas a los pobres es una  de las vertientes de programas de alivio a la pobreza muy de moda en América Latina, Higinio et al (2011) analizaron este problema y sugieren que el acercamiento a la banca puede facilitar el acceso al crédito, sobre todo porque empoderar a las mujeres. También se investigó sobre la promoción del ahorro en el programa Juntos (Trivelli et al 2011), tema que lleva a inquirir sobre el supuesto mito de que los pobres no ahorran. Luego, Zarate et al (2011) estudiaron las estrategias de egreso del programa Juntos, es decir  cuáles son las condiciones para “graduar” a aquellos beneficiarios de estos programas. Cárdenas (2012) realizó un útil mapeo de los proyectos de alivio de superación de la pobreza, promovidos por el sector privado, dando como resultado que en aquellos lugares donde hay empresas privadas extractivas no necesariamente se ha reducido la pobreza por no corresponder a las áreas de influencia de las empresas y que no necesariamente estos programas reducen la pobreza.

También el IEP ha investigado sobre algunos temas redistributivos, pero desde experiencias específicas, lo que permite ampliar la visión de lo difícil que es hacer políticas redistributivas efectivas.

Una de los medios de igualación de oportunidades que tiene el estado es  el conjunto de programas específicos de corte redistributivo, que Barrantes (2008) ha denominado Fondos Especiales. En su investigación ha identificado 66 fondos entre 1990 y el 2006, los que han tenido diferentes impactos redistributivos, sobre todo en gobiernos locales y regionales. El estudio muestra los mecanismos mediante los cuales distintos gobiernos han respondido a demandas redistributivas de manera puntual, en lugares específicos y con flexibilidad, es decir, ha explicado la ingeniería político-institucional que a diversos gobiernos les ha permitido responder a demandas económicas y sociales que exigen redistribución.

También se ha  abordado el tema de la desigualdad relacionado con la etnicidad, tema importante en un país multiétnico como el Perú, donde la pobreza tiene distintos colores de piel Thorp y Paredes (2011) es un compendio de artículos que abordan esta olvidada temática. Así mismo, Barrantes et al (2012) analizan las posibilidades de desarrollo inclusivo a partir de dos experiencias regionales.

Los estudios rurales también siguieron siendo seguidos por el IEP. Phélinas (2009) contribuyó con un estudio sobre el empleo rural, tema muy poco estudiado desde los años ochenta. Complementariamente, Smith y Trivelli (2001) se ocuparon del consumo urbano de los alimentos andinos tradicionales, en un estudio sobre la potencial conexión  de la producción proveniente de unidades de mediana y pequeña escala. Trivelli et al. (2006) exploraron las posibilidades de desarrollo de la pequeña agricultura comercial dada la alta heterogeneidad productiva y tecnológica. Se seguía inquiriendo sobre las posibilidades de incluir e integrar los sectores tradicionales en la economía de mercado y a las ciudades. El tema de la integración e inclusión de los sectores menos favorecidos tanto del campo como de la ciudad, ha sido una preocupación normativa constante del Instituto.

El IEP siguió también investigando sobre la centralización, la descentralización y los problemas geográficos económicos del Perú, de alguna manera acompañando el proceso de descentralización re iniciado el año 2001 con el gobierno de Alejandro Toledo. Es célebre la encuesta hecha por el IEP (Trivelli  ) sobre qué idea tenían los peruanos sobre la descentralización y se descubrió que había una variedad de percepciones y hasta cierto punto una confusión conceptual. ¿cómo llevar adelante una descentralización si la mayoría no coincide con lo que los académicos, los organismos multilaterales y los políticos consideran?

Las reformas neoliberales y el ajuste macroeconómico tuvo ciertamente repercusiones sobre la estructura productiva territorial y sobre la economía pública por regiones. Según Gonzales (2000) la principal ha sido la ampliación de la concentración económica en Lima por distintas causas, el neo-centralismo, el que, obviamente, se ha constituido en un desafío adicional para el proceso de descentralización. Por esta razón la descentralización fiscal, parte del proceso de descentralización estatal, se convirtió  en una meta más difícil de lograr, en la medida de la desigualdad económica territorial,  (Gonzales 2004).

Barrantes et al (2005), analizaron la relación existente entre desarrollo minero y mejora de las condiciones de bienestar en los sitios de operación minera y encontraron que el canon minero no ha tenido relación con la disminución de la pobreza en aquellos lugares y que ha sido insuficiente para tal fin, además, las operaciones mineras han generado amenazas ambientales en desmedro de los pobladores de las zonas de operación.

Uno de los temas más importantes de la descentralización del estado es que los gobiernos subnacionales ejecuten con eficacia el gasto público descentralizado para mejorar el bienestar y  reducir las desigualdades territoriales, para ello el proceso estipula transferencias intergubernamentales de recursos fiscales. La investigación de Aguilar y Morales (2005) se pregunta si estas transferencias generan pereza fiscal, es decir si debido a estas transferencias los gobiernos locales dejan de hacer esfuerzos para conseguir recursos propios.

Buena parte de los estudios que venimos de reseñar han sido el producto de consultorías solicitadas al IEP, que en su mayor parte están relacionadas con el diseño de acciones privadas y políticas públicas. La otra parte de estudios han tenido objetivos más académicos y más generales. Por ello, en esta etapa de su vida, el IEP se ha movido entre la propuesta concreta y la reflexión más general, en función del tipo de financiamiento disponible. En consecuencia, ha seguido siendo una institución principalmente dedicada a la investigación aunque también se ha organizado como consultora. Este doble estatus, genera obviamente repercusiones sobre la institución, por un lado las consultorías diversifican y eventualmente dispersan los esfuerzos de lograr mejores lecturas de la realidad económica peruana y, en consecuencia nos aleja de la tradición de autonomía en la elección de temas de investigación, pero por otro lado nos acerca a temas concretos definidos por la demanda. El IEP ha transitado en este doble camino en los últimos quince años.

II. SEGUNDA PARTE: LA REFLEXIÓN

El IEP ha sido y es una institución indispensable para pensar el Perú como sociedad y como país. Sus investigaciones, seminarios, conferencias y publicaciones han hecho de él el lugar de referencia en muchos temas y problemas. Sin embargo, todo lo que hace y ha hecho ha estado limitado por las fuentes de financiamiento, tanto en cantidad como en condicionalidades. Creo que es justo decir que el IEP no hubiera podido investigar y publicar todo lo que ha hecho si las fundaciones extranjeras no lo hubieran financiado. A parte de agradecerles debidamente por su apoyo, cabe preguntarse porqué lo hicieron. No tengo respuesta adecuada a tal pregunta, pero si puedo afirmar que los extranjeros tuvieron más curiosidad e interés en conocer los problemas sociales y económicos peruanos que el sector privado, el estado o la sociedad civil.

Dentro de este marco, la autonomía de la investigación ha estado definida básicamente por los intereses intelectuales de cada investigador, por el acceso a financiamiento y por las líneas de trabajo definidas por el IEP, lo cual siempre ha sido una tarea colectiva no siempre fácil de realizar.

Es importante recordar que el Estado nunca le ha dado un apoyo financiero institucional, en algunas ocasiones ha contratado algunas consultorías puntuales, pero nada más[14]. Mas bien en algún momento la producción intelectual del IEP ha sido incomoda a algunos gobiernos y a algunos sectores sociales. Por otro lado, tampoco el sector privado nacional ha visto al IEP como un centro de investigaciones a apoyar, quizás por su vocación progresista y desarrollista, aunque entidades como el BBVA si lo ha apoyado para actividades de promoción sobre todo en la educación. Sin embargo, estas circunstancias han contribuido a que el IEP haya gozado de una gran autonomía de investigación, opinión y publicación, lo que le ha dado legitimidad y credibilidad a sus actividades.

Los estudios económicos han contribuido a estos objetivos comunes, el área de economía ha investigado sobre todo los procesos de largo plazo y los problemas estructurales desde los años cincuenta del siglo pasado, los cambios estructurales, los cambios de modelo económico, las variaciones de las políticas económicas, las reformas estructurales, el empleo, el problema regional, la pobreza, la centralización, la cuestión agraria y el financiamiento del desarrollo. Sus aproximaciones teóricas se han basado en la economía política, la teoría económica y el análisis institucional, en sus distintas vertientes teóricas elegidas por cada investigador, lo que significa que el IEP ha tenido siempre una apertura y tolerancia académica, aunque su denominador común es la calidad de la investigación y la búsqueda de soluciones para los distintos problemas económicos peruanos.

Cincuenta años dedicados al estudio y  a la  interpretación de los problemas  económicos ha sido la contribución central del IEP para tratar de entender el Perú. Gracias a las investigaciones conocemos mejor los problemas de la sociedad rural y de la agricultura, la estructura económica, crecimiento económico, macroeconomía, los problemas regionales, los problemas del crédito, los ciclos económicos y políticos, el problema del empleo,  la pobreza y la desigualdad distributiva, los problemas institucionales y los recursos naturales. Realmente una gama bastante grande, como para entender las distintas dimensiones de los problemas económicos peruanos. El IEP tiene publicaciones que son referencia en estos temas, sobre cuya base se puede seguir investigando tanto en profundidad como en amplitud (ver bibliografía). Este acervo de conocimiento es el capital intelectual que ha ido acumulando el IEP a lo largo de los años.

Si pudiéramos calificar la naturaleza de la investigación económica del IEP, es sin duda estructural, sistémica y crítica, y casi siempre con propuestas normativas. Es decir, a lo largo de los años el Área de Economía del IEP, en sus tres generaciones de investigadores, ha estado comprometida con la misión del Instituto de entender el Perú en búsqueda de una sociedad más equitativa en función de una economía capaz de crecer y de distribuir mejor sus frutos.

Hay tres dimensiones en las cuales la producción intelectual del IEP ha sido útil para los peruanos: en la educación superior, en la formación de opinión pública y en las políticas públicas.

No hay duda alguna que la influencia más inmediata de la producción académica del IEP ha sido en la educación universitaria. No hay curso de economía relacionado con el Perú o con el desarrollo que no incluya publicaciones del IEP como parte de la bibliografía. Esto significa que el conocimiento de la economía peruana por los estudiantes universitarios se ha ampliado con las publicaciones del IEP, pero también han servido para emprender nuevas investigaciones tanto para obtener grados académicos como para buscar nuevas pistas y temas a estudiar.

De manera adicional, cada publicación o cada seminario nacional o internacional organizado por el IEP ha permitido que un público vasto pueda acceder y compartir nuevos conocimientos, asistir a debates, polémicas, presentaciones de libros. En este sentido el IEP ha sido también un centro de animación y difusión académica, no sólo de sus propias investigaciones sino también de un gran número de académicos nacionales e internacionales que han sido convocados e invitados por el IEP durante estos cincuenta años. Son inolvidables los seminarios de los años setenta sobre “El experimento peruano” (1978) del gobierno militar del General Velasco, promovidos y organizados por Abraham Lowenthal, Julio Cotler y Cynthia McClintock, la célebre reunión de 1983 en la que se presentó la Revista Pensamiento Iberoamericano y se hizo un balance sobre la economía y crisis de América Latina en los años ochenta, con la presencia de Raúl Prebisch, Aldo Ferrer, Aníbal Pinto, Enrique Fuentes Quintana, Enrique Iglesias, Ricardo French Davis, Pedro Malán, Augusto Mateus, Rolando Cordera, Emilio de la Fuente, Raúl Serrano (Director de la Revista)[15], la Conferencia Internacional de 1989: “Nuevos Rumbos para el desarrollo del Perú y América Latina” Gonzales (1991) conmemorando los 25 años del IEP, a la que asistieron:  Albert Berry, Rosemary Thorp, Oswaldo Sunkel, Francisco Albuquerque, Javier Iguiñiz, Adolfo Figueroa y Jurgen Schuldt. Todas estos seminarios y conferencias tuvieron una amplia difusión mediática colocando al Instituto como el espacio de discusión y debate económico y político del más alto nivel en el Perú.

