Transparencia: Papa exige renuncia de alto cardenal
7:00 p.m. | 30 set 20 (TT/RD).- La investigación a uno de los cardenales más influyentes de la curia romana por corrupción pone en la mira al Vaticano, pero la respuesta del Papa le otorga a la noticia matices que tranquilizan. Angelo Becciu, cardenal que fue el número dos de la Secretaría de Estado Vaticana (hasta el 2018), ha sido removido de su actual cargo y ha perdido sus derechos cardenalicios, luego que Francisco le pidiera su renuncia por verse vinculado en delitos de malversaciones financieras. Esto demuestra que el Papa sostiene su esfuerzo por la transparencia económica y su lucha contra la corrupción, y que esa pugna y reforma es resistida por parte de la jerarquía vaticana.
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Oficialmente, no se dio ninguna razón para la repentina remoción de Becciu, y se hizo pública por la oficina de prensa vaticana apenas una hora después de que terminara la reunión entre el cardenal y el papa Francisco. Desde entonces, algunos detalles del caso se han aclarado, incluyendo la determinación del cardenal de probar su inocencia. Otros, predeciblemente, siguen siendo turbios. La rapidez con que se retiró de sus cargos a Becciu es significativa. Hay varios ejemplos de que el Papa ha dejado a altos funcionarios en puestos de responsabilidad a pesar de que no compartan su visión de la Iglesia, o incluso la socaven.
Cuando la confianza se rompe, sin embargo, Francisco tiende a actuar rápidamente. Al cardenal Gerhard Müller, antiguo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se le dijo en plena audiencia con el Papa en 2017 que su mandato como prefecto no sería renovado. El cardenal Müller había tratado de inventar un cargo para sí mismo que no estaba justificado por su mandato. De manera similar, cuando el Arzobispo Georg Gänswein -entonces Prefecto de la Casa Pontificia-, se vio envuelto en la polémica por un libro supuestamente escrito por Benedicto XVI sobre el celibato clerical, encontró que sus deberes habían sido reasignados
El Papa aún tiene los instintos de un superior jesuita: el desacuerdo es una cosa, pero violar la confianza es un no definitivo. Y así se ha dado con el caso del Cardenal Becciu, quien explicó en la conferencia de prensa de ayer que el Papa le había dicho: “Ya no confío en ti”. El mismo cardenal explicó que los magistrados del Vaticano le habían dicho a Francisco que Becciu supuestamente había cometido actos de malversación, tras una investigación de las autoridades financieras italianas.
En el pasado, la negación de un cardenal en este tipo de caso puede haber sido suficiente para que se mantuviera en el cargo, pero Francisco no ve el alto rango eclesiástico como un factor de inmunidad a la responsabilidad. Tampoco a la ley.
Lo que es doblemente dramático en el caso de Becciu es que el prelado de 72 años trabajó al lado de Francisco como el segundo a cargo de la Secretaría de Estado (especie de jefe de personal) durante cinco años. Fue uno de los ayudantes más cercanos del Papa apoyando, por ejemplo, a hacer los arreglos para que Francisco trajera de vuelta a 12 refugiados musulmanes en su avión papal desde la isla griega de Lesbos. También cumplió esta función para Benedicto XVI y cuando entrevisté a Becciu en 2018 subrayó que era un leal al Papa, quien sea que se siente en la silla de San Pedro.
Según el cardenal, durante un encuentro con Francisco que calificó de “surrealista”, el Papa le dijo que “ya no confía en mí porque llegó un informe de los magistrados de que supuestamente cometí actos de malversación. Admito que el Papa estaba muy preocupado, y sufrió al decirme esto”. Después de que el Papa pidiera la dimisión y la renuncia de Becciu a sus derechos cardenalicios -incluyendo el voto en un cónclave papal-, este la ofreció inmediatamente.
Becciu es acusado de favorecer a uno de sus familiares en una transferencia de 100.000 euros para una cooperativa que forma parte de la rama de Cáritas de su diócesis natal, Ozieri, en Cerdeña, durante su tiempo en la Secretaría de Estado. Su hermano es el presidente de la cooperativa. El cardenal dijo que estaba dentro de sus poderes discrecionales hacer la transferencia, que el dinero no era para su hermano, sino para un centro que ayuda a los inmigrantes y a los desempleados. Todo esto ocurre justo en un año en que se incorporó una nueva ley vaticana que trata de reducir los casos de conflictos de intereses, como parte de la campaña del Papa para limpiar las finanzas de la Santa Sede.
