A DÓNDE NOS LLEVA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Efraín Gonzales de Olarte
Nos hemos preocupado por las potencialidades y amenazas de la inteligencia artificial (AI), pero no estamos tomando en cuenta que sus posibilidades serán aprovechadas por quienes están más equipados: los ricos, los de mayor educación, los países más desarrollados, las grandes empresas y el resto probablemente no tendrá las mismas oportunidades. En consecuencia, la mayor amenaza de la IA es que, con seguridad, va a incrementar las desigualdades entre personas, regiones y países, o sea que en el futuro habría un incremento de las divergencias en el desarrollo en el mundo, en los países y las regiones, que llevarán a un dualismo, de pronto insalvable.
Según Google “La inteligencia artificial (IA) es un campo de la informática que se enfoca en crear sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción”. Es decir, es una tecnología que busca emular la inteligencia y la acción humana, que requiere de conocimientos de informática, que pueden ser aplicados tanto a la construcción de un robot, como a la producción de teléfonos celulares y a la posibilidad de realizar cualquier tarea a pedido, tal es el caso de ChatGPT, que no sólo es capaz de responder cualquier pregunta, escribir un poema, pintar un cuadro, escribir una tesis universitaria e, incluso, ayudar a resolver problemas científicos complicados. Es decir, es capaz de ir reemplazando a nuestro cerebro o acelerando sus potencialidades.
Sin embargo, las múltiples aplicaciones de la IA nos vienen desde fuera y nos convierten en usuarios pasivos de sus avances. Por ejemplo: el uso masivo de los celulares y sus programas prefabricados nos han hipnotizado y nos hemos convertido casi en sus esclavos. El efecto de estas nuevas tecnologías, basadas en la IA, están cambiando las relaciones sociales, antes teníamos los amigos del barrio a quienes conocíamos y nos juntábamos para departir o hacer deporte, hoy tenemos amigos virtuales de todo el mundo, que son imágenes y voces que no sabemos si son reales o artificiales. Estamos perdiendo, pues, el contacto humano tan necesario para vivir en sociedad. Aunque es obvio que las siguientes generaciones serán muy diferentes y serán dependientes de las innovaciones tecnológicas, de manera permanente. Es decir, habrán perdido mucho de la libertad y de la iniciativa personal
Es evidente que habrá muchos que utilizarán la IA para progresar, dentro de los parámetros que se están estableciendo en un mundo crecientemente dominado por la IA, esos serán los que tienen recursos para comprar las tecnologías, recursos para tener mayores niveles educativos y obviamente, aparecerán muchas empresas nuevas nacidas de esta matriz. Claro está que son y serán las grandes empresas las que liderarán las transformaciones e innovaciones, que nos las irán transfiriendo constantemente y, nosotros, como usuarios no sólo no tendremos opción, sino que estaremos excitados en cada aparición de algo nuevo, es decir, estaremos yendo apresuradamente a una nueva clase de alienación, de la cual será difícil salir y recuperar la libertad de pensar y actuar por uno mismo.
Pero aquellos que no tienen los recursos financieros y tienen bajos niveles de educación, obviamente se quedarán atrasados y no podrán hacer parte de la “modernidad y potencialidad de la IA” y serán los nuevos omitidos de la sociedad de la IA.
Las preguntas que me hago son: ¿quién será más libre? y “la libertad tendrá una nueva connotación? en un mundo compuesto por los que producen nuevas tecnologías, mercancías y servicios y los consumidores incapaces de revelar sus preferencias. En verdad, el capitalismo ha sido siempre así, los productores de todas las innovaciones industriales y culturales han condicionado nuestras canastas de consumo con los nuevos productos y servicios que aparecen. El capitalismo de la IA será, obviamente, mucho más innovador de innumerables nuevas tecnologías, que nos alinearán sin remedio, pero también marcará nuevos criterios de desigualdad.
Estamos advertidos.
22.02.2024