Una vieja aspiración de los centros de investigación y de sus “Think-tanks” ha sido poder influir en las decisiones públicas y privadas a través de sus análisis y diagnósticos. Es más, algunas de las fundaciones que financian a estos centros suelen incorporar entre los criterios de efectividad de su apoyo, la capacidad de influir en las políticas públicas a partir de los resultados de las investigaciones. La idea es que la investigación tenga un carácter normativo y que, adicionalmente, los centros tengan la suficiente capacidad de influencia para llegar a los centros de tomas de decisiones en materia de políticas públicas, ya sea a través de la contundencia de sus investigaciones o de las relaciones que establezcan tanto con operadores políticos, con gobernantes o con funcionarios de alto rango. El IEP no ha logrado tener una gran influencia sobre las políticas públicas, por distintas razones como la fragilidad política, la reputación del IEP como centro progresista, la escasa conexión entre instituciones académicas y políticas, entre otras. Los resultados de las investigaciones y las propuestas normativas han sido adoptados por el estado, los políticos, empresarios o sociedad civil, en muy contadas ocasiones y en general como resultado de consultorías y no como resultado de las investigaciones. Leer más »

27/08/14: La Economía desde la aulas de la PUCP – 50 Años de la Facultad de Ciencias Sociales

De la economía mixta a la economía liberal*

Efraín Gonzales de Olarte**

 

1/ ¿Cómo caracterizarías la evolución que ha tenido tu disciplina de estudio en los últimos 50 años en el Perú? ¿Cuáles crees que han sido sus más importantes hitos, logros o fracasos?

Creo que hay dos planos en los que hay que responder a esta pregunta. En un nivel general la Ciencia Económica ha evolucionado mucho en los últimos cincuenta años, tanto en nuevos enfoques teóricos, en la incorporación de nuevos temas o problemas y en la creciente interdisciplinaridad de la economía. En un nivel particular, la evolución de la economía en el Perú también ha sido cambiante, no sólo en el uso y desuso de teorías, en las modas de investigación, los temas o problemas económicos tratados y el intento de mayor rigurosidad en los estudios empíricos.

Creo que ambos aspectos han influido mucho en la enseñanza de la economía. Lo que aprende un estudiante el 2014 es muy diferente de lo que aprendía en 1980. Además, el hiper-desarrollo de los métodos cuantitativos ha sesgado un tanto el tratamiento de los problemas económicos, todo ello ayudado por el gran avance de la informática y la programación. En muchos casos se pone más cuidado en los resultados econométricos que en la discusión del problema económico mismo.

A inicios de los años 50 del siglo XX la Universidad Nacional de San Marcos era la que llevaba la pauta de la enseñanza e investigación económica, siguiendo un poco de lejos los principales paradigmas de entonces, principalmente el keynesianismo, que estaba de moda, y los temas monetarios introducidos al Perú por Bruno Moll. Publicaban en la Revista de San Marcos algunos resultados de investigaciones; recuerdo por ejemplo que Javier Silva Ruete publicó su tesis doctoral sobre el uso de la tabla insumo producto para el Perú. Pero San Marcos era la vieja escuela de la economía, todavía impregnada de cursos de derecho, de contabilidad, de historia económica y algo de teoría económica.

La creación del Departamento de Estudios Económicos del Banco Central de Reserva con Richard Webb a la cabeza, paralelamente a la creación de la especialidad de Economía en la Facultad de Ciencias Sociales en la PUCP, dejando de lado la antigua Facultad de Ciencias Económicas y  Contables, fue un momento  crucial, ya que fue entonces que la Economía adscribía al paradigma internacional y se profesionalizaba. El Perú comenzó a ser parte de la comunidad internacional de la economía moderna, con todas sus escuelas, sus debates y sus modas.

A partir del “cursito de verano” del BCRP se comenzó a difundir el nuevo paradigma de la economía, en la medida que el Banco becaba a estudiantes de provincias, los que viniendo de la vieja escuela a la San Marcos, redescubríamos o simplemente descubrimos la microeconomía, la macroeconomía, el comercio internacional y la econometría. Creo que el Banco Central de Reserva ha jugado un papel importante en la elevación de los niveles de enseñanza de la economía, sobre todo en los temas macro y monetarios.

Posteriormente, la enseñanza de la economía se fue estandarizando; no sólo por la fuerza de las nuevas corrientes, sino porque comenzaron a aparecer los libros de texto –siendo el de Paul Samuelson el más emblemático- , los que viniendo, mayormente, de los Estados Unidos implantaron lo que se considera la economía moderna como ciencia; esta era en parte axiomática y en parte empírica, pero sobre todo, y a diferencia de las otras ciencias sociales, muy normalizada y con la difusión en el Perú de la American Economic Review y el Journal of Economic Literature, se marcó la pauta de cómo operaba y qué era la economía. Además, la clasificación internacional de los distintos tópicos económicos ordenó los temas en los que uno podía especializarse. La antigua Ciencia Económica, hoy sólo Economía, se había convertido en, probablemente, la disciplina más estandarizada y más rigurosa de las ciencias sociales, debido al uso de las matemáticas, al punto que en 1970 pasó a la categoría de una disciplina merecedora de un premio Nobel, cuyo primer laureado fue precisamente Paul Samuelson.

