Françoise Dolto, hablando acerca de las detenciones o dificultades del desarrollo del lenguaje, de la motricidad y de la capacidad de simbolización de los niños pequeños dice:
“(…) estas dificultades no se encuentran solamente en familias cuyo nivel económico es bajo. Se encuentran también con frecuencia en las familias acomodadas cuando, por razones diversas, los padres recurren a nodrizas pagadas. Los cambios intempestivos de la persona que alimenta al niño son traumatizantes. La persona [la nana] que se va lleva consigo las señales humanas de comunicación de lenguaje (verbal y gestual). Deja al niño en el desierto de su soledad. Y el niño está obligado, en cada relación sucesiva con una persona que lo alimenta y tutela, a construir una red nueva, si bien precaria, de comunicaciones interhumanas que cada nueva partida debilita, reduciendo todos los significantes del otro que hay en él” (Dolto, 1998; páginas 32, 33).
Hay que recordar que los niños de menos de tres años, no están preparados para cambiar de persona a persona, como nosotros los adultos podríamos cambiar de compañero de trabajo a compañero de trabajo. Los niños más pequeños necesitan figuras constantes que se les hagan familiares, no muy numerosas. Esto permite establecer un código de comunicación, de significados y de símbolos con estas personas cercanas. Por eso es que Dolto reflexiona así a propósito de las nanas que se siguen unas a otras mes a mes o incluso semanas a semanas.
Y es que las nanas no es que sean solo figuras que están ahí, las nanas a esa edad alimentan al niño, como recalca Dolto, y en los mamíferos superiores la alimentación es entre madre y cachorro, y más adelante entre padres y cachorros, es una cuestión de naturaleza. Los seres humanos bebés y niños pequeñitos establecen un vínculo muy importante con la persona que los alimenta, y este vínculo, nos dice Dolto, es importantísimo para su desarrollo y crea una red de comunicaciones que se esfuma constantemente, como si nunca hubiera existido, cuando las nanas se suceden una tras otra.
Recomendación
Hay que tomarse muy en serio el tema de las nanas. Si se va a optar por este tipo de servicios, hay que asegurarse de que se contrate a alguien adecuado, especialmente si el niño va a quedarse al completo cuidado de esta persona por tiempos prolongados.
Si esto de las nanas no funciona y vemos que se nos empiezan a ir o las echamos y viene una y otra, hay que ver qué está pasando y evaluar bien si conviene seguir con ese esquema de crianza.
Referencia
Dolto, Françoise (1998). El niño y la familia. Desarrollo emocional y entorno familiar. Barcelona, España: Ediciones Paidós Ibérica.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe