Archivo de la categoría: Camino a Cancun 2010

Evento internacional

COP 16 Una cumbre sin mayor novedad (El Comercio)

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Aunque suene a exiguo consuelo, lo mejor de la Cumbre de Cambio Climático que se realizó en Cancún es que no se retrocedió ni se cuestionó la idoneidad del proceso de negociaciones
El Comercio. Por: Augusto Townsend Enviado especial
Domingo 12 de Diciembre del 2010

CANCÚN. La Cumbre de Cambio Climático de Cancún cumplió plenamente con las expectativas, porque las que había apuntaban a que no iba a pasar mucho. Y así fue: solo se tuvieron tímidas mejoras en aspectos particulares. Lo que se prorrogó no fue el Protocolo de Kioto (pocos esperaban que ello sucediera) sino la indignación de las diversas ONG ambientalistas que se dieron cita en el enclave turístico mexicano, para alzar nuevamente su voz de protesta por la inacción de los gobiernos en torno a este problema. Por lo pronto, la posibilidad de alcanzar un tratado en materia climática, que sea a la vez omnicomprensivo y vinculante, sigue siendo elusiva.

LOS BUENOS Y LOS MALOS
El año pasado, en la Cumbre de Copenhague, Dinamarca, el Gobierno Chino fue sindicado como el villano que impidió que los resultados fuesen más ambiciosos. Como es natural en este tipo de encuentros, las delegaciones adquieren una personalidad propia y la prensa se ve tentada a separarlas por bandos: los buenos y los malos. Esta vez, el más malo de todos –según se apresuraron en concluir los medios– fue Japón.

El Gobierno Japonés declaró desde un inicio de las negociaciones que no apoyaría una extensión del Protocolo de Kioto, posición que secundaron Rusia y Canadá en términos más contundentes que los originalmente expresados por aquel. De hecho, el principal negociador ruso dijo que una ampliación no sería “científica, económica ni políticamente eficiente”.

La posición japonesa, aunque impopular a estas alturas, tiene asidero. El Protocolo de Kioto es el único instrumento vinculante que existe para controlar las emisiones de CO2, pero comprende a países que justifican solo el 30% de aquellas y deja afuera a los dos más contaminantes: China y EE.UU. (en ese orden). No es, por tanto, la solución al problema, aunque –es cierto– peor sería no tener nada. A la gran mayoría de los países en desarrollo lo que le preocupa es justamente esta hipótesis: que los países menos ávidos a comprometerse se traigan abajo el Protocolo de Kioto y nada lo reemplace.

DESENCUENTROS
Como se pudo ver otra vez en Cancún, China y EE.UU. siguen enfrascados en una pelea para no perder competitividad uno frente al otro. Washington sigue pensando en cómo exportarle más a Beijing en lugar de ver invadido su mercado por sus productos que son más baratos, no solo por el menor costo laboral y la subvaluación del yuan, sino por tener el gigante oriental una regulación ambiental más flexible.

China, en tanto, ha logrado aplacar las necesidades de su desbordada población gracias a un modelo exportador que se basa en esa mayor competividad artificialmente impulsada. En esa medida, sigue escudándose detrás de sus compañeros del bloque Basic (Brasil, India y Sudáfrica) para no perder la condición negociadora de ‘país en desarrollo’, pese a ser ya la segunda mayor economía del planeta y la más contaminante.

China rechaza –pese a haber propuestas de la India en ese sentido– cualquier sistema de monitoreo, reporte y verificación (MRV) internacional que permita saber cuánto viene haciendo en materia de reducción de sus emisiones, pues lo considera una violación de su soberanía. EE.UU., en respuesta, se escuda en ello y dice que no negociará su posición hasta que su competidor acceda a ser monitoreado. Como ello no ocurre, las discusiones sobre los temas más relevantes no se desentrampan.

Quizá ese sea el objetivo velado de ambos: diferir los acuerdos mientras se avanza en la agenda nacional –y se supera la turbulencia que todavía agobia a la economía global– para estar en condiciones de apoderarse a futuro del mercado de las tecnologías limpias, que posiblemente se convierta en el más importante de este siglo. Ello, mientras el mundo se convierte en testigo de excepción del potencial devastador del cambio climático.

