Pregúntale a tu papá / pregúntale a tu mamá

Especialmente cuando nuestros hijos son adolescentes (aunque también antes) se da la escena conocidísima aquella de que el hijo aborda, por ejemplo a la mamá, y le pide permiso para ir a una reunión, a una fiesta o a quedarse a dormir a la casa de algún amigo, viniendo entonces la clásica respuesta: “pregúntale a tu papá”.

Incluso a veces sucede que el hijo va efectivamente con su papá a hacerle el mismo pedido, resultando que éste le responde “pregúntale a tu mamá”, dándose una situación caricaturesca en la que el menor ve que sus padres no asumen la responsabilidad de una decisión y lo “pelotean”, como si se tratase de una papa caliente.

Inseguridad de los padres

Esto puede suceder porque los papás no están seguros de cuán adecuado sea decir “sí” o “no” ante el pedido del hijo. También se puede dar porque papá o mamá  no se sienten con la autoridad suficiente, o porque quieren evitar el conflicto con su hijo, ya que la respuesta sería “no”, lo que generaría una disputa (discusión o pedidos insistentes), entonces manda a su hijo con su pareja para librarse de ello.

Si no es tan bueno dar esta respuesta, entonces, ¿qué se podría decir?

Tomar la decisión en pareja

El hijo aborda a su mamá y le pregunta:

– Mamá, ¿puedo ir a la fiesta de fulanito?

Entonces, la mamá siente la inseguridad. No sabe qué decir. Cualquiera de las dos respuestas (sí o no) no acaban de convencerla poniéndola en una situación molesta. Pero ella sabe que es mejor no responder “dile a tu papá”, entonces dice algo así:

– Hmm… no estoy segura; déjame hablarlo con tu papá y de ahí te respondo.

Lo que se dice se cumple

Dicho esto, es necesario que la mamá haga, apenas pueda, lo que aseguró. Conversará el tema con el papá y juntos tomarán una decisión.

Naturalmente, hacer esto requiere una relación de pareja armoniosa, e incluso puede aplicarse también con papás separados.

Ventajas

A veces los hijos se dan cuenta de estas inseguridades y de que los papás pueden no conversar sus decisiones. Entonces usan esta información para manipular a sus padres. Por ejemplo, la mamá le dice al hijo que no puede ir a la fiesta. El hijo va con su papá y éste le dice que sí. Entonces el hijo se empieza a alistar. Cuando la mamá se da cuenta, el hijo ya tiene una respuesta:

– ¡Pero mi papá me dio permiso!

Resultado: problema disciplinario, agravado por el hecho de que papá, sin querer, desautorizó a mamá.

– Ventaja 1: conversando las decisiones ambos se evitan estas manipulaciones. Papá y mamá darán la misma respuesta.

– Ventaja 2: al dar ambos papás la misma respuesta, el hijo tiene la experiencia de solidez disciplinaria y moral en ellos. Esto lo incorporará para sí mismo y para su vida presente y futura.

– Ventaja 3: también se le brinda al hijo un modelo de toma de decisiones pensadas, no impulsivas.

– Ventaja 4: el hijo obtiene un modelo y una experiencia de rectitud y solidez, que al mismo tiempo es dialogada y flexible.

– Ventaja 5: el hijo experimenta una pareja de papás coherente, sin contradicciones.

Recordemos que la pareja de padres es el primer modelo de relación de pareja y de paternidad que tienen las personas. Es importante darles un buen primer modelo.

Referencia

Baltazar Ramos, Ana María; Palacios Suárez, Celia (2011). Consejos prácticos para la educación de los hijos. México Distrito Federal, México: Editorial Trillas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
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