Francisco está en Myanmar en una delicada visita oficial
11:00 p m| 29 nov 17 (LN/VN/BV).- En lo que se considera uno de los viajes más complejos de su pontificado, el Papa se encuentra ahora en Myanmar y luego visitará al país vecino Bangladesh, dos países pobres del sudeste asiático donde la Iglesia católica es pequeñísima y donde reina gran tensión por la crisis de refugiados de la minoría islámica rohinyá. Ni bien llegó a Rangún, Francisco se ha enfocado en la difícil mediación para poner fin a la represión de 700 mil miembros de la minoría musulmana del oeste de Myanmar, la ex Birmania, que huyeron a Bangladesh tras una feroz represión militar.
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Antecedente – Una reseña sobre la crisis (Elisabetta Piqué)
Después de 10 horas de vuelo hasta Rangún, al convertirse en el primer pontífice que pisa Myanmar, el Papa ha sido muy diplomático. Si bien en los últimos meses mencionó tres veces públicamente a los rohinyá, en llamados en favor de estos “hermanos” perseguidos, evitará pronunciar esa palabra.
Se trata de un término prohibido en Myanmar, país de 52 millones de habitantes, de mayoría budista, donde casi 2 millones de rohinyá, musulmanes, alli presentes -aunque sus familias han vivido durante generaciones en esa tierra- son considerado inmigrantes ilegales de Bangladesh. Y sufren discriminación oficial y social.
Tanto los 20 obispos de Myanmar, donde hay unos 650 mil católicos (el 1% de la población), así como la Secretaría de Estado del Vaticano, le explicaron al Papa la enorme sensibilidad que hay respecto a este tema y le recomendaron vivamente no utilizar la palabra rohinyá, algo que podría enfurecer a un grupo de monjes budistas nacionalistas fundamentalisas y tener repercusiones sobre la minoría cristiana. De hecho, se viven momentos complicados en Myanmar, país aún en transición hacia la democracia después de 60 años de dictaduras militares (1962-2011), donde junto a la etnia birmana, mayoritaria, viven otras 135 minorías.
En agosto pasado, después de un ataque a puestos policiales de un grupo insurgente musulmán, el ejército de Myanmar comenzó “operaciones de despeje” en el estado de Rahkine, donde viven los rohinyá. En una represión brutal considerada una “limpieza étnica” por la ONU, en la que soldados y monjes extremistas budistas incendiaron casas, entre otras violencias, más de 600 mil rohinyá se vieron obligados a escapar al vecino Bangladesh. Justo en vísperas del viaje del Papa, Myanmar y Bangladesh firmaron el jueves último un acuerdo para el regreso de miles de ellos, de dudosa actuación, pero recibido con satisfacción en el Vaticano y en la comunidad internacional, que sólo en los últimos meses puso su atención en esta zona olvidada del mundo.
El Papa hubiera querido visitar uno de los campos de refugiados donde en condiciones dramáticas sobreviven los rohinyás, algo imposible debido a cuestiones de seguridad. Pero, según anticipó su vocero, Greg Burke, se reunirá con un grupo de ellos el viernes próximo en Dhaka, capital de Bangladesh, en un encuentro interreligios y ecuménico por la paz.
Seguramente compleja, la visita también significará un respaldo para Aung Sam Suu Kyi, líder de “facto” del país, a quien el Papa recibió dos veces en el Vaticano, la última en mayo de este año, cuando el Vaticano y Myanmar establecieron relaciones diplomáticas. Suu Kyi en los últimos meses fue duramente criticada por la comunidad internacional por su silencio ante lo que algunos también llaman “genocidio” de los rohinyás. Se considera que la violenta respuesta de los militares a los ataques de agosto último de un grupo insurgente rohinyá fue, en verdad, un intento del ejército para desprestigiar a Suu Kyi.
Hija del general Aung San -que llevó a Birmania a la independencia de Gran Bretaña en 1948-, Suu Kyi se enfrentó con valentía a la dictadura militar, que la condenó a vivir durante 15 años bajo arresto domiciliario. Los militares le cambiaron el nombre del país -de Birmania (Burma) a Myanmar- en 1989 y Suu Kyi recibió el Premio Nobel de la Paz en 1991.
Después de las elecciones de 2015, en las que ganó su partido, la Liga Nacional por la Democracia, Suu Kyi se convirtió en la líder “de facto” de Myanmar, pese a que la constitución -aprobada bajo el régimen militar-, le impide ser presidente. Aunque el nuevo Parlamento creó especialmente para ella el cargo de “Consejera de Estado”, sus poderes fueron extendidos y también es ministra de relaciones exteriores.
1) El papa Francisco llega en Myanmar (27 de noviembre)
El vuelo papal que había despegado de Roma hacia las 22 h. del domingo aterrizó en el aeropuerto internacional de Rangún. El nuncio apostólico en Myanmar Paul Tschang In-Nam ha subido al avión a saludar a Francisco. Fuera le esperaban los obispos y cientos de fieles, incluido un nutrido grupo de niños con los trajes tradicionales, que han dado la bienvenida a Francisco con cantos y danzas típicas del país.
2) El Papa adelanta el encuentro con los líderes militares de Myanmar (27 de noviembre)
Debía ser una jornada de reposo, esperando el “tour de force” que le esperaba el martes 28 de noviembre, con los encuentros institucionales previstos y el discurso a las autoridades políticas del país. Pero Francisco anticipó los tiempos y hoy por la tarde, en el palacio del arzobispado de Rangún, se reunió con la cúpula militar birmana (ver más).