DESARTICULADOS
La UE sigue teniendo en este debate una posición principista pero poco efectiva: ya ha puesto sus compromisos sobre la mesa y se ha quedado sin un as bajo la manga. La Alianza de Pequeños Estados Insulares trae a la discusión la voz de quienes están más amenazados pero que, a la vez, tienen menos cartas que jugar para inclinar las negociaciones hacia sus intereses.

Latinoamérica sigue siendo un conjunto desarticulado: Brasil, comportándose como un jugador de peso en pared con sus colegas del Basic, pero compartiendo su obstinación (no accede a que se monitoree su trabajo en materia de control de la deforestación); Bolivia acusando a los países desarrollados de ‘ecocidio’, aunque principalmente para buscar el aplauso de las graderías; el Perú hablando aún en voz baja, pese a ser uno de los tres países más vulnerables al cambio climático, según el Tyndall Center; por citar algunos casos.

Pero las cartas no están echadas. Aun cuando uno tenga que relajar la exigencia al evaluar los resultados de esta cumbre, siempre consuela –mínimamente, es verdad– el saber que pudo ser peor. El entrampamiento de las negociaciones pudo llevar a que se cuestione la idoneidad de la ONU para conducir este proceso, como se hizo en Copenhague.

El mérito de haber evitado esto último radica en la solvencia del Gobierno Mexicano y, en especial, de su ministra de Relaciones Exteriores, Patricia Espinoza, quien fungió de presidenta de la cumbre. La muñeca diplomática mostrada por el anfitrión fue digna de elogio (de hecho, recibió una ovación de pie). Incluso, cuando se deslizó el rumor de que había un “texto escondido” que se quería imponer al caballazo a los países en desarrollo (como pasó en Copenhague), Espinoza salió rauda a aclarar que el texto sí existía, pero que había sido repartido a todas las delegaciones, salvaguardando la transparencia y la confianza en el proceso.

Sudáfrica podría –debería– traer consigo logros más significativos a finales del próximo año, en la Cumbre de Durban. Esperemos ver una mayor voluntad de compromiso, que sea consecuencia de un escenario económico más favorable antes que de una mayor incidencia de estragos climáticos. Sigue leyendo

COP 16 Final sin pena ni gloria

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Un viejo mito maya narra el combate fratricida entre Kisich y Tizic por el amor de la bella Nicte Ha. Al final de un feroz encuentro ambos mueren. Nicte Ha queda sola y desconsolada. Los dioses conmovidos por los sucesos, convierten a los hermanos en árboles y a ella en una flor que crecerán juntas por la eternidad. Kisich se convierte así en Chacahs es el árbol símbolo de Cancún y de la COP 16 y tiene el poder de curar el veneno producido por su hermano Tizic.

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Finalizada la conferencia podemos decir que México hizo todo el esfuerzo, pero tampoco esta vez hubo victorias que celebrar y son pocas las flores de la esperanza para Sudáfrica 2011, lugar al que tendrá que volar esta vez la mariposa monarca, el otro símbolo de la conferencia.

Pese a que los diplomáticos parecían contentos con lo logrado, nosotros los ciudadanos del planeta no tenemos mucho de que sonreír. Cinco grandes temas se trataron:

1. El relativo a darle vida a un nuevo acuerdo que sustituya el de Kyoto. No se logró. Lo bueno fue que ninguno de los firmantes se apartó anticipadamente como podía haber ocurrido. Lo feo fue lo que ocurrió con Bolivia, que intentó desesperadamente y sin éxito incluir sus puntos de vista en los acuerdos, en particular los referidos a los derechos de los indígenas.

2. Reconocer que los compromisos presentados hasta ahora no alcanzan para estabilizar el clima; es un punto que ha quedado claro, pero parece haber sido insuficiente para doblegar los intereses de los viejos estados dirigen el mundo según sus propios pareceres. Según las estimaciones de los expertos, las metas propuestas hasta la fecha no son suficientes para lograr el objetivo de que el calentamiento no ascienda más de dos grados. Lo acordado tan sólo supondría alrededor del 60 por ciento de esa meta.

3. Comprometer a los países ricos a movilizar 100.000 millones de dólares a partir de 2020. Asunto sobre el que todos dicen que sí, pero que no tiene claro el cómo. Se logró que sobreviva la idea de Copenhague de disponer de 30 mil millones para proyectos inmediatos contra el cambio climático, pero no especifican cuáles serán las vías a seguir para nutrir al Fondo Verde en el futuro. Respecto de su ejecución se estipula que el Banco Mundial jugará un rol fundamental, al mismo tiempo que se hizo un llamado a los países industrializados a ser más transparentes en este punto.

