EQUIDAD VERSUS ELITIZACION DE LA EDUCACION:
POLITICAS PARA MEJORAR LA CALIDAD DE LA EDUCACION EN EL PERÚ – I
Efraín Gonzales de Olarte
¿Cómo mejorar la calidad educativa en el Perú? Es la pregunta que está actualmente en cualquier agenda política y de desarrollo, pero que no tiene una respuesta clara. En la educación peruana se han hecho cosas al tanteo o tratando de imitar modelos o políticas ensayadas en algún otro lugar. Hasta hace poco no se podía inferir, de lo que hace el Ministerio de Educación, cuál era el norte para mejorar la calidad educativa. Sin embargo, no hace mucho, se está tratando de mejorar la calidad de los maestros, dar mejores condiciones para la carrera magisterial, mejorar las condiciones materiales para los estudiantes, hay una política de becas (18, presidente de la república, maestro, catedrático), en base a mayores recursos fiscales, no obstante la pregunta que uno se hace es: ¿a dónde conduce todos estos esfuerzos? por lo demás loables pero ¿llevarán a la mejora de la educación? ¿cómo, para quiénes y en cuánto tiempo?
Para tener una política educativa es necesario partir de tres preceptos: sistema educativo, estrategia política y largo plazo. El primero significa que es necesario tomar como objeto de la política a la secuencia de niveles: educación básica – primaria – secundaria – superior (técnica y universitaria), como una cadena que debe estar bien articulada y que debe permitir tener metas en cada eslabón y en el conjunto. El segundo, cuál es la estrategia política, es decir a quién se quiere beneficiar, con qué objetivos, con qué medios y en cuánto tiempo se quiere reducir las brechas y carencias que tiene la educación en cada nivel y en el conjunto. Tercero, debe ser proyectada al largo plazo, es decir que debe ser una política de estado.
El gran objetivo de la política educativa debería ser doble: el contribuir al desarrollo de cada persona y, por este medio, a generar el “capital humano” necesario para impulsar el desarrollo de todos los peruanos. Es decir, un objetivo personal y social al mismo tiempo. ¿Cómo generar una educación para lograr estos objetivos? , partiendo de la situación actual tanto en avances como en recursos. Además, se debería tener metas con plazos determinados, por ejemplo en 10 años 0% de analfabetos, en 15 años estar por encima del promedio latinoamericano de las pruebas Pisa, en 15 años tener a todos los egresados de secundaria en universidades o institutos técnicos, en 15 años tener 20 universidades con estándares internacionales en enseñanza e investigación.
Dada la situación actual de mediocridad del sistema educativo, que se refleja por ejemplo: en las bajas evaluaciones de las pruebas Pisa, las bajas calificaciones que obtienen los egresados de secundaria al tratar de ingresar a universidades públicas o que no haya más que una o dos universidades en los rankings internacionales, es pertinente preguntarse qué estrategia seguir para lograr los objetivos propuestos.
Creo que hay dos caminos posibles. El primero es avanzar progresiva y masivamente en todo el sistema educativo, es decir, se debe hacer el esfuerzo de incrementar calidad poco a poco, en todos los niveles y en todos los aspectos (currículo, enseñanza por competencias, calidad de los profesores, materiales, remuneraciones, investigación, infraestructura, gestión). Es la estrategia equitativa y progresiva. El avance dependerá de la cantidad de recursos financieros y humanos con los que se puede contar, sobre todo en la educación pública. Pero la idea es que “todos” tienen derecho a mejor educación de manera progresiva. El problema de esta estrategia es que no se sabe en cuanto tiempo todos podrán tener un nivel internacional educativo ni se conoce cuál sería el resultado final.
El segundo camino es elevar inmediatamente algunos aspectos del sistema educativo con metas de más corto plazo, pero para un número limitado de colegios, estudiantes, profesores. La idea es lograr construir algunos prototipos exitosos replicables en el futuro, para lo cual no se necesitan inmensos recursos sino un plan de mejora con una meta específica. El ejemplo actual son los colegios de alto rendimiento (COARs), con el Colegio Mayor a la cabeza, las distintas becas señaladas, los programas de mejora de la calidad de los profesores, la nueva ley universitaria si es debidamente financiada para las 12 universidades públicas más importantes. Esta estrategia, a diferencia de la anterior, crea mayor desigualdad de la ya existente, aunque con la mejora focalizada en los casos exitosos, pero que pueden ayudar a establecer modelos que se pueden replicar y, en función de los recursos financieros, ampliar su funcionamiento. Es la estrategia desequilibrada ahora para igualar en el largo plazo.
Son dos estrategias que dependen básicamente de dos factores: una visión de largo plazo de la educación como motor del desarrollo humano y social, y el factor económico, cuánto está dispuesta a invertir y gastar la sociedad (sector público y privado) para mejorar los niveles educativos en todos los niveles.
El actual gobierno, y quizás desde gobiernos anteriores, está convencido que la educación, sobre todo pública, es el mejor medio para igualar las oportunidades de vida de las personas y, dado que los recursos presupuestales son limitados (apenas estamos en el 4% del PBI destinado a la educación pública), han comenzado a transitar la estrategia dos, es decir, tratar de lograr mejoras sustantivas y rápidas en algunos segmentos del sistema educativo. Aún no nos parece una estrategia de largo plazo, pero pareciera que va en esa dirección. Si fuere así será necesario que se establezcan metas para cada nivel y se señalen cómo las desigualdades van a facilitar la equidad educativa en el futuro.
Finalmente, la estrategia desequilibradora puede tener como meta adicional la creación de élites estudiantiles en todos los niveles, de tal manera que cuando lleguen a los máximos niveles el sistema sea capaz de producir profesionales, académicos y técnicos de alta calidad, que per-se serían el principal factor de desarrollo de largo plazo, no sólo porque gente más calificada es capaz de generar más conocimiento, más producción, más innovación, más ingresos y en consecuencia más riqueza, que en su conjunto aumentarían los recursos fiscales, con lo que se podría acortar el tiempo del proceso de equidad y equilibrio. Es obviamente, un círculo virtuoso, pero que requiere de una voluntad política de largo plazo y una vigilancia ciudadana permanente.
(Seguirá)