Cooperación interreligiosa y ecuménica por la paz en África

4:00 p m| 1 mar 17 (AGENCIAS/BV).- En una ocasión histórica, cuando por primera vez un Papa visitaba una iglesia anglicana en Roma, Francisco quiso anunciar la posibilidad de una jornada que resultaría muy significativa para el Ecumenismo. En la respuesta a un seminarista nigeriano, Bergoglio anunció que “estamos estudiando la posibilidad de un viaje a Sudán del Sur…. mío y del arzobispo Justin Welby”. La población del país africano vive tiempos convulsionados, envuelta en una guerra civil y una grave crisis alimentaria. Son millones de personas las afectadas, entre ellos muchos niños. Ya en una audiencia del 22 de febrero, Francisco dirigió un fuerte llamado a la comunidad internacional a favor del país africano. La visita ecuménica se plantea como un gesto que pueda ayudar a la pacificación del país.

A propósito del posible viaje de Welby y Francisco, recogemos también una entrevista del Vatican Insider al cardenal Dieudonné Nzapalainga que reflexiona sobre el papel fundamental que pueden desempeñar los líderes religiosos en los procesos de reconciliación, además de la situación actual de la República Centroafricana (donde reside), un país de la frontera de Sudán del Sur que vive una situación similar. En el momento más delicado del conflicto, cuando miles de musulmanes murieron y otros tantos se vieron obligados a huir, el cardenal Nzapalainga acogió en su residencia al Imán Omar Layama, presidente de la Central African Islamic Community, y a su familia. Así se convirtieron en un modelo de convivencia y de amistad más allá de las diferencias.

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Francisco: Iré a Sudán del Sur con el primado anglicano Welby

El anuncio lo hizo el Papa al responder a una pregunta de un seminarista africano durante la visita el 26 de febrero a la parroquia anglicana de Roma. Francisco estaba hablando sobre las “Iglesias jóvenes”, que tienen mucho que enseñar. Y contó: “Con mis colaboradores estamos estudiando la posibilidad de un viaje a Sudán del Sur, de un solo día; allá hay una situación difícil”. El Papa explicó también el contexto ecuménico: “Vinieron a verme el obispo anglicano, el obispo presbiteriano y el católico, y me dijeron: ¡Vaya! Pero no vaya solo, vaya con el arzobispo de Canterbury, Justin Welby”.

Bergoglio subrayó que la invitación ecuménica surgió de los líderes de las tres principales confesiones cristianas presentes en Sudán del Sur, con la esperanza de que la presencia del Obispo de Roma y del Primado de la Comunión anglicana pueda ayudar a pacificar el país.

En abril de 2016, Francisco hizo el primer viaje verdaderamente ecuménico de un Pontífice, aceptando la invitación que le hizo el patriarca Bartolomé: una visita de un día al campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos, uno de los puntos a los que llegan miles de refugiados y migrantes que huyen de las guerras, de la persecución y del hambre. El Papa, además, siempre ha sido particularmente sensible al subrayar ese que ha definido en varias ocasiones como “ecumenismo de la sangre”, es decir el hecho de que las persecuciones no distinguen entre las confesiones cristianas, por lo que la sangre de los mártires se mezcla.

El 22 de febrero pasado, durante la Audiencia general, Papa Francisco dirigió un fuerte llamado a la comunidad internacional a favor de Sudán del Sur, que podría ser en los próximos meses el destino de su segunda visita al continente africano, después del que hizo en 2015 a Kenya, Uganda y República Centroafricana. “Despiertan particular preocupación las dolorosas noticias que llegan del atormentado Sudán del Sur —dijo en esa ocasión—, donde a un conflicto fratricida se une una grave crisis alimentaria que afecta a la Región del Cuerno de África y que condena a la muerte por hambre a millones de personas, entre ellos a muchos niños. En este momento, es más necesario que nunca el compromiso de todos a no quedarse sólo en declaraciones, sino a hacer que sean concretas las ayudas alimentarias y a permitir que puedan llegar a las poblaciones que sufren. El Señor sostenga a estos nuestros hermanos y a cuantos obran para ayudarlos”.

Sudán del Sur, que obtuvo la independencia en 2011, se convirtió en el escenario de una nueva y sangrienta guerra civil que comenzó en 2013, que, a pesar de los acuerdos de paz, volvió a explotar en julio de 2016 entre los grupos que apoyan al presidente Salva Kiir y los que apoyan al vicepresidente, Riek Machar, el primero de la etnia Dinka y el segundo de la etnia Nuer. El país ha vuelto a ser un lugar de “deliberados asesinatos de civiles, violaciones y saqueos”, como denunciaron varias organizaciones internacionales y varios misioneros.


Sobre la visita histórica del Papa a la iglesia anglicana de Todos los Santos

Antes, Francisco había sido invitado a bendecir un icono en la iglesia de Todos los Santos, que ha firmado un acuerdo de “hermanamiento” con la parroquia cristiana del mismo nombre. Un ejemplo más de ese ecumenismo real, que “ya es un camino”, y que, pese a los que quieren contraponerlo, es compatible con el diálogo teológico.

Tras un breve servicio de lectura del Evangelio, Francisco ofreció un discurso en el que apuntó cómo “en el pasado anglicanos y católicos nos mirábamos con sospecha y hostilidad, mientras que ahora nos reconocemos como lo que somos: hermanos y hermanas en Cristo, como amigos y peregrinos deseamos caminar juntos, seguir juntos a nuestro señor Jesucristo”, y pidió gastarse en la reconciliación.

“Si reconocemos nuestra pobreza, la misericordia de Dios será visible hacia afuera”, afirmó el Papa, quien proclamó que “una comunión verdadera y sólida crece y se hace más fuerte cuando se trabaja juntos para los necesitados. A través del testimonio unido de la caridad, el rostro misericordioso de Jesús se hace presente en nuestra comunidad, en nuestra ciudad”.

“Animémonos los unos a los otros para convertirnos en discípulos siempre más libres y dispuestos a rezar con y por los otros”, concluyó el Papa, antes de las tres preguntas que distintos fieles anglicanos habían preparado, y del acto de hermanamiento entre las dos iglesias.

La primera cuestión fue planteada por Margarita, estudiante de Historia del Arte en La Sapienza. “¿Qué diría usted de la relación entre anglicanos y católicos?”. Francisco comenzó leyendo el papel que tenía preparado pero, pronto, lo dejó. “Las relaciones son buenas. Nos queremos como hermanos”, destacó, aun reconociendo que “en la Historia hay cosas feas por los dos lados”. Así recordó cómo muchos santos son comunes, y narró la vida de un jesuita argentino, el padre Furlon, de familia inglesa católica y que, sin embargo, “fue monaguillo en Rosario en el funeral de la Reina Victoria de la iglesia anglicana”.

“Las relaciones son relaciones no sé si históricamente se puede decir, pero una figura que nos ayuda a pensar. Un paso adelante, y medio paso atrás. Otra cosa que ha mantenido fuerte nuestra relación son los monjes, sean católicos o anglicanos, que son una gran fuerza espiritual de nuestras tradiciones”, respondió el papa. “Las relaciones se van mejorando cada vez más, y eso es bueno. Pero no hagamos todas las cosas iguales. Caminamos juntos. Como dice el Evangelio, cada día su propia preocupación”.

En segundo lugar, Jane, una profesora australiana, le preguntó por unas palabras del Papa Benedicto, en las que daba prioridad a la teología frente al trabajo común en el debate ecuménico. Francisco no quiso entrar en el fondo, pues “no conozco el contexto en el que el Papa dijo esto, y cómo lo dijo”. Sí dio su opinión: “Para mí las dos cosas son importantes”. Recordando la anécdota de Atenágoras a Pablo VI (“Hagamos nosotros la unidad, y pongamos a todos los teólogos en una isla para que piensen”), Francisco indicó que “lo que dice Benedicto es que se debe buscar el diálogo teológico sobre los sacramentos, sobre tantas cosas que no estamos de acuerdo. Pero esto no se puede hacer en un laboratorio. Se debe hacer caminando”.

“Nosotros estamos en camino, y en camino tenemos estas discusiones. Mientras tanto, nos ayudamos unos a otros, en nuestras necesidades, en nuestra vida, también espiritualmente nos ayudamos. No se puede hacer diálogo ecuménico detenidos. El diálogo ecuménico se hace en camino, porque el diálogo es un camino”.

Y la tercera pregunta fue la de Ernest, seminarista nigeriano que será ordenado pastor de la Iglesia anglicana (que además derivó en el anuncio del viaje ecuménico). Ernest le preguntó sobre qué podrían aprender las iglesias europeas de las iglesias del Sur. Y ahí, el primer Papa del “fin del mundo”, reconoció cómo “las iglesias jóvenes tienen una vitalidad diversas, porque son jóvenes”.

“Las iglesias jóvenes tienen la necesidad fuerte de colaborar. Mis colaboradores están estudiando la posibilidad de un viaje al Sur Sudán, ¿por qué? Porque vinieron juntos los obispos anglicano, presbiteriano y católico, para pedirme que venga, aunque sea una jornada, pero que no vaya solo, sino con Justin Welby. De esta Iglesia joven ha venido esta creatividad. Estamos pensando la posibilidad, la situación es fea allí, pero los tres juntos quieren la paz y los tres trabajan juntos por la paz”.


República Centroafricana; los “gemelos de Dios” unidos por la paz

En el 2013 los rebeldes Seleka, en su mayoría musulmanes, tomaron por la fuerza el poder en la República Centroafricana. En respuesta, se abrió camino entre la población cristiana el proyecto de una reacción armada que provocó la creación de las milicias “anti-Balaka”. A partir de entonces, la República Centroafricana, crónicamente inestable, vive en un estado de tensión permanente y asiste a un inédito endurecimiento de las relaciones entre cristianos y musulmanes. Ver aquí más antecedentes.

Justamente en el momento más delicado de los enfrentamientos, en diciembre de 2013, cuando las milicias “anti-Balaka” lanzaron una espantosa campaña militar en contra de los musulmanes (miles de ellos murieron y otros tantos se vieron obligados a huir), el cardenal Dieudonné Nzapalainga acogió en su residencia al Imán Omar Layama, presidente de la Central African Islami Community, y a su familia. El purpurado y el líder musulmán lanzaron un mensaje al país y al mundo entero, azotado por conflictos de alguna manera relacionados con religiones y culturas, y se ganaron el significativo título de los “gemelos de Dios”.

Ambos, a quienes se sumó inmediatamente Nicolas Guérékoyame-Gbangou, el presidente de la Alianza Evangélica de la República Centroafricana, han obtenido el aprecio de muchos, el apoyo de Francisco (que en la histórica visita de 2015 llamó a todos a la paz), pero también provocaron fuertes críticas entre sus correligionarios, que consideran “blasfema” esta amistad. El cardenal Nzapalainga, en esta conversación con Vatican Insider, habló sobre la situación actual en su país, sobre las esperanzas de paz, sobre el papel fundamental para el proceso de reconciliación que pueden desempeñar los líderes religiosos y sobre la especial amistad que tiene con el Imán.

-Eminencia, una primera pregunta es sobre la situación actual: ¿ha habido enfrentamientos recientemente y todavía hay tensiones? ¿Cómo están las cosas actualmente?

La situación es muy preocupante. Sin considerar Bangui, el Estado no logra tener bajo control el 60% del territorio del país. Los agentes son solo una fachada, los grupos han mantenido su poder sin ningún cambio y mantienen a franjas de la población como rehenes. Las únicas noticias positivas provienen de Bangui, que finalmente volvió a encontrar la calma. También al “Km5”, el enclave musulmán de la ciudad, ha vuelto la tranquilidad.