4. Un pacto para reducir la deforestación. Al final de la convención está claro que se fortalecerán los mercados de carbono. El punto principal será la protección y no la reforestación. Esto presenta varios problemas. De una parte se consideran solo los bosques nacionales (hay algunas pocas excepciones), de modo que puede darse el caso de una sobre explotación de los bosques en manos de particulares; y de otro que se desconozcan los derechos de los pueblos indígenas sobre muchas partes de sus territorios hoy considerados como parte de los bosques nacionales.

5. El compromiso de recorte de emisiones voluntarias. Sobre este tema abundan los buenos deseos como las piedras del infierno. Se habla de reducciones de GEI entre 25 al 40% por debajo de los niveles de 1990, para el año 2020. Se considera que continúen los mecanismos de flexibilidad (MDL) para los países ricos presentes en ese protocolo, aún luego del eventual final del protocolo de Kyoto.

Finalmente, los países industrializados que suscribieron Kyoto así como Estados Unidos fijarán en una lista sus objetivos nacionales de reducción de gases de efecto invernadero. Los países en vías de desarrollo los reducirán teniendo en cuenta su crecimiento económico y en base a compromisos voluntarios, que estarán fijados en una segunda lista. Sigue leyendo

Cop 16, Cancun esta que arde

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Fuentes: milenio.com. El Universal

Pablo Solon se retiró de una reunión informal en la que se trataban asuntos relacionados sobre pueblos indígenas en la que participaban menos de 50 países, señalando que el tema debe tratarse con todos.

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La posición boliviana, considerada como vocera de los miembros de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA, integrada por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Venezuela y otras tres islas del Caribe) ha sido considerada como tendenciosa, ya que sus miembros saben de los diferentes tipos de reuniones y sistemas con antelación.

El presidente Correa de Ecuador añadió leña al fuego, adelantando que no podía culparse a los países de ALBA por el fracaso de las conversaciones y añadió “Podemos tener las mejores intenciones y declaraciones, pero si siguen primando los intereses de ciertos países que, a su vez, están dominados por los intereses del gran capital, la gente no estará primero”.

Por otro lado, los gobiernos de Brasil y Reino Unido, a pedido de la presidente de la conferencia, han iniciado un sondeo para tratar de impulsar un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, y procuran que Japón no se convierta en un obstáculo, o en todo caso procurar que el efecto de su decisión sea mínimo.
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Cop16: Kyoto o no Kyoto

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Posiciones encontradas. Mientras unos rebajan sus expectativas para lograr algún acuerdo, otros endurecen sus posiciones aún a riesgo de una postergación de las negociaciones. Los europeos, presos de sus propios acuerdos están estancados, la inversión en reducir emisiones paga la irresponsabilidad de los otros, entre ellos la de su jefe, los Estados Unidos. Bolivianos (junto con el Alba) y Japoneses por razones distintas coinciden en sus exigencias respecto de acuerdos más firmes, los primeros aumentando los compromisos de reducción de emisiones; y los otros exigiendo que los más grandes (USA y China) y más cochinos ayuden a la limpieza de la atmósfera. Los gringos pueden gastar 5 mil millones de dólares por mes en una guerra, pero están atados de manos para combatir el calentamiento global. Los Chinos quieren tiempo, exoneraciones y ser la gran fábrica del mundo, no importa si el gato es sucio limpio, lo que importa es que sea el mío.

Las siguientes frases tomadas de El Mundo (1)de España y Oncetv, reflejan estos temperamentos.

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La secretaria de Estado de Cambio Climático española, Teresa Ribera, consideró hoy que sería “muy triste” que el principal obstáculo para el éxito de la cumbre de Cancún se encuentre “precisamente en los países latinoamericanos”.

“Se trata de una transformación sustancial, brutal, de la economía y de las relaciones entre países”, ha apuntado.

En este contexto, Ribera pidió a Bolivia reflexionar sobre su actitud, que definió como “muy alejada y distante” del resto de los actores de la cumbre de Cancún, lo que “dificulta” los posibles consensos.