La segunda ola de desarrollo de la economía moderna vendría con el retorno de los becarios de los años sesenta y setenta, graduados en universidades de Estados Unidos y Europa, que fueron los que comenzaron a establecer la investigación económica aplicada, de modo que la economía peruana comenzó a ser estudiada sistemáticamente, aunque en un primer momento solo en sus grandes temas: crecimiento económico, distribución, estructura económica y tablas insumo producto, comercio internacional, y temas sectoriales, como agricultura e industria. Basta con revisar los documentos de trabajo producidos por el Departamento de Economía de la PUCP para constatarlo.

Un tema adicional de esta segunda generación es que varios de los economistas fueron a trabajar al Estado, ya sea en el Ministerio de Economía, en el Banco Central, o en la Superintendencia de Banca y Seguros y los bancos de fomento; algunos incursionaron también en la política como ministros y viceministros. La reputación “científica” de la Economía y el dominio de la información estadística le comenzó a dar al economista un aura de técnico neutro, lo que le brindó, y aún le brinda, mucha autonomía para proponer y llevar a cabo políticas económicas sin más apoyo que la confianza del gobierno y la sabiduría económica que pueda tener.

Un hecho significativo es que la mayor parte de economistas se subieron a la ola imperante en cada momento. Durante el gobierno militar del general Velasco Alvarado los economistas fueron industrialistas y desarrollistas, durante el segundo gobierno de Fernando Belaunde se comenzaron a poner liberales, pero durante el primero gobierno de Alan García varios volvieron a apoyar la substitución de importaciones, pero ante la catástrofe dicho gobierno y del Estado, hubo a partir de los años noventa una progresiva conversión hacia la economía neoclásica y al liberalismo económico. Hoy son raros los economistas que se proclamen keynesianos, desarrollistas o marxistas.

La tercera generación de economista es la que salió después del drástico ajuste estructural del gobierno de Alberto Fujimori. Estos economistas nacieron a la economía de mercado como espacio natural indiscutible y a la aceptación de un Estado reducido a proveer servicios públicos e infraestructura básicos y a regular aquellos mercados con fallas. Esta nueva generación se ha hecho mucho más especializada, los temas que tratan son muy puntuales,  el capitalismo ya no está en cuestión y la econometría que usan es cada vez más sofisticada y estandarizada.

Como se ve, en estos cincuenta últimos años hemos asistido a una evolución de la enseñanza e investigación económica signada por los avatares de los ciclos económicos y por los cambios estructurales, de los cuales hemos tenido dos: el pro economía mixta y el pro economía liberal.

El Departamento de Economía de la PUCP ha sido un actor principal en todas esta historia y ha tenido una gran influencia en el devenir de la economía en el Perú, no sólo por el gran número de egresados que han “manejado” la economía pública y privada, sino también por el conjunto de investigaciones que han producido sus profesores, parte de la cual ha permitido poner en agenda varios problemas: la pobreza, la desigualdad distributiva, la regulación de mercados, la naturaleza del comercio internacional, las cuestiones agrarias, los problemas regionales, la macroeconomía con y sin restricción externa. Todos estos temas se han debatido en el Perú con participación activa y, en muchos casos, con el liderazgo de profesores o graduados de la PUCP.

El mayor fracaso de nuestra Ciencia es su, todavía, incapacidad de anticipar las crisis económicas o financieras. Los modelos de predicción macroeconómica no han dado resultado ni aquí ni en el exterior. Recuerdo que Rudiger Dornbusch predijo la crisis mexicana con algunos meses de anticipación y nadie le hizo caso; lo mismo sucedió con Rubini con ocasión de la última crisis americana, pero estas predicciones no tuvieron eco o efecto en los gobiernos y en los ministerios de economía donde, eventualmente, podrían haberse tomado medidas preventivas o, al menos, paliativas. Esto quiere decir que una de las realidades o defectos, dependiendo cómo se mire, de la Economía es que no toma en cuenta los intereses y las ideologías que están tras de las decisiones económica y políticas. En todo esto los temas de las asimetrías en la información, fruto de juegos no cooperativos, no hacen posible todavía la prevención de eventos críticos.  Aquí hay mucha investigación que hacer.

2/ ¿Qué papel ha cumplido en ello la Facultad de CCSS de la PUCP? ¿Podrías identificar algunos logros y algunos pasivos?

La Facultad de Ciencias Sociales fue creada por iniciativa del Padre Felipe Mac Gregor y en ella se incluyó la Economía, cuya implementación se pidió a Máximo Vega-Centeno, Richard Webb y Adolfo Figueroa. Con dicha disciplina se completó el “core” de estas ciencias, junto con la Antropología, la Sociología y la Ciencia Política (posteriormente). Son estas ciencias las que permiten entender a la sociedad en sus varias facetas, aunque yo incluiría también a la Psicología, la Historia y la Socio-linguística.

El papel de la Facultad ha sido triple. Por un lado, formar profesionales de las ciencias sociales, generar mayor conocimiento sobre la sociedad y permitir el acceso a estas disciplinas a estudiantes de otras carreras dentro de la PUCP. Ha permitido también el diálogo interdisciplinario, no sólo en la enseñanza, sino también en la investigación; por ejemplo, la investigación sobre desigualdad y exclusión social de hace uno diez años permitió que sociólogos, economistas y antropólogos tuvieran la ocasión de hacernos entender estos problemas de una manera multidimensional.

Hoy la Facultad es un referente y en algunos rankings internacionales sale bastante bien posicionada, sobre todo por las investigaciones y publicaciones de los profesores que enseñan en ella. Su fama de progresismo es conocida; sin embargo, su calidad es indiscutible y en los últimos años se ha logrado proyectar una imagen de pluralismo intelectual y de apertura a nuevas corrientes de pensamiento.

