Efraín Gonzales de Olarte
“Pese al torbellino electoral, la actividad económica sigue con su propio ritmo, como si las decisiones de negocios se tomaran en otro país. Curiosamente, la fragmentación política que tiene el Perú parece ser la causa de la estabilidad económica en estos tiempos. ¿Esto nos debe preocupar?
En los períodos electorales se activa el llamado ciclo económico de origen político, es decir los gobiernos que quieren reelegirse tienden a incrementar el gasto público para hacer obras y atraer votantes. Esto hace que la economía tenga un crecimiento adicional por motivaciones políticas. Cuando el partido en el gobierno no se va a reelegir puede desfavorecer a las otras agrupaciones políticas, por ejemplo disminuyendo los impuestos.
En el Perú es poco posible activar la economía a través de la expansión del gasto, a menos que esté financiado, pues las normas legales no lo permiten. En consecuencia, las posibilidades de influir en los electores, a través del incremento temporal de la actividad económica, es bastante difícil. Esta es una primera causa de porqué hay un divorcio entre el ciclo político y el económico.
Pero la segunda causa de este divorcio es la fragmentación de la representación política, que se confirma cuando observamos que hay doce candidatos, cinco de los cuales tienen casi la misma intención de voto, y recibirán en su conjunto más del 90% de los votos. Los cinco movimientos o coaliciones (no hay un solo partido político que participa per se) ofrecen casi lo mismo, las diferencias están marcadas por la personalidad de cada candidato presidencial. En consecuencia, a los electores pareciera que les diera lo mismo quien fuera elegido. Esto calma los nervios de la bolsa.
Este divorcio, por fragmentación, favorece a quien quiera que sea el próximo gobierno, pues ha de tener carta blanca para hacer lo que quiera, al no tener tras de si las fiscalización de un partido, sólo la de electores dispersos y desorganizados. En consecuencia, el divorcio entre economía y política no permite forzar al Estado a tener mejores políticas para reducir las desigualdades. Esto genera un país en permanente tensión social. Por ello, son todavía importantes los partidos políticos.
Artículo publicado en el Suplemento D1 de El Comercio, el 28-04-2011