El jefe de la delegación de Bolivia y embajador ante la ONU, Pablo Solón, calificó hoy de “preocupante” la situación de las negociaciones a sólo cinco días de su cierre y exigió poner “cifras” a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

“¿Y hablar ya de 300 mil muertos no es hablar ya de una situación de genocidio? Hablar de un millón por cambio climático, de eso estamos hablando. Resulta que los que defienden la vida ahora somos los bloqueadores”, mencionó Pablo Solón, delegado de Bolivia.

La posición boliviana y del G77, formado por las naciones en vías de desarrollo, exige que los países industrializados recorten sus emisiones contaminantes en una horquilla que va del 50 al 40%.

Japón, Canadá y Rusia han tenido una postura dura en Cancún. En particular Japón ha subrayado que no aprobará una prolongación del Protocolo de Kyoto si Estados Unidos y China no están incluidos.

El Protocolo de Kyoto, único acuerdo vinculante para reducir emisiones, nunca ratificado por Estados Unidos, vence en 2012.

Todd Stern, representante de Obama, prefiere un escenario en el que se acuerde algo de dinero en ayuda a países “afectados”, políticas que faciliten la transferencia de tecnología, y formatos institucionales controlados por organismos internacionales para el control de éstas actividades. Algo así como la ley del oro: el que tiene el oro pone las reglas.
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Wikileaks y la cumbre de Cancun (COP16)

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Copenhague nos reveló el papel que cumplían los medios al revelar conversaciones privadas entre los científicos del IPCC, pero ha sido Wikileaks quien muestra como los negociadores de cambio climático son un atado de incompetentes.

El texto siguiente reproduce un artículo de El País al respecto.

RAFAEL MÉNDEZ – Madrid – 04/12/2010

Los cables diplomáticos estadounidenses recogen los choques registrados en la última gran cita contra el cambio climático y el enorme pesimismo con el que se ha llegado a Cancún

La frustración por la Cumbre del Clima de Copenhague recorrió las embajadas de toda Europa. Pese a que el discurso oficial sostenía que el acuerdo tenía elementos positivos, los cables confidenciales de la diplomacia de EE UU obtenidos por Wikileaks revelan lo contrario: división interna, decepción por el pacto, enfado con EE UU y con China y poca fe en que la negociación internacional contra el cambio climático en la ONU llegue algún día a buen puerto. El más claro fue el presidente del Consejo Europeo, el belga Herman van Rompuy. Este, según un cable confidencial de la Embajada de Bruselas a Washington del pasado 4 de enero, confesó al embajador en Bruselas que Copenhague fue “un desastre increíble”, y añadió: “Las cumbres multilaterales no funcionarán”.

Van Rompuy tomó posesión el 1 de enero y tres días después charló distendidamente durante una hora con el embajador estadounidense en Bruselas, Howard W. Gutman. El primer tema fue la Cumbre del Clima de Copenhague, que concluyó dos semanas antes. Pese a que acudieron más de 150 jefes de Estado y de Gobierno, solo alcanzaron un pacto de mínimos. El texto se cerró en una reunión a puerta cerrada entre el presidente de EE UU, Barack Obama, y los líderes de China, India, Brasil y Sudáfrica. Ni un europeo. Van Rompuy, siempre según el cable del embajador, calificó la cita como “un desastre increíble” en el que Europa fue “totalmente excluida” y “maltratada”.

El embajador describe el tono de Van Rompuy: “No estaba enfadado porque nunca parece enfadado, pero nunca lo había visto tan frustrado”. Gutman explica que lo único positivo que veía el presidente del Consejo era su ausencia en la cumbre: “Si hubiera estado allí, mi presidencia habría acabado antes de empezar”.

El desencanto de Van Rompuy va más allá y afirma que “se ha rendido” sobre la Cumbre de Cancún, que empezó el pasado 29 de noviembre, y de la que ya nadie espera que sirva para alcanzar un tratado legalmente vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto. El jefe de gabinete de Van Rompuy, Frans van Daele, muy gráfico, calificó la reunión como: “Pesadilla en Elm Street II. ¿Quién quiere ver esa película de terror otra vez?”.