Creo que el mayor logro de la Facultad es haber formado varias generaciones de sociólogos, antropólogos, economistas y politólogos con altos niveles académicos y con niveles internacionales. La prueba es que a nuestros egresados no sólo les va muy bien en los posgrados en el exterior, sino que, para mala fortuna del país, muchos de ellos se han quedado en el exterior, con desempeños profesionales y académicos notables.

No menos importante es que varios de sus egresados han llegado a puestos altos en el sector público y privado. Hemos tenido varios ministros y ministras, viceministros y viceministras, congresistas, gerentes empresariales, directores y promotores de organizaciones no gubernamentales dedicadas a la promoción del desarrollo y la democracia en distintas facetas. Es decir, hemos contribuido, por este intermedio, a la formación de élites dirigentes y, en consecuencia, a la gobernabilidad y gestión del país.

No sé si es un pasivo la identificación de la Facultad como progresista; es decir, como crítica del “establishment”; en los años ochenta nos conocían como los “rojos de sociales”. En verdad este es, probablemente, la mejor demostración de la relevancia de las ciencias sociales; quienes nos dedicamos a ellas no sólo debemos conocer y analizar las principales estructuras y problemas de nuestro país y región, sino que además hay el imperativo moral de abogar por la mejora de la sociedad a través de propuestas normativas. Las ciencias sociales son y deben ser normativas después de ser analíticas.

3/ Dentro del campo de la Economía ¿cuál crees que ha sido el hecho más importante ocurrido en la historia de los últimos 50 años (puede ser en el Perú, o en el mundo, o en ambos)?

De manera general el hecho más importante en economía ha sido la globalización comercial y financiera, que ha ido rompiendo progresivamente barreras e integrando mercados, lo que ha generado que las distancias y las economías de aglomeración sean las que se constituyen en los factores más importantes de integración o aislamiento. Esto ciertamente ha repercutido de manera importante, tanto en la enseñanza como en la investigación, que  hoy por hoy requiere de la incorporación del espacio para entender cualquier problema económico.

En segundo lugar, el retorno con mucha fuerza del análisis institucional que había sido esbozado a inicios del siglo XX y algo antes de la segunda guerra mundial. Hoy es de aceptación general que no sólo importa cómo son los problemas de las economías, sino también cómo funcionan estas, y esto pasa por las reglas, los procedimientos y las organizaciones, que en muchos casos pueden facilitar el desarrollo, retrasarlo o impedirlo. Lo que falta afinar es el estudio de los orígenes del cambio institucional, a menudo atribuidos a los cambios tecnológicos, a decisiones políticas exógenas o a eventos fortuitos o incontrolables, como los fenómenos naturales.

En el Perú el hecho más importante es el crecimiento económico de las dos últimas décadas, que no ha tenido parangón en el pasado. Cualquiera que sea su origen, está cambiando las bases económicas y sociales del Perú, que es necesario entender y explicar. El divorcio entre la economía y la política, la poca conexión entre crecimiento y la equidad, la divergencia en el crecimiento de Lima y el resto del país, y entre las ciudades y su entorno rural, son algunos de los fenómenos que requieren de estudio y comprensión.

En todos estos temas está la agenda de trabajo planteada para las cuatro disciplinas de la Facultad y para el análisis interdisciplinario. De aquí deberían salir las contribuciones de la Facultad al país en la próxima década, tanto en la formación de nuestros estudiantes como en las investigaciones.

4/ ¿De qué forma la Economía ha enfocado el estudio de la globalización y del crecimiento económico diferenciado que hemos tenido? ¿Ha cumplido la Facultad un papel importante en ello?

Hemos trabajado los temas espaciales con el enfoque de centro-periferia, inspirados en los trabajos de Paul Krugman,  la vieja escuela Estructuralista y la Economía Política, tratando de hacer la síntesis. El Perú es un país incomprensible si no se incorpora el espacio geográfico, económico y político. Hemos trabajado también el tema de las economías regionales del Perú y el proceso de descentralización. El problema del centralismo constituye un rasgo estructural de la economía y la sociedad peruana, que ha impedido la integración regional, la integración entre campo y ciudad y, como consecuencia, no se ha logrado modificar los parámetros sobre los que descansa la desigual distribución del ingreso y de las oportunidades de progreso.

La descentralización, siendo un tema normativo, ha sido también una de nuestras preocupaciones. El tema tiene que ver con aspectos geoeconómicos y políticos, y el papel del Estado peruano como facilitador de su propia reforma. El problema central radica en responder a una simple pregunta ¿para qué o con qué objetivo descentralizar el país? Para muchos la idea es acercar el Estado al ciudadano, para que aquel cumpla mejor sus funciones; para otros es desconcentrar el poder centralizado en el gobierno nacional y compartirlo con los gobiernos regionales y locales; para nosotros la descentralización debería tener como meta mejorar las condiciones y oportunidades para el desarrollo humano, entendiendo como tal el proceso mediante el cual las personas puedan ser y hacer lo que sus aspiraciones le motiven, inspiradas en una multiplicidad de motivaciones. Así, todas las opciones anteriores se ordenan con un norte, en el cual el esfuerzo de la reforma descentralista del estado debe tener como norte la mejora de las personas; si esto no sucede, la descentralización será un fracaso social.

La Facultad es, probablemente, la que más se ha ocupado sobre estos temas en relación a otras universidades. Varios de los libros y artículos publicados en las tres revistas especializadas han contribuido a este entendimiento. Sin embargo, me parece que no hemos logrado posicionar a la Universidad como el lugar donde buena parte de estos temas sean la referencia obligada. Creo que los temas en los que somos reconocidos como el lugar especializado, son: distribución y desigualdad, pobreza, descentralización, inclusión y exclusión, y desarrollo humano recientemente.

