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18/12/14: JULIO COTLER DOBERG – Premio Southern y Medalla José de la Riva Aguero 2014

HOMENAJE AL MAESTRO JULIO COTLER, PREMIO SOUTHERN PERU Y MEDALLA JOSÉ DE LA RIVA AGUERO 2014

 

Pocos autores nos han ayudado a entender nuestro complejo y tumultuoso Perú tanto como Julio Cotler cuya obra clásica “Clase, Estado y Nación” y su teoría sobre la dominación interna, conocida como el triángulo sin base, nos han permitido comprender las aristas sociales  y políticas de este  país, que aún es una posibilidad y una promesa como sostenía Jorge Basadre. Sus trabajos, nos han permitido tener una interpretación de cómo se establecieron el poder, la dominación y la estructura social  en la era republicana,  sobre las bases de una herencia colonial, que durante más de un siglo imprimió su sello los comportamientos sociales y políticos que impidieron durante largos años la consolidación de una democracia duradera.

La visión de Julio Cotler del Perú  es la del observador de los acontecimientos y procesos sociales que analiza las herencias culturales que cambian lentamente, no sólo porque la cultura es muy lenta en evolucionar, sino porque tras de esa cultura se ocultan intereses económicos y políticos a quienes el cambio los afecta. Este es el tipo de análisis que no gusta a los gobernantes, a los poderosos, a los ideólogos de turno, que Julio ha sabido plantear de manera permanente y valiente, pues son imprescindibles las voces disonantes para construir una nación. Creo que sus análisis emanan de la existencia de las múltiples incertidumbres que nos aquejan y que condicionan el ver un norte seguro, un país sin oscilaciones pendulares.  

A menudo nos preguntamos ¿para qué sirve la investigación en ciencias sociales? ¿Para qué sirven trabajos como los que hace Julio? Más allá de la legítima búsqueda de explicaciones a los fenómenos sociales que demanda la curiosidad académica, los resultados de las investigaciones pueden servir para tomar consciencia de cómo somos y por qué somos así, pero sobre todo pueden servir para ofrecer alternativas a la una realidad cuando es contraria a los interés de las mayorías e incluso de las minorías.  Por ello, creo que los trabajos de Julio han sido una permanente cruzada por la democracia, entendida como el régimen de la inclusión, la tolerancia y la alternancia en las instituciones políticas y económicas.

El Dr. Cotler es de esas personas que con su sapiencia, su inteligencia y su espíritu crítico ha marcado una forma de ver el Perú desde el meollo de la política,  es decir desde el análisis del poder. En el fondo Clase, Estado y Nación es la interpretación de la tortuosa ruta que ha seguido el Perú en busca de la constitución de un Estado que sea capaz de integrar, de representar y de darle un norte a nuestra nación en construcción y su historia ha sido una constante lucha entre los poderes económicos, militares y políticos que sólo en las última década parece haber encontrado la continuidad democrática a través de un precario equilibrio de poderes, que permitiría construir la nación en la que todos los peruanos podamos hablar de “nuestro país”, y no como a menudo se habla de “este país”, que pareciera ajeno al que lo dice, pero que inconscientemente intuye la existencia de poderes ajenos a él. 

Como decía Montesquieu en el Espíritu de la Leyes: “Para que no haya abuso del poder es necesario que, mediante la disposición de la cosas, el poder sea frenado por el poder”, esta disposición de las cosas se refiere a instituciones, a la Constitución, a los comportamientos y organizaciones que hacen posible que los poderes se neutralicen y que generen estabilidad política y económica. El Dr. Cotler ha sido y es un permanente promotor para que la disposición de las cosas de Montesquieu permita tener estados modernos y democráticos en el Perú y en América Latina. El poder, los poderes, el abuso del poder y la separación de poderes en la sociedad peruana han sido los motivos de su investigación y enseñanza, pero también han sido  su campo de batalla en la opinión pública.   

Considerando su trayectoria académica, su calidad de hombre público y su siempre versada y aguda opinión sobre los temas trascendentes que aquejan a nuestra sociedad, podemos decir que Julio Cotler es un “Maestro” en su mayor extensión. Su voz llama a menudo la atención sobre las distorsiones y anomalías de nuestro país, cuando los poderes de uno y otro tipo desbalancean el precario equilibrio democrático y social del Perú.

Su larga trayectoria académica en la Universidad Mayor de San Marcos como catedrático, en el Instituto de Estudios Peruanos como investigador, director y gran animador han hecho de él un referente central de la Ciencia Política y de la Economía Política  es en verdad un Oráculo que es consultado  cuando no hay claridad sobre la coyuntura o las tendencias de la sociedad.

No me cabe duda que el Maestro Cotler merece ampliamente este homenaje y este premio no sólo por sus aportes académicos plasmados en sus libros, sus artículos, sus clases y sus conferencias, sino también por su permanente seguimiento del proceso social peruano, sobre el cual sus opiniones son siempre iluminadoras, críticas y a veces pesimistas. Creo que el pesimismo viniendo de una mente ilustrada se constituye en una advertencia que lleva al límite el devenir de algunos acontecimientos, lo que pone en guardia a gobernantes y gobernados, por ello sus opiniones están lejos de la complacencia que gusta tanto el poderoso o el gobernante de turno. Personas como él son las que hacen posible la construcción de sociedades más tolerantes, más democráticas y, por su puesto, más equitativas.

La Pontificia Universidad Católica del Perú considera sumamente importante reconocer las trayectorias y los aportes de aquellos peruanos que nos ayudan a resolver el enigma o el rompecabezas que es el Perú, para darle un sentido social y moral a nuestro quehacer cotidiano. Es por esta razón que homenajeamos al Dr. Julio Cotler y le hemos concedido la Medalla José de la Riva Agüero y el Premio Southern a las letras y ciencias humanas. 

Yo, en lo personal, me siento profundamente conmovido de entregar a Julio la medalla Riva Agüero pues tengo una profunda amistad con él, forjada al calor de la búsqueda de opciones de desarrollo y democracia en la investigación, en la enseñanza y en el debate público. Obviamente, el que más se ha beneficiado de esta amistad he sido yo, pues gracias a la permanente interacción entre nosotros y entre nuestras disciplinas pasé de ser economista a convertirme en un economista político, bajo la convicción que la entrada unidisciplinaria si bien puede ser el camino a la profundización, también es el camino a ver sólo una parte de la realidad social y a veces es la elegante ruta a la arrogancia intrascendente. Una mirada vasta de la realidad como él la tiene es la fórmula que permite aquilatar la dimensión de los problemas, pero sobre todo es el camino para entender la sociedad en la que uno tiene que vivir y convivir y es la que permite marcar los horizontes para buscar mejores sociedades y mejores países. Por todo ello estoy agradecido a Julio Cotler.

En nombre de la Pontificia Universidad Católica del Perú es un honor entregar la Medalla José de la Riva Agüero al Doctor Julio Cotler en mérito a su transcendental contribución académica, a su trayectoria cívica y a su integridad moral y ética.

27 de noviembre 2014

Efraín Gonzales de Olarte

Vicerrector Académico PUCP

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09/12/14: EL DESARROLLO HUMANO ENFRENTADO A LA TRAGEDIA DE LOS COMUNES

LA COP20 Y EL TRIANGULO IMPOSIBLE

Efraín Gonzales de Olarte

 

La COP20 tiene como objetivo tratar de resolver el triángulo del desarrollo, que hasta ahora ha sido imposible el lograrlo. En mi opinión es casi imposible lograr simultáneamente crecimiento económico permanente, reducción de las desigualdades y hacer sostenible la explotación de los recursos naturales. Dicho de otro modo, es casi imposible lograr al mismo tiempo eficiencia económica, equidad social y sostenibilidad ambiental. Veamos porqué.

Para maximizar el crecimiento y, en consecuencia para obtener el máximo posible de ganancias, hay que pagar a los trabajadores por debajo de sus productividades, lo que es un estándar en el capitalismo, o utilizar los recursos naturales como si fueran infinitos. Si pagamos a los trabajadores de acuerdo a sus productividades las ganancias van a disminuir y si utilizamos los recursos naturales no renovables sin algunas reglas de sostenibilidad, en el futuro no habrá ni ganancias ni salarios. Existe, pues, un conflicto entre los principales objetivos de productores,  trabajadores y la naturaleza. El sistema no puede ser eficiente, equitativo y sostenible al mismo tiempo. Esta es la principal falla del capitalismo y su principal resultado es el crecimiento económico a costa de la naturaleza y de los trabajadores, es decir la terrible combinación de calentamiento global con pobreza a nivel planetario es su peor resultado.