Van Rompuy pide crear grupos de negociación más pequeños y realistas y plantea un acuerdo entre la UE y EE UU para luego atraer a China. El discurso oficial de la UE -y de EE UU- es que la ONU es el lugar adecuado para negociar. Incluso si el sistema de aprobar todo por unanimidad eterniza la negociación. No era la primera vez que Van Rompuy se desmarcaba del discurso oficial. El 7 de mayo de 2009 le dijo al embajador en Bruselas: “Europa es buena poniéndose metas [de emisiones], pero no alcanzándolas”.

Las reuniones para calibrar lo ocurrido en Copenhague se suceden los siguientes meses (los cables de Wikileaks concluyen en febrero de 2010, por lo que no hay grandes revelaciones sobre Cancún). Michael Froman, asesor en la Casa Blanca, se reunió en Bruselas el 27 de enero con 25 cargos de la UE. Entre ellos, el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y la recién elegida comisaria de Cambio Climático, Connie Hedegaard. Esta confió en que Froman “se hubiera dado cuenta de cómo la UE estaba callando sus críticas hacia EE UU”.

Froman reflexiona que todos deben tomar nota de cómo el grupo del Basic (Brasil, Sudáfrica, India y China) se había unido “para impedir las iniciativas” conjuntas de la UE y EE UU y cómo había conseguido enfrentarlos. La comisaria insiste en que deben buscar una forma para sortear a “los países poco constructivos”, como Venezuela o Bolivia, que impidieron que la ONU aceptara el Acuerdo de Copenhague. Froman coincidió en que habría que “neutralizarlos, captarlos o marginar a esos y a Nicaragua, Cuba y Ecuador”. Ahí acaban las coincidencias, porque pasan a ver qué se debe esperar de la cumbre de Cancún. Hedegaard afirma: “Debemos tener un reconocimiento universal de que el mundo no puede permitirse no conseguir un acuerdo vinculante”. Es decir, que aunque no haya un tratado en Cancún, que al menos los países admitan que debe haber un tratado internacional sobre CO2 que en 2012 sustituya a Kioto. Froman, en cambio, pide que haya avances en el sistema para verificar las emisiones de China, algo mucho menos ambicioso.

En otra reunión entre Hedegaard y el negociador de EE UU Jonathan Pershing, este asegura que la duda es si China cumplirá con la transparencia, a lo que Hedegaard contesta extrañada: “¿Pero acordasteis la transparencia con China, o no?”. Y Pershing pone en duda el compromiso chino con Copenhague: “La cuestión es si mantendrán la palabra”.

Los cables sirven para detallar la división en la UE. El 27 de febrero, el embajador en París, Charles H. Rivkin, se reúne con el entonces ministro francés de Desarrollo Sostenible, Jean-Louis Borloo, relevante en la negociación. Borloo afirma que es un error europeo insistir en buscar un tratado “legalmente vinculante”, justo lo contrario de lo que había dicho la comisaria un mes antes. El ministro ve imposible que grandes economías emergentes acepten eso porque lo consideran una pérdida de soberanía. Borloo pide que un grupo de ocho países llegue a un acuerdo. Y sugiere “Alemania y Francia por Europa, EE UU, China, India, Brasil, Argelia, Etiopía (y posiblemente Sudáfrica)”. Deja fuera en su lista a la UE y revela uno de los grandes problemas europeos en Copenhague: la lucha de egos y de intereses contrapuestos. Los países del Este, dependientes del carbón, e Italia no ven con buenos ojos el liderazgo europeo. Aceptaron a regañadientes la legislación de Bruselas para reducir las emisiones un 20% en 2020 respecto a 1990 y se oponen a elevar el objetivo al 30% como quieren la Comisión, Reino Unido, Francia, España y Bélgica. EE UU considera que con ese anuncio, la UE se ha “arrinconado” y se ha quedado sin capacidad de negociación.

El 28 de julio de 2009, otro despacho confidencial de Bruselas señala la fractura: “La UE continúa dividida sobre cómo desarrollará una estrategia de negociación (…) El este de Europa apoya mucho más los esfuerzos que ya han tomado los Estados Unidos, y si esos países solidifican su bloque en la UE, podrían ser compañeros productivos en la negociación”. Obama se ha comprometido a bajar las emisiones un 17% en 2020 respecto a 2005, y hay países en europeos que consideran que debería ir más allá.

