Hay muchas páginas en internet dirigidas al público en general donde tienen expuestos los criterios diagnósticos para los diferentes trastornos mentales. De tal forma que casi casi como que nos ofrecen cosas como “sepa si su hijo es asperger” o “sepa si su hijo es autista” o “sepa si tiene a un psicópata cerca”.
Seguidamente suelen ofrecer descripciones, características o incluso los criterios diagnósticos, que suelen verse como un listado de condiciones para que podamos ir poniéndoles “check”, cumple o no cumple, con respecto a la persona que estamos queriendo descartar como poseedor del trastorno, sea nuestra pareja, nuestro hijo, nosotros mismos o cualquier otra.
Un ejemplo
Una página publica una descripción del trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y se llega a un cuadro en el que se pone: “tipos de TOC”, un listado de diversos subtipos del trastorno. Uno de ellos reza: “tipo acumulador: colecciona objetos insignificantes de los que no puede desprenderse”. ¡Ajá! Entonces viene la madre del adolescente que colecciona apasionadamente “unas cartas estúpidas de Pokemon que no tienen ninguna utilidad y que ni siquiera se entiende cómo se juega con ellas” y ¡zaz! le pone check al ítem en su cabeza. Su hijo ya tiene TOC. Pues no, resulta que nada más lejos de la realidad, evidentemente.
Cuando pienso en esto siempre me acuerdo de una amiga que un buen día me llamó por teléfono muy preocupada porque había leído una página sobre el síndrome de Asperger. Resulta que ella supuestamente cumplía con las condiciones para ser diagnosticada como tal.
Pero nada que ver, esa chica no tenía nada, pero nada, de asperger. Era una “neurotípica” más en el mundo, que simplemente había leído unos criterios diagnósticos que no han sido escritos para que ella los maneje.
¿Quiénes han escrito los criterios diagnósticos y para quiénes se escribieron?
Esos listados que ahora están publicados por todas partes y que muchas veces incluyen los criterios diagnósticos para determinar si alguien posee determinado síndrome o trastorno, han sido escritos por científicos, psicólogos y psiquiatras que han hecho estudios estadísticos muy complejos con la población para poder llegar a una descripción de los diversos tipos de padecimientos mentales que sufrimos las personas.
Estas descripciones han sido escritas para que los psicólogos, los psiquiatras y demás profesionales de salud podamos entendernos entre nosotros y trabajar coordinadamente. Solo los profesionales están capacitados para poner ese “check” al lado de cada característica o criterio. A veces para determinar si una persona cumple con un criterio diagnóstico es necesario aplicar pruebas o instrumentos, no es algo que se pueda dilucidar así nomás leyendo con el sentido común en la computadora. Definitivamente estos criterios diagnósticos no han sido escritos para que el público en general vaya utilizándolos en su casa, porque no, se arma una total confusión.
Las personas nos solemos identificar con los criterios diagnósticos
Si una persona X va y lee estas descripciones, hay muchas posibilidades de que se sienta identificada con ellas o que sienta que la persona en quien está pensando tenga esas características. Recuerden el ejemplo de las cartas de Pokemon o cómo mi amiga se identificaba con las descripciones del Síndrome de Asperger hasta llegar a creer que lo tenía.
Pongo otro ejemplo: una mujer con graves problemas de relación con su pareja con quien convive, va y se pone a leer sobre psicópatas. Entonces lee, horrorizada, que los psicópatas no tienen empatía, que solo piensan en su beneficio, que son seductores al principio con las personas, etc. ¿Qué creen que pase con esa mujer? Pues sí, puede fácilmente adjudicarle cada una de esas características a su pareja, sin tomar en cuenta que no posee una mirada objetiva, que toda su visión está empañada por las dificultades que tiene con él y que, por último, está intentando hacer un diagnóstico, algo que solo un profesional de salud está capacitado para hacer.
Puede ser mejor enfocarse en el sufrimiento más que en las etiquetas
Si estamos preocupados por nosotros mismos o por algún ser querido, más que buscarle un diagnóstico, podría ser útil darnos cuenta del sufrimiento, qué podemos hacer frente a él, qué alternativas tenemos o si de repente es momento de consultar con profesionales.
Leer no está mal, informarse, curiosear, es algo bueno. Al mismo tiempo, si hay malestar, síntomas desagradables o preocupantes que se repiten, cualesquiera que sean, hay que dejarles la tarea del diagnóstico y del tratamiento a los profesionales de salud.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe