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Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar. XIII Virrey del Perú, (1622-1629)

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Don Diego Fernández de Córdoba, primer Marqués de Guadalcázar gobernaba Nueva España desde el 28 de Octubre de 1612 y, satisfecho el Rey Felipe III, lo nombró en 1620 como Virrey del Perú para suceder a Esquilache.  El Príncipe de Esquilche no aguardó a su sucesor. Dejó el gobierno en manos de la Audiencia, presidiada por el Oidor Decano don Juan Jiménez de Montalvo y el último día de 1821, salió del Callao rumbo a Panamá.  El Marqués de Guadalcázar, al igual que Esquilache, no aguardó a su sucesor y en los primeros días de Febrero salió en dirección a Acapulco.

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Llegó a Piata el 27 de Abril de 1622. Resolvió hacer un viaje por tierra, por la poca seguridad que ofrecía el mar infestado por los piratas. El 5 de julio de 1622, debió llegar al Callao, en donde el Ayuntamiento le había preparado un suntuoso hospedaje para él y sus dos hijas. Su esposa, doña María Ana Riederer de Baar, Condesa de Barajas, dama alemana, había fallecido en México. Acudieron a darle la bienvenida no solo los comisarios nombrados por la ciudad, sino otros muchos caballeros, la Real Audiencia y los demás Tribunales.

Guadalcázar en su Memoria dice que la defensa del puerto y las condiciones de la armada quedaban en muy diferente estado del que las halló a su entrada, pero las diferencias eran notorias. Puso su atención principal en guarnecer el presidio, para lo cual se habían señalado 500 hombres; de ellos, doscientos solían embarcarse en la armada que subía a Arica y bajaba a Panamá y los restantes quedaban en tierra.

Pasado el peligro de la incursión del pirata L’Hermite, Guadalcázar pudo dedicarse a los asuntos internos y no dejó de adoptar algunas medidas oportunas. La situación económica de la metrópoli exigió la demanda de un donativo generoso. No era la primera vez que se hicieron pedidos semejantes a los reinos de ultramar y, obviamente, no sería la última. Como las escuelas de primeras letras fueran multiplicándose, el 15 de Noviembre de 1626, dictó unas Ordenanzas para el régimen de las mismas.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache. XII Virrey del Perú (1616-1621)

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El 18 de Diciembre de 1615 hacía su entrada a la Ciudad de Lima don Francisco de Borja y Aragón, Conde de Mayalde, Comendador de Azuaga y Príncipe de Esquilache, por su matrimonio con su prima doña Ana de Borja. Su nombramiento como Virrey del Perú se realizó en julio de 1614, pero diversas causas dilataron su toma de posesión.

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Francisco de Borja y Aragón era hijo de don Juan de Borja y de doña Francisca de Aragón y nieto de San Francisco de Borja, cuarto Duque de Gandía, quien con la santidad de su vida había de reparar los escándalos que manchaban su apellido. Había nacido en Génova. Contrajo matrimonio con doña Ana de Borja, hija de Pedro de Borja, cuarto Príncipe de Esquilache y de doña Isabel Pignatelli, hija del Duque de Monteleón, de modo que por sí y por su consorte estaba enlazado con las casas más ilustres de España y de Nápoles.

Al llegar a Lima, el Virrey había traído en su compañía un sequito más que regular, pues la licencia se extendía a sesenta criados y veinticuatro criadas para su mujer. Vino también con él don Diego de Rojas y Borja, su primo, pero hubo de dejarle en Panamá como Maese de Campo, vista la necesidad que había de asegurar aquella plaza.

Una de las primeras atenciones del Príncipe de Esquilache fue la atención a la defensa del Reino. Esto se debió a la reciente incursión de los piratas holandeses. Su presencia, había  puesto una vez más en evidencia la necesidad de guarnecer la costa y de equipar convenientemente la armada. Asimismo, durante su gobierno se favoreció la reglamentación de los repartimientos para evitar los abusos cometidos a los indios. En el plano educacional, en 1620 creó en Lima el Colegio del Príncipe, el cual funcionó para la educación de los hijos de indios nobles. Por otro lado, en Cuzco creó en 1619 los colegios de San Francisco de Borja, para los hijos de caciques y San Bernardo, exclusivo  para los hijos  de conquistadores.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros. XI Virrey del Perú (1607-1615)

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México había sido la escuela en donde hacían su aprendizaje los virreyes del Perú.  Don Juan de Mendoza y Luna, tercer Marqués de Montesclaros y de Castil de Vayuela, Señor de las villas de La Higuera, de las Dueñas, del Colmenar, del Cardoso y El Vado y Valconete, nació en Guadalajara, en el año de 1571. Al momento de arribar al Perú, contaba con 36 años de edad. Hijo de don Juan de Mendoza y doña Isabel Manrique de Padilla, de la mejor nobleza de Castilla la Nueva.

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Felipe III, que no obstante sus pocos años, lo hizo Asistente de Sevilla en 1600, le nombró para el Virreinato de México, en 1603 y gobernó hasta el 2 de julio de 1607. Se embarcó en Acapulco el 6 de Agosto de 1607, en compañía de su esposa que acababa de perder el segundo vástago de su unión. Al término de su gobierno, partió con su consorte que no debía hallarse bien de salud, debido a que dos días después de su salida de Cartagena, falleció en la travesía a La Habana. El Marqués, arribando a la Península, contrajo segundas nupcias.

Montesclaros desplegó en el tiempo que gozó el mando una actividad poco común. Debiólo, sin duda, a su juventud, pero también a su ánimo resulto y a su visión neta y pronta de las cosas, y, finalmente, a la conciencia que tuvo de su autoridad.

El Marqués inició su gobierno con una medida que, tal vez, no fue muy del agrado de los regidores de Lima. Con motivo de las fiestas de su recibimiento y más todavía por el deseo de informarse bien en la materia les pidió postergasen la elección de alcaldes ordinarios que solía hacerse el primero de año.

Durante su gobierno,  entre otras cosas, realizó: la fomentación de la flota, el Primer Censo de la Ciudad de  Lima. Asimismo,  construyó el Puente de Piedra sobre el río Rímac y la Alameda de los descalzos. Una de sus mediadas más importantes es su lucha por la protección de los indios. Por otro lado, realizó una denuncia al Rey de España por las excesivas riquezas que poseían las órdenes religiosas. Cabe mencionar también que, durante su gobierno, fue descubierta la mina de mercurio de Huancavelica.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey. X Virrey del Perú (1604-1606)

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Gaspar de Zúñiga y Acevedo nació en Monterrey, castillo de Verín, provincia de Orense, en 1560 y falleció en Lima el 10 de febrero de 1606. Gobernó el Virreinato de México desde el 5 de Noviembre de 1595 hasta el 27 de Octubre de 1603.

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A Luis de Velasco le sucedió el Conde de Monterrey que a la sazón se hallaba gobernando el Virreinato de México. El nuevo Monarca, Felipe III, había extendido su nombramiento el 19 de mayo de 1603, pero el Conde no llegó a entrar a Lima sino un año más tarde.  En la Ciudad de Lima se disponía todo para su recibimiento. El 6 de Diciembre se encontraba en la chacra de don Juan Dávalos y, finalmente, hizo su entrada en Lima el 8 del mismo mes a las dos de la tarde, habiéndole tomado el juramento acostumbrado el Alcalde don Fernando de Córdoba y Figueroa.

A pesar de su deteriorada salud, Gaspar de Zúñiga se entregó a las tareas propias de su oficio con el celo y la atención de quien tenía conciencia de sus deberes. En el breve periodo que gobernó el Conde de Monterrey no dejaron de ocurrir algunos hechos que son importantes de mencionar. Debido a la proximidad de la Cuaresma, el Cabildo resolvió atrasar las tradicionales celebraciones por el ingreso del Virrey a la Capital. El 15 de Abril, el Cabildo resolvió hacerlas y dispuso se corriesen toros y hubiesen juegos de cañas con libreas en honor al Conde.

En Noviembre de 1604, fuertes temblores de tierra causaron en la provincia de Arequipa graves daños. Durante este tiempo también se ha de colocar la fundación del Colegio de San Ildefonso, de la Orden de San Agustín, poco antes de terminar el gobierno del Conde de Monterrey.

El año de 1606 no fue de felices augurios para el Conde. Su salud ya quebrantada se resintió con lo calores del verano y una calentura persistente lo clavó en el lecho sin que los médicos pudieran controlarla. A pesar de que se buscó su salida de la Capital para calmar los males, no se consiguió lo que todos deseaban. El viernes diez de Febrero a las cuatro de la tarde, falleció. Moría pobre y sin dejar lo necesario para su entierro, pero sus albaceas resolvieron hacerle las honras con toda la pompa que su dignidad correspondía y gastaron en ellas cerca de veinte mil pesos, suma que luego se pagó de la Real Hacienda con aprobación del Monarca. El día doce se trasladó su cuerpo a la Iglesia de la Compañía, en donde al siguiente se celebraron las exequias.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Luis de Velasco y Castilla , IX Virrey del Perú (1596-1604)

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Luis de Velasco y Castilla nació en Carrión de los Condes (Palencia) en 1539 y  gobernó como Virrey de Nueva España entre 1590-1595 y 1607-1611 y como Virrey del Perú durante los años 1596 y 1604. Fue hijo del Virrey del mismo apellido, a quien se le conoce como el Viejo, y de doña Ana de Castilla.