Sin embargo, la principal crítica de los líderes europeos no es hacia EE UU, sino hacia China. Barroso, según un cable confidencial, “criticó la falta de compromiso de China e India y su poca ambición negociadora”. La Embajada de EE UU en Pekín detalla en una nota confidencial cómo “la agresiva diplomacia china” les lleva a “perder amigos por todo el mundo” hasta el punto de que “las embajadas de Francia y de Reino Unido recibieron órdenes de quejarse formalmente del tratamiento que recibieron sus líderes, especialmente el viceministro de Exteriores, He Yafei”.

A principios de 2010, EE UU realiza una ronda por decenas de países para conseguir que la mayoría suscriba el Acuerdo de Copenhague, que Obama consideró un éxito. EE UU ofrece ayuda y presiona para sumar apoyos (116 países se han sumado ya al texto). Se suceden consultas en la que cada país revela sus verdaderos intereses. Entre los más interesantes están los cables que envía la Embajada en Riad (Arabia Saudí, el mayor productor de crudo). Los países petroleros se oponen a reducir las emisiones, pero rara vez explican abiertamente sus temores. Sí lo hizo el 6 de febrero el asistente del ministro del Petróleo, el príncipe Abdulaziz bin Salman. Este resalta cómo “en 2009, EE UU consumió por primera vez más etanol que petróleo saudí” y teme que la política verde expulse a Arabia del mercado estadounidense. La embajada concluye que Arabia busca una forma poco dolorosa de apearse del bloqueo: “El rey está particularmente interesado en evitar que Arabia sea señalada como el malo en asuntos ambientales”. Un alto cargo saudí les cuenta que “el ministro del Petróleo, Al-Naimi, apoya decididamente la energía solar, porque cree que desplazará el petróleo usado para generar electricidad y permitirá aumentar las exportaciones”.

EE UU incluso acudió al Vaticano para conseguir el apoyo, aunque fuera “discretamente”, de la Santa Sede. Su intención era que el Vaticano ayudara a levantar el bloqueo de Venezuela, Bolivia y Cuba. La legación en Bolivia resume la situación: “Bolivia ya sufre daños por los efectos del cambio climático, pero Morales parece preferir apuntarse tantos retóricos a contribuir a la solución”. Los diplomáticos destacados en La Habana tienen opinión similar: “El cambio climático es el último proyecto piloto de Castro, en el que los países pobres y socialistas son las víctimas y toda la culpa es de los capitalistas”.

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Poniendo el CO2 debajo de la alfombra

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Se trata de una opción realista la llamarían los políticos. Ante la imposibilidad de comprometer a los más grandes estados en compromisos de reducción de emisiones de CO2, pues bien impulsemos el negocio de meterlo bajo la alfombra.

El almacenamiento y secuestro de carbono había sido ya estudiado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) hace unos años concluyendo en un informe de 2005 que se trataba de tecnologías interesantes. Con ellas se podría cubrir, hacia 2100, entre el 10% y el 50% de los esfuerzos de mitigación del cambio climático. El IPCC señaló, no obstante, que todavía había incertidumbres acerca de la duración del almacenamiento del CO2, entre otros puntos. Además, se recomendaba el almacenamiento geológico frente al más incierto almacenamiento en aguas oceánicas profundas. Mientras tanto, los países desarrollados y algunos en desarrollo, como China, han puesto en marcha proyectos de investigación y ensayo en plantas prototipo para desarrollar y poner a punto estas tecnologías. EEUU y la UE están muy interesados en este método de contención del CO2. También en España se está trabajando en secuestro de carbono.

Se trata sin embargo de un asunto aun experimental, “consiste en introducir dióxido de carbono en formaciones geológicas y dejarlo retenido en ellas. De esta forma, las emisiones que se realizan se reducirían y el aumento de este gas en la atmósfera no sería tan acelerado, lo cual podría ayudar a preparar otro tipo de acciones para reducir los riesgos derivados de un cambio climático brusco. También se obtendría más margen para buscar soluciones energéticas viables que no sean tan dañinas como los combustibles fósiles.” Suite101

Los lugares donde este CO2 se puede guardar son precisamente los depósitos agotados de gas o petróleo, que han probado ser trampas eficaces por milenios. Podríamos usar en el Perú los agotados yacimientos de la Brea y Pariñas. ¿Pero esto que significa? ¿Cómo se hace? ¿Cuánto cuesta? No lo tenemos claros, pero ya hay en curso una legislación a nivel europeo que se discute desde 2008 Sigue leyendo

Cop16 Sobre el financiamiento del impacto del cambio climático

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Como parte de las conferencias de la exposición Green Solutions @COP16, el panel Financiando el Cambio Climático contó con la participación de actores internacionales que expusieron su posición sobre los recursos que se necesitan para financiar los impactos del cambio climático.