Creo que la Facultad podría jugar un mayor rol si se convierte en la referencia obligada de estos temas, y esto sólo se puede hacer con un trabajo colectivo, con un plan de desarrollo académico y con un liderazgo capaz de encabezar al excelente grupo de profesores con que cuenta nuestra Facultad.

5/ ¿Cómo piensas que van a discurrir en los próximos 50 años los temas de la realidad que estudias? ¿Te atreverías a proponer cuáles podrían ser las tendencias?

Hace ya varios años he planteado que, si el ciclo de largo plazo se repite, la economía peruana debería crecer hasta los años 2017-2020, luego vendría un ciclo de veinte a veinticinco años de caída. Esto significaría que en el Perú la historia se podría repetir, pero si esto no sucede habrá que aceptar que algo sustantivo habría cambiado en las estructuras económicas, sociales y políticas.

Por otro lado, todos los estudios de tendencia que incluye el espacio geopolítico señalan que el Perú no irá hacia la convergencia, sino a la divergencia entre Lima y el resto del país, y entre ciudades y su entorno rural. Mi hipótesis es que esto se debe al modelo primario exportador y de servicios (PESER), mientras éste no varíe es bastante poco probable que el Perú vaya a la convergencia en los próximos veinte años.

El cambio climático debido al calentamiento global es el tema que nos ha de obligar a estudiar el cambio tecnológico, económico y social, que con seguridad se ha de dar. Al tema espacial habrá que incorporar los temas de suministro de agua y energía, su producción, distribución y sostenibilidad, en cada región. Es aquí donde se ha de desarrollar casi de manera forzada los estudios interdisciplinarios para entender este fenómeno que tiene múltiples dimensiones. Aquí está uno de los principales desafíos, no sólo para la Facultad sino también para la Universidad.

Otro tema importantísimo es que en los próximos veinte años es muy probable que el Perú transite hacia la “transición demográfica”; es decir, que la tasa de crecimiento de la población tenderá a cero, lo que ha de significar que todo incremento del producto o del ingreso mejorará el bienestar de las personas de manera neta; sin embargo, seguirá pendiente entender los determinantes de la distribución del ingreso. Por ello es muy importante darle más espacio a la demografía, tanto en la enseñanza como en la investigación.

6/ De la misma manera, ¿en qué formas crees que evolucionará la Economía en el próximo medio siglo?

La Economía se hace cada vez más interdisciplinaria; es decir que cada vez más tiende lazos a otras disciplinas en el afán de entender mejor los temas económicos. Últimamente, la Neuroeconomía, que trata de entender los procesos cerebrales involucrados en la toma de decisiones económicas, es un nuevo campo de estudio; por otro lado la economía energética que no sólo estudia los temas relacionados a la provisión de sistemas de energía, sino que trata de incorporar la restricción energética –algo parecido a la restricción presupuestal– en la toma de decisiones de las personas. Creo también que se debe dar la síntesis entre la macro y la microeconomía, pero sobre la base de una microeconomía menos individualista y egocéntrica, que debería evolucionar hacia una microeconomía que, partiendo del individuo, lo entienda como parte de una comunidad en la cual vive y, en consecuencia, sus decisiones, si bien priorizan sus preferencias individuales, estas pueden estar mediatizadas o pueden depender de sus relaciones con otras personas; por ejemplo, cuando un padre de familia decide trabajar más horas para poder enviar a su hijo a estudiar a una buena universidad.

Espero que también las teorías de desarrollo vayan en la dirección del desarrollo de las capacidades y desempeños de las personas sobre la base de la generación de oportunidades más al alcance de todos. Para ello será necesario integrar en la actual corriente de desarrollo humano de Amartya Sen y Martha Nusbaum y la HDCA, los aspectos institucionales, políticos y el rol del Estado en este paradigma.

Creo que tenemos muchos desafíos teóricos y empíricos por delante.

7/ ¿Algo más que quieras añadir?

Creo que es importante promover desde la Facultad proyectos de innovación teórica y temática con todas las especialidades. No debemos ser sólo usuarios de teorías importadas; creo que las debemos entender para formular teorías más generales que incorporen nuestros propios problemas sociales, pero también teorías más particulares para entender temas específicos a la sociedad peruana y latinoamericana.

Debemos ser más audaces y plantear innovaciones académicas, tanto en la enseñanza como en la investigación, para estar delante de la historia y no como ahora, que creo que estamos siempre detrás de ella.

**Efraín Gonzales de Olarte Obtuvo el grado de bachiller en Economía por la Universidad Nacional San Antonio Abad de Cusco y la licenciatura y maestría en la misma especialidad, por la Université Catholique de Louvain – Bélgica. Es Doctor en Economía del Desarrollo por la Université Paris I, Pantheon-Sorbonne – Francia. Esto se relaciona con sus principales áreas de interés y especialización, entre las que se encuentran los temas de desarrollo humano, nacional y regional, macro-economía, crecimiento y políticas de desarrollo, economía regional y urbana, centralización y descentralización, economía política e instituciones económicas, economías campesinas y desarrollo regional. Efraín ha sido profesor visitante en diversas universidades internacionales e investigador visitante en CERLAC York University y Department of Economics, University of Toronto y en la Universidad de California – San Diego, North South Center Miami Univesity, Profesor de la Cátedra Simón Bolivar Université de Paris III Nouvelle Sorbonne, Fellow del Woodrow Wilson Center de Washington D.C. Ha sido consultor para el PNUD y el Banco Mundial. Fue también director del Instituto de Estudios Peruanos, jefe del Departamento de Economía de nuestra casa de estudios y posteriormente, vicerrector administrativo. Ha publicado numerosos libros, artículos, capítulos de libros y documentos de trabajo. Hoy se desempeña como profesor principal del Departamento de Economía, como vicerrector académico en nuestra casa de estudios y en investigaciones y consultorías nacionales e internacionales en temas de desarrollo económico y desarrollo humano.