-El referendum de finales de 2015 y las elecciones de 2016 han dado algunos resultados, pero ¿cuánto falta para la pacificación del país? ¿Cuáles son los principales problemas?

Las elecciones se llevaron a cabo con tranquilidad y transparencia, y esto nos hace comprender que mis conciudadanos quieren formar parte del proceso democrático y que esperan un futuro mejor. La paz es una preocupación compartida en este país, muchos centroafricanos la buscan mediante el diálogo y las acciones cotidianas. Pero uno de los mayores problemas que todavía infestan la República Centroafricana son las interferencias externas que actúan en el país atraídas por las riquezas del subsuelo: diamantes, petróleo y uranio.

Hay grandes potencias que tratan de reconquistar territorios para explotarlos. Y así, además de generar constantes tensiones, dejan al país en un estado de extrema pobreza. El mal gobierno ha jugado también un papel determinante en el conflicto; desgraciadamente aquí el clientelismo, el tribalismo, la corrupción y el despilfarro están a la orden del día. Y todo esto ha producido mucha frustración, un sentido de exclusión. La impunidad parece haberse convertido en la norma y los más fuertes matan a los más débiles para imponerse sin que nadie se oponga.

-Muchos en el mundo consideran que en su país hay un enfrentamiento entre cristianos y musulmanes. ¿Es así?

El conflicto no tiene nada que ver con la religión, porque ningún sacerdote, imán o pastor ha pedido nunca que los fieles se maten entre sí. Aquí no se combate por El Corán o la Biblia. La gente combate por los diamantes, el petróleo, el uranio. Los grupos armados ocupan el territorio para sembrar desorden y para aprovecharse del caos posterior. Pero, ¿qué tiene que ver la religión? Por ahora, por ejemplo, la Upc y el Farc (dos grupos militares que antes formaban parte de los Selekas, ndr.) están en conflicto abierto y ambos son musulmanes.

-En diciembre de 2013, durante los enfrentamientos más duros, usted acogió en su casa al imán Layama y a su familia para protegerlos de los ataques. Usted y el Imán, desde ese día, además de entablar amistad, se convirtieron en una pareja de defensores de la paz y del dialogo. ¿Puede hablarnos de su relación con el Imán y del trabajo que hacen juntos para el dialogo entre cristianos y musulmanes?

Antes de esos trágicos sucesos, yo y el Imán solo nos conocíamos de nombre. La crisis nos acercó. Todos hablaban de crisis religiosa y nosotros, con un gesto muy simple, confutamos esta teoría. El 5 de diciembre de 2013, los anti-balaka lanzaron su ataque contra Bangui. Yo sabía que el Imán vivía en una zona que habrían atacado dentro de poco tiempo las tropas anti-islámicas, por lo que fui a verlo para ofrecerle refugio. Tres días después, su casa fue destruida. Toda su familia encontró refugio en el Arzobispado. Así comenzamos un diálogo en la crisis para defender juntos a la población de la República Centroafricana, corriendo muchos riesgos. Aprendimos a respetarnos y a ver nuestras diferencias religiosas como complemento y formas de riqueza. Vivimos cotidianamente la aceptación del otro y pedimos al unísono la paz.

-¿Cuál es el compromiso de la Iglesia católica por la paz y la justicia en la República Centroafricana?

La Iglesia católica debe ser fiel al mensaje de Cristo, que vino a traer la paz. Cada cristiano es artesano de la paz y el compromiso por la paz es una prioridad absoluta. Pero la paz se conquista con los demás, no solos, dialogando con los demás creamos las condiciones para una paz más duradera. La Iglesia católica predica la apertura, la aceptación, el respeto y la estima del otro, creado a semejanza de Dios. La justicia es el nombre de Dios puesto que protege a los débiles y nosotros estamos llamados a defender a los más peques, a los abandonados, a los pobres, a los que no tienen voz. Para nosotros es fundamental reconocer los propios errores, la reparación y la aceptación de la reconciliación para una verdadera justicia.


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Fuentes:

Textos tomados de Religión Digital, Oficina de Prensa del Vaticano y Vatican Insider

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