El reporte entregado a la COP16 en materia de financiamiento, muestra la necesidad de llegar a un acuerdo sobre el precio del carbono para lograr la meta de juntar 100 billones de dólares para 2020 que sirvan para un fondo internacional destinado a las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático.

Connie Hedegaard, Comisionada Europea para la Acción Climática, señaló la necesidad de innovar en la obtención de recursos provenientes de los sectores público y privado; así como crear un ambiente estable y económicamente atractivo para los inversionistas que permita emprender acciones conjuntas.

Es necesario proveer a los empresarios interesados con herramientas para saber a dónde y cómo dirigirse dentro de este tema, a fin de que la inversión en proyectos ecológicos también sea económicamente redituable. Sigue leyendo

COP16 ¿Dónde están los 30 mil millones del fondo verde?

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El llamado fondo verde (US$ 30 mil millones) acordado en Copenhague no se ha concretado aún. las reticiencias están por el lado de la administración de su ejecución, y el efecto social que las inversiones podrían causar en zonas de lata pobreza.

Según informa El Comercio, el representante d ela delegación peruana, Eduado Durand, “resaltó que el Perú es muy atractivo para captar este tipo de financiamiento. “Nos hemos presentado [en la conferencia] como un país que busca el consenso, que busca el equilibrio y que se compromete a reducir emisiones”, señaló. Ese es uno de los motivos por los cuales el país viene recibiendo ofertas de fondos verdes ya existentes sin haber salido hasta el momento a tocar las puertas de los países desarrollados. Como parte del financiamiento no oficial comprometido en Copenhague, Durand comentó que se estableció un fondo de inversión forestal y que se estableció un techo de hasta US$50 millones para ser usado por el Perú. El dinero servirá para trazar una estrategia de inversión forestal dentro del mecanismo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD). Este último es otro mecanismo que el Perú impulsará en la reunión de Cancún.” Sigue leyendo

Sin gringos ni chinos COP16 no va a ninguna parte

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Así informa La Jornada de México el inicio de la ronda de Cancun

Los dos grandes actores en las negociaciones climáticas son Estados Unidos y China. El primero nunca ratificó el Protocolo de Kyoto, pese a ser el segundo mayor productor de gases de efecto invernadero, después de China. Y la nación asiática debe compaginar la protección del medio ambiente con el acelerado crecimiento de su economía.

Estados Unidos llega con poco que ofrecer a la conferencia. La derrota del presidente Barack Obama en las elecciones legislativas de noviembre significó también un golpe para su ambicioso plan de protección ambiental.

“Estados Unidos tiene el poder de cualquier país grande, pero su capacidad para prometer mucho más está bastante limitada por la situación interna”, dijo Alden Meyer, director de estrategia y política de la Unión de Científicos Preocupados.

“Es bastante claro que en estos próximos años no habrá una legislación general sobre el clima en Estados Unidos”, dijo.

El año pasado Obama fue a Copenhague para unirse a otros líderes mundiales en la negociación de un acuerdo que estableció como objetivo limitar el calentamiento global a dos grados Celsius, pero sin detallar los medios para lograrlo.

Durante esa cumbre, la secretaria de Estado Hillary Clinton prometió que Estados Unidos contribuiría con un fondo internacional de 100 mil millones de dólares anuales hasta 2020 para ayudar a los países pobres más afectados por el cambio climático, siempre que se llegara a un acuerdo “fuerte”.

Estados Unidos y otros países desarrollados han insistido en que China, el mayor emisor mundial de anhídrido carbónico, acuerde reducir sus emisiones bajo un tratado legalmente vinculante, pero muy pocos esperan que esto se logre en Cancún.

China ha dado grandes pasos en la protección ambiental. En 2009 instaló más plantas de energía eólica que la Unión Europea o Estados Unidos, si bien en este punto está detrás de Estados Unidos en el sitio número dos.

Ailun Yang, jefa de clima y energía de Greenpeace en el este asiático, dijo que China está actuando básicamente debido a impulsos internos. Su uso desenfrenado de carbón está causando serios problemas medioambientales y teme por su seguridad energética, dado que su acelerada economía depende de las importaciones de petróleo.