*Entrevista publicada en: Carlos Contreras (Editor): El Perú desde las aulas de Ciencias Sociales.  Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP 50 años. Pontificia Universidad Católica del Perú, pp.153-161

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03/06/14: Perversidades de la descentralización

LA DESCENTRALIZACIÓN DE LA CORRUPCIÓN

Efraín Gonzales de Olarte[i]

Quince años atrás, estando en Puno, un dirigente regional me señaló que la descentralización serviría y se justificaría para que en Lima no se quedaran con todas las coimas. Casi premonitorio, sin embargo la descentralización de la corrupción es un problema complejo y de difícil solución.

La descentralización reiniciada el 2002 ha tenido tres fallas de origen y no tuvo  una “política de descentralización” clara. Esta mezcla ha llevado a los resultados que hoy observamos: una “crisis de la descentralización por perversión”, que siendo un problema constituye una oportunidad para hacer importantes ajustes y devolverle su objetivo fundamental: hacer del estado un instrumento cercano a las necesidades de desarrollo humano de los peruanos donde quiera que vivan.

Las fallas de origen de la descentralización fueron: 1. La creación de regiones-departamento en lugar de macro-regiones. 2. La falta de una secuencia en las fases de la descentralización, que son: 1°. Descentralización política (transferencia de funciones y sus respetivos presupuestos). 2°. Descentralización administrativa (transferencia de personal técnico y capacidades de gestión). 3°. Descentralización tributaria. La primera está casi concluida, la segunda nunca se hizo y la tercera se alcanzó sin proponerse, hoy gracias a los precios internacionales y al canon varias regiones y municipalidades tienen altos ingresos tributarios, sin estar preparadas ni para administrarlos ni para sostenerlos en el tiempo. 3. No se creó una instancia de fiscalización de los gobiernos regionales o municipales, ni en ellos mismos (asamblea regional, comité de fiscalización, u otro) ni en el gobierno central (contraloría para la descentralización), con lo que se transfirió un poder discrecional cuyos resultados están a la vista. 4°. No se creó una instancia de coordinación intergubernamental, que permitiera establecer proyectos y programas entre niveles de gobierno. El CND que se perfilaba en este sentido fue desactivado.

Sin estrategia y política de largo plazo, con la secuencia incompleta y equivocada y sin fiscalización horizontal ni vertical era esperable que el proceso llegue a una situación como la actual, máxime si los partidos políticos han casi desaparecido de la escena y se ha instaurado una carrera de movimientos electorales con fines de lucro, para llegar a los gobiernos municipales y regionales. Es decir, la descentralización se ha pervertido es un proceso burocrático, desprovisto de estructuras políticas, llámese partidos, con resultados menores a los esperables dada la abundancia de recursos fiscales.

No dudo que la descentralización es un proceso difícil, pero es casi la única reforma capaz de cambiar la sociedad, la economía, la política y la cultura manteniendo un sistema democrático. Por ello, no cabe proponer su abandono, lo que hay que hacer es una serie de ajustes legales, institucionales y  políticos para relanzarla. Para ello propongo: 1. Retomar la creación de macro-regiones, para dar mejor base económica y tributaria y reducir los cacicazgos y las mafias departamentales. 2. Cambiar las reglas de distribución del canon, creando, por un lado, un “fondo concursable” para que todas las regiones puedan presentar proyectos de inversión productiva y de mejoras en la educación (incluyendo a las universidades regionales) y, por otro, establecer un programa y cronograma de inversiones en infraestructura educativa, salud y básica a cargo de los gobiernos municipales, asignando los recursos en función del índice de desarrollo humano. 3. Aprobar el Plan Nacional de Descentralización (2012-2016) aún pendiente. 4. Crear la Coordinadora Estatal para la Descentralización (CED), con participación de la ANGR, la AMPE y la PCM, reabrir el CND como secretaria técnica y repotenciar la contraloría descentralizada. 5. Reformar las normas de elección de gobiernos municipales y regionales poniendo metas electorales más altas: 40% en primera vuelta, si no segunda vuelta y la constitución de consejos regionales y municipales proporcionales a la votación de primera vuelta.

Todo esto no se puede hacer sin el liderazgo y convicción del gobierno. Relanzar la descentralización es hacer de la necesidad virtud.

 

 



[i] Publicado en el diario La República el 31 de mayo 2014

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13/05/14: La desigualdades de la pobreza y del empleo

LA DESIGUALDAD DE LA POBREZA Y DEL SUB EMPLEO

Efraín Gonzales de Olarte*

Bajar la pobreza en un país con alta desigualdad no es fácil, por ello es necesario reconocer que la reducción promedio de la pobreza el 2013 es una buena noticia, pero que ocho regiones no la hayan reducido o  hayan aumentado es una mala noticia. Las preguntas cruciales son: ¿por qué no todas las regiones bajan su pobreza de manera convergente? es decir, ¿por qué Cajamarca tiene 52.9% de pobreza monetaria, mientras que Arequipa, Moquegua, Tacna, Ica y Madre de Dios están por debajo de 10%? ¿qué clase de economía de mercado tenemos que no logra igualar resultados económicos? ¿a lo mejor es el modelo económico y la geografía que inhiben la reducción igualitaria de la pobreza? o ¿por qué los esfuerzos del Estado son insuficientes para tal fin? Son preguntas que no tienen hasta ahora respuesta.

En mi opinión, la forma más efectiva de reducir la pobreza es generando “empleo decente”, definido por la Organización Internacional del Trabajo como aquel trabajo formal, adecuadamente remunerado y con buenas condiciones laborales. Por ello, que la mejor forma de disminuir la pobreza es reduciendo la tasa de subempleo, la cual es definida como el porcentaje de trabajadores que trabajan menos de 30 horas a la semana no alcanzan el sueldo mínimo vital o trabajan más de 40 horas y reciben menores ingresos al referencial de 711 soles.