El calentamiento global es pues un resultado de este sistema, con un elemento adicional que es la incitación al consumismo como mecanismo para asegurar la venta de lo que se produce y, en consecuencia, para maximizar ganancias. Es decir, hay una complicidad dependiente entre consumidores y productores, consolidada por la cultura de la insatisfacción permanente sobre los estándares de consumo y por la tendencia que tiene el sistema a incorporar cada vez más, nuevos productos y servicios, cuyo costo en recursos naturales y medio ambiente va en relación directa al crecimiento de la población y, sobre todo, al crecimiento de los ingresos de las personas.

Los casos de China e India son ilustrativos al respecto. Son dos países que están creciendo a tasas muy altas y, como consecuencia, la pobreza va disminuyendo, lo que significa que los consumidores con ingresos efectivos van demandan más bienes y servicios, para alcanzar los estándares de los países europeos o Estados Unidos. Estos significa que se requiere de más fuentes de energía, de más productos industriales, de más servicios, todos ellos generando lo que hoy se denomina la “huella de carbono”, es decir, a mayor población y mayores ingresos el uso y sobre uso de la naturaleza será ineluctablemente mayor y, como no es infinita, el resultado es el cambio climático que ya está teniendo efectos sobre los sistemas de vida, sobre las especies, sobre la naturaleza en general, al punto de establecerse una amenaza a la reproducción de la especie humana en este planeta azul.

Es evidente que los países de América Latina y, sobre todo, los africanos que aún tienen grandes masas de gente pobre y aspiran, legítimamente, a salir de la pobreza y de tener mejores ingresos, en cuyo caso el efecto sobre la huella de carbono no puede ser diferente al caso de China e India. El problema, en el fondo, es que la primera revolución industrial basada en la energía inorgánica ha generado tecnologías que difícilmente pueden ser superadas  o cambiadas, sin afectar grandes intereses económicos, para los cuales las externalidades negativas son la base de sus ganancias, pero que  las van a tener que pagar todos. Esta es en esencia el denominado “capitalismo salvaje”.

La COP20 tiene el inmenso desafío de establecer un diagnóstico lo más preciso posible y establecer un conjunto de medidas que podrían parar el sobre uso de la naturaleza, mitigar los efectos del calentamiento global y proponer adaptaciones tecnológicas y culturales para evitar llegar al colapso en unos treinta años. Este conjunto de temas deberían ser aprobados en la COP 2015 en París, con acuerdos vinculantes, que podrían redefinir las políticas económicas, las políticas sociales y las políticas ambientales. Todo un desafío para un sistema organizado sobre la base de comportamientos individuales que, bajo la idea de la mano invisible del mercado, hace que el bien común que es la naturaleza sea sobre utilizado, esta es la famosa “tragedia de los comunes”. Es decir, que pensando que el comportamiento de cada uno en el uso de bienes comunes, como la naturaleza o el medio ambiente, basado en la libertad de elección es “bueno” para otros por definición, aunque el resultado ha sido, es y será que el sistema es inviable, de ahí la tragedia.

Pero, quizás, el desafío más grande de la COP de Lima sea convencer a los gobiernos de países que se reunirán en París es la de convencer que el triángulo puede tener solución o soluciones intermedias, que significan que las empresas deben ganar menos a cambio de no usar intensivamente los recursos no renovables, que las empresas deben pagar en función de la productividad de sus trabajadores, la cual a su vez debe estar en función de mejores niveles educativos y de cambios tecnológicos “ahorradores de carbono” , pero el triángulo no podrá completarse nunca si el Estado no hace su papel para compensar tanto los desbalances sociales –la pobreza y la desigualdad crónica- como los desajustes del medio ambiente y de la explotación de los recursos naturales. Es pues evidente que en el futuro no sólo necesitaremos un estado más fuerte y grande, sino también necesitaremos un Estado Mundial, la libertad individual a ultranza tiene sus límites en una naturaleza finita y con leyes propias. En buena cuenta necesitamos una nueva moral y una nueva cultura.

Lima, diciembre 2014

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