Pero Yang dijo que China no está dispuesta a jugar un papel más activo en las negociaciones internacionales, a pesar del llamado de alerta en Copenhague.

“China está tan impactada como, probablemente, cualquier otro por los cambios en las expectativas internacionales del país. Pero el gobierno simplemente no parece capaz de estar a la altura de esas expectativas”, dijo.

“Pienso que la situación actual significa que Estados Unidos tendrá menos influencia en las negociaciones internacionales y que China enfrentará más presión”, señaló.

Para algunos, las nuevas negociaciones parecen un deja vu. Estados Unidos ayudó a esbozar el primer protocolo, de Kioto, pero no ratificó el tratado, cuyas obligaciones expiran al término de 2012.

Legisladores estadunidenses dice que Kioto fue injusto al incluir demandas sólo a las naciones ricas y no a las economías emergentes, como China. Y algunos republicanos del nuevo Congreso además cuestionan la base científica del cambio climático.

Por su parte, la Unión Europea se considera la locomotora de la protección ambiental y en Copenhague presentó también las metas más ambiciosas. Su objetivo es reducir emisiones en un 20 por ciento para 2020, con respecto a 1990, y es de los únicos que está cumpliendo.

Sin embargo, no quiere seguir sola. Si ningún otro país hace esfuerzos, la UE no elevará su compromiso al 30 por ciento, como exigen muchos ambientalistas.

Una de las exigencias para Cancún es que se formalice el acuerdo no vinculante de Copenhague, en el que se hicieron compromisos nacionales voluntarios que significarían la reducción del 60 por ciento de las emisiones para 2020.

También se reclaman reglas transparentes para que se pueda verificar si se están cumpliendo las promesas.

Según la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la costarricense Christiana Figueres, los gobiernos pueden llegar a acuerdos en cuatro puntos en la reunión que comenzó hoy en Cancún y finalizará el 10 de diciembre.

Los temas donde Figueres vislumbra avances son transferencia de tecnologías modernas para energías limpias, adaptación a las consecuencias del cambio climático, protección de bosques y fondos para financiar todo lo demás. Hacen falta 100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020.

Pero hay desencuentros mayores en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y en particular para lograr un acuerdo sucesor del Protocolo de Kyoto, cuyas metas de mitigación vencen en 2012.

El tiempo apremia. Según los científicos, la temperatura media de la tierra no puede aumentar más de dos grados con respecto a los niveles previos a la industrialización del siglo XIX. Si no se actúa ahora, advirtió el presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, el indio Rajendra Pachauri, en la inauguración de Cancún, “los costos serán mayores”. Sigue leyendo

El pacto contra el calentamiento global se enfría en las puertas de Cancun

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Tokio (Reuters). Japón se opone a extender el Protocolo de Kioto que sólo obliga a las naciones ricas a limitar las emisiones de carbono y combatirá por un acuerdo más amplio incluso si se ve aislado en las conversaciones de Naciones Unidas, dijo el jueves un funcionario.

La simple extensión de un pacto que excluye a China y Estados Unidos -los mayores emisores del planeta- sería “sin sentido e inadecuado”, dijo Hideki Minamikawa, viceministro de asuntos ambientales globales del Ministerio Ambiental de Japón.

EL NUEVO ENCUENTRO
Cerca de 200 naciones se reunirán en Cancún, México entre el 29 de noviembre y el 10 de diciembre para intentar acordar algunos de los elementos de un acuerdo de la ONU para combatir el calentamiento global, pese a que la mayoría perdió la esperanza de que se llegue pronto a un nuevo tratado.

“Países europeos han propuesto a partir de este año que podría estar bien extender el periodo de compromiso del Protocolo de Kioto si es suscrito por los grandes emisores, pero hemos dejado en claro que esto no es aceptable”, añadió Minamikawa.

El fin último de las conversaciones es encontrar un sucesor al actual Protocolo de Kioto, que limita las emisiones de las naciones ricas hasta el 2012.

Kioto obliga a casi 40 naciones industrializadas a reducir sus emisiones en al menos un 5,2 por ciento por debajo de los niveles de 1990 entre el 2008 y el 2012. Estados Unidos se encuentra fuera del acuerdo. Sigue leyendo