‘Documento de Lima’: Un hito en el diálogo ecuménico

Bautismo, eucaristía y ministerio - Lima

8.00 p m| 30 ene 14 (BUENA VOZ).- En este texto, aprobado por la Comisión Plenaria de Fe y Constitución reunida en Lima (Perú), en 1982, se examinan los acuerdos y diferencias en ámbitos fundamentales de la fe y la vida de las iglesias. “Bautismo, eucaristía y ministerio” (conocido también como el “Documento de Lima” o BEM), es el documento ecuménico más ampliamente distribuido y estudiado, y ha servido de base para muchos acuerdos de “reconocimiento mutuo” entre las iglesias, y sigue siendo una importante referencia.

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Sin duda alguna se trata del texto más ampliamente publicado -con cerca de medio millón de copias-, traducido, discutido y comentado de la historia del movimiento ecuménico. Fue elaborado por Fe y Constitución, la comisión doctrinal del Consejo Ecuménico de Iglesias (CEI), el organismo más representativo del movimiento ecuménico.

El gran número de grupos que lo han estudiado y la ingente literatura que ha producido testimonian la importancia de este acuerdo. Basten para ello los testimonios de dos de los mayores ecumenistas. El primero de ellos, el teólogo cofundador de la Comunidad de Taizé, Max Thurian, que estuvo implicado en la elaboración del BEM y en su proceso de recepción, afirmaba: “El documento de Lima constituye realmente un acontecimiento único en los anales de la Iglesia desde la separación del Este y del Oeste”.

El segundo testimonio, procedente del ecumenista norteamericano M. Kinnamon, se refería a la importancia del documento con la siguiente consideración: “Es actualmente considerado como el acontecimiento teológico más significativo del moderno movimiento ecuménico, generando un interés sin precedentes”. Y justificaba dicha afirmación por el hecho de que el grupo de teólogos que elabora este documento incluye a anglicanos, bautistas, discípulos de Cristo, ortodoxos, luteranos, metodistas, veterocatólicos, reformados y católico-romanos, así como representantes de diversas Iglesias unidas, pentecostales y anabaptistas. Concluía afirmando que “no existe un foro en la cristiandad mundial más amplio cultural y confesionalmente hablando que el reflejado en el texto de convergencia de Fe y Constitución”.

El acuerdo significaba, además, la cristalización de más de cincuenta años de diálogo, tanto bilateral como multilateral, sobre cuestiones sacramentales y ministeriales. Porque de eso se trataba: de presentar a las Iglesias, en un único documento, el grado de acuerdo sobre los elementos esenciales de nuestra tradición sacramental común. El texto permite así a las Iglesias apreciar el constante y creciente acuerdo al que durante las últimas décadas se ha llegado en el movimiento ecuménico, y que resta cierta validez o, al menos intensidad, a las controversias pasadas.

Metodológicamente, el documento de Lima significaba un paso adelante. Buscaba ir más allá de las posiciones polarizadas del tiempo de las divisiones, tratando de superar un lenguaje polémico plagado de cargas emocionales. El texto se retrotrae a la herencia común tomando en consideración cómo esa fe común se encarna en los lenguajes diferentes y necesariamente parciales de las diversas tradiciones.

Al abordar cada una de las cuestiones -bautismo, eucaristía y ministerios- el documento se enfoca en primer lugar hacia aquello en lo que las distintas tradiciones están de acuerdo y es común, marcando con ello el tono para que la discusión empiece no por las diferencias históricas de una tradición o práctica particular, sino con la afirmación central común apoyándose en la base bíblica y en la Tradición común. Se superaba así la tendencia a focalizarse excesivamente en los puntos de desacuerdo.

El documento se estructura en tres capítulos, dedicados respectivamente al Bautismo, la Eucaristía y los Ministerios. A las afirmaciones que expresan la convergencia alcanzada, le sigue un comentario referido a las diferencias que todavía persisten. Así, el documento muestra el grado de convergencia alcanzado, señala los puntos que necesitan clarificación y abre nuevas posibilidades para la discusión teológica, permitiendo también profundizar en el conocimiento teológico de las otras Iglesias.

Cuando el 1982 el documento de Lima vio la luz, pocos intuyeron el impacto que su proceso de recepción iba a causar en el mundo ecuménico. Y es que, con este documento más que con ningún otro, se ha puesto de relieve la necesidad de recepción de los acuerdos doctrinales en la vida de las Iglesias.

El BEM inaguró así una nueva etapa en el movimiento ecuménico, marcando un punto de inflexión que ha desviado la atención de los documentos a las Iglesias, para considerar cómo éstas valoran e incorporan a su vida los textos ecuménicos. Pues mientras no consigan calar en la vida y doctrina de las Iglesias, los acuerdos no pasarán de ser un mero ejercicio intelectual.

No es exagerado afirmar que el BEM ha marcado la agenda ecuménica de las dos últimas décadas, orientando los posteriores diálogos doctrinales e impulsando a las Iglesias a preguntarse por la recepción de los acuerdos y a redoblar los esfuerzos por incorporar a su vida sus resultados.

Extracto del Prefacio

El texto de Lima representa las convergencias teológicas significativas que la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Ecuménico ha discernido y formulado. Quienes saben hasta qué punto las Iglesias han sido divergentes en la doctrina de la práctica del bautismo, de la eucaristía y del ministerio, pueden apreciar la importancia y la medida del acuerdo detectado aquí.

Prácticamente todas las confesiones tradicionales están incluidas en la participación en la Comisión. El hecho de que teólogos de tradiciones tan acentuadamente diferentes puedan ser capaces de hablar con una armonía tal del bautismo, la eucaristía y el ministerio es algo sin precedentes en el movimiento ecuménico moderno. Hay que notar con una atención particular el hecho de que la Comisión comprenda igualmente entre sus miembros de pleno derecho a teólogos de la Iglesia católica romana y de otras Iglesias que no pertenecen al Consejo ecuménico de las Iglesias.

Al hacer una evaluación crítica, hay que tener muy presente en el espíritu la intención primera de este texto ecuménico. El lector no ha de esperar encontrar en él una exposición teológica completa sobre el bautismo, la eucaristía y el ministerio. Esto no sería ni apropiado ni deseable. El texto de acuerdo se concentra intencionalmente sobre los aspectos del tema que están directa o indirectamente en relación con los problemas del reconocimiento mutuo conducente a la unidad.

El texto principal muestra los puntos de convergencia teológica mayor; los comentarios que se le añaden indican ya sea unas diferencias históricas superadas, ya unos puntos controvertidos que exigen aún estudio y reconciliación.

Click aquí para descargar en PDF el “Documento de Lima”.


Fuente:

El B.E.M.: Bautismo, eucaristía y ministerio. El documento de Lima (1982): un intento de teología sacramental ecuménica. Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, Madrid. (Documento PDF)

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