3) Francisco a los líderes religiosos de Myanmar: “No tengamos miedo a las diferencias” (28 de noviembre)
Tenía una agenda bastante completa e importante a nivel político en Naipydó, pero antes de trasladarse a la capital del país, pudo hacer un hueco para recibir, a primera hora de la mañana y fuera del programa oficial, a 17 líderes religiosos del país, budistas, musulmanes, hindúes, judíos, católicos y cristianos, ciertamente una gran variedad de confesiones y religiones donde se han escuchado palabras no solo bonitas, sino también esperanzandoras (ver más).
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4) Francisco pide las autoridades de Myanmar “respeto a los derechos de todos los grupos étnicos sin excluir a nadie” (29 de noviembre)
La líder birmana Aung San Suu Kyi acompañó a Francisco al Centro de Convenciones Internacionales, donde Francisco ha pronunciado su primer discurso en el país, a las autoridades, miembros de la sociedad civil y cuerpo diplomático de Myanmar. En su alocución, el Papa ha vuelto a poner de manifiesto que la razón princpal de su visita es “especialmente rezar con la pequeña pero ferviente comunidad católica de esta nación, para confirmarla en la fe y alentarla a seguir contribuyendo al bien del país”, aunque se ha mostrado contento de que esta visita tenga lugar tras establecer relaciones formales entre la Santa Sede y Myanmar, evento que el Pontífice ve como “una señal del compromiso de la nación para continuar buscando el diálogo y la cooperación constructiva dentro de la comunidad internacional” (ver más).
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5) Francisco en la misa en Myanmar: “Aquí la Iglesia está ayudando a muchos, sin distinciones étnicas o religiosas” (29 de noviembre)
“Sé que muchos en Myanmar llevan las heridas de la violencia, heridas visibles e invisibles”, ha dicho el Papa en su homilía, advirtiendo contra “la tentación de responder a estas heridas con una sabiduría mundana que está equivocada. Pensamos que la curación pueda venir de la ira y de la venganza. Sin embargo, el camino de la venganza no es el camino de Jesús”. Francisco ha recordado que Jesús respondió al odio y al rechazo con “perdón y compasión” y por eso “también nosotros podemos encontrar rechazo y obstáculos, sin embargo él nos dará una sabiduría a la que nadie puede resistir”: “Encontrando refugio en las heridas de Cristo, puedan saborear el bálsamo saludable de la misericordia del Padre y encontrar la fuerza para llevarlo a los demás, para ungir cada herida y recuerdo doloroso” (ver más).
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6) Francisco ofrece a los budistas de Myanmar “mayor cooperación” para “avanzar en la paz para todos” (29 de noviembre)
El papa Francisco se rodeó de monjes vestidos de rojo oscuro. En este tercer día en Myanmar, pretende lanzar una señal clara y fuerte en un país en el que los budistas son la mayoría y en el que las que sufren las discriminaciones son las minorías étnicas y religiosas, musulmanas y cristianas. “Que los budistas y los católicos caminemos juntos a lo largo de este sendero de curación, y trabajemos hombro con hombro por el bien de cada uno de los habitantes de esta tierra”, dice Bergoglio, pidiendo “superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio”.
El encuentro ha tenido lugar en el Kaba Aye Center de Rangún, conocido como la ‘Pagoda Mundial de la Paz’ y que es uno de los templos budistas más importantes del sudeste asiático. Allí ha sido recibido por Thura U Aung Ko, ministro de Asuntos Religiosos y de Cultura. Luego ha entrado en la sala de la reunión, descalzo como indica la tradición, y ha ha saludado al Venerable Bhaddanta Kumarabhivamsa, presidente del Consejo Supremo (ver más).
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7) El Papa anima a los obispos de Myanmar a ser sanadores, acompañantes y profetas (29 de noviembre)
El Pontífice ha alabado la fe y el valor de las comunidades católicas del país, que “llevan las marcas del conflicto y han dado testigos valientes de la fe”. Además, se ha mostrado orgulloso de los católicos de Myanmar por su “testimonio profético de amor a Dios y al prójimo, que se expresa en el compromiso con los pobres, con los que están privados de derechos y sobre todo, en este tiempo, con tantos desplazados”. Francisco ha encomendado esta sanación a los obispos, pero particularmente en el sentido del diálogo interreligioso, para tender puentes entre las distintas creencias y así consolidar la paz (ver más).
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8) El Papa exhorta a los jóvenes de Myanmar: “Quiero que griten para ser, con vuestra vida, signos de esperanza”
Hoy jueves 30 de noviembre, último día de la visita apostólica de Francisco a Myanmar –hoy mismo viajará a Bangladesh–, el Papa ha celebrado la misa con los jóvenes en la Catedral de Santa María de Rangún. “Sí, son hermosos vuestros pasos; vuestra presencia es hermosa y alentadora, porque nos trae ‘buenas noticias’, la buena nueva de vuestra juventud, de vuestra fe y de vuestro entusiasmo”, les ha dicho. Añadiendo que, a pesar de la injusticia, pobreza y miseria, es posible ver en ellos “un mensaje muy claro. Quiero que la gente sepa que vosotros, muchachos y muchachas de Myanmar, no tenéis miedo a creer en la buena noticia de la misericordia de Dios, porque esta tiene un nombre y un rostro: Jesucristo”. El Papa ha enviado a los jóvenes a llevar a buena noticia, principalmente a los que sufren, a personas que necesitan “oraciones y solidaridad”, pero también “vuestra pasión por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y la paz que Jesús nos da” (ver más).
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Fuentes:
La Nación / Vida Nueva / Vatican Insider / Portal web de la Santa Sede