Pasó con su padre a la Nueva España y en este lugar permaneció hasta 1586, en que regresó a la Corte. Realizó un viaje a Italia como parte de la embajada que el rey Felipe II envió al Gran Duque de Florencia y no mucho después fue nombrado como Virrey de México. Su gobierno en México fue desde el 27 de Enero de 1590 hasta el 5 de Noviembre de 1595. En dicho Virreinato, contrajo matrimonio con doña María de Mendoza y de este matrimonio tuvo tres hijos: Francisco, Antonio y Mariana de Ircio y Velasco.

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El 6 de junio de 1595, el Monarca español extendía su nombramiento de Virrey del Perú y se escribía a todos los cabildos de las ciudades para que le prestaran obediencia como tal y le reconociesen en su doble calidad de Presidente de la Audiencia de los Reyes y Capitán General en tierra y mar. El nuevo Virrey decidió llegar a Lima por tierra, enviando en un navío su recámara al Callao y a mediados de Mayo se encontraba en Santa. Su entrada a la ciudad capital se produjo el 23 de Junio con la pompa y magnificencia acostumbradas.

Luis de Velasco llegó al Virreinato del Perú en todavía edad temprana para mostrar actividad en el gobierno. No obstante, debía permanecer a esa clase de hombres que se consideran viejos antes de tiempo, porque a los tres años de la toma de posesión, cuando tenía sesenta años, ya escribía al Rey suplicándole que en atención a su “mucha edad, poca salud y falta de fuerzas” se dignase relevarle del mando. Es importante mencionar que, durante este tiempo, el salario que percibía el Virrey no era tan crecido como para asegurar una holgada pensión en su vejez.

Como era frecuente en los hombres de gobierno que escogía Felipe II, Luis de Velasco era un hombre recto y de conciencia; poseía bastante práctica en asuntos administrativos y su experiencia en el Virreinato de la Nueva España le había dado ocasión de conocer la legislación vigente. Durante su periodo, pese a la incursión de los holandeses, se gozó un periodo de paz y quietud. No hubo que hacer mayor esfuerzo para gobernar el Virreinato.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Muerte de Felipe II y el gobierno de Luis de Velasco

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A los pocos años del inicio del gobierno de Luis de Velasco y Castilla (1596-1604), el 13 de septiembre de 1598, en San Lorenzo de Escorial fallecía Felipe II, a la edad de 71 años. Felipe II de Habsburgo, había sido rey de España desde enero de 1566 hasta el día de su muerte. Al año siguiente del fallecimiento del Monarca, en el mes de marzo, la noticia llegó a manos del Virrey y el luto por la pérdida fue general en todo el Virreinato. A pesar de que no se envió orden alguna para las celebraciones del duelo, el Virrey y la Audiencia acordaron la celebración de las honras fúnebres para los días 30 y 31 de marzo de 1599.

Según el R.P. Vargas Ugarte, pocos hombres habrán suscitado en torno de sí una tempestad de polémicas tan fiera y enconada como Felipe II, el Rey Prudente. Durante su vida, Felipe II supo encarnar en sí el movimiento que habría de detener tanto el avance del Protestantismo como el de los turcos. Por otro lado, marcó el sendero que devolvió a la Iglesia su robustez espiritual.

Desde los primeros años de su reinado, Felipe II hubo de volver su atención a América, todavía agitadas por el ardor revolucionario. Con calma, fue adoptando las medidas necesarias para su pacificación y el buen gobierno. Así, la creación de las Audiencias de Charcas y Quito, y posteriormente la de Santiago, contribuyeron a delinear las grandes divisiones territoriales del Virreinato del Perú y a formar en torno a éstos núcleos de cultura. Por otro lado, los hombres que gobernaron América durante su tiempo fueron personajes de marca y cumplieron su oficio a satisfacción.

Con gran lucidez, tomó todas las disposiciones para su entierro y funeral. Al morir, se envolvería su cuerpo en una sábana, colgándole del cuello una cuerda de la cual pendía una cruz de palo y sin otra mortaja se le depositaría en un ataúd de plomo que se cerraría y sellaría.  Sereno y sonriente, aguardó la muerte y a las cinco de la madrugada del 13 se Septiembre, se extinguió sin la menor conmoción. En Lima, el 16 de marzo de 1599, el Cabildo mandó un pregón por toda la ciudad para que todos sus habitantes dentro del tercero día vistiesen de luto. Las honras se celebraron, unos días más tarde.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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