En el Perú el 48% de los trabajadores están subempleados en promedio, sin embargo la mayor tasa de subempleo la tiene Huánuco con 68%, Puno 61% y Apurimac 60%, y tienen las menores tasas: Lima 34%, Callao 36% y Tacna 38%. Nuevamente, estamos frente a un problema de desigualdad, que tiene que ver con la capacidad de absorción que tienen los mercados de trabajo  por regiones, es decir de las robustez de las economías regionales.

La ventaja de atacar el problema de la pobreza a través de la reducción del sub empleo y de la generación de empleo decente  es que  nos concentramos en tres puntos importantes: 1. Relacionamos la producción con el empleo, es decir nos preocupamos de conectar los sueldos y salarios con la productividad, lo que  hace de la reducción de la pobreza el efecto directo del crecimiento del centro de trabajo o del sector productivo, en cada región. 2. Dejamos de esperar que el crecimiento macroeconómico resuelva el problema de la pobreza promedio y comenzamos a priorizar el crecimiento regional y a revalorizar las políticas sectoriales capaces de generar mayor producción, productividad y empleo decente en cada región. 3. Dado que la mayor pobreza está en el campo, sobre todo en las zonas rurales de sierra y selva, es absolutamente necesario incorporar a los productores y trabajadores del ámbito rural en las políticas sectoriales. Ahora se los incorpora básicamente a través de las políticas sociales, lo cual es insuficiente, pasajero  y no resuelve el problema del punto 1.

Una de las principales causas de la desigualdad en la reducción de la pobreza a nivel regional es la poca conexión económica que hay entre  las ciudades y su entorno rural. El crecimiento de las ciudades es casi independiente de las economías rurales, lo que significa que el desarrollo de los mercados regionales de bienes, de trabajo y de crédito es insuficiente, por lo que la pobreza rural no disminuye con el crecimiento de las ciudades de cada región y tenemos –y seguiremos teniendo- los resultados que comentamos si no cambiamos de enfoque.

El modelo económico peruano ha llegado a un punto en el que la pobreza no va seguir disminuyendo si se espera que el crecimiento macroeconómico resuelva el problema. Es imprescindible pasar a otra etapa del modelo, en la que se dé mayor prioridad a las políticas sectoriales-regionales, para promover la inversión en las regiones con dos criterios: 1. Apoyar aquellas inversiones en sectores que transformen la producción rural, lo que ciertamente desarrollará los mercados de trabajo regionales. 2. Para esto es imprescindible la asociación del capital privado con el estado, sobre la base de planes de inversión, con la activa participación de los gobiernos regionales y locales.

Es obvio que para que esto suceda se requiere que el Ministerio de la Producción pase a ser el más importante, como lo fue el Ministerio de Industria en el milagro japonés, y que el Ministerio de Economía sea sólo el guardián de la sanidad macroeconómica y apoye decididamente al primero. La segunda condición es que  los gobiernos regionales deben coordinar la promoción y el seguimiento de la política de inversión regional con el Ministerio de la Producción.   Si todo esto sucede la creación de “empleo decente” será un resultado efectivo y, en consecuencia, la pobreza disminuirá de manera estable.

*Profesor  Principal del Departamento de Economía de la PUCP. Artículo publicado en La República del 13 de mayo 2014

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21/04/14: ¿Son las personas un capital?

CAPITAL HUMANO Y DESARROLLO HUMANO

Efraín Gonzales de Olarte

 

El capital humano es considerado como el cuarto factor de desarrollo, al lado de los recursos naturales, el capital físico y la fuerza de trabajo. La idea es que el capital humano es el conjunto de capacidades y talentos productivos de los trabajadores acumulados durante su vida, gracias al cual el crecimiento puede ser mayor o menor dependiendo de su calidad. Por otro lado, el desarrollo humano es el proceso de expansión de las capacidades y desempeños de las personas, con los cuales pueden ser y hacer lo que aspiran.

El asunto es que el concepto de capital humano “cosifica” a las personas, pues se las considera un “stock” de calificaciones, talentos y conocimientos capaz de comprarse casi como se compra  una máquina. En el desarrollo humano el adquirir distintas competencias o conocimientos es parte del enriquecimiento de la persona, independientemente de que las use para provecho propio o para beneficio de un empleador.

Desde la perspectiva de las políticas de desarrollo ambas concepciones pueden converger en que es muy importante mejorar los niveles educativos pues mejoran la calidad de las personas. Pero difieren en la utilidad de estas calificaciones, para la corriente neoclásica personas educadas y bien calificadas son “factor” de desarrollo, es decir algo que se puede echar mano cuando se necesita, con un pago que depende no sólo de la calificación sino de la oferta y demanda de trabajo. Para el desarrollo humano la mayor calificación es un fin casi en sí mismo, pues le permite a la persona tener mejores capacidades en primer lugar para su propia superación y, segundo, le permite poder escoger uno u otro trabajo, no sólo en función del salario sino también en función de que el trabajo le permita desarrollarse aún más, casi independientemente de lo que le pida la empresa. La actividad laboral es una realización o desempeño en si misma.

Por ello, estos dos enfoques, pareciendo complementarios, en realidad son antitéticos en la medida que para uno las mejores capacidades humanas o mayor capital humano es un medio para producir más o para aumentar la productividad de la empresa o institución que lo contrata, mientras que para el otro enfoque tener mayores capacidades es un fin que le permite a la personas trabajar en lo que quiera y cuanto mayor calificación su libertad de escoger donde trabajar y en qué condiciones será también mayor.

Por ello, el desarrollo de un país interpretado desde la perspectiva del capital humano se medirá en la mayor producción, ingresos, productividades y competitividad, es decir, se medirá por los resultados materiales finales. Pero desde la perspectiva del desarrollo humano se medirá por la mejora de las personas.

 

Abril 2014

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