En su caso, Becciu cree que ha habido un “malentendido”, explicando a los periodistas que el dinero todavía está en la cuenta bancaria de Cáritas, y que todo ha sido documentado. Al final de la audiencia con el Papa, el cardenal dijo que se ofreció a dejar su apartamento en el Vaticano, pero Francisco le dijo que se quedara “por todo el trabajo que has hecho por mí”. La Santa Sede no ha proporcionado las razones del despido del cardenal, mientras que Becciu aún no ha sido interrogado por los investigadores. Durante la conferencia de prensa, negó otras acusaciones de irregularidades financieras que serán publicadas por el semanario italiano L’Espresso.
Por otro lado, las irregularidades en la compra de una propiedad en Londres, que fue noticia hace un tiempo, no se han mencionado como parte de esta última controversia. La polémica transacción fue llevada a cabo por la Secretaría de Estado cuando Becciu estaba a cargo, y el cardenal se ha enfrentado a cuestionamientos sobre su participación. Los fiscales del Vaticano están ahora investigando la adquisición de la propiedad. Algunos han intentado atribuir la responsabilidad de este caso a Becciu. Sin embargo, el cardenal siempre ha negado cualquier delito en la transacción de Londres. Hasta ahora no ha sido investigado por los fiscales y afirmó que el Papa le dijo que había actuado honestamente en ese asunto.
Eso nos lleva a otro trasfondo de la historia del cardenal Becciu. Como colaborador muy cercano al Papa, conocido como el “sostituto” (en la Secretaría de Estado), ejerció una enorme influencia en la administración del Vaticano y también en el ámbito diplomático. También se consiguió algunos enemigos poderosos, incluyendo al cardenal George Pell, ex Prefecto de la Secretaría de Economía, quien se enfrentó a Becciu en numerosas ocasiones por el manejo de las finanzas del Vaticano.
Pell afirmó que el cardenal italiano bloqueaba sus reformas, aunque Becciu sugirió que tenían diferentes visiones sobre cómo hacer las cosas. El cardenal Pell dejó el Vaticano en 2017 para defenderse de una denuncia de abuso sexual en Australia, que finalmente sería desestimada en mayo de este año, después de una larga batalla legal. El 25 de septiembre, en una declaración, el cardenal Pell “agradeció y felicitó” al Papa “por los recientes acontecimientos” añadiendo: “Espero que la limpieza del establo continúe tanto en el Vaticano como en Victoria (Australia)”.
Esa última línea alimentará una teoría impulsada por los partidarios de Pell: que Becciu estuvo de alguna manera involucrado en los problemas legales del cardenal australiano y que el Vaticano pudo haber conspirado con la policía del Estado de Victoria, en Australia. Han insistido en que Becciu es el líder de la vieja guardia de la curia romana que no se detendría ante nada para mantenerse en el poder. Como resultado, Becciu ha sido objeto de un fuerte ataque mediático por parte de los medios de comunicación católicos en los Estados Unidos.
Cuando el cardenal Pell dejó el Vaticano en 2017 prometió luchar para limpiar su nombre, y en estos días el cardenal Becciu dijo que envió una nota de “solidaridad” a Pell en ese momento. El cardenal italiano también ha revelado su determinación de limpiar su nombre, aunque le espera un camino complicado por delante.
L’Espresso desvela el modus operandi del prelado fulminado por Francisco
La investigación ordenada por el papa Francisco demuestra cómo el entramado de empresas dependiente del hasta ayer prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos (y antaño “número tres” del Vaticano) fue generando gradualmente “un enorme abismo” en las cuentas de la Santa Sede, que alcanzó los 454 millones de euros, según revela en una extensa investigación el semanario L’Espresso.
Y es que, según apunta el rotativo italiano, Becciu y su entorno tejieron una red de desvío de dinero que, durante años, pasó inadvertida a los ojos de la Santa Sede. Y los pocos que quisieron advertir al Papa fueron convenientemente purgados por la engrasada máquina curial. Al final la investigación ha dado resultados tan graves que ha acabado con la carrera eclesiástica de quien fuera Sustituto de la Secretaría de Estado entre 2011 y 2018.
Según informa L’Espresso, Becciu utilizaba el dinero proveniente de la Conferencia Episcopal italiana y del Óbolo de San Pedro en varias cooperativas y empresas, cuyos propietarios eran sus hermanos. Tal y como revela el semanario, lo hizo hasta en tres ocasiones: la primera, en septiembre de 2013, 300.000 euros para ampliar el negocio y modernizar el horno; la segunda, en enero de 2015, asignando otros 300.000 euros a las arcas de la cooperativa después de un incendio ; la tercera y última se produjo en abril de 2018, con cien mil euros no reembolsables (leer aquí el artículo completo).
Por otro lado, con respecto a este reportaje de L’Espresso, en algunos medios se difundió que familiares del cardenal han anunciado demandas por difamación. Lo cierto es que el caso está empezando, y habrá un cercano seguimiento a su desarrollo.
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Fuentes:
The Tablet / Religión Digital