Es decir, ¿para qué solicitar el cuidado de un profesional en salud si no se va a hacer caso a lo que recomienda?
Lo que sucede es que existe la fantasía en las cabezas de muchas personas de que los hijos son como televisores, celulares o computadoras, que se los lleva al técnico para que los arregle bonito, sin que los padres tengan que hacer nada al respecto.
Los niños y los adolescentes no son máquinas. Si tienen dificultades no es porque están fallados, es porque responden a hechos que muchísimas veces provienen de las acciones de los propios padres. Es más, muchas veces no sólo es el hijo el que requiere psicoterapia, sino los padres también, o la familia completa. Cuando se dice esto, muchos papás reaccionan mal: “pero el que se supone que tiene el problema es fulanito, no yo”.
Seguir las recomendaciones
Cuando el terapeuta da recomendaciones a los padres, es absolutamente necesario que éstos las sigan. Un niño o adolescente por supuesto que puede ser dado de alta de una psicoterapia, no es un imposible, lo digo por experiencia.
Ser dado de alta de psicoterapia es un gran logro y trae innumerables beneficios, pero esto es posible sí y sólo sí los padres siguen las recomendaciones del profesional.
Todos los casos de los que sé que han alcanzado un alta exitosa (incluidos los que yo mismo he llevado) tienen esa carácterística: los papás siguieron las recomendaciones del terapeuta.
No seguir las recomendaciones
De por sí, la psicoterapia no es un tratamiento fácil, porque la mayoría de veces toma tiempo, constancia y es costoso. No seguir las recomendaciones del profesional agrega más obstáculos, hace más complicado, hace más costoso y más largo un tratamiento que ya de por sí es complejo.
Lamentablemente algunas recomendaciones son difíciles, más para los padres que para los hijos, pues tocan hábitos perjudiciales que ya se han hecho costumbre o tocan acciones que los padres no desean modificar. Por ejemplo (un ejemplo frecuente), un terapeuta puede recomendar a un padre separado de la mamá de sus hijos que es mejor que deje de entrar a la casa donde viven estos y que mejor ceda la llave a la mamá. Algunos padres pueden resistirse a esta recomendación, les resulta difícil, no desean y, para validar su inacción al respecto, crean justificaciones o argumentan en contra del profesional.
Obviamente, el profesional no va a hacer nada más para que se cumpla su recomendación (porque no puede). Al final los que deciden sobre la vida de los hijos son los papás, y eso tiene que respetarse. Lo lamentable es que lo más seguro es que el profesional asista impotente a una serie de consecuencias negativas: alargamiento innecesario del tratamiento, estancamiento del proceso, empeoramiento de la salud del hijo, incluso la ruina o desbaratamiento del proceso.
La peor consecuencia es la que queda fijada en la biografía del hijo: “mi papá no fue capaz de hacer algo distinto por mi salud”. Muchas veces esto queda grabado inconscientemente, condicionando la vida de las personas, otras veces sale a la luz cuando las personas son adolescentes o adultos o incluso rápidamente siendo aun niños, generando cólera, resentimiento, relaciones ambivalentes, negativas o tóxicas con los padres, etcétera.
El absurdo
Llevar a tu hijo a psicoterapia y no seguir las recomendaciones es tan absurdo como ir con un contador, que te diga “fulano, no te olvides que en tal fecha tienes que pagar tus impuestos”, y tú te zurres en la noticia, y encima a propósito. Obviamente la consecuencia es nefasta: una multa enorme por parte de la SUNAT. Lo mismo sucede con la salud de tus hijos, sólo que como no se trata de dinero, es más fácil no darse cuenta (o hacerse de la vista gorda).
Conclusión
Conclusión: si llevas a tus hijos a psicoterapia, acuérdate de que no se trata de llevar una lavadora a un técnico, se trata de tu hijo y tú tienes parte activa en su salud; ¡sigue las recomendaciones! Si te cuesta mucho, convérsalo, enfréntalo y si es necesario trabájalo tú mismo en tu propia terapia. No es un juego, es tu salud y la salud de tus hijos.
Y recuerda: los que salen de alta y más rápido, son los que siguen las recomendaciones. Los que no siguen las recomendaciones no salen de alta nunca (el tratamiento acaba siendo interrumpido), o lo hacen muchísimo más lento.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe